En diálogo con Infobae, el
especialista del Banco de Francia, da detalles del libro que alerta sobre los
riesgos de una crisis vinculada al cambio climático
Por Daniel Blanco Gómez. 18 de
febrero de 2020
El “Cisne verde”, es un libro
de investigación recientemente lanzado por el Bank for International
Settlements (BIS), un organismo que reúne a 60 bancos centrales del mundo, y
del cual es coautor el economista franco argentino Romain Svartzman.
En el texto de banco central
de los bancos centrales, queda plasmada la posibilidad de que fenómenos
climáticos como los incendios en Australia o los huracanes en el Caribe
provoquen grandes daños financieros con réplicas mundiales. Tras la grave
crisis económica y financiera de 2008, Wall Street empezó a prestarle más
atención al surgimiento de sucesos como el que desencadenó la burbuja
inmobiliaria en Estados Unidos y que terminó arrastrando al resto del mundo en
un proceso de recesión.
En diálogo con Infobae, el
economista de madre francesa y padre argentino, Romain Svartzman, recibido en
la prestigiosa Universidad Sciences Po, señaló que el cambio climático responde
a las características del cisne negro, una figura concebida por un matemático y
ensayista de origen libanés Nassim Taleb, que describe un acontecimiento
inesperado con consecuencias extremas que escapan a las previsiones de los
economistas más avezados. Una idea que refiere a eventos muy poco frecuentes,
con consecuencias muy profundas y potencialmente devastadoras para la finanzas.
Aunque los impactos del cambio climáticos sean
muy difíciles de predecir, sabemos que están ocurriendo. Es decir que hay una
mezcla de certeza respecto a la realidad del fenómeno e incertidumbre con
respecto al momento, forma y alcance del evento perturbador
En ese contexto, Svartzman
advierte que “un cisne verde puede generar catástrofes que parecen
inimaginables si solo miramos hacia el pasado como referencia, con un muy
fuerte alcance como por ejemplo los incendios recientes en Australia, e
imposibles de predecir por actores que usan medidas de riesgos basadas en el
pasado”. Asimismo, explica cuál es el rol de los gobiernos y los bancos
centrales para reducir los riesgos de que se desate una crisis financiera de
magnitud global con graves consecuencias para los países y sus ciudadanos.
- ¿Cuál fue el disparador de
la investigación?
- El tema de los riesgos
financieros ligados al cambio climático viene siendo discutido desde hace unos
años. En 2015, Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, declaró que el
cambio climático podía generar riesgos financieros. Dos años más tarde, a
finales del 2017, ocho bancos centrales crearon la “red para ecologizar el
sistema financiero” (NGFS por sus siglas en inglés), un foro compuesto
principalmente por bancos centrales y supervisores financieros que participan
de manera voluntaria con el propósito de contribuir al desarrollo de la
administración de riesgos relacionados con el clima y el medio ambiente en el
sector financiero y movilizar financiamiento para apoyar la transición hacia
una economía sostenible. En diciembre del 2019 ya estaba compuesto por 54
bancos centrales y supervisores, y por 12 miembros observadores. La primera
recomendación del NGFS consiste en integrar los riesgos relacionados con el
clima en el monitoreo de la estabilidad financiera y la micro supervisión. Esta
recomendación fue el disparador del libro “El cisne verde: ¿cómo se pueden
identificar, medir y manejar los riesgos climáticos?”. Allí buscamos
profundizar el conocimiento en esta área aún muy reciente. Y para esto, armamos
un equipo compuesto por miembros de instituciones como el Banco de Francia, la
academia y el sector privado para avanzar en este tema complejo.
- ¿Qué significado,
concretamente, la expresión “cisne verde”?
- Está inspirada en el cisne
negro, de Nassim Taleb, sobre eventos muy poco frecuentes, con consecuencias
muy profundas y potencialmente devastadoras, y que suelen ser explicadas ex
post. Es decir que los marcos analíticos usados antes del evento no permiten
ver la posibilidad de ocurrencia del evento, y que solo después se proponen
nuevos marcos que hubiesen permitido evitar o minimizar los impactos del cisne
negro. El cambio climático responde a las características del cisne negro.
Puede generar catástrofes que parecen inimaginables si solo miramos hacia el
pasado como referencia, con un muy fuerte alcance, como por ejemplo los
incendios recientes en Australia, e imposibles de predecir por actores que usan
medidas de riesgos basadas en el pasado. Además, el cisne verde presente
algunas diferencias. Por un lado, aunque los impactos del cambio climáticos
sean muy difíciles de predecir, sabemos que están ocurriendo. Es decir que hay
una mezcla de certeza respecto a la realidad del fenómeno e incertidumbre con
respecto al momento, forma y alcance del evento perturbador. Muchos eventos
climáticos son irreversibles y la comunidad científica nos advierte que los
daños futuros podrían generar muchísimo sufrimiento para las próximas
generaciones. En este sentido, un cisne verde puede ser aún más preocupante y
desestabilizador que varios cisnes negros.
- ¿Cuándo podría surgir un
evento como este y por qué?
- Hay dos tipos de riesgos
climático. El primero se llama riesgo físico, y se refiere a los impactos del
cambio climático debido a un aumento en la frecuencia y magnitud de los eventos
climáticos como los huracanes, inundaciones y olas de calor. Por ejemplo, las
construcciones al borde del mar ya están amenazadas por el aumento del nivel
del océano en muchos países y algunas compañías de seguro ya no desean cubrir
estos activos. Esto puede llevar a la destrucción física de bienes y centros
productivos, y generar un efecto cascada que afectaría muchos otros sectores.
Las instituciones financieras están expuestas a todos estos sectores, ya sea a
través de actividades de crédito, mercado o seguro. El segundo tipo de riesgo
es de transición. Se refiere al hecho que, para evitar los impactos físicos del
cambio climático y que el calentamiento global alcance los 1,5 o 2 grados
Celsius, necesitamos una transición extremadamente veloz. Si se implementaran
medidas adecuadas, gran parte de las reservas de recursos fósiles deberían ser
paradas. Algunos estudios indican que hasta el 80% de las reservas de carbón,
la mitad de las de gas y el tercio de las reservas de petróleo deberían quedar
en el suelo para limitar el aumento de la temperatura en dos grados. Esto
podría generar dos riesgos principales: un shock de valorizaciones de estos
activos fósiles, lo cual podría generar ventas masivas y aceleradas que podrían
afectar el precio de muchos otros activos y tener efectos sobre todo el sistema
financiero. Y otro vinculado a que muchos sectores económicos dependen de una
manera u otra de estos recursos fósiles. Las exportaciones argentinas de soja,
el sistema productivo chino (que depende mucho del carbón) y el consumo de
bienes chinos en Europa son parte de un sistema global interconectado, por lo
cual los riegos de transición deben ser analizados de manera global. Además las
instituciones financieras están expuestas a todos estos sectores y a todas las
vulnerabilidades que pueden llegar a surgir. Un riesgo sistémico se podría
generar si uno de estos dos tipos de shocks o la conjunción de ambos llevara a
instituciones financieras a no tener el capital suficiente para absorberlos. Muchos
eventos climáticos son irreversibles y la comunidad científica nos advierte que
los daños futuros podrían generar muchísimo sufrimiento para las próximas
generaciones. En este sentido, un cisne verde puede ser aún más preocupante y
desestabilizador que varios cisnes negros
- ¿Qué deben hacer los
gobiernos e instituciones para afrontar una eventual crisis financiera
vinculada al cambio climático?
-Es una pregunta difícil. En
el libro decimos que los bancos centrales pueden contribuir a identificar y
manejar los riesgos climáticos. Por ejemplo, algunos bancos centrales como el
Banco de Francia están preparando testeos de estrés climático, para evaluar la
resiliencia del sistema financiero a ciertos cisnes verdes. Sin embargo, los
bancos centrales no pueden salvar el mundo del cambio climático, esto es
responsabilidad de los gobiernos. A pesar de no poder resolverlo todo, en el
libro señalamos que los bancos centrales pueden ayudar, en el marco de sus
mandatos actuales, en la coordinación de las respuestas de distintos actores
frente al cambio climático. Pero ejemplo, proponemos trabajar en los precios al
carbono y sus impactos sociales; en los lineamientos necesarios entre política
fiscal y monetaria, especialmente en el contexto actual de tasas de interés muy
bajas en las economías avanzadas; en la promoción de la inversión sustentable
en las prácticas de las instituciones financieras y las reformas posibles a
nivel internacional para que la estabilidad climática sea reconocida plenamente
como un bien público global.
Algunos estudios indican que hasta el 80% de
las reservas de carbón, la mitad de las de gas y el tercio de las reservas de
petróleo deberían quedar en el suelo para limitar el aumento de la temperatura
en dos grados
- ¿Las tasas de los bancos
pueden seguir bajando como instrumento para reactivar la economía y la
producción mundial en caso de que surja un Cisne Verde?
- Este podría ser otro límite
a la acción de los bancos centrales. En muchos países las tasas ya están muy
bajas y hay poco margen para bajarlas más. Esto refuerza lo dicho
anteriormente. Las tasas bajas les ofrecen posibilidades a ciertos gobiernos de
implementar políticas fiscales verdes. El hecho que las tasas estén tan bajas
puede ser una oportunidad, siempre y cuando se controle qué tipos de proyectos
se benefician de esta coyuntura.
-¿Cómo llegó al Banco de
Francia y en qué proyectos trabaja?
-Yo soy franco-argentino, y
tuve la suerte de poder vivir en Europa y América Latina. Después de ocho años
en el área de “finanzas verdes”, para un fondo de inversión primero y después
para el Banco Mundial, empecé un doctorado sobre las dimensiones
macroeconómicas y de economía política internacional vinculadas al cambio
climático. Esto me llevó a trabajar sobre los vínculos entre crisis ecológicas
y riesgo sistémico. Cuando el Banco de Francia abrió un puesto de economista para
trabajar precisamente en estos temas, fue muy natural para mí entrar en la
institución. La toma de consciencia de los bancos centrales sobre estos temas
es reciente pero es muy fuerte, y ojalá pueda inspirar a otros actores públicos
y privados.