En el Día Mundial de la
Tierra, líderes de todo el mundo y especialistas explican cómo la degradación
del ambiente en manos del ser humano ha generado la aparición de nuevas
epidemias que amenazan el orden sanitario mundial. El coronavirus como última
expresión del peligro latente. 22 de Abril de 2021
¿Cuántas veces escuchamos la
frase: “El tiempo se agota”? Seguramente muchas. Sin embargo, desde que la
pandemia de coronavirus golpea al mundo, tanto los desarrollos científicos como
la propia toma de conciencia, han puesto en un primer lugar de importancia este
interrogante que afecta a la salud y la vida socio económica del mundo entero.
El propio António Guterres, secretario General de las Naciones Unidas, lo dejó
claro recientemente: “El tiempo se acaba para evitar que el cambio climático se
convierta en una catástrofe permanente. Ha llegado el momento, en este año
crucial para la humanidad, de emprender una acción climática enérgica”. Pero el
panorama adquiere más complejidad cuando empieza a surgir una interpretación
que vincula el desequilibrio ecológico y del medio ambiente con la irrupción de
nuevas pandemias. ¿Hay relación entre el coronavirus y la contaminación? Son
cada vez más los especialistas que dicen que sí.
La emergencia sanitaria
mundial que transitamos debido al COVID-19 sucede en un momento de alerta sobre
el cambio climático y sobre la creciente pérdida de biodiversidad. “Esta
emergencia condujo a una crisis económica y humanitaria, donde quedó en
evidencia que la vulnerabilidad y las desigualdades sociales, económicas,
sanitarias y ambientales se encuentran entrelazadas”, señalaron al respecto
desde Fundación Vida Silvestre.
Por eso el Día Mundial de la
Tierra cobra cada vez más importancia. Tal es así que, tal cual lo prometió
durante la campaña electoral, uno de los principales ejes de la gestión de Joe
Biden, será la lucha contra el cambio climático. Por ese motivo, el presidente
de Estados Unidos organizó una cumbre virtual que a partir de este jueves 22 de
abril que congregará a 40 líderes mundiales, entre los que se destacan Vladimir
Putin, Xi Jinping y el papa Francisco.
La cumbre, que se extenderá
hasta el viernes y funcionará como antesala de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático de noviembre en Glasgow, contará con la
participación de 17 países responsables del 80% de las emisiones que aceleran
el cambio climático en el mundo.
La conocida activista
medioambiental, Greta Thunberg, dijo que espera que la cumbre liderada por
Estados Unidos, empiece a tratar el asunto como una crisis real. “Podemos
celebrar todas las cumbres que queramos [...] (pero) mientras no tratemos la
crisis como tal no podremos lograr ningún cambio importante”, dijo en una
sesión informativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la
pandemia del COVID, a la que fue invitada. “No podemos intentar resolver esta
crisis con el mismo enfoque que nos metió en ella en primer lugar. Tenemos que
empezar a tratar la crisis como una crisis”, añadió Thunberg.
En coincidencia con la joven,
Alexis Bonte, representante de FAO en Venezuela, sostuvo que ante la actual
emergencia climática y sanitaria “urgimos de un cambio radical en mucho de lo
que hemos venido haciendo”. Bonte agregó: “Resulta esencial transformar los
sistemas agroalimentarios para que sean más respetuosos con el clima,
sostenibles, innovadores, nutritivos y resilientes. Restaurar nuestros
ecosistemas dañados representa la restauración misma de la Tierra. Esto ayudará
a acabar con la pobreza y combatir el cambio climático. Pero para conseguirlo,
debemos hacer uso de la innovación y, al mismo tiempo, recurrir a las prácticas
ancestrales y a los métodos agrícolas practicados por los pueblos originarios”.
El avance de las pandemias
En este contexto, el avance de
las pandemias ya es una realidad del presente y los días futuros. Bill Gates,
el magnate fundador de Microsoft, estimó que para finales del 2022 el COVID-19
será finalmente “aplastado” —al menos casi en su totalidad — y que el mundo
podrá volver “completamente a la normalidad”. Pero, ¿qué pasará luego? ¿Vendrán
nuevas pandemias? ¿Hasta qué punto el hombre tiene responsabilidad en la
manipulación que hace con los animales que trasmiten enfermedades?
De acuerdo a un informe sobre
biodiversidad y pandemias elaborado por 22 expertos líderes de todo el mundo,
que propone un cambio transformador en el enfoque global para hacer frente a
las enfermedades infecciosas, las pandemias en el futuro surgirán con más
frecuencia, se propagarán más rápidamente, tendrán mayor impacto en la economía
mundial y podrían matar a más personas que COVID-19. Los expertos coinciden en
que escapar de la era de las pandemias es posible, pero esto requerirá un
cambio radical en el enfoque para pasar de la reacción a la prevención.
Actualmente se estima que
otros 1,7 millones de virus actualmente “no descubiertos” existen en mamíferos
y aves, de los cuales hasta 827.000 podrían tener la capacidad de infectar a
las personas. “No hay un gran misterio sobre la causa de la pandemia de
COVID-19 —o de cualquier pandemia moderna—. Las mismas actividades humanas que
impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también generan
riesgos de pandemia a través de sus impactos en nuestro medio ambiente”, dijo
el doctor Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance y del taller de la
IPBES.
“Cambios en la forma en que
usamos el suelo, la expansión e intensificación de la agricultura, y el
comercio, la producción y el consumo insostenibles perturban la naturaleza y
aumentan el contacto entre la vida silvestre, el ganado, los patógenos y las personas.
Este es el camino que conduce hacia las pandemias”, advirtió Daszak.
Según los datos develados por
el informe, el riesgo de pandemias puede disminuir significativamente si se
reducen las actividades humanas que impulsan la pérdida de biodiversidad,
mediante una mayor conservación de las áreas protegidas y medidas que reduzcan
la explotación insostenible de las regiones de alta biodiversidad. Esto
reducirá el contacto entre la vida silvestre, el ganado y los humanos, y
ayudará a prevenir la propagación de nuevas enfermedades.
“La abrumadora evidencia
científica apunta a una conclusión muy positiva. “Tenemos una capacidad cada
vez mayor de prevenir pandemias, pero ahora mismo la forma en que las estamos
abordando ignora en gran medida esa capacidad. Nuestro enfoque efectivamente se
ha estancado: todavía dependemos de los intentos de contener y controlar las
enfermedades después de que surgen, a través de vacunas y tratamientos. Podemos
escapar de la era de las pandemias, pero esto requiere un enfoque mucho mayor
en la prevención además de la reacción”, subrayó Daszak.
La OMS aseguró por su parte
que la desigualdad en el acceso a las vacunas contra el COVID-19 es cada vez
más “grotesca”. “La brecha entre el número de vacunas administradas en países
ricos y las aplicadas en regiones más pobres sigue creciendo”, indicó el
director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom
Ghebreyesus.
“En enero, declaré que el mundo estaba al
borde de un catastrófico fracaso moral si no se adoptaban medidas urgentes para
garantizar una distribución justa de las vacunas anticovid. Tenemos los medios
para evitar este fracaso, pero es sorprendente lo poco que se ha hecho para
evitarlo”, dijo Adhanom Ghebreyesus. Y subrayó: “La brecha entre el número de
vacunas administradas en países ricos y las aplicadas a través de COVAX sigue
creciendo, y se está tornando más grotesca cada día”, expresó.
El sistema internacional
Covax, creado especialmente por la OMS, busca abastecer este año de dosis al
20% de la población de casi 200 países y territorios y también cuenta con un
mecanismo de financiación para ayudar a 92 países desfavorecidos.
Ahora, ¿cuáles son los
factores ambientales que impulsan la aparición de nuevas enfermedades? De
acuerdo al informe “COVID 19: llamado urgente para proteger a las personas y la
naturaleza” -lanzado por la Organización Mundial de Conservación (WWF) y
difundido en Argentina por la Fundación Vida Silvestre Argentina, son: el
comercio y consumo de animales silvestres, la deforestación y conversión de
ambientes naturales y la expansión de actividades agrícolas y ganaderas no
sustentables.
“Esto deja en evidencia que la
forma en que producimos y consumimos fomenta el contacto cercano con diferentes
especies silvestres, lo que propicia que muchas enfermedades se traspasen de
los animales a los humanos. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA), una nueva enfermedad infecciosa emerge en los
humanos cada 4 meses, de las cuales el 75% provienen de animales”, dicen desde
la fundación.
Salvar la tierra
Diferentes estudios nos están
alertando, hace décadas, que nuestra forma de consumir y producir está
destruyendo la naturaleza a un ritmo mucho más rápido de lo que puede
recuperarse. Las actividades humanas ya han alterado de manera significativa
3/4 de la tierra y 2/3 del océano, generando graves consecuencias para nuestra
salud y nuestro bienestar.
Manuel Jaramillo, Director
General de Vida Silvestre, reflexionó: “Este 22 de abril reforcemos la
necesidad de un Nuevo Acuerdo Global Por la Naturaleza y las Personas,
orientado a un cambio de paradigma en nuestro vínculo con el planeta, para
cambiar los actuales patrones de producción y consumo, detener el cambio de uso
del suelo y fomentar la toma de decisiones políticas y económicas respetando
los límites del planeta. Buena parte de las prácticas agrícolas, ganaderas y
pesqueras son insostenibles, debemos modificarlas para producir los alimentos
que requerimos conservando la biodiversidad”.
Tal cual argumentó Guterres,
para evitar que la crisis climática se convierta en una catástrofe permanente,
“se debe limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados” Para ello,
se debe lograr que a mediados de siglo las emisiones netas de gases de efecto
invernadero sean de valor cero. “Un grupo de países que representan
aproximadamente dos tercios de la economía mundial ya se han comprometido a
hacerlo. Es un indicio alentador, pero necesitamos urgentemente que todos los
países, ciudades, empresas e instituciones financieras se unan a esa coalición
y adopten planes concretos para la transición a emisiones netas cero”, expresó
el Secretario de las Naciones Unidas.
Y agregó: “Aún más urgente es
que los Gobiernos respalden esa ambición a largo plazo con la adopción de
medidas concretas ahora, en un momento en que se están movilizando billones de
dólares para superar la pandemia de COVID-19. La revitalización de las economías
es nuestra oportunidad de reconfigurar nuestro futuro. Si no actuamos,
destruiremos el planeta”
El Acuerdo de París, parece
ser el marco en con el que todos los países del mundo toman este tema de forma
seria desarrollando planes nacionales de acción climática. “Los nuevos planes
nacionales deben reducir la contaminación global por gases de efecto
invernadero en al menos un 45 % para 2030 con respecto a los niveles de 2010.
Ya se han presentado muchos planes en los que se establecen políticas claras
para adaptarse a los efectos del cambio climático y promover el acceso a las
energías renovables. Sin embargo, hasta la fecha, esos planes solo han
conseguido reducir las emisiones en menos de un 1 %, una situación que debe
considerarse como una auténtica alerta roja para las personas y el planeta”,
dijo Guterres.
La eliminación gradual del
carbón del sector eléctrico es el paso más importante para alcanzar el objetivo
de 1,5 grados. La adopción inmediata de medidas para eliminar el combustible
fósil más sucio y contaminante de los sectores energéticos ofrece a nuestro
mundo una oportunidad.
Según detalló el secretario
general de las Naciones Unidas, “el consumo mundial de carbón para generar
electricidad debe reducirse para 2030 en un 80 % por debajo de los niveles de
2010. Eso significa que las economías desarrolladas deben comprometerse a
eliminar el carbón para 2030 y que los demás países deben hacerlo para 2040. No
hay razón alguna para construir nuevas centrales alimentadas con carbón en
ningún lugar del mundo. El funcionamiento de un tercio de las instalaciones
mundiales que operan con carbón ya es más costoso que la construcción de nuevas
plantas de generación y almacenamiento de energías renovables. La COP26 debe
marcar el fin del uso del carbón”.
La Cumbre del G7 que se
celebrará en junio es una oportunidad para que los países más ricos del mundo
asuman los compromisos financieros necesarios que garanticen el éxito de la
COP26.
Los países que menos han
contribuido al cambio climático son los que sufren muchos de los peores
efectos. “Muchas pequeñas naciones insulares simplemente dejarán de existir si
no intensificamos la respuesta. Los países desarrollados deben cumplir sus
compromisos de aportar y movilizar 100.000 millones de dólares anuales para:
duplicar los niveles actuales de financiación para el clima, dedicar la mitad
de la financiación para el clima a la adaptación, poner fin a la financiación
internacional del carbón; desviar las subvenciones de los combustibles fósiles
a las energías renovables”, enumeró Guterres.
La Cumbre del G7 que se
celebrará en junio es una oportunidad para que los países más ricos del mundo
asuman los compromisos financieros necesarios que garanticen el éxito de la
COP26. “Pido a todos los bancos de desarrollo multilaterales y nacionales que,
antes de la COP26, adopten políticas claras para financiar la recuperación de
la COVID y la transición a economías resilientes en los países en desarrollo,
teniendo en cuenta los niveles de deuda agobiantes y las enormes presiones a
que están sometidos los presupuestos nacionales”, dijo Guterrez.
La importancia pensar
políticas ambiciosas
Los expertos calculan que el
costo de reducir los riesgos para prevenir las pandemias es 100 veces menor que
el de reaccionar a tales pandemias, lo que “proporciona fuertes incentivos
económicos para un cambio transformador”.
Los expertos calculan que el
costo de reducir los riesgos para prevenir las pandemias es 100 veces menor que
el de reaccionar a tales pandemias, lo que “proporciona fuertes incentivos
económicos para un cambio transformador”.
Muchos gobiernos locales y
empresas privadas se han comprometido a lograr emisiones netas de valor cero
para 2050 y han emprendido importantes revisiones de sus modelos de negocio.
“Insto a todos a establecer objetivos y políticas ambiciosos”, expresaron desde
la ONU. “Animo a los jóvenes de todo el mundo a que sigan alzando la voz para
responder al cambio climático, proteger la biodiversidad, detener la guerra de
la humanidad contra la naturaleza y acelerar los esfuerzos para alcanzar los
objetivos de desarrollo sostenible”, dijo Guterrez.
El informe sobre biodiversidad
y pandemias elaborado por 22 expertos líderes de todo el mundo indica que
depender de las respuestas a las enfermedades después de su aparición, con
medidas de salud pública y soluciones tecnológicas, en particular el diseño y
la distribución rápidos de nuevas vacunas y terapias, es un “camino lento e
incierto” en el que destacan tanto el sufrimiento humano generalizado como las
decenas de miles de millones de dólares en daños económicos anuales a la
economía global por sólo reaccionar a las pandemias.
En lo referente al costo
probable del COVID-19 de USD 8 a16 mil millones a nivel mundial hasta julio de
2020, se estima además que sólo en Estados Unidos esta cifra puede alcanzar los
USD 16 mil millones para el cuarto trimestre de 2021. Los expertos calculan que
el costo de reducir los riesgos para prevenir las pandemias es 100 veces menor
que el de reaccionar a tales pandemias, lo que “proporciona fuertes incentivos
económicos para un cambio transformador”.
En 2019, antes de la llegada
de la pandemia de la COVID-19, PNUMA ya advertía en su informe anual: “Nuestra
salud estará cada vez más amenazada si el mundo no toma medidas urgentes para
frenar y reparar los graves daños causados al medio ambiente. La contaminación
del agua, del aire y los desechos químicos amenazan la integridad de los seres
humanos y hasta su capacidad para reproducirse”.
En cuanto al medio ambiente,
resulta necesario implementar prácticas productivas compatibles con la
conservación y restauración de nuestros ambientes naturales para asegurar la
equidad en el acceso a los recursos naturales, en reconocimiento de los
derechos humanos, y protegiendo la biodiversidad -que es la base del sistema
productivo-, con un uso eficiente de los recursos naturales y la energía. Es en
esta línea que este año la Asamblea General de las Naciones Unidas inició la
“Década de la Restauración de Ecosistemas”, indicando que para cumplir los
objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030 y evitar el cambio climático
catastrófico que anticipa la ciencia, necesitamos revertir el aumento de
emisiones de gases de efecto invernadero antes del 2030, porque es
imprescindible restaurar ambientes y procesos ecológicos y productivos, además
de conservar.
Bonte habló de la madre
Tierra como algo más que una proveedora esencial e imprescindible de vida y de
sustento para todas y todos los habitantes de este planeta. “Es fundamental
empezar a reconocerla y a entenderla como un ser vivo que merece un trato
amable, amoroso y respetuoso por lo que, nosotros sus hijas e hijos, debemos
proporcionárselo. Resulta impostergable que reflexionemos acerca de la
recuperación y construcción de nuevas y más armoniosas formas de relación entre
los seres humanos y la naturaleza. Nuestra única garantía de conservar la
existencia humana es revertir y mitigar los daños que hemos generado, por esta
razón el tema de este año es: Restaurar nuestra Tierra”, expresó Bonte.
El representante de FAO en
Venezuela cerró: “Los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así
como los crímenes que perturban la biodiversidad: la deforestación, el cambio
de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente
del comercio ilegal de vida silvestre, ponen en peligro los ecosistemas que
conforman la vida y el equilibrio necesario en el planeta. La naturaleza misma
tiene un importante papel que desempeñar ante la crisis climática que vivimos.
La evidencia sugiere que las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) son la
mejor opción para enfrentar a algunos de nuestros desafíos sociales más
urgentes, entre ellos: la amenaza de la disponibilidad del agua, el creciente
riesgo de desastres naturales o el cambio climático. Es responsable
preguntarnos, qué podemos hacer en nuestra cotidianidad para sumarnos a la
restauración del planeta. Sin duda alguna ayudaríamos mucho haciendo un uso
responsable de los recursos naturales, evitando el uso de pesticidas y
fertilizantes, reutilizando y reciclando, comprando productos respetuosos con
el medio ambiente, prefiriendo alimentos locales y producidos de manera
sostenible”.