jueves, 26 de diciembre de 2019

ARGENTINA SE UBICÓ EN EL PUESTO 59 DEL RANKING MUNDIAL DE PROSPERIDAD

25 de diciembre de 2019
El Letagum Institute, con sede en Londres (Reino Unido), presentó el informe anual que cuantifica la prosperidad en 167 países de todo el mundo. Allí se evalúan las fortalezas y debilidades de cada uno de ellos. Argentina se ubicó en el puesto número 59 y ascendió cuatro lugares respecto al índice de 2018.

Si se tiene en cuenta la medición de 2009 respecto a la publicada este año, Argentina sólo escaló un lugar en el ranking general. Según el informe, el país “se desempeña con mayor fuerza en libertad personal y salud", pero es más débil en las condiciones que se les ofrecen a los inversores.

En la categoría “libertad personal" Argentina se ubicó en el puesto número 30, encontrando su mejor posición dentro del Índice de Prosperidad, que también resaltó cuáles son los puntos más endebles de las naciones. Si bien Argentina mejoró en la calidad de gobierno en relación a los parámetros de una década atrás, empeoró en otros indicadores respecto a la misma medición de 2018.

En seguridad y protección pasó del puesto 66 (2018) al 93 (2019). Lo mismo ocurrió en libertad personal (22 al 30) y capital social (75 al 113). Sin embargo, de un año a otro hubo síntomas de mejoras en algunos aspectos y escaló posiciones en calidad económica (110 al 108), calidad de gobierno (64 al 53), educación (74 al 53), entorno natural (79 al 50) y salud (57 al 46).

Argentina ocupó el puesto número 59 y se ubicó séptimo en el ranking regional
Para alcanzar la definición de prosperidad, el índice combina el crecimiento económico con el nivel de libertades y democracia en un país, así como las mediciones de felicidad y calidad de vida.

En América Latina y el Caribe, la prosperidad aumentó significativamente desde 2009 hasta ahora, aunque se estancó en 2014. En las mejoras -aquí se incluye a la Argentina- “todos los países vieron una mejora en su acceso al mercado y su infraestructura”. También en la seguridad (aquí Argentina disminuyó su performance) como la educación y las reformas que han adoptado algunos países en sus sistemas educativos.

El informe destacó que, a pesar de que la calidad de los gobiernos se vio deteriorada en la región, Argentina y Ecuador fueron los únicos países que lograron resistir a la tendencia y escalar 24 posiciones en la última década. En el caso de Chile, Haití y Nicaragua, el deterioro fue la consecuencia de la poca efectividad de los gobiernos y la responsabilidad política de ellos. En Venezuela, el índice manifestó que se vive una “situación política recientemente inflamada”.

En el ranking latinoamericano, el mejor ubicado fue Chile (37). Luego Costa Rica (38), Uruguay (39), Panamá (51), Trinidad y Tobago (55) y Perú (56). Recién en el séptimo lugar Argentina (59), quien superó a México (67), Brasil (69), Colombia (72), Paraguay (79), Ecuador (80), Cuba (95) y Bolivia (105). Venezuela, en el puesto 143, ocupó el anteúltimo lugar de la tabla que tuvo a Haití (153) como el peor país de la región.

Los resultados que obtuvo Argentina en cada ítem del estudio
Respecto a las naciones latinoamericanas, Argentina encontró su principal déficit en las condiciones para emprender. Es decir, en los términos que encuentran los inversores extranjeros para hacer negocios e incorporar capital en el país. En el índice, se lo expresa como “el pilar que mide el entorno empresarial de un país es su infraestructura, las barreras a la innovación y la flexibilidad del mercado laboral”.
En este ítem, Argentina está en el puesto 18 de los 28 que conforman el grupo latinoamericano. Un puesto que implica estar debajo -entre otros- de países como Uruguay, Perú, México, Colombia y Brasil.
En cuanto a la “tabla general”, desde 2009 hacia acá Argentina osciló entre el puesto 59 y 63. En 2015 alcanzó su peor posición cuando fue ubicado en el puesto 68. En la región, el país que más creció durante la década fue Ecuador, seguido de Paraguay y Perú. En el caso ecuatoriano, el país pasó del puesto 94 en 2009 al 80 en 2019. El peor fue Venezuela, quien ocupó la posición número 116 hace 10 años y actualmente está en el 143.

En este último Índice de Prosperidad, Argentina fue ubicado en el grupo de los países “medio prósperos”. Es decir, que mantienen un nivel estándar sin crecimiento pero sin un descenso significativo. Lo ocupa junto a Macedonia del Norte, Trinidad y Tobago, Perú, China, Bahrein, Omán, Armenia, Kuwait, Indonesia y Jamaica.

Los primeros 10 puestos del ranking mundial los ocuparon Dinamarca, Noruega, Suiza, Suecia, Finlandia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Alemania, Luxemburgo e Islandia. 
El Índice de Prosperidad es revisado y criticado por un panel asesor de académicos y expertos que representan a una amplia gama de disciplinas.

“Llevamos a cabo una extensa revisión para cada pilar analizando la literatura académica. Identificamos más de 200 variables que tienen un efecto sobre la riqueza y el bienestar. Esta lista fue basada en el aporte de académicos y políticos expertos en cada área de los pilares, quienes asesoraron sobre la fiabilidad de las fuentes de datos, medidas alternativas y la credibilidad de la medición de variables”, indicaron desde el Legatum Institute en el informe.

“Las variables en el Índice de Prosperidad se basan en muchas unidades de medida diferentes, incluyendo números de individuos, años, porcentajes, entre otras cuestiones. Estas diferentes unidades necesitan ser normalizadas para la comparación entre variables y países para que tengan sentido. Empleamos una distancia de enfoque de frontera para esta tarea. El enfoque de frontera compara el desempeño de un país en una variable con el valor de la lógica. Es decir, el mejor caso lógico y el peor caso", completó el estudio.

domingo, 22 de diciembre de 2019

ECONOMÍA SUSTENTABLE

Economía sustentable: cuando "ser B" es jugar en primera. 
Luis García Ghezzi. Profesor de la Universidad Austral. 
PARA LA NACION. 1 de diciembre de 2019.

En estos días en los que la crisis social y medioambiental están tan presentes, vale la pena considerar el rol que las empresas pueden tener en la tarea de construir un mundo mejor y sustentable.

Cada vez más empresarios se proponen ser actores de un cambio positivo. Para hacerlo no es necesario renunciar a los cargos ejecutivos y dedicarse a la política o fundar una ONG. Se puede contribuir al desarrollo social y al cuidado del medio ambiente desde la propia actividad empresarial, sin dejar de obtener un rendimiento por el capital invertido.

Esta idea es superadora de lo que se entiende por responsabilidad social empresaria, que habitualmente consiste en realizar acciones benéficas que no forman parte del corazón del negocio. El enfoque superador plantea usar el negocio mismo como una fuerza para el bien, como de algún modo propone también el papa Francisco en la encíclica Laudato Si'.

Son cada vez más las empresas que se proponen ser sustentables, buscando simultáneamente impacto económico, social y ambiental. De ahí, el nombre de empresas de "triple impacto". Muchas lo hacen buscando obtener la certificación de empresas B (por Benefit Corps en inglés), que otorga la organización global B Lab (Sistema B en América Latina). Ya son más de 3000 las empresas B certificadas, en 64 países. En la Argentina son poco más de 100, pero la inquietud se expande, como se vio reflejado en el Encuentro +B que se celebró en Mendoza en septiembre, al que asistieron más de 1300 personas.

Entre las empresas de triple impacto se pueden identificar dos modelos: en primer lugar, están aquellas que tienen una misión directamente social o ambiental (producción de alimentos orgánicos o saludables, reforestación, dar microcréditos a personas de bajos recursos, etcétera). Son muchos los emprendedores que se orientan en esta dirección, dando lugar al denominado "emprendedorismo con propósito".

Y hay un segundo modelo, mucho más abarcativo, que es el de las empresas que, sin importar el tipo de bienes o servicios que proveen a sus clientes, intentan enfocar todos sus procesos y actividades de modo tal de favorecer al medio ambiente y a las personas involucradas. Es decir, ponen las variables sociales y ambientales en la toma de decisiones y en los reportes al mismo nivel que las variables económicas. En este segundo grupo encontramos que son B Corps empresas como Natura (cosméticos), Patagonia (indumentaria), algunas divisiones de Danone (alimentación), etcétera. Toda empresa puede proponerse tener un triple impacto o incluso certificar como empresa B, si realiza los cambios necesarios.

Sin embargo, este cambio de paradigma de la economía y los negocios llevará tiempo y esfuerzo. Quienes trabajamos en el ámbito académico sabemos que trabajar en esta dirección va a contracorriente de las teorías económicas predominantes. Sin embargo, ya se empiezan a ver cambios concretos. Por ejemplo, el uso de la palabra sustainability ("sostenibilidad" o "sustentabilidad") en artículos de revistas científicas con referato en el ámbito de los negocios, se ha multiplicado por 30 en menos de 20 años. También se ha constituido una red de Académicos B, cuyo objetivo es promover este modo sustentable de hacer negocios desde las universidades, a través de la enseñanza y la investigación.

En definitiva, estamos siendo testigos de una revolución silenciosa y pacífica, que no busca destruir todo lo bueno del modelo económico vigente, sino mejorarlo de modo que sea sostenible en el tiempo, contribuyendo al desarrollo de las personas y respetando el derecho de las futuras generaciones a seguir gozando de un planeta maravilloso. Podemos "verla pasar" o ser agentes activos de un cambio que haga del mundo un lugar mejor para vivir.

domingo, 15 de diciembre de 2019

LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO YA GENERA EL 8% DE LAS EXPORTACIONES Y PROMETE 400.000 NUEVOS PUESTOS DE TRABAJO EN LA PRÓXIMA DÉCADA


Los servicios profesionales venden al exterior por USD 3.600 millones anuales amparados en los beneficios fiscales y profesionales de una ley específica. El nuevo gobierno tendrá un área dedicada al sector
Por Fernando Meaños. 14 de diciembre de 2019

La etapa en que la Argentina era codiciada para instalar call centers quedó atrás, ya que el bajo costo salarial post-2001 se diluyó y las multinacionales buscaron otros destinos. Pero los beneficios de la Ley de Economía del Conocimiento impulsaron los Global Delivery Services (GDS), centros de servicios que atienden demandas de empresas de cualquier lugar del mundo y exportan servicios de todo tipo con alto valor agregado.

Según datos ofrecidos por Argencon, la entidad que agrupa a 42 compañías incluidas en los beneficios de esta ley, los servicios profesionales exportan USD 3.600 millones por año, lo que representa un 8% de las exportaciones totales y lo transforma en el tercer sector en ventas al exterior, luego del complejo sojero y la industria automotriz. Gran parte de ese monto corresponde al impulso que tuvieron los servicios comprendidos en la Ley de Economía del Conocimiento, aprobada en marzo pasado.

“La Argentina dejó de competir en los servicios de bajo valor agregado, como los call centers, pero se posicionó bien en el segmento de medio y alto valor. Nuestra actividad genera empleo, divisas y atracción de talentos. Y no vemos que se perciba su valor estratégico para el país”, explicó Luis Galeazzi, Director Ejecutivo de Argencon.

Durante la campaña electoral, en Argencon aseguran haber mantenido reuniones con Fernando Peirano, economista del Grupo Callao y flamante titular de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Una de las demandan de la entidad para el nuevo gobierno, era la existencia de una Secretaría dedicada con exclusividad a la promoción de este sector.

En el nuevo organigrama del Ministerio de Desarrollo Productivo, a cargo de Matías Kulfas, se incorporó la temática a través de la creación de la Secretaría de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa, que estará a cargo de Ariel Schale. Los empresarios suelen destacar que el propio Alberto Fernández ha mencionado en varias oportunidades los beneficios de la Ley de Economía del Conocimiento, pese a que su gestación ocurrió durante el gobierno de Mauricio Macri.

En 2018, las actividades de la economía del conocimiento registraron 435.000 puestos de trabajo, de los cuales 215.000 se ubican en las actividades contempladas por la ley, que abarcan desde software hasta diseño gráfico o servicios contables y legales. Argencon estima que para 2030 el sector creará 400.000 nuevos empleos, que se dividirán en partes iguales entre puestos creados en empresas y profesionales independientes. Para entonces, pronostican que su participación en las exportaciones se duplicará desde su nivel actual hasta llegar al 15% de las ventas externas totales.

En la presentación de estos datos participaron ejecutivos de las empresas involucradas como Sergio Kaufman, CEO de Accenture, Santiago Mignone, CEO de PWC, Gabriel Becce, gerente general de Exxon Mobil y Facundo Gómez Minujín, presidente de JP Morgan Argentina.

Para acceder a los beneficios previsionales y fiscales de la legislación, ésta exige que el 70% de la facturación de un centro de servicios sea exportado, además de certificaciones de calidad. En Argencon aseguran que estas ventajas “ayudarán a que los business case de los centros argentinos mejores su competitividad global. Esto tendrá impacto directo sobre la creación de empleo formal y de alta calidad, el incremento de las exportaciones y el ingreso de divisas”.

En este sentido, PWC ya incorporó 1.200 empleados con su centro de servicios; Exxon otros 1.900, con perspectivas de crecer un 15% en los próximos 3 años. En el caso de JP Morgan, abrió un centro con 2.000 empleados que prestan servicios a la compañía en Estados Unidos desde la Argentina; dentro de él, inició la formación de un área de servicios legales que concentrará el 10% de los servicios jurídicos del banco a nivel global.

La buena calificación de los profesionales argentinos, su nivel de inglés y un huso horario cercano le permitió imponerse en la competencia con otros países. Accenture planea incorporar 1.000 empleados en 2020 y su CEO, Sergio Kaufman, promete “una revolución del empleo”.

Los call centers que crecieron exponencialmente en el país después del 2001 llegaron a emplear a 100.000 personas, ya que el país cumplía con el requisito de ofrecer un costo salarial inferior a USD 200 mensuales. A medida que esa condición se fue perdiendo, las compañías fueron migrando sus instalaciones hacia otros países.

Para prestar los servicios ofrecidos en la actualidad por los GDS, por el contrario, lo que la Argentina ofrece a las multinacionales es capital humano calificado. Las tareas requieren alta formación profesional y especialización en áreas como informática, contabilidad, finanzas, impuestos, abogacía o ingeniería, entre muchas otras. Según Argencon, ya existen más de 40 centros instalados en el país y se estima que la complejidad de los servicios que ofrecen les dará alta estabilidad. A diferencia de los call centers, su mudanza a otro país es muy compleja.

sábado, 7 de diciembre de 2019

MATÍAS KULFAS Y LOS TRES KIRCHNERISMOS: QUÉ PIENSA EL MINISTRO MÁS INFLUYENTE DE ALBERTO FERNÁNDEZ SOBRE LO QUE PASÓ Y LO QUE VIENE


En un libro de reciente reedición, el economista destacó el rol de Estado en materia productiva y social, pero criticó al cepo y a los subsidios a la energía. La hoja de ruta hacia adelante.
Por Esteban Rafele. 06/12/2019.

Matías Kulfas será el ministro de la economía real. Mientras Martín Guzmán es el hombre señalado para renegociar la deuda externa, uno de los economistas de cabecera de Alberto Fernández coordinará un ministerio de Desarrollo Productivo ampliado que comandará el acuerdo económico y social, buscará la recuperación del tejido productivo y el desarrollo de dos recursos naturales claves: la energía de Vaca Muerta y la minería.

Economista de formación heterodoxa y con un amplio recorrido en distintos espacios de debate académico y político, Kulfas ocupó puestos de segunda y tercera línea durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner. Fue subscretario Pyme, director del Banco Nación y gerente general de Banco Central, estos últimos dos cargos durante las gestiones de Mercedes Marcó del Pont en esas entidades.

En octubre, poco antes de las elecciones generales, la editorial Siglo XXI publicó una edición ampliada de un libro de 2016 que se convirtió ahora en referencia obligada para anticipar lo que viene: Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015.

1. Las tasas chinas
Los tres kirchnerismos coinciden, a grandes rasgos, con los tres periodos presidenciales. El primero estuvo caracterizado por la recuperación económica a “tasas chinas”, basada en buenos precios internacionales de las materias primas, un tipo de cambio competitivo y políticas estatales orientadas a redistribuir recursos, como las retenciones a las exportaciones del agro y el sector energético.

“El primer kirchnerismo finalizaría con un éxito rotundo en resultados económicos, pero también con la aparición del problema de la inflación sin un abordaje claro”, escribió Kulfas, que también criticó la intervención del Indec, a la que calificó como “uno de los mayores desaciertos de los periodos kirchneristas”.

Esos primeros años, relató, estuvieron signados, entre otras cosas, por una recuperación del empleo privado de raigambre industrial, algo comenzó a estancarse a partir del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner.

Pero allí también comenzaron tensiones que Kulfas detecta a lo largo de los doce años y que se manifestaron en el segundo kirchnerismo: “No hubo innovaciones institucionales y programáticas de relevancia. La política industrial continuó girando en torno a ejes preexistentes sin que se verificaran mejoras sustanciales en términos productivos y al mismo tiempo se agravó la dependencia de las importanciones en sectores clave como la industria automotriz”, sostuvo.

2. El deterioro de los superávits gemelos
Si el primer kirchnerismo fue la época de los superávits gemelos, el fiscal y el comercial, el crecimiento de la economía (que demandó importaciones) y del gasto fueron deteriorando esos pilares.

“El segundo kirchenrismo también sería un periodo de mayor expansión de la política fiscal”, anclada fundamentalmente en lo social. Si ese aumento del gasto tuvo un rol anticíclico durante la crisis financiera de 2008 y 2009, luego no se retrajo cuando la economía volvió a crecer. Entre esas políticas sociales destaca, sobre todo, la implementación de la AUH y la estatización de los fondos de las AFJP, que permitieron usar el Fondo de Garantía de Sostenibilidad (FGS) para hacer política pública.

Hubo problemas que se fueron agravando. “El tipo de cambio real mostraba una fuerte tendencia a la apreciación, afectaba la competitividad de la economía y generaba una fuerte expectativa devaluatoria”, escribió Kulfas. “Las contracaras de la expansión del consumo eran la notable alza de las importaciones industriales y el déficit energético, es decir, todas las miradas aputanban al desequilibrio externo, al nivel de las reservas y a la cotización del tipo de cambio”, continuó. ¿La respuesta? El cepo cambiario.

3. El cepo y el aguante
El control de cambios como reacción ante la falta de divisas, siguió Kulfas, podría “haber tenido algún sentido en un marco de transición”. Pero “la existencia de una brecha cambiaria estimuló una mayor especulación financiera y desalentó la inversión privada”, aseguró el economista.

La suma de déficit industrial, déficit energético, déficit de turismo y cepo cambiario significaron “el fin de la etapa expansiva”. “Lejos de ‘profundizar el modelo’, el tercer kirchnerismo debió contentarse con ‘aguantar el modelo’”, escribió el ministro de Alberto.

Falta de planificación
La recuperación del kirchnerismo que hace Kulfas trae una conclusión. Según su visión, la recuperación económica con altas tasas de crecimiento tuvo como contrapartida un déficit de planificación.

“A medida que avanzamos en la descripción histórica de las etapas kirchneristas, notamos una mayor tendencia hacia rasgos de voluntarismo y cierta desidia en el tratamiento de las restricciones económicas imperantes”, indicó el economista.

 “Los gobiernos kirchneristas han mostrado una mayor ductilidad a la hora de encarar la gestión de las políticas públicas. Pero esa ductilidad y vocación de gestión pudo observarse con mayor claridad en el manejo de los conflictos (que los hubo, y muchos) que en la planificación y la gestión en tiempos de ‘paz’. Esa persistente mirada en torno a la conflictividad explica, en buena medida, la encerrona del cepo cambiario”, escribió.

Hacia adelante
Como epílogo, Kulfas da pistas de cuál es la concepción del principal referente económico de Alberto Fernández. “El principal problema de la economía argentina es la restricción externa”, escribió. Dicho de otra forma, se necesitan dólares.

“El ciclo de altos precios internacionales de las materias primas finalizó y no hay señales de retorno”, indicó Kulfas. Tampoco “hay márgenes para aumentar el endeudamiento externo”, que “el gobierno de Mauricio Macri multiplicó por tres”.

“Estas restricciones llevan a plantear la necesidad de implementar un programa macreoeconómico y productivo consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda externa de los próximos años”, concluyó.

Entre las herramientas, Kulfas hace hincapié en la necesidad de otorgar créditos a “tasas de fomento y a largo plazo”, pero haciendo foco en los sectores que generen divisas. “Una regla sencilla: a quien genere dólares genuinos se le debería asistir con financiamiento barato en moneda nacional y con plazos favorables”.

Volver a crecer será la prioridad de su gestión. Pero ese crecimiento debe apalancarse en la inversión. “No es posible apostar a una recuperadción general a partir de un shock de consumo estimulado solo con aumentos del gasto público o la recomposición del salario real”, escribió y agregó: “Es necesario montar un aparato de relojería que direccione de manera efectiva escasos recursos hacia inversiones que recuperen el tejido manufacturero”.

El economista pasa revista por los cambios industriales del último tiempo y la necesidad de focalizar en el conocimiento. “Un eje central para plantear la sustitución desable de importaciones son los clusters (complejos industriales) en torno a los recursos naturales”. Escribió. Serían industrias ligadas al desarrollo del agro, el petróleo y la minería.