jueves, 10 de septiembre de 2015

EDUCACIÓN: APRENDER DE BRASIL

Alieto Guadagni, 2015
En este siglo XXI una nación no puede asegurar su crecimiento económico y desarrollo tecnológico sin una significativa graduación universitaria de su población. Por eso es importante reconocer que existe una gran diferencia en nuestra realidad universitaria cuando se la compara con muchos otros países, por ejemplo Brasil.

No existe aquí, ni se piensa implementar porque luce como “restrictivo”, un sistema nacional unificado de ingreso a la universidad como en Brasil, o en países tan diversos como China, Israel, Cuba, Alemania, Corea, Ecuador, Francia (desde la época de Napoleón) y muchos otros países como Finlandia, Irlanda, Polonia, Rusia, Hungría, Holanda, Australia, Suiza, Italia, Colombia y Chile. 

En Brasil existe el ENEM (Examen Nacional de Enseñanza Media), cuya aprobación permite el ingreso a la universidad y además, facilita el otorgamiento de becas a alumnos humildes que hayan obtenido buenos puntajes.

Son muchos los que creen que con este examen “restrictivo”, Brasil debería estar rezagado en su graduación comparado con nosotros, que no aplicamos exámenes nacionales previos al ingreso a la universidad. Por eso es útil realizar una comparación entre ambos países.

(I) Brasil tiene, en proporción a la población, un 73 % más de graduados universitarios que nosotros. En el 2013 nosotros tuvimos 118 mil graduados y Brasil 991 mil. 
(II) La explicación de esta diferencia es simple: ellos gradúan 55 de cada 100 ingresantes y nosotros apenas 34. Nuestra deserción estudiantil es muy alta, ya que alcanza al 58 por ciento en las universidades privadas y a un 69 por ciento en las estatales. 
(III) A pesar del carácter “restrictivo” del ENEM Brasil viene aumentando su graduación más rápidamente que nosotros, aunque aquí es más fácil ingresar a una carrera universitaria que en Brasil. En el 2003 nosotros graduamos 76 mil universitarios, en el 2013 teníamos 118 mil o sea un 55 por ciento más. Pero en este mismo periodo Brasil incremento su graduación mucho más: 86 por ciento.

El próximo sábado 24 y domingo 25 de octubre serán jornadas muy distintas en Argentina y Brasil, ya que en estos dos días casi 8 millones de jóvenes brasileños se presentaran en 2000 ciudades a rendir el ENEM.

Esto quiere decir, estimado lector, que mientras usted está leyendo esta nota, hay millones de adolescentes brasileños estudiando intensamente para rendir un exigente examen escrito de diez horas, o sea que están fortaleciendo su preparación en las asignaturas básicas de la escuela secundaria. Nada de eso ocurre aquí.

Con frecuencia se presenta el argumento que estos sistemas, como el ENEM, son restrictivos y excluyentes, ya que dificultan el ingreso a la universidad y por lo tanto es conveniente optar por regímenes de ingresos más inclusivos como los nuestros, aunque no estimulen el estudio por parte de los alumnos secundarios.

Es un argumento fuerte para quienes aspiran a una sociedad con igualdad de oportunidades, pero la realidad lamentablemente está lejos de confirmar esta argumentación, ya que a pesar del ENEM, Brasil gradúa más universitarios que nosotros porque la deserción estudiantil en sus universidades, justamente gracias a la mejor preparación previa al ingreso es inferior a la nuestra.

Es difícil avanzar en este siglo de la ciencia y la tecnología sin una significativa graduación universitaria de calidad, por eso nos podemos -y debemos- plantear la siguiente pregunta:
¿Quién se preocupa más por el futuro de los adolescentes, las autoridades brasileñas o las argentinas, que no estimulan la dedicación al estudio de los adolescentes para mejorar su futura graduación universitaria? 

La aplicación de estos exámenes al finalizar el secundario, no solo en Brasil sino en muchísimos otros países, de por sí no resuelve mágicamente todos los problemas del ciclo secundario — universitario, pero no aplicarlos agrava la situación. 

Un fin de semana muy diferente en Brasil y Argentina es el preludio de dos futuros distintos, pero los jóvenes no son los responsables de esto, ya que son los adultos quienes determinan la política educativa. 

Si seguimos como hasta ahora, seguiremos comprometiendo el futuro de nuestros adolescentes, ya que no adoptamos las medidas necesarias para fortalecer el proceso educativo durante el nivel secundario, algo que configura un requisito esencial e indispensable para tener una educación universitaria más inclusiva y de mayor calidad.
 
Alieto Guadagni. Ex secretario de Energía. Miembro de la Academia Nacional de Educación