jueves, 25 de junio de 2009

La materialización del BRIC

May-27-08 - por Rodrigo Mallea
Lo que comenzó en el año 2004 como un ejercicio prospectivo de la consultora financiera Goldman Sachs acerca de las cuatro economías que liderarían el mundo en términos económicos y poblacionales para el 2050 -conocidas como las BRIC por sus siglas iniciales: Brasil, Rusia, India y China-, no sólo se limitó a enriquecer el análisis político y económico a nivel mundial sino que además comenzó a materializarse el 16 de mayo del presente año cuando se reunieron los cuatro cancilleres de las potencias señaladas en Rusia.
La reunión que tuvo lugar en Ekaterinburg difícilmente haya sido una coincidencia en un contexto mundial signado por el creciente nivel de precios que están alcanzando los alimentos y la energía -los dos ejes que definen la geopolítica actual- a lo que se le podría agregar otro elemento de carácter político no menos importante que ocupa el debate internacional actual: la relativización de la hegemonía estadounidense como única superpotencia mundial en los próximos años.
En este sentido, la agenda de los cancilleres reunidos en Rusia no escapó a ningún aspecto de las principales preocupaciones respecto a la coyuntura mundial: trabajar en conjunto para aliviar el peso de los altos precios globales de los alimentos, construir un sistema internacional más democrático basado en la diplomacia multilateral, fortalecer la estabilidad y la seguridad internacional, y establecer políticas para un uso más racional de la energía mundial: todo esto prescindiendo de la opinión estadounidense, lo que constituye toda una señal al tablero internacional.
El BRIC en números
Es en este contexto donde el BRIC parece haber tomado conciencia de su potencial económico y estratégico en ciernes del siglo XXI, ya que el conjunto de potencias hoy amasa el 27% del PBI mundial (según el Banco Mundial), y en términos poblacionales reúne el 41,6% de habitantes en el mundo.
No obstante, hay que señalar que las cuatro potencias emergentes aún están lejos de liderar el índice del PBI per cápita, donde Rusia actualmente ocupa el 53 lugar seguido de Brasil (80º), China (101º) y la India (129º) en el ranking de los 181 países que lleva el FMI.
A esto cabría agregar que en materia de defensa todavía nadie puede disputarle el liderazgo a Estados Unidos, hoy responsable del 46% del gasto militar mundial seguido del Reino Unido (5%), Francia (5%), China (4%), Japón (4%), Alemania (3%), Rusia (3%), Italia (3%), Arabia Saudita (3%) y la India (2%), aunque cabe resaltar que China, Rusia y la India han incrementado ostensiblemente su gasto militar en el último lustro.
Otro aspecto que hay que destacar es que actualmente sólo Rusia se halla en el G8 (además de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido) y en el Consejo de Seguridad sólo dos BRIC -Rusia y China- poseen un asiento permanente además de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. No obstante, actualmente hay una puja política encabezada por Brasil y la India para ampliar el Consejo y lo mismo sucede con el G8 luego de que Sarkozy planteara sumar cinco naciones: China, India, Sudáfrica, Brasil y México, lo que conformaría un G13 que abarcaría todas las BRIC, pero esto todavía está por verse.
El potencial del BRICPero volvamos al potencial: se estima que China sobrepasará el PBI de los Estados Unidos para el 2050 y hoy ya se habla de dos centros de gravitación de la economía mundial: uno en occidente y otro en oriente. Brasil por su parte ya logró el liderazgo de la región y actualmente se halla en una disputa por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad haciendo una clara apuesta a la tecnología nuclear para ello además de contar con una agresiva política exterior si tomamos en cuenta que Lula realizó 19 viajes a mandatarios extranjeros y recibió 12 sólo en el transcurso del 2007.
Rusia ha hecho lo suyo reclamando su liderazgo sobre Europa oriental haciéndole frente a la influencia estadounidense en aquélla región advirtiéndole abiertamente cuáles son sus límites. Para ello ya ha aunado fuerzas con China compartiendo varios ejercicios militares donde ambos mandatarios no desaprovecharon la oportunidad para criticar conjuntamente el plan de defensa de los EE.UU.
La India, segunda población mundial, no sólo cuenta con tecnología nuclear sino que además posee una gran masa de capital humano especializado para la cual construyó centenares de Silicon Valleys (comunidades orientadas en atraer y contener mano de obra calificada) que la llevaron a ser hoy el principal exportador de tecnología en el mundo.
Así, el hecho de que éstas cuatro potencias se hayan sentado a discutir y ver de qué modo podrían resolver las principales incógnitas mundiales al margen de los Estados Unidos es un dato de gran significatividad política, siendo el mayor mérito de Goldman Sachs el haber encontrado homogeneidad y sentido a las potencias del BRIC en la heterogeneidad política, social y cultural que ellas mismas suponen.

jueves, 18 de junio de 2009

El BRIC: una nueva realidad mundial

El BRIC se convierte en gigantescos mercados
Brasil, Rusia, India y China -reunidos hoy en la ciudad rusa de Ekaterinburg- pueden transformar el sistema de poder mundial. Por: Jorge Castro
Goldman Sachs, cuando inventó en 2001 la sigla BRIC (Brasil, Rusia, India y China) señaló que este grupo de países representaría 10% del PBI mundial al concluir la década. Pero en 2007 fue 14%; y trepará a 18% en 2010.
El auge del BRIC es parte de la tendencia de fondo de la economía mundial en los últimos 15 años.
En 2005, por primera vez desde la Revolución Industrial (1780), más de la mitad del PBI correspondió a los países emergentes; y en los cinco años previos a la crisis (2003-2008) respondió por 80% del crecimiento de la economía global.
Más importante, es que los emergentes son la fuente del 15% de las empresas transnacionales (ETN's) -segmento fundamental del sistema integrado transnacional de producción-, la dimensión productiva del capitalismo en su fase de globalización.
Los países emergentes dejan de ser plataforma de exportación de productos industriales de baja tecnología, basados en una fuerza de trabajo abundante y barata, que se exporta al Primer Mundo (G-7), y se convierten en gigantescos mercados internos que se expanden por el aumento del número de consumidores; y a los que dirigen sus bienes de alta tecnología y servicios sofisticados los países avanzados.
Goldman Sachs calcula que la clase media global de los países emergentes (con ingresos entre US$ 6.000 y US$ 30.000 anuales) crece 70/80 millones por año, dos tercios en Asia-Pacífico; y prevé que, en 2030, 2.000 millones de personas se habrán incorporado a esta clase media global.
Este nuevo mecanismo de acumulación que encabeza el BRIC implica que EE. UU. -y detrás de él, el resto del mundo avanzado- se vuelca a los servicios y a la alta tecnología.
También cambia la estructura del comercio internacional, que se torna más liviano y menos centrado en la industria, que se traslada en masa a los emergentes, y sobre todo a Asia-Pacífico.
Por último, todos los países del mundo, en primer lugar los de América del Sur, profundizan su especialización productiva, con un vuelco hacia los agroalimentos y la energía, y los servicios vinculados a esta plataforma de acumulación.
La industria tradicional (automotriz) se convierte en un fenómeno esencialmente asiático: China será la máxima productora mundial de automotores en 2011 (11.800.000 unidades anuales).
El BRIC no es un bloque ni un sistema multilateral, sino una expresión de la tendencia de fondo de la economía mundial, transformado en la segunda instancia política transnacional de la globalización, después del G-20.
"Todo consiste en advertir cuando lo sólido se transforma en líquido y lo líquido en sólido", dice Bismarck.
En el nuevo tejido del poder mundial, el papel de Brasil es crucial por tres motivos: su vínculo con EE. UU.; su condición de líder en América del Sur, una de las tres regiones emergentes; y su carácter de potencia agroalimentaria y energética en pleno despliegue del super-ciclo de commodities.
La reunión de hoy en Ekatarinburg (Rusia) es uno de los dos acontecimientos mundiales de 2009; el otro, es el encuentro del G-20 en septiembre, en Nueva York.

sábado, 13 de junio de 2009

En plena recesión, Europa gira a la derecha

Europa gira a la derecha. Por James Neilson
Berlusconi, símbolo de la derecha europea, sigue ganando pese a los escándalos.
Cuando para desconcierto de casi todos el sistema financiero internacional pareció estar por suicidarse y llevar consigo al más allá grandes trozos de la “economía real”, en el mundo entero pensadores progresistas se pusieron a festejar la muerte del capitalismo salvaje y su pronto reemplazo por un esquema que a su entender sería mucho más humano. Dieron por descontado que la gente se alzaría en rebelión contra un orden a su juicio irremediablemente podrido, encolumnándose detrás de aquellos políticos que le había advertido sobre el destino atroz que le esperaría si confiaba demasiado en las promesas engañosas de los comprometidos con la quimera “neoliberal”.
Pareció darles la razón el desenlace de las elecciones presidenciales norteamericanas del año pasado: Barack Obama debió su triunfo en buena medida al cataclismo financiero que tanto contribuyó a desprestigiar a republicanos como su rival John McCain. Puede entenderse, pues, el asombro que sienten los izquierdistas ante los resultados de los comicios europeos. En todos los países grandes, y en la mayoría de los chicos, se impusieron los conservadores, mientras que algunas agrupaciones sindicadas como ultraderechistas consiguieron abrirse lugar. También pudieron felicitarse por su éxito los verdes que, pensándolo bien, son a su modo particular los más conservadores de todos.
Para los izquierdistas ortodoxos que se enorgullecen de sus certidumbres contundentes y que, como es lógico, creyeron tener buenos motivos para suponer que les beneficiaría la crisis penosa del capitalismo, los resultados fueron un balde de agua fría. Si bien lograron asustar a muchos hablando del “fin del capitalismo” o, por lo menos, de su avatar más reciente, al sembrar la idea de que en adelante todo sería distinto ayudaron a crear un clima que no les favorecería en absoluto. Lejos de sentir entusiasmo por las “soluciones” propuestas por los socialdemócratas o los neocomunistas, la mayoría las han tomado por una amenaza.
A qué se debió el triunfo de los conservadores? En parte a que en tiempos de zozobra económica escasean los dispuestos a arriesgarse optando por partidos que quisieran emprender reformas drásticas de eficacia dudosa que, para más señas, ya se habían ensayado con resultados decepcionantes. Con razón o sin ella, cuando del manejo de la economía se trata, hoy en día la mayoría propende a confiar más en los conservadores que le parecen más serios, menos propensos a dejarse seducir por fantasías voluntaristas anticuadas. Fue a buen seguro por esta razón que tantos italianos eligieron pasar por alto la conducta de su primer ministro Silvio Berlusconi –que en vísperas de las elecciones se las arregló para protagonizar un escándalo mucho más llamativo que el de Perón con las chicas de la UES al rodearse de jóvenes desvestidas–, lo que permitió a su partido y a sus aliados de la Liga Norte aventajar por un margen cómodo a la alicaída izquierda peninsular.
Otro factor, acaso el más importante, tiene que ver con la brecha que en la mayor parte de Europa se ha abierto entre las elites políticas, económicas y, sobre todo, culturales, por un lado y, por el otro, los demás habitantes del bien llamado Viejo Continente. Desde hace varias décadas, las universidades y medios de difusión europeos están dominados por progresistas que, con la ayuda entusiasta de una generación de políticos, han procurado extirpar las tradiciones nacionales de sus países respectivos por creerlas responsables de una serie de catástrofes históricas, entre ellas el surgimiento del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, sin preocuparse en absoluto por los sentimientos mayoritarios. La consecuencia más notable de los esfuerzos por purgar Europa de sus males ancestrales ha sido la llegada de decenas de millones de inmigrantes procedentes del Tercer Mundo, en especial de los países musulmanes, que, lejos de querer asimilarse, parecen resueltos a obligar, por las buenas o por las malas, a sus anfitriones a modificar radicalmente su propio estilo de vida.
Para las elites, el “multiculturalismo” y la “diversidad” resultante han servido para enriquecer a Europa, para hacerla más vibrante, menos gris. Asimismo, sus voceros han señalado una y otra vez que si los europeos se resisten a producir hijos en cantidades adecuadas, hay que llenar el vacío importando jóvenes de otra latitudes. Pero para muchos nativos, la decisión de estimular la inmigración masiva sin consultarlos antes está detrás de una invasión ajena nada agradable que los ha hecho sentir como extranjeros indeseados en sus propios barrios. Se creen víctimas de un experimento maligno emprendido por intelectuales cosmopolitas altaneros que, haciendo gala del desprecio que sienten por sus compatriotas menos esclarecidos, los han echado en una mezcladora multicultural.
Puede que sean lamentables las manifestaciones de xenofobia de quienes añoran el estilo de vida monocromático de otros tiempos, pero son innegablemente naturales. ¿Cómo reaccionarían los habitantes de La Matanza, digamos, si, sin que nadie les pidiera permiso, se vieran forzados a convivir con medio millón de somalíes que no ocultaran su odio por las costumbres argentinas? En todos los países de Europa, han proliferado últimamente las protestas contra el intento de atenuar los problemas ocasionados por el envejecimiento de poblaciones que son reacias a reproducirse abriendo las puertas a inmigrantes cuyas formas de pensar son, en opinión de muchos, incompatibles con las tradiciones locales. Como no pudo ser de otra manera, la crisis económica, y la sensación difundida de que será imposible recuperar la prosperidad de apenas medio año atrás, ha ampliado las grietas que separan a los distintos grupos étnicos y religiosos.
En Holanda, el partido de Geert Wilders que en nombre de los principios básicos de la Ilustración se opone con virulencia a la presencia creciente del Islam en su país, logró el 17 por ciento de los votos y sobre la base de ellos, cuatro de los 25 escaños de su país. Si es “ultraderechista” sentirse amenazado por el conservadurismo extremo de los islamistas, Wilders se ubica bien a la derecha del mapa político, pero conforme a las pautas que regían antes de iniciarse la era de “la corrección política” al uso europeo, su postura es bastante moderada. No puede decirse lo mismo del Partido Nacional Británico, un grupo de matones racistas de simpatías hitlerianas, que para horror del grueso de sus compatriotas consiguió un par de escaños en el parlamento europeo, lo que les supondrá una inyección muy útil de dinero.
Aunque sigue siendo una agrupación muy minoritaria que debió su éxito al uso del sistema electoral poco británico de la representación proporcional, el PNB supo aprovechar el malestar que sienten los blancos pobres, casi todos ex laboristas, y algunos de la clase media acomodada, por la transformación de partes de sus ciudades en copias fieles de aldeas paquistaníes. Les molesta mucho que, por su propia seguridad, hasta mujeres inglesas tengan que cubrir la cara cuando salen de compras y que en las calles abunden fanáticos exóticamente ataviados que predican la guerra santa contra quienes en teoría son sus compatriotas británicos. También benefició al PNB el desprestigio del establishment político, sobre todo la vertiente laborista, debido a la revelación poco antes de las elecciones de que casi todos los parlamentarios habían engordado sus ingresos embolsando cantidades jugosas de dinero supuestamente para viáticos y otros gastos.
La combinación de inseguridad económica y el temor producido por la irrupción de millones de musulmanes, incluyendo a algunos que son muy pero muy combativos, está detrás del “giro hacia la derecha” que han dado últimamente los británicos, alemanes, franceses, italianos, españoles, polacos y otros. Se trata de su forma de atrincherarse para enfrentar mejor un futuro que les parece ominoso. Dadas las circunstancias, el malestar que se ha propagado por Europa puede entenderse. Merced a la negativa a procrearse de tantos alemanes, italianos, españoles, griegos, letones, etcétera, los sistemas provisionales relativamente generosos de la UE no tardarán en compartir la suerte de los argentinos.
Por lo demás, la mayoría presiente que la reconfortante noción progre de que las convulsiones económicas actuales servirán para que el “capitalismo salvaje” denunciado por los socialdemócratas y quienes están a su izquierda se vea sucedido por algo muchísimo más benigno es sólo una ilusión, ya que países como Alemania que apostaron todo a la industria manufacturera tendrán que enfrentar la competencia cada vez más brutal de China y la India. Otro motivo de malestar es que nadie parece entender muy bien cómo funcionan las economías modernas en que actividades misteriosas y al parecer grotescamente improductivas, como las vinculadas con las finanzas y los servicios, constituyen el motor principal del crecimiento: a muchos les parece sólo un truco, un castillo de naipes que un día se desplomará depositando a millones en la miseria. Como tantos otros, los europeos del montón sienten vértigo en un mundo que a su juicio se ha hecho insoportablemente complicado y peligroso: puede que en los años próximos nos deparen sorpresas que sean decididamente mayores, y más alarmantes, que las supuestas por los resultados electorales más recientes.