domingo, 3 de marzo de 2013

Brasil-China, nuevo eje del comercio global


Por Jorge Castro. 03-03-2013
China es el principal socio comercial de Brasil desde 2008 y representa 18% del total de las exportaciones brasileñas. Las ventas externas de Brasil crecen 8% por año, encabezadas por las materias primas, que se expanden 12% anual y se dirigen prácticamente en su totalidad (79%) a la República Popular. Este nivel de incremento implica que el mercado chino abarcaría 30% de las exportaciones brasileñas en 2030 (eran 2% en 2000).
A su vez, las exportaciones chinas crecen 15% por año, pero las que se dirigen a Brasil trepan el doble.
Por eso, el comercio bilateral aumenta tres veces más que el promedio global (56% vs. 17% en 2007) y constituye el principal corredor de las transacciones internacionales en la segunda década del siglo XXI. El boom exportador chino es acompañado, en un segundo plano, por India y Vietnam, pero con dos particularidades. Las exportaciones indias y vietnamitas son esencialmente intra-asiáticas y contienen sobre todo bienes trabajo-intensivos (textiles, indumentaria), debido al traslado creciente de esos sectores fuera de China.
La razón de este éxodo es que el costo laboral ha aumentado sistemáticamente en los últimos 4 años en la República Popular, al tiempo que se ha elevado el aspecto capital-intensivo de sus exportaciones. La maquinaria industrial y la alta tecnología es hoy 30% de sus ventas externas y serían 40% en 2020.
China crece ahora a través de la demanda doméstica y esto favorece a los exportadores de materias primas. Hoy, la República Popular es la principal socia comercial de 144 países en el mundo.
La región más favorecida es América del Sur, convertida en la gran plataforma de exportación de commodities (Brasil, Argentina, Chile, Perú, en primer lugar).
Los países emergentes crecen tres veces más rápido que los avanzados (6,5% anual vs. 2,5% de EE.UU. y 1,3% de la Zona Euro) y su auge se debe fundamentalmente al gran crecimiento de la nueva clase media. Este sector estaría constituido por 2.000 millones de personas en 2020 (cuatro veces más que en 2010) y su expansión es sinónimo de urbanización (abarcará a 61% de la población asiática al concluir la década).
Esta tendencia responde a la siguiente ecuación: China/Asia fue la fábrica industrial del mundo entre 2000 y 2010, y se convierte ahora en el mayor mercado mundial de consumo (era 14% del total global en 2010 y sería 25% en 2020 y 40% diez años después).
En la acumulación capitalista hay un vínculo directo entre producción y circulación (comercio, realización, venta), al punto de que ambas constituyen un solo fenómeno. En la medida en que la primera crece, la segunda se expande 3 y 4 veces más.
Esto significa que la producción capitalista se orienta siempre por necesidad al mercado mundial. Es una tendencia inherente del capitalismo propagar el capital a escala global; y al hacerlo, eleva necesariamente el nivel de consumo y producción en las otras partes del globo.
De ahí que el comercio internacional no sea una dimensión sobrepuesta a la producción nacional, sino el momento esencialmente universal de la producción misma. En los últimos 20 años, esta lógica se manifestó en los siguientes términos.
La economía mundial exportaba 17% de su producción en 1980, y en 2008 alcanzó a 27%, que sería 40% en 2030.
En este período, las economías emergentes crecieron 3 y 4 veces por encima de las avanzadas y el eje del sistema se trasladó, en un mismo movimiento, de EE.UU./UE a China/Asia. Hay una congruencia profunda en el capitalismo entre la tasa de crecimiento del producto, la expansión del comercio internacional y el despliegue espacial. Revela que es un mecanismo único, de alcance global, que se expande endógenamente a través de sucesivas revoluciones tecnológicas que transforman el conjunto del sistema.
En su eje está ahora China y también Brasil.