viernes, 31 de julio de 2020

CRISTINA KIRCHNER RECIBIÓ A REFERENTES DE LA AGROINDUSTRIA Y APOYÓ UN PLAN PARA EXPORTAR POR U$S 100.000 MILLONES

Artículo aparecido en el diario La Nación

El Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que integran más de 40 entidades ligadas a la agroindustria, se reunió ayer por la tarde en el Senado con la vicepresidenta de la Nación, Cristina Kirchner, y le presentó su plan para que la Argentina pase de exportar US$65.000 a 100.000 millones de dólares y pueda generar 700.000 nuevos empleos.

El CAA está integrado por entidades del gremialismo rural -menos la Sociedad Rural Argentina (SRA)-, entidades de las cadenas de valor, exportadores, bolsas de cereales y la Mesa de las Carnes, entre otras organizaciones. Su vocero institucional es el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, José Martins, que concurrió acompañado por Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), y Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC).

"Nos dio un respaldo al proyecto, se puso a disposición y nos alentó a seguir trabajando. Fue una reunión muy cordial. Nos atendió de primera, muy amable", señaló Martins en diálogo con LA NACION. La reunión con la vicepresidenta duró 30 minutos.

El CAA impulsa la formación de una mesa nacional exportadora con el Gobierno, una ley de desarrollo exportador y estabilidad fiscal y financiera por 10 años. Su plan contempla la implementación de beneficios para la inversión, las ventas al exterior, una política de reintegros e incluso de derechos de exportación ante un crecimiento de las mismas exportaciones.

Cuando se creó, el foco estuvo puesto precisamente en buscar desde la agroindustria una salida para la reactivación de la economía con más exportaciones y empleo. En el programa se apunta a que de los 700.000 nuevos empleos al menos 200.000 vengan como una creación directa del sector agropecuario.

Según contó Martins, cuando llegaron al encuentro se sorprendieron porque la vicepresidenta ya tenía leído el trabajo de la agroindustria y la charla se focalizó en aspectos que Cristina Kirchner quería interiorizar. Por caso, el que pasaría con el mercado interno en medio de este proyecto exportador.

"Hablamos mucho de infraestructura, nos preguntó qué pensamos del mercado interno. Le dijimos que está considerado (el mercado interno), no es una u otra cosa", señaló Martins. En rigor, el grupo de cámaras armó el proyecto considerando un buen abastecimiento del mercado interno y no plantea ningún antagonismo entre ambos mercados.

"La doctora ya tenía la presentación en su escritorio. No tuvimos que presentarla porque ya la tenía leída. Nos sorprendió gratamente, nos felicitó", indicó el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La vicepresidenta les preguntó si ya tenían un proyecto de ley como tal. Vale recordar que Massa le acercó una idea al respecto al CAA, pero la agrupación está elaborando uno y quiere que tenga el consenso de todo el arco político. "Queremos que toda la política esté de acuerdo para trabajar en conjunto", apuntó Martins.

Plantean como objetivo consolidar a la Argentina como líder en el comercio internacional de alimentos de origen animal y vegetal, alimentación animal y exportador de tecnologías del ecosistema agro alimenticio como biotecnologías, edición génica, tecnologías de la información, maquinarias, insumos, servicios profesionales y técnicos. Aseguran que, entre 2020 y 2030, se pueden generar 210.000 empleos directos en el interior del país y 700.000 en el total de la economía, sin descuidar el entorno ambiental, y lograr U$S100.000 millones anuales de exportación (un 52% más que los U$S65.000 millones que se exportan hoy). Todo esto sin requerir subsidios del Estado", dijo un comunicado difundido desde el área de la vicepresidenta tras la reunión.

La agrupación de la cadena ya se reunió con el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, ministros del gabinete nacional y gobernadores. Ayer mantuvo un encuentro virtual con el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich. Tras ver a la vicepresidenta, la agrupación pretende llegar luego al presidente Alberto Fernández, que no obstante ya está al tanto de la iniciativa del CAA.

Sus integrantes iniciaron esta ronda de consultas justamente para lograr el apoyo de los diversos actores políticos sobre todo para la sanción de la ley que buscan. La última vez que, al menos de manera pública e institucional Cristina Kirchner participó de algo vinculado al agro fue en marzo de 2015, cuando como presidenta anunció un programa de estímulo por unos $2600 millones para pequeños productores. Su gobierno había hablado en ese momento sobre ese plan con la Federación Agraria Argentina (FAA) que en esa oportunidad presidía Omar Príncipe.

La Nación - Fernando Bertello

Artículo aparecido en el diario La Nación

¿El fin de la grieta? “Los felicito y estoy a disposición”, les dijo Cristina Kirchner a directivos del Consejo Agroindustrial

Aunque parecía casi imposible poco tiempo atrás, en los últimos días se fue contemplando como posibilidad, y finalmente este jueves Cristina Fernández de Kirchner recibió a directos del flamante Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que le presentaron un Plan Federal de Reactivación Económica.

"Los felicito y estoy a disposición para avanzar", les dijo la vicepresidenta de la Nación a tres representantes del CAA, que en ese momento se sintieron protagonistas del fin de la grieta iniciada en 2008, con la Resolución 125 de retenciones móviles, un conflicto de 4 meses que terminó justamente en el Senado con el voto "no positivo" del entonces titular de la Cámara baja, julio Cobos.

Aquella disputa marcó la relación del kirchnerismo con el sector agropecuario desde entonces. ¿Esa herida empezará a cerrarse ahora? Desde la simbología política, lo primero que debe señalarse es que la representación "del campo" esta vez no fue ejercida por la Mesa de Enlace, que integran las 4 entidades que nuclean a los productores.

El CCA es un nucleamiento de más de 40 entidades del campo y la producción de alimentos, en el cual participan las entidades de la Mesa de Enlace -salvo la Sociedad Rural Argentina- y que se desde una actitud muy enfocada a construir consensos con la mayor amplitud posible, logró el apoyo clave de la Unión Industrial Argentina (UIA).

La iniciativa también fue captando la adhesión de diversos representantes del oficialismo político, incluidos varios ministros, gobernadores y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que se reunieron con los dirigentes del sector privado en los últimos  días.

En el marco de esa secuencia, este jueves fueron al Senado, José Carlos Martins, presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y coordinador del Consejo Industrial Argentino, Roberto Domenech, presidente de la Cámara de Empresas Avícolas (CEPA) y Gustavo Idigoras, presidente del Centro de Exportadores de Cereales y de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA-CEC).

Allí, Cristina, los sorprendió gratamente con un tono amable durante 45 minutos, casualmente el tiempo que suelen durar las sesiones de psicoanálisis... En ese contexto no fue necesario que los dirigentes del sector privado explicaran el documento porque, de entrada, CFK les dijo que lo había estudiado en profundidad y estaba en general de acuerdo con las instrumentación de las medidas que allí se proponen. A partir de esa introducción se intercambiaron ideas en forma coloquial, yendo directamente a algunos aspectos de la iniciativa.

"El nudo del diálogo fue el acuerdo sobre la necesidad de fomentar las exportaciones pero sin descuidar al mercado interno en la provisión de alimentos", le dijo Martins a Clarín. "Ese punto fue el gran mensaje que transmitió la vicepresidenta, pero ninguno de los presentes lo vimos como una contradicción con el plan, porque que más allá de la promoción de las ventas externas ponemos el acento en el desarrollo federal con inclusión social", destacó el vocero del CCA.

La vicepresidenta preguntó si se estaba redactando un proyecto de ley. Y cuando le respondieron que "no, porque primero se busca construir un consenso amplio", estuvo de acuerdo.

El CCA se lanzó el 17 de julio -casualmente a 12 años exactos del voto no positivo de Cobos- y nuclea a CONINAGRO, Confederaciones Rurales Argentinas, la Federación Agraria Argentina, las bolsas de cereales de Buenos Aires, Bahía Blanca, Córdoba, Entre Ríos, Chaco, Rosario y Santa Fe. También participan la Cámara Argentina de Feedlot, la de la Alfalfa, de productores avícolas, del maíz Pisingallo, de industriales arroceros, de la industria aceitera y de puertos privados; el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas, el de Exportadores de Cereales y la mesa nacional de carnes.

Plantean como objetivo consolidar a la Argentina como líder en el comercio internacional de alimentos de origen animal y vegetal, alimentación animal y exportador de tecnologías del ecosistema agroalimenticio como biotecnologías, edición génica, tecnologías de la información, maquinarias, insumos, servicios profesionales y técnicos.

Aseguran que, entre 2020 y 2030, se pueden generar 210.000 empleos directos en el interior del país y 700 mil en el total de la economía, sin descuidar el entorno ambiental, y lograr U$S 100 mil millones anuales de exportación (un 52% más que los U$S 65 mil millones que se exportan hoy). Todo esto sin requerir subsidios del Estado.

Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y ex Agregado Agrícola por la Argentina ante la Unión Europea, alertó que "Europa ya lanzó el Pacto Verde (Green Deal) que planea descarbonizar su economía e imponer certificaciones ambientales obligatorias y posibles impuestos de importación al carbono que emitan los alimentos que ingresen a la UE desde terceros países. Explicó que "esto se puede traducir en barreras de exportaciones agroalimentarias por lo que nuestro país debe planificar como sectores productivos y exportadores una estrategia de descarbonización de nuestra agricultura; promover la siembra directa masiva que reduce sensiblemente emisiones, consumo de combustibles fósiles y evaporación del agua, mostrar que protegemos el “Gran Chaco” (segundo bioma de América Latina) e impulsar las certificaciones de carbono neutro de todos los productos alimenticios exportables".

En tanto, Roberto Domenech, presidente de la Cámara de Empresas Avícolas (CEPA) resaltó que "este año habrá un nuevo récord de producción de pollos" y también dijo que "hay que trabajar ahora para tratar de visualizar cuáles serán los cambios que se avecinan, los nuevos hábitos, las nuevas demandas de los consumidores, qué servicios deberemos proveerles. Saber que estos cambios demandarán inversiones y rápidos reflejos para responder a las demandas de todos los que nos rodean y nos observan".

Martins explicó que "se busca definir una política activa de corto plazo, con fuerte impronta hacia las relaciones internacionales, con herramientas de políticas institucionales,  impositivas, financieras y técnicas con efectos fiscales neutros. Además opinó que se apunta a detener el flujo migratorio del interior hacia las grandes urbes. Además resaltó que, desde el Consejo, entienden que el contexto económico que está atravesando la Argentina es anterior a la pandemia. Y agregó que "se necesitan propuestas sectoriales, en los próximos 60 días, que integren un proyecto de Ley que pueda ser tratado por el Congreso de la Nación antes de terminar este año, y que debe tener que ver con el desarrollo agroindustrial exportador con fuerte inclusión social y federal, que dé estabilidad fiscal y financiera por los próximos 10 años".

Los próximos pasos serán continuar con las reuniones con otros ministros -no está previsto por ahora un encuentro con el presidente Alberto Fernández, mientrsas los equipos de estudios económicos de las entidades que conforman el CCA analizan números para "bajar a tierra" los objetivos que generan este consenso preliminar. El desafío es que a la hora de darle forma a las propuestas, surjan diferencias que diluyan este acercamiento.

Clarín – Mauricio Bártoli

jueves, 30 de julio de 2020

LA CASA BLANCA PREPARA UN PLAN PARA INCENTIVAR A EMPRESAS DE ESTADOS UNIDOS A QUE MUDEN A AMÉRICA LATINA SUS FÁBRICAS EN ASIA

Lo anticipó Mauricio Claver-Carone, asesor de Donald Trump y candidato a la presidencia del BID. Dijo que el brote había ha demostrado claramente las ventajas de tener proveedores instalados más cerca de los Estados Unidos que en Asia. 30 de Julio de 2020

El gobierno de Donald Trump está preparando una nueva iniciativa en la que utilizará incentivos financieros para alentar a las empresas estadounidenses que tienen sus instalaciones de producción en Asia para que las trasladen hacia los Estados Unidos, América Latina y el Caribe, dijo el miércoles un asesor de la Casa Blanca. 

Estados Unidos y China firmaron un acuerdo comercial en enero, pero en los últimos meses han aumentado las tensiones por el manejo del brote por parte de Beijing, una ley de seguridad nacional que limita la autonomía de Hong Kong y otros asuntos. Claver-Carone dijo que la administración ya había estado trabajando con países de América Latina y el Caribe para ayudarlos a atraer inversores estadounidenses, pero la pandemia ayudó a convencer a las empresas del país norteamericano de que era hora de unirse. No nombró ninguna compañía en particular.

La iniciativa no se centraría en tener una mano de obra barata, sino que se basaría en disposiciones destinadas a proteger a los trabajadores que se incluyeron en el acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá que entró en vigencia en julio, agregó. Claver-Carone también dijo que habrá una mejora en la transparencia sobre los préstamos chinos en América Latina. Dijo que Ecuador en particular “no pudo avanzar y se liberó de esa deuda injusta con China”. El presidente de Ecuador, Lenin Moreno, ha tratado de renegociar los términos de su deuda con China, que totalizó 6,5 mil millones de dólares en 2018.

China invierte fuertemente en América Latina y ha sido responsable de más de 40 mil millones de dólares en préstamos a la región desde 2015, según datos del Diálogo Interamericano. Estados Unidos quiere "colaborar" con China para garantizar que sus prácticas crediticias en la región sean más transparentes, dijo Claver-Carone, haciéndose eco de un impulso del Banco Mundial. La embajada china en Washington no dio comentarios al respecto.

UN RESPALDO ABRUMADOR. Si gana las elecciones de septiembre, Claver-Carone sería el primer candidato estadounidense en encabezar el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con sede en Washington, la principal institución financiera de desarrollo de América Latina. Su candidatura ha provocado el rechazo de algunos países y ex líderes de América Latina, incluidas cartas compartidas públicamente firmadas por ex presidentes y ministros que declaran su oposición. Claver-Carone, quien como uno de los principales asesores latinoamericanos de Trump ha desempeñado un papel clave en la adopción de medidas punitivas contra Venezuela y Cuba socialistas, dijo que tenía “un apoyo abrumador” de países de América Latina y el Caribe, incluidos Brasil y Colombia. y Ecuador. Aseguró que 15 países de la región lo habían apoyado públicamente para el trabajo del BID y otros seis, que no quiso nombrar, habían expresado en privado su respaldo.

domingo, 26 de julio de 2020

JOHN MEARSHEIMER: " ES POSIBLE UNA GUERRA ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA EN 2021"


El profesor de la Universidad de Chicago, el primero que alertó sobre el ascenso de Beijing, advirtió que esa rivalidad se trasladará a la región.
Leandro Dario Subeditor de Internacionales Diario Perfil.

John Mearsheimer advierte de una posible guerra EE.UU. - China en 2021. FOTO: GENTILEZA J.M. NOTICIAS RELACIONADAS Escala el conflicto: China cierra el consulado de EE.UU. en Chengdu China habla de "escalada de tensiones sin precedentes" con Estados Unidos John Mearsheimer es uno de los tres internacionalistas vivos más importantes del mundo, junto a Henry Kissinger y Joseph Nye.
El profesor de la Universidad de Chicago vaticinó en 2001, casi en soledad, que el ascenso de China implicaría una competencia estratégica con los Estados Unidos por la supremacía internacional. Por ese entonces, muy pocos lo tomaron en serio. El orden internacional liberal, la híper globalización y el “engagement” (el fomento de la participación de China en instituciones internacionales como la Organización Mundial del Comercio) eran rocas macizas que parecían inexpugnables.
Mearsheimer dice que algunos, incluso, se atrevieron a llamarlo loco. Pero los años le dieron la razón al Neorrealista Ofensivo más famoso del mundo, autor de libros como The Great Delusion: Liberal Dreams and International Realities y The Tragedy of Great Power Politics.
En una entrevista exclusiva, Mearsheimer repasó punto por punto los temas más trascendentes de la política internacional: la disputa entre Washington y Beijing; cómo impactará esa rivalidad en América Latina; cuál será el rol de Rusia; y qué consejos de política exterior sugiere a la Argentina. El académico culpa a la élite de la política exterior estadounidense, a la que define como “idiota”, por alimentar el crecimiento de su competidor. “China tiene interés en ocasionar problemas de seguridad a Estados Unidos en el Hemisferio Occidental para que tenga que enfocarse en su propio patio trasero y no pueda poner toda su atención en Asia o en la propia China”, asegura, sentado frente a la biblioteca de su casa, secundado por un Napoleón en miniatura, una matrioshka rusa y muchos, muchos libros.

—En una entrevista con “Nikkei Asian Review”, usted dijo que China intentará dominar el este de Asia, de una manera similar a la de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. ¿Intentará Beijing socavar la hegemonía de Washington en las Américas?
—Creo que el principal objetivo de China será establecer hegemonía en Asia. Después de hacerlo, incursionará en el Hemisferio Occidental de una manera seria. Mucha gente nunca se pregunta por qué Estados Unidos está inmiscuyéndose en todo el planeta, interfiriendo en la política de todos los países. La respuesta es que está tan seguro en el Hemisferio Occidental, su superioridad es tan clara, que es libre de interferir en la política de otros países en todo el globo. Eso es algo que China no quiere. Lo que quiere es que EE.UU. tenga que enfocar un montón de su atención en Sudamérica y América Central para que no pueda hacerlo en la política china.

—¿En qué países de Sudamérica o América Central intentará China interferir?
—China tendrá una mentalidad abierta al relacionarse con países del Hemisferio Occidental. Obviamente Venezuela y Cuba son sus socios naturales. Pero imagino que hará un gran esfuerzo por tener una buena relación con Canadá y México, y con Brasil y Argentina.

—¿Cree que la competencia entre Estados Unidos y China puede culminar en una guerra?
—Es una posibilidad real. No creo que sea inevitable. Hay que recordar que Estados Unidos y la Unión Soviética tuvieron una intensa competición de seguridad durante 45 años en la Guerra Fría. Y estuvieron cerca de enfrentarse en la crisis de los misiles cubanos. Pero nunca hubo una guerra caliente en la que estuvieran directamente involucrados. Hubo guerras a través de proxies. Es posible que tengamos una competición de seguridad entre Estados Unidos y China que dure décadas y que no haya una guerra. Y esperemos que ese sea el caso. Pero es posible que haya un conflicto armado, mucho más entre EE.UU y China que entre EE.UU. y la URSS en la Guerra Fría. Y eso es por razones geográficas. En gran parte, era muy difícil una guerra con la Unión Soviética porque el principal punto en conflicto estaba en Europa Central. Una guerra allí hubiera sido catastrófica. Y por eso, fue casi imposible que sucediera. Si ves la geografía en Asia, los puntos significativos de competición son el Mar del Sur de China, el Mar de China Oriental, Taiwán, y la península coreana. Allí es más fácil imaginar una guerra limitada entre China y Estados Unidos. No me sorprendería si se involucraran en un conflicto armado en algún momento del año que viene. No digo que sea probable que suceda, digo que es un escenario posible, porque implicaría una guerra en el agua que no llevaría a una escalada automática. Sería una guerra limitada. En la Guerra Fría era casi imposible imaginar esos conflictos limitados porque mucha de la competición entre Estados Unidos y la Unión Soviética se centraba en Europa Central, donde tenías gigantescos ejércitos armados hasta los dientes con miles de armas nucleares luchando en uno de los lugares más densamente poblados del planeta.

—¿Qué debería hacer la Casa Blanca para ganar esta competencia con China?
—Estados Unidos básicamente tiene que formar una coalición balanceadora para contener a China, muy parecida a lo que hizo en la Guerra Fría para contener a la Unión Soviética. Necesita una alianza militar en Asia similar a la OTAN para contener el ascenso de China. La administración de Donald Trump hizo un trabajo pésimo al tratar que nuestros aliados se integrasen en una formidable alianza militar. La segunda cosa que EE.UU. tiene que hacer, y Trump lo está tratando, es desacelerar el crecimiento de China y asegurarse que no se transforme en el país dominante del mundo en las tecnologías más sofisticadas. Los chinos dejan hoy muy claro que ellos intentan no sólo desafiar, sino también derrotar a EE.UU. en Inteligencia Artificial, 5G, etc. Tenemos que contener a China con una coalición balanceadora y derrotarla en el frente económico y tecnológico.

—¿Cambiará la política exterior si gana Joe Biden las elecciones en noviembre?
—Si Joe Biden se convierte en presidente, Estados Unidos continuará tratando a China como un peligroso rival e impulsando políticas para contenerla. El pivot hacia Asia, que es cuando EE.UU. comenzó a pensar seriamente en contener a China, ocurrió en 2011 cuando Barack Obama era presidente y Hillary Clinton secretaria de Estado. Los demócratas consideran a China como una amenaza seria que debe ser contenida. En ese sentido, no veremos demasiados cambios. Sí habrá cambios positivos en la relación con los aliados asiáticos. Biden hará un mejor trabajo a la hora de tratar con ellos. El único interrogante interesante es qué hará en el frente económico y comercial. Ahí creo que hará menos ruido, habrá una retórica menos caliente, pero, sin embargo, Biden se esforzará mucho más que Trump para desacelerar el crecimiento económico chino y fomentar el estadounidense.

—En el artículo “Bound to Fail: The Rise and Fall of the Liberal International Order” usted escribió: “Una intensa competición de seguridad de China y Estados Unidos será el tema central de la política internacional en el siglo XXI”. ¿Qué alianza militar podría formar China para enfrentar a Washington?
—Es probable que los chinos construyan un sistema de alianza militar en Asia para contrarrestar la alianza estadounidense. Habrá un puñado de países en esa alianza, entre ellos Corea del Norte, Camboya, Laos y Pakistán. Está la duda de si Myanmar estará con los chinos. Creo que hay una gran chance. Y más importante aún: ¿qué pasará con los rusos? Hoy están bastante cercanos y aliados a China. Creo que con el paso del tiempo, Estados Unidos hará un gran esfuerzo por desvincular a Rusia de China y por tenerla en su coalición balanceadora. Pero esa claramente no es la situación hoy.

—Vladimir Putin parece ser un gran estratega geopolítico. ¿Qué incentivos tendría para jugar del lado estadounidense?
—No hay dudas que Putin es un estratega brillante. Y creo que él por un largo tiempo quiso tener una mejor relación con Estados Unidos. Pero por la expansión de la OTAN y de la Unión Europea y por la Revolución de los Colores en Europa del Este (Revolución Naranja en Ucrania), Occidente envenenó la relación con Rusia. De hecho, los hemos empujado a los brazos de los chinos. El interés de Estados Unidos es tener a Rusia como aliada en contra de China. ¿Qué deberían hacer los rusos? Creo que la estrategia más inteligente es no estar aliados firmemente ni con EE.UU. ni con China, tratar de quedarse al margen y no involucrarse demasiado en una competencia por la seguridad ni en una guerra entre Beijing y Washington, si se declarase alguna. Por estupidez, los estadounidenses empujamos a los rusos hacia los chinos. Pero al mismo tiempo, creo que los rusos están nerviosos con ir demasiado lejos y meterse de lleno en la cama con Beijing. Lo que en definitiva intentarán hacer es tener buena relación con Beijing, especialmente por la hostilidad entre Occidente y Rusia. Pero al mismo tiempo no acercarse demasiado. Porque no quieren alienar a Occidente y Estados Unidos más de lo que tienen que hacerlo. La cuestión clave sobre qué hará Rusia en el futuro estará en función de cuán poderosa se convierta China. Si China sigue creciendo económicamente de una manera impresionante, creo que los rusos se aliarán con EEUU. Comparten fronteras con China. Casi fueron a la guerra en 1969. Tienen muchas razones para temer. Al mismo tiempo, Estados Unidos estará en apuros por contener a esta China en ascenso y necesitará toda la ayuda que pueda conseguir. Y eso conducirá a formar una alianza con los rusos.

—Muchos analistas sostienen que Estados Unidos intenta desacoplar su economía de China. ¿Qué cooperación económica cree que habrá en el futuro entre los dos países?
—Obviamente ha habido una enorme cooperación económica entre Estados Unidos y China en las últimas décadas. De hecho, EE.UU. ha jugado un rol clave en ayudar a China a crecer económicamente. En cambio, ahora está aminorando, sino retrotrayendo, mucha de esa relación económica. Estados Unidos y China no serán tan económicamente interdependientes en diez años como lo son hoy. No hay dudas. Washington intentará desvincularse de las actuales cadenas de suministro y ser menos dependiente económicamente de Beijing. Sin embargo, todavía habrá una enorme cantidad de intercambio económico entre los dos y, también, entre China y sus rivales del Este asiático, países como Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas. No hay manera que se termine todo eso. En el futuro, la situación en el este asiático será análoga o similar a la de Europa antes de la Primera Guerra Mundial. En ese entonces, había en Europa una significativa competición de seguridad. Tenías la Triple Entente, Francia, Reino Unido y Rusia, contra la Triple Alianza, Alemania, el Imperio Austro Húngaro e Italia. Y esta intensa competición por seguridad llevó a la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914. Al mismo tiempo, había una enorme cantidad de intercambios económicos entre los principales jugadores. En el futuro, en el este asiático habrá bastante intercambio y, al mismo tiempo, una intensa competencia de seguridad.  

-Los consejos a la Argentina ¿Qué le recomendaría John Mearsheimer al Gobierno de Argentina para lidiar con la creciente rivalidad y hostilidad entre China y Estados Unidos?
-“Creo que lo principal que Argentina debiera hacer es asegurarse de no involucrarse militarmente con China. Porque eso la dejaría atrapadoa entre Estados unidos y China”, asegura el académico, crítico del aventurismo militar de su país y de las “guerras eternas” en Irak y Afganistán. Planteado ante ese escenario hipotético, Mearsheimer no duda: “Estados Unidos haría un enorme esfuerzo para forzar a Argentina a romper su relación militar con China”. “Lo que Argentina debiera hacer es esforzarse por tener fuertes relaciones económicas tanto con China como con Estados Unidos. Sacar ventajas de esos dos países en el mejor de los sentidos y usar sus relaciones para que crezca la economía”, agrega. Su receta es clara: mantenerse lejos de la competición militar entre las dos superpotencias y, al mismo tiempo, maximizar el intercambio económico con ambos. En tanto, Mearsheimer no cree que la Estación Espacial china en Neuquén sea un eventual blanco en un conflicto armado con EE.UU. “Si hubiese una gran base naval china en Argentina, ese sería el blanco”, asegura el prestigioso académico. (Fuente www.perfil.com). 

sábado, 25 de julio de 2020

LAS NUEVAS LECCIONES DE FRANCIS FUKUYAMA


En esta nota, algunas de las reflexiones que el autor de "El fin de la historia" compartió en un ciclo de conversaciones organizado por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)
Francisco de Santibañes. 25 de Julio de 2020

Uno de los primeros recuerdos que tengo de Francis Fukuyama provienen de mi época de estudiante. Recuerdo haber pasado por su oficina para realizar una consulta y encontrarme con que esta celebridad, el autor de El fin de la historia, recibía a sus estudiantes en una pequeña oficina que no superaba el tamaño de la de cualquier otro profesor. Esta humildad, que suele caracterizar a muchos académicos estadounidenses, es una de sus tantas virtudes. Hace unos días tuve la oportunidad de a volver dialogar con Fukuyama como parte de un ciclo de conversaciones que en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) estamos teniendo con grandes pensadores. Comparto algunas de sus reflexiones.

Sobre Brasil y el nacionalismo
“Bolsonaro es un fenómeno único en América Latina, ya que es un populista de derecha que utiliza a la raza de la misma manera que los grupos populistas de derecha europeos la usan, lo que es peculiar dado que la persona promedio de Brasil tiene un color de piel oscuro. O sea, es una plataforma alocada sobre la cual levantarse, pero que tiene cierto tipo de resonancia con cierta porción de la población brasileña”.

Sobre la derecha nacionalista
“[Los nacionalistas de derecha están] preocupados de que la migración masiva aplaste al grupo étnico dominante del país, que cambien definitivamente la identidad de la nación. Así que todo esto pasó mucho antes del COVID: fue la base sobre la cual se votó por el Brexit, y la razón de ser de Donald Trump. Ahora, el COVID puede reforzar eso fácilmente, pues ha inducido a todos, incluso a los europeos, a cerrar sus fronteras externas e internacionales a los extranjeros; ha vuelto fácil a los países culpar a los extranjeros de la epidemia. Esto es ciertamente lo que la administración de Trump ha intentado hacer en los Estados Unidos”.

Sobre el liberalismo y China
“También es una oportunidad para el restablecimiento del liberalismo sobre una base diferente. Pero para ello es necesario aprender ciertas lecciones. Primero, alentamos una versión muy extrema de la globalización: esencialmente, que compañías y empresas colocaban la eficiencia por sobre cualquier otra consideración, como, por ejemplo, las cadenas de suministro; y una de las cosas que esta epidemia ha demostrado es que el mundo simplemente se volvió sobredependiente de un solo país: China, que, políticamente, está demostrando no ser el socio más confiable. Esta reconceptualización había comenzado antes del COVID. El único elemento de la agenda de política exterior de Trump que recibió amplio apoyo fue su guerra comercial con China, tratar de disminuir la excesiva dependencia. Es una cuestión que ha surgido por todo el mundo, incluyendo Argentina, en términos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda y los proyectos de infraestructura que China ha estado promoviendo, pues en muchos de los países en desarrollo hay muchos de estos proyectos que no fueron negociados en términos particularmente favorables. Ahora que todos se enfrentan a una recesión y parálisis económicas masivas, las deudas no se pueden pagar, y allí está el porqué ha habido toda esta serie de demandas para renegociar sus términos. De manera que ese aspecto, ese libre flujo de capital a lo largo del mundo, que ha sido asociado con el orden liberal temprano, es una de las cosas que serán reconsideradas rápidamente”.

Sobre Estados Unidos y el presidencialismo
“A mí no me gustan particularmente los sistemas presidenciales y me han venido a disgustar aún más a medida que envejezco. El presidencialismo estadounidense ha funcionado por una especie de accidente histórico por el cual el poder ha estado ampliamente disperso y, por ello, en la mayor parte de su historia, los presidentes no han hecho mucho daño. Pues tuvimos suerte que, durante la Guerra Civil, durante la II Guerra Mundial, tuvimos presidentes electos muy buenos y competentes; pero creo que, como vemos en los últimos años, un mal presidente puede hacer mucho daño. En cambio, si tienes un sistema parlamentario y tienes un presidente incompetente, tienes manera de alternar el liderazgo; no es necesario esperar al siguiente ciclo de elecciones. Sin embargo, en el sistema presidencial estás encerrado en este sistema rígido que amplifica la naturaleza personalista del liderazgo. El hecho de que todos estén enfocados en esta persona, el presidente, y dependientes de su carácter, ya sea el de un estadista responsable o el de un irresponsable guiado por su interés propio, hará que obtengas diferentes clases de resultados”.

Sobre América latina en el contexto del conflicto entre China y Estados Unidos
“En relación al rol de América Latina en el mundo, el caso es que hasta que algunos de estos temas internos sean solucionados, no estoy seguro que haya mucho en el campo de la política exterior que la región pueda hacer para alterar su rol. Me parece que se ha convertido un poco en peón de este juego de ajedrez entre China y Estados Unidos, aunque, francamente, los Estados Unidos no han estado dando mucha atención a muchas de las otras partes del mundo bajo esta administración. Puede que no sea del todo malo pues a veces cuando administraciones republicanas prestan mucha atención a América Latina es por las razones equivocadas: se preocupan por la influencia del comunismo o de Cuba, o cosas de ese estilo. Así que pienso que, hasta cierto punto, América Latina se ha convertido en un peón en la lucha entre los Estados Unidos y China. En algún momento pienso que Estados Unidos comenzará a prestarle atención a esto. China sí es una alternativa atractiva, puesto que otros países occidentales no han venido ofreciendo mucho en el área de infraestructura, por lo que es entendible que haya una gran tentación en aceptar las ofertas chinas. Pero puede que haya una interesante reflexión acerca de esto en muchos lugares pues, como dije, esa excesiva dependencia en China no ha sido buena para muchos países en el largo plazo”.

Las teorías no sólo resultan útiles porque explican la realidad, sino también porque pueden brindarnos un marco que fomente la aparición de otras teorías, fomentando así un sano y enriquecedor debate. De más está decir que lograr esto resulta sumamente difícil, pero Fukuyama lo logró con El fin de la historia.

Efectivamente, la idea de que con la democracia liberal y el capitalismo la historia había alcanzado su fin, el objetivo al que eventualmente se dirigirían todas las sociedades, fue elogiada, criticada y citada en innumerables ocasiones. Fue la gran idea que nos permitió pensar un mundo que comenzaba a tomar forma a fines de los 1980. Dada la capacidad de Fukuyama, no debería sorprenderlos que este autor vuelva a brindarnos el marco teórico que utilizaremos para debatir el nuevo orden internacional que parece estar emergiendo. Este es uno de los tantos motivos por los cuales deberíamos prestarles especial atención a sus palabras.

El autor es secretario general del CARI y global fellow del Wilson Center

jueves, 23 de julio de 2020

CORONAVIRUS: LA DESERCIÓN ESCOLAR Y LA BRECHA EDUCATIVA, LOS GRANDES OBSTÁCULOS QUE DEJARÁ LA PANDEMIA


El BID estima que 1.2 millones de estudiantes latinoamericanos no volverán a las aulas después de la cuarentena
María Nöllmann. 23 de julio de 2020

¿Cómo será la vuelta a las aulas? ¿Cómo se recuperará el contacto con los chicos que no pudieron cursar de manera digital? ¿Cómo será la brecha generada entre ellos y quienes sí lo pudieron hacer? En medio de un contexto de cambio radical en los métodos de enseñanza, diversos especialistas y referentes en educación a nivel mundial discutieron sobre los efectos de la modalidad virtual en la desigualdad educativa de América Latina y plantearon que este será uno de los principales desafíos que tendrán que afrontar los sistemas educativos de la región una vez que finalice la pandemia de Covid-19, que dejó a más de 165 millones de estudiantes sin clases presenciales.

Los interrogantes de los especiales se plantearon en el evento virtual "Una oportunidad para transformar: la educación latinoamericana y los desafíos Pos-Covid-19", organizado por la Red Latinoamericana de Organizaciones de la Sociedad Civil por la Educación (Reduca) -cuyo líder es la asociación civil argentina Educar 2050-, en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Ministerio de Educación de Ecuador.

A pesar de que entre los panelistas del evento coincidieron en que la vuelta a las clases deberá ser progresiva-los alumnos cursarán algunos días de la semana de manera presencial y otros de forma virtual-, algunos especialistas manifestaron su preocupación por la futura aplicación de este modelo en zonas vulnerables, especialmente las rurales y alejadas de los centros urbanos, y afirmaron que las brechas de aprendizaje generadas por la falta de acceso a la educación virtual de algunos alumnos ya son visibles en el territorio latinoamericano.

"Hicimos estimaciones. Según nuestros cálculos, 1,2 millones de estudiantes de nuestra región no van a volver a la aulas cuando estas abran. Esto es un 16% más de los que ya estaban afuera del sistema educativo", dijo Marcelo Pérez Alfaro, del BID. Según el economista y especialista en educación, esta cifra es consecuencia de la caída de ingresos, el grado de preparación que tenían los sistemas educativos a mano cuando llegó la pandemia y la disposición y la conexión a internet de las familias. Es por eso que, para él, uno de los principales desafíos pospandemia será la búsqueda activa de los estudiantes que hayan desertado y su revinculación con la escuela.

Por otra parte, Pérez Alfaro afirma, aún sin datos, que el aprendizaje y las habilidades alcanzadas por los alumnos que accedieron a las clases en modalidad virtual serán menores de los esperados. "Esto va a ser muy desigual y afectará sobre todo a los estudiantes que están en una fase temprana de la alfabetización", pronosticó.

María Victoria Angulo, ministra de educación de Colombia, remarcó este punto y enfatizó la necesidad de generar mecanismos para identificar las brechas educativas, que se harán visibles después de la vuelta a clases. "Tenemos que generar mecanismos de medición de la educación para eliminar las desigualdades. En cuanto a los problemas entre tecnología y equidad, sostuvo que el gobierno colombiano tendrá que avanzar en la mejora de los niveles de conectividad de sus alumnos.

"El próximo examen PISA va a ser muy importante para estudiar el rendimiento de los alumnos en este último tiempo", afirmó Andreas Schleicher, Director de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). A su vez, subrayó la necesidad de comparar los resultados de los diferentes países en estos exámenes para poder analizar y sacar conclusiones sobre sus métodos de educación durante la pandemia.

También participaron del evento Monserrat Creamer, ministra de educación de Ecuador; Andy Hargreaves, investigador de la Universidad de Ottawa y Boston College, y Leo Burd, director del programa de Educación Creativa del MIT Learning Lab.

domingo, 19 de julio de 2020

ES ITALIANO, ENSEÑA EN NORUEGA Y HARVARD PUBLICÓ SU LIBRO SOBRE "PORQUÉ SE EQUIVOCAN QUIENES PREDICEN EL FIN DEL CAPITALISMO DESDE HACE 200 AÑOS"

Francesco Boldizzoni, profesor de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega y autor de "Foretelling the End of Capitalism", repasa en un reciente libro, publicado por la Universidad de Harvard, las desventuras intelectuales desde Karl Marx de los ensayos y predicciones sobre la declinación o el colapso del sistema capitalista
Por Sergio Serrichio
19 de Julio de 2020
INFOBAE ECONÓMICO

En octubre de 2018 la Casa Blanca publicó “El costo de oportunidad del Socialismo”, un informe del Consejo de Asesores Económicos de Donald Trump, encabezado por Lawrence Kudlow, que advertía en tono alarmista el “juicio” al capitalismo y el interés de los jóvenes de EEUU por ideas socialistas. Si bien generó la reacción de columnistas como Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2007, el estudio fue luego olvidado, pero es la primera cita de “Foretelling the end of Capitalism (Intellectual Misadventures since Karl Marx)” (Prediciendo el fin del Capitalismo, desventuras intelectuales desde Karl Marx), libro publicado en mayo por Harvard University Press, de Francesco Boldizzoni, un repaso de predicciones fallidas acerca de un sistema que se ha probado robusto y de gran capacidad de adaptación.

Según Boldizzoni, resume una crítica del “Boston Review”, una publicación cercana a Harvard, hay cuatro tipos de predicciones sobre el fin del capitalismo, las de “implosión”, como la original de Karl Marx, las de “exhausción” o agotamiento (de John Stuart Mill, un contemporáneo muy diferente de Marx), las de “convergencia”, en que las diferencias entre sistemas se hacen imperceptibles, y las de “involución cultural”, en las que el desarrollo capitalista mata los valores en que se funda.

Boldizzoni es desde 2019 profesor de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, después de haber pasado por la Universidades de Helsinky (Finlandia) y sido académico visitante en Dartmouth College (EEUU), la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (París), la London School of Economics y el Instituto Max Planck. Su primera posición fue como profesor de historia económica en la Universidad de Turín, en su Italia natal. En viaje de Noruega a Grecia, el también autor de “La pobreza de Clío”, respondió al requerimiento de Infobae.

Karl Marx no entendió los efectos de la tecnología y tampoco supo anticipar que el capitalismo, a pesar de sus miserias morales, mejoraría las condiciones de vida de las clases trabajadoras y las llevaría a comportarse y pensar como las clases medias.

- Su libro marca diferentes etapas predictivas sobre el fin del capitalismo, todas fallidas. ¿Podemos empezar desde el inicio, con Marx y John Stuart Mill?
- Tanto John Stuart Mill como Karl Marx escribieron a mediados del siglo XIX, cuando el capitalismo aún era joven. No tenían nada en común, salvo estar de acuerdo en que el sistema era insostenible. En cierto sentido, sus ideas son dos arquetipos que retornan cada tanto. Mill creía que la dependencia del crecimiento era el punto débil del capitalismo, ya que según él el crecimiento no podía sostenerse de modo permanente. Marx no entendió los efectos de la tecnología y tampoco supo anticipar que el capitalismo, a pesar de sus miserias morales, mejoraría las condiciones de vida de las clases trabajadoras y las llevaría a comportarse y pensar como las clases medias. El creía que las contradicciones sociales harían explotar el sistema.
-Cuando sucedió la gran depresión, el marxismo ya se había dividido en dos corrientes. La primera, ortodoxa y ligada a la Unión Soviética, pensaba que tarde o temprano la revolución arribaría a Occidente, por una ley del desarrollo histórico universal. La segunda corriente, socialdemócrata, sostenía en cambio que había que trabajar “desde adentro” para cambiar al capitalismo. La crisis de los años 30 fue leída de modo muy diverso por estas corrientes. Los reformistas no vieron nada de irreparable: la inestabilidad del mercado se podía remediar con regulaciones, de hecho, eran las políticas que se estaban siguiendo con el “New Deal” en EEUU y con la planificación nazi-fascista. Pero estos cambios, según otros, borraban la diferencia entre capitalismo y socialismo. Una perspectiva así era bienvenida por la izquierda, pero inquietaba a conservadores como Joseph Schumpeter y Friedrich Hayek.

- ¿Cuál fue la influencia de John Maynard Keynes en ese momento histórico?
-Ante los dilemas de los años 30, Keynes, que era un liberal, tuvo una actitud pragmática; entendió que la intervención del Estado en la economía salvaría al capitalismo de sí mismo. La historia le dio la razón, al menos hasta fin de los años 60, cuando se rompió el equilibrio económico y social de posguerra.
Quienes criticaban al capitalismo en los 60 y 70 no se ilusionaban de que el sistema soviético fuese mejor, pero eso no les impedía ver los males del capitalismo. En esos años creció el malestar asociado a la opulencia, a la sociedad de consumo. No lamentaban sólo el materialismo, sino también la manipulación de las opciones cotidianas

- En esos años de gran efervescencia, ¿cómo se procesó la discusión entre capitalismo y socialismo y las predicciones sobre el “fin del capitalismo”?
- Los autores que criticaban al capitalismo en los 60 y 70 no se ilusionaban de que el sistema soviético fuese mejor, pero eso no les impedía ver los males del capitalismo. Incluso conservadores inteligentes como Daniel Bell lo hicieron. En esos años creció el malestar asociado a la opulencia. Los sectores más críticos y los jóvenes más instruidos de las nuevas generaciones estaban descontentos con la sociedad de consumo, que según ellos producía un nuevo tipo de alienación. No lamentaban sólo el materialismo, sino también que sus vidas fuesen controladas por las corporaciones mediante la manipulación de las opciones cotidianas. Y repudiaban las políticas imperialistas y colonialistas de los gobiernos occidentales en el Sur. A estos sentimientos difusos dio voz, por ejemplo, la “teoría crítica” de Herbert Marcuse. Otros pensadores europeos estaban preocupados por las consecuencias de la desaceleración del crecimiento y la vuelta del conflicto distributivo. El Estado del Bienestar empezaba a vacilar y esto causaba una “crisis de legitimación” del capitalismo regulado, como sostuvo Jürgen Habermas.

- Pero ese ambiente no derivó en una caída, sino en un momento triunfal del capitalismo: la caída del Muro y la implosión del modelo soviético a fines de los 80...
- El ascenso del neoliberalismo a partir de los 80 y la caída de la URSS crearon, por 20 o 30 años, la ilusión de que bastaba la caída de una alternativa al capitalismo para que sus problemas internos desaparecieran como por arte de magia. La crisis del 2008, que en realidad fue solo la punta del iceberg, probó que no era así. Como era de esperarse, la crisis financiera reencendió las predicciones y hasta algún cientista social, como Randall Collins, le puso fecha al fin del capitalismo: hacia el año 2040. Al cabo de dos siglos, parece que volvimos al punto de partida, a las profecías apocalípticas de estilo victoriano. Pero la crisis trajo también algunas lecciones constructivas. Llamó la atención por ejemplo sobre el hecho de que todas las interpretaciones sobre la “sociedad post-industrial” desde los años 90 del siglo pasado estaban equivocadas. El fin del sistema fabril no borró las desigualdades sociales sino que las multiplicó y el nuevo proletariado -que se gana la vida repartiendo pizza en bicicleta- es incluso más pobre que el antiguo. En nuestra sociedad, en suma, el conflicto distributivo no sólo persiste sino que tiende a ser exasperado por la baja tasa de crecimiento de las economías basadas en las tecnologías digitales, en los servicios y -sobre todo- en las finanzas.
Randall Collins, le puso fecha al fin del capitalismo: hacia el año 2040. Al cabo de dos siglos, parece que volvimos al punto de partida, a las profecías apocalípticas de estilo victoriano. Pero la crisis trajo también algunas lecciones constructivas.

- Usted vivió en Italia y EEUU y ahora vive en Noruega. Todos países capitalistas. ¿Qué tienen en común que los hace “capitalistas” y qué los diferencia, y hasta qué punto esas diferencias importan para intentar entender el futuro del capitalismo?
- En líneas generales, estos países tienen en común el control privado de una parte significativa de los medios de producción, un sistema de mercado que asigna los recursos y distribuye el producto y una cierta cultura burguesa. Dicho esto, EEUU y Noruega representan extremos opuestos dentro de una amplia variedad de modelos de capitalismo. En Noruega, la mitad de la economía es de propiedad estatal y el sector público regula –con bastante eficiencia, debo decir- el mercado laboral, además de proveer servicios de bienestar y educación gratuita a toda la población. Nada de eso sucede en EEUU. Italia y el resto de Europa continental están en un punto medio entre estos extremos. Noruega es tal vez un modelo límite entre capitalismo y socialismo, pero por la libertad de empresa está en el primer campo. Juicios de valor aparte, no hay modelos de capitalismo intrínsecamente más estables que otros. Cada uno es, de algún modo, una imagen de la sociedad que lo produjo.

- Usted destaca en su libro que las profecías sobre su fin subestimaron dos factores culturales arraigados en el capitalismo: jerarquías e individualismo. ¿Por qué son tan importantes?
-Todas las sociedades complejas son en algunas medida jerárquicas, pero las sociedades capitalistas occidentales heredaron de las sociedades feudales sobre las cuales fueron edificadas relaciones de poder altamente asimétricas. La misma dependencia creada de la necesidad que antes ligaba a los siervos de la gleba con sus señores, en el capitalismo ligó a los proletarios con los capitalistas. El capitalismo reemplazó las viejas con nuevas jerarquías. Y trajo una nueva categoría, la de “clase”, que aún es central.
Mientras las distinciones sociales en el viejo sistema reflejaban el status al nacer, en el nuevo reflejan la capacidad de hacer dinero. El capital llevó a una reconfiguración de los estratos sociales. El elemento novedoso que acompañó el nacimiento del capitalismo fue el individualismo. Las personas hoy se sienten motivadas por sus preferencias, sus necesidades, sus derechos, ya no por las normas y deberes que derivan de la pertenencia a una comunidad. Tienen relaciones contractuales y recurren al mercado para satisfacer sus necesidades.
Con el tiempo, esta lógica de mercado se extendió a esferas muy sensibles de la actividad humana como el trabajo y en ciertos países, como EEUU, incluso a la salud. Estas estructuras sociales jerárquicas y estos valores individualistas tomaron forma a lo largo de los últimos siglos y no pueden desaparecer de improviso.

- ¿Hasta qué punto la jerarquía no es una parte aún más importante de sistemas que se han propuesto como alternativa al capitalismo, en especial, el “socialismo real”? Y el individualismo, ¿no es parte de la “naturaleza humana”, algo muy difícil de moldear o cambiar?

- En las sociedades no capitalistas faltan en general o la jerarquías o el individualismo, más a menudo esto último. Por ejemplo, el socialismo soviético se afirmó en una sociedad ciertamente jerárquica, salida del feudalismo del siglo XIX, pero no era individualista. Lo mismo puede decirse del sistema chino, que además es muy distintos del ruso. El individualismo no tiene nada que ver con la naturaleza humana, lo encontramos en ciertas sociedades y no en otras. Es más bien una construcción histórica. Su nacimiento estuvo estrechamente ligado a la modernización europea a partir del siglo XVII. Pero el hecho de que el individualismo sea relativamente reciente no significa que sea sencillo librarse de él. Al contrario, está muy arraigado en la cultura occidental, donde representa el precio a pagar para liberarse de formas opresivas de control social.

- ¿Cómo catalogaría el régimen chino? ¿Hasta qué punto, además de su poderío y el rol creciente en la política y la economía mundiales, es o no un “modelo” alternativo?
- Está de moda decir que el régimen chino es capitalista de hecho, aunque no en el nombre, pero yo no estoy de acuerdo. No sabría definir si es socialista, pero en el fondo no me importa. Es posible que un sistema no sea capitalista y que tampoco sea socialista, la complejidad del mundo no es reductible a simples oposiciones.
El sistema chino se basa en el control político más que en la iniciativa privada. El Partido Comunista usa el mercado como mecanismo para asignar los factores productivos y fijar los precios y salarios, pero los objetivos de fondo dependen de la planificación, que es un acto político. Los medios de producción pueden ser de los privados, pero el Estado controla el sistema bancario. Es como que a un auto puede manejarlo cualquiera, pero una sola persona tiene las llaves. En un sistema colectivista como el chino, no veo espacio para que crezca el individualismo burgués.

- En su libro usted dice que Marx ha sido en parte reivindicado, pues predicciones como la desaparición de las clases medias y el estancamiento de los salarios reales se están verificando y que “o la izquierda encuentra herramientas efectivas para lidiar con estos fenómenos o su lugar será ocupado por la derecha populista” ¿Hacia qué lado cree que se está inclinando la partida?
- Hacia la derecha populista, desafortunadamente. Con excepción de pocos países, el espacio político del reformismo lo ocupan actualmente partidos que todavía no hicieron un balance del fracaso de la “Tercera Vía” que inauguraron Bill Clinton y Tony Blair hace unos 25 años. Son todavía prisioneros de la creencia anacrónica que las elecciones se ganan conquistando el centro. Se concentran en los derechos civiles y se desinteresan de los derechos sociales. Se comprometen con la defensa del ambiente, pero no del trabajo, y son fieles al dogma del globalismo. Por eso solamente los votan en los centros más ricos. Si no recuperan alguna conexión con los estratos sociales más vulnerables y vuelven a hablar en su idioma, estos partidos que se definen indignamente como de izquierda no tienen futuro.

- También dice que la sociedad sabrá limitar el poder del capital y que mejor que sembrar falsas esperanzas de “tirar el sistema” es “reafirmar el rol del Estado en la economía mediante el control de los sectores estratégicos y el monopolio de los servicios públicos”. En un país como la Argentina eso significaría darle a los gobiernos y a un Estado altamente ineficiente un poder abrumador sobre la sociedad. ¿No hay alternativas mejores, más allá de cuál sea el futuro del capitalismo?
- Los problemas y los vínculos de los países centrales no son los mismos de aquellos en la periferia del sistema capitalista. Conozco bastante bien América Latina y su historia como para saber que ha estado demasiado a menudo prisionera de clases dirigentes que sacaron ventaja de perpetuar el subdesarrollo. Esto vale tanto para los populistas como para los servidores locales de los intereses de EEUU. Pienso por eso que en muchos países del Cono Sur la emancipación política de la ciudadanía sea el prerrequisito de cualquier reforma económica. Soy un socialdemócrata y no puedo sino augurar a cada país un futuro de justicia social, pero soy también consciente de que para que para que una social-democracia florezca se requieren autodeterminación, soberanía y transparencia. Argentina y México son los países latinoamericanos con el número más alto de lectores de libros. Donde se lee mucho se desarrollan actitudes críticas de la gestión de la cosa pública. Y en efectos estos países muestran una vivacidad intelectual que es la envidia de una Europa perezosa y estancada. Esto me da esperanza que el día en que “se abrirán las grandes alamedas por donde pasa el hombre libre”, del que habló Salvador Allende en aquel trágico septiembre de 1973 esté más cercano de lo que se cree.
Conozco bastante bien América Latina y su historia como para saber que ha estado demasiado a menudo prisionera de clases dirigentes que sacaron ventaja de perpetuar el subdesarrollo. Esto vale tanto para los populistas como para los servidores locales de los intereses de EEUU. Para que una social-democracia florezca se requieren autodeterminación, soberanía y transparencia

- Con la crisis económica mundial derivada de la actual pandemia del COVID-19 hay cierto revival de “fin del capitalismo”. ¿Qué opina de esta nueva ola de análisis y qué enseñanzas les recordaría a raíz de su estudio de los fracasos predictivos de los últimos (casi) 200 años?
- Pienso que el sensacionalismo no ayuda en estas circunstancias. La idea de que el capitalismo pueda colapsar es producto de un mal análisis: confunde coyuntura y estructura. Las crisis cíclicas y los shocks exógenos, como ahora la pandemia de coronavirus, pueden desestabilizar el sistema por un tiempo, pero no tienen el poder de darlo vuelta. Superar el capitalismo requiere una transformación estructural que ninguna crisis puede cumplir por sí misma.

- Una observación bastante común es que la pandemia, al cuestionar la movilidad de bienes y personas es un golpe muy fuerte al capitalismo globalizado. ¿Qué tendrían en común ésta y otras predicciones fallidas sobre el “fin del capitalismo”?
- En las situaciones de emergencia todo parece posible. El error de los nuevos profetas es pensar que las emergencias duran por siempre. En cuanto a las culpas del capitalismo, seguramente es responsable del modo en que la epidemia fue gestionada en ciertos países, donde los intereses económicos han impedido practicar un confinamiento serio. Pero los virus son fenómenos de la naturaleza, no del hombre. La historia milenaria de los contactos entre los pueblos no es reducible a la globalización. No olvidemos que también la peste negra del siglo XIV llegó de Asia, así como los cítricos y los algoritmos indo-arábigos.

viernes, 17 de julio de 2020

¿UN LUGAR PARA MERCOSUR EN LA INSERCIÓN GLOBAL POSPANDEMIA?


8 de julio, 2020
Por Julieta Zelicovich
Doctora en Relaciones Internacionales, Profesora en UNR e Investigadora en Conicet

 El mundo pospandemia para Argentina no se define tanto por las innovaciones que los efectos del Covid-19 generen en la economía y política mundial, sino por los déficits de política exterior e inserción internacional nuestro país presenta desde hace ya un tiempo. Este mundo pospandemia corre el riesgo de parecerse mucho al mundo que hoy conocemos. La resolución del endeudamiento externo y el incremento de las exportaciones eran las urgencias de la política exterior argentina en el mes de enero, y lo siguen siendo. Los cambios en el contexto internacional, con una economía internacional deprimida y un multilateralismo en crisis, en todo caso, vuelven a estas metas un poco más difíciles. Con recursos acotados, la cooperación internacional y el regionalismo suelen ser buenas cartas sobre la mesa.

Los déficits. La política exterior argentina ha tenido al menos tres problemas recurrentes que necesita superar para consolidar esta política como un instrumento que efectivamente contribuya a “traducir necesidades internas en posibilidades externas”, como solía decir Celso Lafer. El primero, es la falta de consensos de largo plazo respecto de las estrategias de inserción internacional, reflejada en las recurrentes “refundaciones de la política exterior” y “vueltas al mundo”. El segundo, es el de las inconsistencias entre la política exterior y otras políticas, especialmente económicas. Sobran ejemplos de acciones de política exterior que han quedado truncadas por objetivos de corto plazo en materia fiscal o cambiaria. Los diseños institucionales juegan un rol importante en ese sentido. El tercero: la sobreestimación o subestimación de los recursos de poder con los que cuenta el país, cuya oscilación se vincula además con las refundaciones mencionadas. Pensar el mundo pospandemia, implica necesariamente atender primero estos condicionantes en el plano nacional.

Los desafíos. El mundo atravesaba ya procesos de cambio, y la pandemia ha acelerado estas transformaciones: transición de poder entre EE.UU. y China, menor crecimiento de la economía mundial, cierta ralentización en las cadenas globales de valor, crisis de los mecanismos de gobernanza multilateral y también regionales, crecimiento de los nacionalismos y populismos, nuevos proteccionismos. Todo tiene al menos una década en curso, pero ahora todo es más intenso. El resultado de la aceleración, y aquí sí, el elemento novedoso con el que tiene que lidiar Argentina, es el incremento sustancial de la incertidumbre como rasgo de época. ¿Cómo incrementar exportaciones y llevar adelante un proceso de desendeudamiento externo en este contexto? ¿Cómo reducir las vulnerabilidades externas de Argentina frente a estos cambios?

El instrumento. Ante las crisis globales las regiones vuelven a ser puestas en valor. ¿Puede el regionalismo, y en particular el Mercosur, ser una vía para la inserción internacional de Argentina, tanto en el contexto actual como en la imaginada pospandemia? El Mercsour, elemento constitutivo de nuestra política exterior, ha enfrentado muchas críticas e incluso ha visto puesto en duda su continuidad. En el marco de los desafíos que se presentan, merece ser re-evaluado. Los procesos de integración para funcionar necesitan factores de oferta, plasmados en el liderazgo político; de demanda, motivados por la interdependencia y el interés de los actores transnacionales y de inercia, impulsado por las instituciones que lo componen.

MAURICIO CLAVER-CARONE, ASPIRANTE A PRESIDIR EL BID


“Mi candidatura representa un gran compromiso por parte de los EEUU”El actual asesor de Seguridad Nacional para América Latina de la Casa Blanca habló por primera vez con un medio de la región y detalló alguna de sus planes en caso de ser elegido para el Banco Interamericano de Desarrollo
Por Laureano Pérez Izquierdo. 17 de Julio de 2020

Desde su despacho en la Casa Blanca -donde asesora a Donald Trump en asuntos hemisféricos- Mauricio Claver-Carone espera que el destino del que está pendiente se concrete en septiembre próximo: ser presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ese mes, los gobernadores del organismo de crédito decidirán quién reemplazará a Luis Alberto Moreno por los próximos cinco años. Su nombre es el más firme.

La postulación de Claver-Carone sorprendió: es la primera vez que los Estados Unidos ungen a un candidato para presidir el BID desde su fundación en 1959. Los países que manifestaron su pleno apoyo a la decisión norteamericana son quince hasta el momento. Entre ellos destacan: Ecuador, Colombia, Brasil, Paraguay, Honduras, Haití, Uruguay, El Salvador, Jamaica, Panamá, Venezuela (por medio de Juan Guaidó) y Bolivia.

En diálogo con Infobae, el funcionario de Trump dijo sentirse “honrado” por el desafío, se definió como un apasionado de América Latina y subrayó cuáles son sus planes una vez que sea elegido por los países miembros. También se refirió a las limitaciones ideológicas que impiden a algunas administraciones condenar la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela.

- ¿Cómo tomó la decisión del gobierno de los Estados Unidos de proponerlo para ser el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo?
- La región está viviendo una de las contracciones económicas más profundas de su historia. Ahora, más que nunca, será importante tener un liderazgo nuevo, dinámico y eficaz en el banco, alguien que sea pro-activo en impulsar los intereses de la región. Es por eso que los Estados Unidos decidió postular un candidato. Me siento honrado de ser ese candidato debido a mi comprobada trayectoria trabajando con la región. Tengo una visión muy clara, y ya hemos tomado algunos pasos importantes para mejorar nuestro futuro como socios económicos, amigos y vecinos. Seamos claros: esto representa un gran compromiso por parte de los Estados Unidos. Y mi compromiso personal es que juntos podamos tener éxito en ejecutar cambios transformadores e históricos, por el bien de la región, para acelerar la recuperación actual y el crecimiento económico mutuo.

- Cuenta con al menos quince apoyos explícitos de gobiernos de América Latina, ¿cómo evalúa este respaldo de gran parte de la región?
- Me siento muy halagado por el respaldo que ya hemos recibido públicamente y en privado de la gran mayoría de la región. Es un voto de confianza sobre el trabajo conjunto que ya estamos llevando a cabo. Tenemos la oportunidad de ganar esta elección en una primera ronda, lo cual significaría un gran mensaje de unidad y de propósito, para superar la crisis económica actual y para aprovechar la oportunidad generacional que tenemos para crear un futuro más próspero para todos. En eso se basa la propuesta de América Crece de los Estados Unidos -del cual fui el arquitecto conceptual- en el crecimiento conjunto para la región, el ‘near-shoring’, y el realineamiento de nuestras cadenas de Este-Oeste hacia el Norte-Sur.

- Su candidatura también despertó algunas críticas en sectores de la región, ¿las toma como algo natural o como parte de una campaña de un sector ideologizado o más cercano a posiciones intransigentes?
- Siempre le doy la bienvenida a las críticas constructivas. Pero simplemente se oponen por mi nacionalidad estadounidense, sin evaluar mi herencia latinoamericana y mi comprobada contribución a la región. Mi trayectoria demuestra un compromiso en temas económicos y otras importantes prioridades en la región. A través de la creación de América Crece y los marcos de financiamiento de energía e infraestructura que hemos ejecutado con un tercio de la región o con el esfuerzo para obtener la cartera de $8.500 millones para Latinoamérica y el Caribe de nuestra nueva Corporación de Desarrollo Financiero (DFC). Mi posición en el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue de construir y apoyar lineas de créditos importantes para Colombia y México, y programas de financiamiento para Barbados, Ecuador, Honduras, Jamaica, Haíti, y obviamente, Argentina. Tengo un récord contundente de aportes a la región en su totalidad y todavía tenemos mucho trabajo por delante.

- A Dwight Eisenhower (presidente de los Estados Unidos entre 1953 y 1961) se le atribuye haber dicho que “para que esta institución tenga éxito, la función de liderarla debe pertenecer a los países latinoamericanos”...
- El Presidente Eisenhower nunca dijo eso en el contexto del BID. Esa frase es manipulada de un discurso de Eisenhower en las Naciones Unidas en 1958 (antes de la creación del BID) sobre un conflicto entre el Líbano y Jordania. Eisenhower estaba sugiriendo un banco de desarrollo del Medio Oriente, sin participación de los Estados Unidos, para que inviertan eficazmente sus nuevas riquezas de petróleo. Él habla textualmente sobre “los países árabes”. No menciona a América Latina en ese discurso.

- Esos sectores que critican su postulación creen que no será independiente a Washington. ¿Qué responde a esto?
- Se habla de que sería el primer presidente norteamericano del BID, pero también sería el primer presidente del BID que ha fungido anteriormente como Director Ejecutivo en una institución financiera internacional, habiendo sido Director Ejecutivo de los Estados Unidos en el FMI. Eso implica un entendimiento específico sobre la gobernabilidad de estas instituciones y sobre la primacía de los Directores y Gobernadores. Si soy elegido, trabajaré para todos los países miembros del BID. Prometo ser un abogado eficaz para todos ellos, no solamente dentro del banco, sino también a nivel global en la competencia que existe entre regiones en las instituciones financieras internacionales. De hecho, se podría hasta argumentar que una presidencia norteamericana, como país no-prestatario, representaría mas objetividad y menos conflicto de interés que la de un país prestatario.

- América Latina enfrentará una reconstrucción difícil cuando termine la pandemia por el coronavirus. ¿Cómo imagina el papel del BID a partir de entonces? El organismo será vital para recomponer una región que quedará muy golpeada tras el paso de la COVID-19.
- Un papel de movilización de recursos efectivo y su aplicación eficaz. Francamente, para tener éxito, el banco va a tener que ser financieramente más relevante y pasar de prestar $12.000 millones a más de $17.000 millones al año. También va a tener que recortar el tiempo de aprobar operaciones de 10 meses a 10 semanas. Estas decisiones serían de los Directores y Gobernadores, pero basados en una realidad actual. Va a hacer falta trabajar hábilmente para lograr estas metas. Por otra parte, BID Invest va a tener que ser más efectivo en movilizar recursos. El hecho de que movilice menos de cuatro 0,4 centavos por cada dólar que presta, en comparación con $1,50 que moviliza su homólogo en el Banco Mundial (la Corporación Internacional de Financiamiento, IFC), deja mucho que desear.

- Uno de los países que quedará más golpeado será Venezuela, que ya atraviesa una situación humanitaria dramática. ¿Qué planes tiene pensado para Venezuela una vez que asuma en el BID? ¿Es posible ese plan con Nicolás Maduro en el poder?
- La tragedia de Venezuela es debido al afán de poder y corrupción de Nicolás Maduro y su círculo. Es casi incomprensible que el país más rico en recursos naturales en el hemisferio sea hoy en día el más empobrecido. Venezuela tiene todos los recursos y capital humano para recuperarse económicamente y prosperar y la ayudaremos. Bajo mi liderazgo, el banco trabajará para desarrollar un plan para que estemos todos listos cuando llegue la transición en Venezuela, recurriendo a nuestras herramientas para contribuir de manera impactante en el corto y largo plazo. Apoyaremos lo que será una reconstrucción difícil y compleja. Trabajaremos con países en la región, los Estados Unidos y el resto del mundo para desarrollar un plan, con el apoyo del sector privado, que será un actor muy importante para el futuro de Venezuela. Venezuela llegará nuevamente a ser un poder económico en la región, pero requerirá el compromiso de todos.

- ¿Cree que algunos actores de América Latina deberían ser más claros y contundentes con la condena a las violaciones a los derechos humanos que se hacen en Venezuela? Sólo es suficiente con leer los informes de Michelle Bachelet para saber lo que sucede en aquel país. ¿Por qué cree que no ocurre esto? ¿Complicidad? ¿Cierta simpatía?
- Los derechos humanos son universales y no debería haber limitaciones ideológicas para su condena. Las dictaduras de izquierda en la región hoy merecen la misma condena y presión de parte de la comunidad internacional que las dictaduras de derechas en el siglo XX. En el siglo XXI, tenemos que sobrepasar los complejos históricos del pasado.

- Usted es uno de los mayores conocedores de la región. Sus orígenes, su currículum y sus actuales funciones así lo dejan ver. ¿Qué tipo de desarrollo cree que necesita América Latina para poder despegar definitivamente?
- Más que conocedor, diría que soy un apasionado de la región. Lo más importante es generar empleos. Tenemos que enfocarnos en crear programas, inversiones e incentivos que generen y favorezcan empleos de calidad, que mejoren la competitividad, y la productividad pública y privada. Debemos enfocarnos en una transición al empleo y fortalecer el sector formal en la región. Eso seria un gran paso en nuestro desarrollo para que la región sea aun mas competitiva al nivel global. Su crecimiento debe ser basado en que se garantice una mayor y mejor participación de la mujer, pero también de los indígenas, de los afrodescendientes y los más vulnerables.

- América Latina debería ser uno de los mercados más atractivos del planeta con casi 700 millones de habitantes. ¿Cómo puede transformarse en un mercado que atraiga inversiones?
- Creo que basta ya de décadas perdidas. En el pasado se ha hablado mucho de la integración Norte-Sur, sea durante la fundación del BID en 1959, o en la década de los 90 cuando se proponía un área de libre comercio para las Américas. Sin embargo, la realidad es que esos flujos terminaron estableciéndose de Este-Oeste. La diferencia hoy es que la importancia de la cadenas Norte-Sur se está discutiendo por primera vez en las propias juntas directivas de la mayores empresas norteamericanas. La crisis actual, el cierre de las fronteras, y las vulnerabilidades de las cadenas de abastecimiento han servido como una lección poderosa sobre la importancia del vínculo Norte-Sur para nuestra seguridad económica y nacional. Por supuesto, para que América Latina se beneficie, cada país individual será el conductor de su propio destino. Aquellos que tengan estabilidad política y económica, transparencia y un claro y confiable estado de derecho, serán los más beneficiados.

- En este contexto regional, ¿cómo ve el rol de mujeres en el crecimiento económico de América Latina?
- Las mujeres son el motor de las economías de Latinoamérica y el Caribe, particularmente en la creación de pequeñas y medianas empresas. Por eso, en el Tesoro trabajé en la Iniciativa de Financiamiento para Mujeres Emprendedoras (We-Fi), promulgado por los Estados Unidos y basado hoy en el Banco Mundial. También, por vía de nuestra Corporación de Desarrollo Financiero (DFC) creamos el programa 2X para mejorar el acceso a capital de mujeres emprendedoras, lo cual lanzamos en Paraguay, Colombia y Honduras. Y creamos un algoritmo para medir el impacto de los proyectos del DFC, llamado Impact Quotient (IQ), que incluye el impacto a mujeres en particular. Podemos hacer mucho más en el BID, y por supuesto, con un equipo diverso que incluya a mujeres líderes en finanzas en la región.

- Por último, ¿qué le diría a la gente en general, al ciudadano común respecto a su posible llegada al BID?
- Estoy preparado para conducir el destino del BID y sumamente entusiasmado en trabajar en objetivos concretos que mejoren la vida de los pueblos de las Americas. En la región los recursos naturales son diversos y valiosos, pero lo es más aún su gente. Simplemente necesitan de inversión, oportunidades de empleo y más acceso a la educación para el mayor beneficio de todos. El potencial es inmenso, debemos impulsar las herramientas necesarias para ese desarrollo y crecimiento en beneficio de todos los habitantes de la región, por igual, sin distinción de sexo, ideología o religión. El futuro es compartido, incluyendo nuestra recuperación, crecimiento y prosperidad.