Alieto Guadagni, 2015
En este siglo XXI una nación no puede asegurar su
crecimiento económico y desarrollo tecnológico sin una significativa graduación
universitaria de su población. Por eso es importante reconocer que existe una
gran diferencia en nuestra realidad universitaria cuando se la compara con
muchos otros países, por ejemplo Brasil.
No existe aquí, ni se piensa implementar porque luce como
“restrictivo”, un sistema nacional unificado de ingreso a la universidad como
en Brasil, o en países tan diversos como China, Israel, Cuba, Alemania, Corea,
Ecuador, Francia (desde la época de Napoleón) y muchos otros países como
Finlandia, Irlanda, Polonia, Rusia, Hungría, Holanda, Australia, Suiza, Italia,
Colombia y Chile.
En Brasil existe el ENEM (Examen Nacional de Enseñanza Media),
cuya aprobación permite el ingreso a la universidad y además, facilita el
otorgamiento de becas a alumnos humildes que hayan obtenido buenos puntajes.
Son muchos los que creen que con este examen “restrictivo”,
Brasil debería estar rezagado en su graduación comparado con nosotros, que no
aplicamos exámenes nacionales previos al ingreso a la universidad. Por eso es
útil realizar una comparación entre ambos países.
(I) Brasil tiene, en proporción a la población, un 73 % más
de graduados universitarios que nosotros. En el 2013 nosotros tuvimos 118 mil
graduados y Brasil 991 mil.
(II) La explicación de esta diferencia es simple: ellos
gradúan 55 de cada 100 ingresantes y nosotros apenas 34. Nuestra deserción
estudiantil es muy alta, ya que alcanza al 58 por ciento en las universidades
privadas y a un 69 por ciento en las estatales.
(III) A pesar del carácter “restrictivo” del ENEM Brasil
viene aumentando su graduación más rápidamente que nosotros, aunque aquí es más
fácil ingresar a una carrera universitaria que en Brasil. En el 2003 nosotros
graduamos 76 mil universitarios, en el 2013 teníamos 118 mil o sea un 55 por
ciento más. Pero en este mismo periodo Brasil incremento su graduación mucho
más: 86 por ciento.
El próximo sábado 24 y domingo 25 de octubre serán jornadas
muy distintas en Argentina y Brasil, ya que en estos dos días casi 8 millones
de jóvenes brasileños se presentaran en 2000 ciudades a rendir el ENEM.
Esto quiere decir, estimado lector, que mientras usted está
leyendo esta nota, hay millones de adolescentes brasileños estudiando
intensamente para rendir un exigente examen escrito de diez horas, o sea que
están fortaleciendo su preparación en las asignaturas básicas de la escuela
secundaria. Nada de eso ocurre aquí.
Con frecuencia se presenta el argumento que estos sistemas,
como el ENEM, son restrictivos y excluyentes, ya que dificultan el ingreso a la
universidad y por lo tanto es conveniente optar por regímenes de ingresos más
inclusivos como los nuestros, aunque no estimulen el estudio por parte de los
alumnos secundarios.
Es un argumento fuerte para quienes aspiran a una sociedad
con igualdad de oportunidades, pero la realidad lamentablemente está lejos de
confirmar esta argumentación, ya que a pesar del ENEM, Brasil gradúa más universitarios
que nosotros porque la deserción estudiantil en sus universidades, justamente
gracias a la mejor preparación previa al ingreso es inferior a la nuestra.
Es difícil avanzar en este siglo de la ciencia y la
tecnología sin una significativa graduación universitaria de calidad, por eso
nos podemos -y debemos- plantear la siguiente pregunta:
¿Quién se preocupa más por el futuro de los adolescentes,
las autoridades brasileñas o las argentinas, que no estimulan la dedicación al
estudio de los adolescentes para mejorar su futura graduación universitaria?
La aplicación de estos exámenes al finalizar el secundario,
no solo en Brasil sino en muchísimos otros países, de por sí no resuelve
mágicamente todos los problemas del ciclo secundario — universitario, pero no
aplicarlos agrava la situación.
Un fin de semana muy diferente en Brasil y Argentina es el
preludio de dos futuros distintos, pero los jóvenes no son los responsables de
esto, ya que son los adultos quienes determinan la política educativa.
Si seguimos como hasta ahora, seguiremos comprometiendo el
futuro de nuestros adolescentes, ya que no adoptamos las medidas necesarias
para fortalecer el proceso educativo durante el nivel secundario, algo que
configura un requisito esencial e indispensable para tener una educación
universitaria más inclusiva y de mayor calidad.
Alieto Guadagni. Ex secretario de Energía. Miembro de la Academia Nacional de
Educación