martes, 9 de agosto de 2011

10 claves para entender la crisis económica global

Por Jorge Oviedo | LA NACION
1. Ahora el fantasma es la recesión. En los últimos meses los mercados bursátiles se espantaron primero por la posibilidad de una cesación de pagos en Grecia y la posibilidad de que se contagiara a Portugal o a España, con consecuencias desastrosas. Luego fue el temor a la cesación de pagos en los Estados Unidos no por falta de crédito, sino por la falta de un acuerdo político para manejar el presupuesto. Ahora el temor es a la vuelta a una recesión profunda a niveles como los de 2008.

2. ¿Se había recuperado la economía norteamericana? Sí, pero muy débilmente y de manera despareja. El débil repunte de la economía crea muy pocos empleos, la desocupación es muy alta y hay dudas sobre cómo podía continuar creciendo. Todavía hay por lo menos un millón de viviendas que valen en el mercado menos que el valor de la hipoteca que tienen.

3 ¿ El acuerdo para evitar el default de la deuda americana no alivió la presión? No. Primero creó mucha desconfianza por el manejo político que se vio. A los Estados Unidos no le faltaba el crédito y podía seguir endeudándose, a diferencia de Grecia a quien los mercados no le prestan más. El pobre manejo político creo la sensación de inseguridad en la capacidad para resolver las cosas en tiempos difíciles. La confianza en que EE.UU. pagará siempre su deuda y respetará en el valor de su moneda se basa en la confianza en su sistema institucional.

4 ¿Hay peligro de que Estados Unidos entre en cesación de pagos? No. La calificadora de riesgo Standard & Poor's rebajó la calificación de deuda de la más alta a uno inferior, pero muy lejos del riesgo de cesación de pagos. Muchos han creído que el acuerdo entre republicanos y demócratas para elevar el techo de la deuda tiene recortes de gastos enormes que hacen que sea difícil que la economía vuelva a crecer vigorosamente pronto. El Nobel Paul Krugman desde su columna en el New Yok Times criticó fuertemente ese acuerdo.

5 ¿Cuáles son las consecuencias para la Argentina? Una profunda recesión que reduzca el precio de las materias primas, como la soja, el petróleo y algunos metales tendría importantes consecuencias para la Argentina y otros países productores que se han visto beneficiados por la larga bonanza de valores en esos productos.

6 ¿Es parecida la situación a la de 2008? En 2008 hubo un colapso del crédito por la enorme desconfianza que causó la súbita caída de Lehman Brothers. Ese colapso generó una caída súbita y muy profunda del comercio mundial. La caída accionaria actual más parece relacionada con un temor a una economía anémica por algún tiempo más, pero no a la caída de algún gigante financiero.

7 ¿Desaparecerá el dólar como moneda de refugio? Los mismos analistas que rebajaron la calificación de los Estados Unidos consideraron que la moneda norteamericana seguirá por mucho tiempo un refugio. La mayor parte del comercio mundial está nominado en esa moneda y países como China y Brasil son grandes tenedores de activos nominados en dólares como reserva. Parece difícil de cambiar de un modo veloz. De hecho en la Argentina ante los temores crece la demanda de dólares y el Banco Central debe vender para evitar el aumento de la cotización.

8 ¿Por qué caería el precio de las materias primas? Por la menor demanda por estar anémicas las economías americana, la del área del euro y Japón. El temor a ese efecto fue el que hizo retroceder el precio del petróleo, que no ha vuelto a tener los altísimos precios que tuvo antes de la crisis de 2008. Hay economistas que remarcan que, aún antes de esta caída, el comercio mundial no se ha recuperado a niveles previos a la crisis de 2008 y que algunos países como China han sostenido su crecimiento apoyándose en el consumo interno para remplazar exportaciones y que eso podría apuntalar el precio de los alimentos como la soja.

9 ¿Es seguro que se cumplirán los pronósticos de Standard & Poor's? El papel de las calificadoras de riesgo es sumamente controvertido y muchos les adjudican una enorme responsabilidad por haber otorgado calificaciones de altamente confiables a paquetes de deudas hipotecarias que resultaron ser, en realidad, "bonos basura".

10 ¿Hay manera de ser inmune al contagio? Es difícil. La Argentina, que no está tomando activamente créditos en el exterior, no es vulnerable a una violenta suspensión de esa entrada de fondos, como le pasó a Grecia, España y Portugal, entre otros y a la propia Argentina en la crisis de 2001 y 2002. En cambio, el país parece vulnerable a una eventual reducción del ingreso de divisas por exportación de productos, en especial de los del complejo sojero, ante una caída de los precios, de las cantidades demandadas o de ambas a la vez. Del mismo modo, una significativa reducción del nivel de actividad en Brasil sería muy perjudicial para la Argentina.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Crisis de la deuda en Estados Unidos

La catastrófica claudicación de Obama. Por Paul Krugman

WASHINGTON.- El acuerdo para elevar el techo de la deuda federal está a punto de ser aprobado. Si esto sucede, muchos comentaristas anunciarán que se ha evitado la catástrofe. Se estarán equivocando.
Porque el acuerdo en sí, según la información disponible, es una catástrofe, y no sólo para el presidente Barack Obama y su partido. El acuerdo perjudicará a una economía que ya está en recesión, probablemente agrave aún más el eterno problema del déficit norteamericano y, lo que es más importante todavía, al demostrar que la extorsión descarada funciona y no tiene costo político, arrastrará a Estados Unidos por el camino de las repúblicas bananeras.
Empecemos por la economía. En este momento, el país atraviesa una profunda depresión. Es casi seguro que la economía seguirá fuertemente deprimida durante todo el año que viene. Y es muy probable que la depresión continúe también durante 2013, o incluso más allá.
Lo peor que se puede hacer en una coyuntura como ésta es recortar el gasto público, porque sólo deprimirá la economía aún más. No escuchen a esos que invocan al hada de la confianza de los mercados, que aseguran que las enérgicas medidas presupuestarias transmitirán tranquilidad a los inversores y los consumidores y lograrán que gasten más. Las cosas no funcionan así: está demostrado por numerosos estudios de los registros históricos.
De hecho, recortar el gasto con la economía deprimida ni siquiera aliviará mucho la situación presupuestaria, y hasta podría agravarla. Por un lado, las tasas de interés con las que se endeuda el gobierno federal son muy bajas, así que un recorte del gasto ahora no hará mucho por reducir el costo de los intereses futuros. Por otro lado, debilitar la economía ahora también dañará sus perspectivas a largo plazo, reduciendo a su vez los ingresos futuros. Así que esos exigentes recortes del gasto de la actualidad son como esos médicos medievales que trataban al enfermo con sangrías y sólo conseguían enfermarlo aún más.
Y después están los términos del arreglo, que equivalen a una abyecta rendición por parte del presidente Obama. Primero, habrá enormes recortes del gasto público, sin aumentos de los ingresos. Luego un panel recomendará futuras reducciones del déficit, y si esas recomendaciones son aceptadas, habrá otros recortes del gasto.
Supuestamente, los republicanos tendrán incentivos para hacer concesiones en la próxima ronda, porque los gastos en defensa están en la mira de los recortes. Pero el Partido Republicano acaba de demostrar que está dispuesto a dejar que se produzca un colapso financiero a menos que su ala más dura obtenga todo lo que quiere. ¿Por qué esperar entonces que sean más razonables la próxima vez?
De hecho, lo más probable es que los republicanos se envalentonen por el modo en que Obama sigue retrocediendo frente a sus amenazas. Ya se rindió en diciembre, cuando extendió todos los recortes impositivos de George W. Bush, y se ha rendido ahora y a gran escala frente a la descarada extorsión sobre el techo de endeudamiento. Tal vez sea yo, pero acá veo un patrón de conducta.
¿Tenía el presidente alguna alternativa esta vez? Sí. Para empezar, podría y debería haber pedido un aumento del techo de endeudamiento allá en diciembre pasado.
Cuando le preguntaron por qué no lo hizo, respondió que estaba seguro de que los republicanos actuarían con responsabilidad. Seguí participando.
Incluso ahora, el gobierno de Obama podría haber recurrido a maniobras legales para sortear el techo de endeudamiento, para lo cual contaba con numerosas opciones. En circunstancias normales, habría sido un recurso extremo. Pero frente a la realidad de lo que está pasando, es decir, una extorsión descarada de parte de un partido que, después de todo, sólo controla una de las cámaras del Congreso, habría sido totalmente justificable.
Como mínimo, el presidente podría haber usado la opción de la artimaña legal para fortalecer su posición en las negociaciones. Sin embargo, hizo todo lo contrario: descartó todas esas opciones desde el principio.
¿Pero endurecer su postura no hubiese provocado preocupación en los mercados? Probablemente no. De hecho, si yo fuera un inversionista y viera que el presidente está dispuesto y es capaz de plantarse ante la extorsión de la extrema derecha, me sentiría más tranquilo, y no más preocupado. En cambio, Obama eligió mostrar lo contrario.
Todos pierden
Que nadie se equivoque: lo que estamos presenciando es una catástrofe en todos los planos.
Es, por supuesto, una catástrofe política para los demócratas, que hace apenas unas semanas parecían haber dejado en retirada a los republicanos y sus planes para desmantelar Medicare; ahora Obama arrojó todo a la basura. Y el daño continúa: habrá más situaciones embudo en las que los republicanos tendrán ocasión de amenazar con generar una crisis a menos que el presidente se rinda, y ahora pueden actuar confiados en que así será.
A la larga, sin embargo, los demócratas no serán los únicos perdedores. Lo que los republicanos lograron al salirse con la suya es poner en duda todo el sistema de gobierno. Al fin y al cabo, si es el partido dispuesto a ser más despiadado, dispuesto incluso a poner en peligro la seguridad económica de la nación, el que logra dictar las políticas de Estado, ¿cómo va a funcionar la democracia norteamericana? La respuesta: quizá no funcione.