En 1980 el Producto Bruto del país triplicaba el promedio mundial. Actualmente, está un 20% por debajo del mismo. Las razones y los efectos de ese mal desempeño económico.
Por Melina Manfredi. 03 de
Junio 2021
Desde 1980 hasta la fecha, la
Argentina atravesó sucesivas crisis económicas y financieras, devaluó varias
veces, multiplicó la inflación y anotó varios eventos de default de su deuda.
Uno de tantos indicadores que expresan ese deterioro en la macroeconomía local
es la caída del PBI per cápita. Este indicador expresa la relación entre todos
los productos y servicios que se generan en una economía durante un año y la
cantidad de habitantes en el país. Es una de las medidas económicas que se
utilizan para calcular la riqueza de una economía.
Según datos del FMI, en 1980
el PBI per cápita de la Argentina era de alrededor de US$8.000 por habitante.
Esa cifra era más de tres veces el PBI per cápita mundial, que estaba levemente
debajo de los US$2.500 por persona. En la actualidad, el Producto per cápita
local está en US$8.500 por persona pero el indicador global subió a US$10.800,
así, el PBI argentino quedó un 21% por debajo del indicador global. Según los
analistas, este dato expresa el empobrecimiento que sufrió la Argentina en los
últimos 40 años.
“Argentina creció mucho menos
el mundo. Ese crecimiento es inferior porque el país creció en un promedio de
1,4% mientras el mundo lo hizo a un promedio de 2,7%. Encima, la población
argentina aumentó menos que el promedio mundial. Eso nos debería jugar a favor
pero, como es tan bajo el crecimiento, igualmente perdemos participación en el
PBI mundial”, explicó Fernando Marengo, socio y economista jefe de Arriazu
Macroanalistas. Y añadió: ““Económicamente, de las últimas cuatro décadas,
perdimos dos. Hubo 20 años con tasa de crecimiento promedio anual negativa.
Esto ocurre porque Argentina es una economía hiper volátil”.
“La Argentina está estancada
en términos de crecimiento. Prácticamente tiene el mismo PIB per cápita que a
mediados de los ’70, mientras que otros países, como los asiáticos, pero
también Perú o Chile, crecieron por bien por encima. Salvo Brasil, que crece
como Argentina o un poco mas, y Venezuela, que tuvo una destrucción violenta
del Producto, la Argentina perdió el tren. Está en el podio de los países con
más recesiones”, completó Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de Eco Go.
A su turno, Lorenzo Sigaut
Gravina, economista de Equilibra, apuntó que el PBI per cápita, medido en
dólares, depende del tipo de cambio al que se calcule. En ese sentido, expresó
que en un país con tantos períodos de múltiples cotizaciones como la Argentina,
el indicador puede parecer más benévolo en momentos de dólar atrasado y
mostrarse más exiguo en tiempos de tipo de cambio más competitivo. Si bien
sostuvo que prefiere usar otros indicadores, concedió: “Lo cierto es que, más
allá de cómo se mida, la Argentina ha tenido una performance relativa peor que
la del resto del mundo”.
En cuanto a las razones de ese
bajo crecimiento, Sigaut Gravina enumeró varios factores. Entre ellos, la falta
de confianza, la dificultad de refugiar valor en el país y también los
problemas que plantea que el sector privado ahorre en dólares, ya que eso deja
poco espacio para la inversión productiva. “Hay una falta de visión de largo
plazo en las políticas públicas”, resumió.
El efecto cotidiano
Los fríos números de la
economía tienen una incidencia clara en el día a día de la población. “El PBI
en dólares crece 1,4% por año y, como hay inflación en dólares, el poder de
compra del país está cayendo. Y el dato más claro que resulta de todo esto es
tener un 50% de la población en la pobreza. Esto es resultado de tener 40 años
de política económica absolutamente incierta. Además, todos estos episodios
(que en economía se conocen como “stop and go”) generan una volatilidad muy
nefasta para la inversión. Salvo en la década del ’90, no hubo incremento en el
stock de capital y eso limita la posibilidad de crecer a futuro”, señala
Marengo.
“Además, la Argentina suma
otros problemas que el resto de los países no tienen, como la inflación. La
pobreza creció muchísimo desde mediados de los ‘70, cuando alcanzaba a un 4% o
5% de la población. Claro que 2020 fue un año particularmente crítico pero es
cierto que la economía crece poco. La realidad es que tenemos como un estado de
bienestar falso, que no es sostenible ni financiable, entonces se genera
inflación y los ahorros se van al exterior porque no hay instrumentos locales
para ahorrar en el país”, explicó Dal Poggetto, quien sostuvo que la salida a
esta situación crítica debe empezar por la generación de consensos básicos.
“La pobreza es una
consecuencia del mal desempeño de la economía argentina. A mediados de los ’70
había poco desempleo y baja pobreza. Hoy, hay mucha pobreza y bastante
desempleo. Son fenómenos que están interrelacionados ya que muchas personas
quedaron excluidas y la única forma de sostenerlos es con políticas de gasto
social. En realidad, es necesario incluirlos para no entrar en un círculo
vicioso”, planteó Sigaut Gravina. En ese sentido, propuso que es necesario que
haya acumulación de capital, no solo económico sino también humano (basado en
la capacitación) para que eso se traduzca en inversiones productivas que
incluyan a esos sectores de la sociedad a través del trabajo y generen
crecimiento en la economía.
Finalmente, Marengo calculó
que, para salir de la pobreza, el PBI anual per cápita debería triplicarse
desde el 1,4% que promedió en los últimos 40 años a la zona de 4,5%. “Eso
demanda inversión para apuntalar la oferta y, para financiar esa inversión, se
necesita un mercado de capitales doméstico. El fortalecimiento de este último
depende de la baja de la inflación, la reducción del déficit fiscal y la
emisión monetaria y de acotar la volatilidad del tipo de cambio”, indicó.