Entró en vigor el mayor acuerdo global
contra el cambio climático
Hoy (4/11/2016) es un día histórico para el
planeta Tierra, ya que el tan esperado y dilatado Acuerdo de París, el
instrumento para combatir el cambio climático a nivel global, entró en vigor.
Para su efectividad era necesaria la
ratificación del mismo por parte de al menos 55 países representantes del 55 %
de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Y esa meta se alcanzó el pasado 5 de
octubre, cuando la Unión Europea (UE), que representa el 12 % de las emisiones,
hizo entrega de los documentos de ratificación del Acuerdo en la sede de la
ONU. Hasta ese momento, los 61 países que ya lo habían ratificado sumaban sólo
el 47,7 % de las emanaciones globales, lo que impedía poner en marcha el
instrumento legal.
A fin del año pasado, este acuerdo fue
adoptado en la capital francesa por los 195 países signatarios de la Convención
Marco de la ONU sobre cambio climático y la Unión Europea, en el transcurso de
la 21 Conferencia de las Partes (COP21).
La importancia que reviste es que está
destinado a sustituir en 2020 al Protocolo de Kioto y tiene como objetivo
"mantener la temperatura media mundial por debajo de dos grados centígrados
respecto a los niveles preindustriales".
No obstante, el texto recoge que los
países se comprometen a llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios para que
no se rebasen los 1,5 grados y evitar así los impactos más catastróficos del
cambio climático.
Fecha inolvidable
"La humanidad recordará este 4 de
noviembre de 2016 como el día en que los países levantaron una barrera ante los
inevitables desastres del cambio climático, y como el día en que comenzaron con
determinación a caminar hacia un futuro sostenible", aseguró la nueva
Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio
Climático (Cmnucc).
"Sin duda, el acuerdo es un punto
de inflexión en la historia de los esfuerzos colectivos de la humanidad, puesto
que aúna la determinación política, económica y social de gobiernos, ciudades,
regiones, ciudadanos, empresas e inversionistas para superar la amenaza
existencial que plantea un cambio climático sin control", destacó la
funcionaria, que subrayó que la rápida entrada en vigor del acuerdo es una
señal política clara del compromiso de todas las naciones del mundo para actuar
con decisión frente al cambio climático.
Nicholas Nuttall, encargado de
comunicaciones de la Secretaría de Naciones Unidas para el Cambio Climático,
explicó a LA NACION que la nueva conferencia de la ONU sobre cambio climático
que se abre la semana que viene en Marrakech necesita rellenar urgentemente los
detalles sobre cómo funcionará el Acuerdo de París en la realidad, además de
muchas otras facetas importantes para que cumplan las naciones sus objetivos.
"El Acuerdo de París es un
tratado extraordinario y señala claramente el camino hacia lo que hay que hacer
y cuándo. Sin embargo, será un esfuerzo de muchas décadas de mejora constante y
de ambición de los gobiernos de todo el mundo. El tiempo se está acelerando y
las emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta necesitan alcanzar
un pico muy rápido y reducirse drásticamente", apuntó Nuttall consultado
por correo electrónico.
Objetivos pasados
El Protocolo de Kioto de 1997
estableció objetivos de emisiones solo para países desarrollados, una de las
razones por las que EE.UU. decidió no participar en ese pacto, que está en
vigor desde 2005.
El Acuerdo de París es legalmente
vinculante en su conjunto, no lo es sin embargo en buena parte de su desarrollo
(las llamadas decisiones) y tampoco lo es en los objetivos nacionales de
reducción de emisiones.
Su fuerza reside en el mecanismo con
el que periódicamente deben revisarse los compromisos de cada país y esto sí es
jurídicamente vinculante.
"Los gobiernos no se demoraron
para que entre en vigencia, y eso es una buena noticia. Pero por esto y por el
desafío de los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero que
pueden y deben seguir siendo más ambiciosos en cuanto a sus recortes, es que
necesitamos las reglas claras de este acuerdo para que todo funcione
correctamente", puntualizó Nuttall.
Cada nación está obligada a rendir
cuentas de su cumplimiento, y a renovar sus contribuciones al alza cada cinco
años. Los estados que quieran, pueden usar mecanismos de mercado (compraventa
de emisiones) para cumplir los objetivos de emisión. La primera revisión de las
contribuciones tendrá lugar en 2018 y la primera actualización de las mismas en
2020.
Si bien el Acuerdo no establece
sanciones por incumplimiento, sí fija un comité que diseñe un mecanismo
transparente para garantizar que se cumplen los compromisos adquiridos y
advertir antes de expirar los plazos si puede o no cumplirse lo acordado.
Equilibrio buscado
Además, con este acuerdo los países se
comprometen a conseguir "un equilibrio entre los gases emitidos y los que
pueden ser absorbidos" en la segunda mitad de siglo, es decir, que no se
pueden producir más emisiones que las que el planeta pueda absorber, bien por
mecanismos naturales o por técnicas de captura o almacenamiento geológico.
En cuanto a la financiación, el nuevo
Acuerdo de París obliga a los países desarrollados a contribuir a financiar la
mitigación y la adaptación en los Estados en vías de desarrollo, y anima a los
estados que se encuentren en condiciones económicas de contribuir a que
efectúen aportaciones voluntariamente. En este sentido, la intención de
financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos.
Según el Acuerdo, el compromiso radica
en lograr que para 2025 se movilicen 100.000 millones de dólares anuales,
aunque se fija una revisión al alza para antes de ese año.
Estados Unidos y China, los países más
contaminantes del mundo, buscan "liderar" la lucha contra el cambio
climático, por ello, ambos estados se han fijado ya metas para recortar emisiones.
EE.UU. entre un 26 % y un 28 % respecto a los niveles de 2005 y China ha
prometido impedir el crecimiento de sus emisiones a partir de 2030.
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