lunes, 24 de agosto de 2020

ENTRAMPADOS OTRA VEZ EN EL JUEGO IMPOSIBLE

 Jorge Liotti

La reforma judicial expone otra vez los déficits del sistema político argentino, entre una polarización rabiosa y la falta de consensos

Fuente: LA NACION - Crédito: Fabián Marelli. 23 de agosto de 2020

"Alberto, no tengo los votos. Si no te involucrás vos directamente, no la vamos a poder sacar". Promediaba el almuerzo del martes en Olivos cuando Sergio Massa le reclamó al Presidente que hablara con Roberto Lavagna y Juan Schiaretti para que sus diputados acompañaran la reforma judicial. Ese día los tres legisladores de Consenso Federal dijeron que no votarían el proyecto, y anteayer los cuatro cordobeses los imitaron. Operación fallida.

El tigrense informó que la votación es muy compleja en la Cámara baja, lo que algunos entienden como una buena estrategia para subirse el precio si finalmente se aprueba, o para abrir el paraguas por si fracasa, hoy un escenario posible. La reforma judicial no es un tema que lo conmueva, pero entiende que es crucial para un sector de su coalición. Algunos advierten que se activó el "sensor social 2002": cuando Lavagna y Duhalde se oponen, quiere decir que se corrió la línea del medio y están en problemas. Ya les pasó con Vicentin.

Esta tensión que se percibe en la Cámara de Diputados, en donde hay una paridad de fuerzas que seguramente forzará a una definición por no más de dos o tres votos si el proyecto llega al recinto, es la expresión más visible de una problemática muchísimo más profunda, una disfunción institucional que se ha transformado en la trampa argentina. El sistema político está atrapado desde hace años en un esquema de dos bandos que no pueden imponerse, y que tampoco negocian, con lo cual no hay progreso posible. Se puede forzar el número y terminar como el macrismo bajo las piedras por la reforma jubilatoria. O como el kirchnerismo con la democratización de la Justicia, frenada por la Corte. El mecanismo se anula a sí mismo por la falta de consensos mínimos. A veces es por la acción del Congreso, otras de la Justicia, en ocasiones por las internas partidarias y muchas por la presión de una opinión pública que intuye una falla en la ingeniería y se fastidia. Es más medular que la grieta discursiva o la polarización electoral: es la obstrucción del sistema.

Pasa desde 2013, cuando Cristina perdió el hechizo del 54% que había conseguido dos años antes y encontró un freno al "vamos por todo". Desde entonces, ni ella, ni Mauricio Macri ni Alberto Fernández lograron sortear el laberinto para avanzar con un plan consistente de gobierno. No tuvieron mayorías propias, y no las regeneraron con la negociación política. Cuando termine el actual mandato presidencial se habrá cumplido una década pérdida en el altar de la confrontación, que coincide con un período de profundo retroceso económico y social. La trampa argentina cristalizó la decadencia y la irrelevancia y la sociedad lo empezó a advertir. Las protestas hay que interpretarlas en todas sus dimensiones.

Un grupo de académicos estudió los déficits de la Argentina posperonista de mediados de los 50 a los 70, que iba y venía entre efímeros gobiernos democráticos y golpes militares, y acuñó términos como "el juego imposible" de Guillermo O'Donnell, o el "empate hegemónico", de Juan Carlos Portantiero, una línea que también trabajaron Torcuato Di Tella y Manuel Mora y Araujo. Todos reflejaban las limitaciones de un sistema atrapado entre dos polos "alternativamente capaces de vetar los proyectos de los otros, pero sin recursos suficientes para imponer de manera perdurable los propios".

 Una promesa fugaz

Alberto Fernández prometió superar la reedición de esa arraigada tendencia a la polarización inconducente, pero no le está yendo bien con el emprendimiento. Empezó la semana merendando con la marcha antigobierno del 17-A, y la terminó el viernes desayunando con la enmienda Parrilli. Acción y reacción. Leyó el tuit de Mauricio Macri que festejaba la movilización del feriado, escrito en un descanso de su actividad oficial en Zurich, e intuyó el guiño de Cristina detrás del artículo sobre los medios que propuso el fiel ladero de la vice. El Presidente está atrapado y todo el tiempo ensaya gestos de disimulo, su especialidad.

No comparte la lógica de los que lo desgastan con las movilizaciones pero tampoco puede entender por qué el kirchnerismo incluyó el agregado de los "poderes mediáticos" en el artículo 72 de la reforma. "No solo es jurídicamente absurda la expresión, sino que políticamente es como pegarse un tiro en el pie", reflexionaba el viernes una persona muy cercana al Presidente que intuye que el aporte de Parrilli les puede costar apoyos en Diputados (la salida de Lanziani de Energía también podría poner en duda los dos votos misioneros que responden al exgobernador Carlos Rovira, su padrino político). Los autores de la movida no pueden explicar del todo cuál fue el sentido político de la decisión, si la finalidad es sumar adhesiones para sancionar la ley. Admiten que ese objetivo se complicó con la enmienda, pero la hicieron igual.

La senadora María de los Ángeles Sacnun, presidenta de la comisión de Asuntos Constitucionales, se comunicó dos veces con la ministra de Justicia, Marcela Losardo el jueves, durante las largas horas en las que se terminó de pulir el dictamen. Hablaron de los cambios en los juzgados del interior, pero nunca del apartado de los medios. "Ella lo había escuchado de boca del propio Parrilli cuando lo planteó en la reunión del 4 de agosto, y nunca lo objetó ni preguntó nada. No puede decir que no sabía que ese tema estaba", se defienden desde el kirchnerismo. Losardo está en la mira directa de Cristina. En su entorno la acusan de "no poner el cuerpo por el proyecto", además de enrostrarle su vínculo con la Corte y su período de asesoramiento a la Secretaría de Derechos Humanos del macrismo. En Olivos la defienden: "Pegarle a Marcela es pegarle al Presidente. Ella trabajó todas las causas de los detenidos que visitaba Alberto en las cárceles, como Milagro Sala, mientras La Cámpora estaba en su casa".

La última reunión del plenario de comisiones del Senado tuvo ribetes desopilantes, y no solo por el holograma de Esteban Bullrich. Ningún legislador sabía sobre qué texto estaban trabajando. Por eso pareció una ironía que José Mayans, jefe del bloque del Frente de Todos, haya terminado su alocución diciéndole a la oposición que si hubieran leído el dictamen lo hubiesen apoyado. Cristina le puso su marca de agua al proyecto, pero en el Senado todos la ven más entusiasmada con frenar los traslados de los jueces Bruglia y Bertuzzi y con tumbar al procurador Casal. Lo de ella son las efectividades conducentes.

En las turbulencias polarizadoras, Alberto Fernández tiene cada vez más dificultades para imponer una agenda propia. Con él, los intentos de moderación se diluyen en la nada. La gran bandera de la pandemia no le rinde como antes (según Poliarquía en el último mes bajó otros 6 puntos en el nivel de aprobación por su manejo sanitario) y el logro del acuerdo con los bonistas se le esfumó sin siquiera poder calmar el dólar blue. El horizonte económico es muy sombrío pero no hay señales de liderazgo en la búsqueda de una reactivación económica. Alberto paga cada vez más costos por las iniciativas del ala dura, sin poder definir su propia impronta. Y esa es la razón del éxito de los polarizadores; es que le han quitado incentivos a los que gesticulan moderación.

Quizás por eso Fernández también terminó la semana dando una señal de que la mesura puede terminarse. Plantó un decreto que declara esenciales a los servicios de telefonía, internet y cable, una iniciativa que en la propia quinta de Olivos admiten que fue producto de una decisión más política que técnica. También reconocen que tiene un aroma a vendetta ante lo que percibe como un "tratamiento injusto" de parte de ciertos medios. Parrilli debe sentirse reivindicado. Si hasta ahora regía una distribución de tareas entre Cristina, que imponía sus urgencias en materia judicial, y Alberto, que administraba una relación racional con los medios, las paralelas empezaron a tocarse. Justicia y medios son siempre las materias sensibles para medir el compromiso institucional de un gobierno.

Los dilemas de Larreta

Algo similar le pasa en la vereda de enfrente a Horacio Rodríguez Larreta. Para ausentarse el martes del zoom posbanderazo de Juntos por el Cambio argumentó que debía estar en una reunión de planeamiento del Ministerio de Hacienda a la que nunca asiste. "No pensaba participar con Macri, que parecía Perón en el exilio, y con Patricia Bullrich, que se creía Eisenhower en Normandía", explicó con espíritu histórico un integrante de su equipo.

El jefe de Gobierno porteño enfrenta un dilema. Por un lado, la pandemia nacionalizó su figura antes de lo previsto y lo posicionó como uno de los dos políticos más valorados del país, junto a Fernández. Pero al mismo tiempo, la construcción a la que aspira se localiza en la avenida intermedia de la moderación, donde habita aproximadamente un 40% de la sociedad, pero que se vacía rápido cuando se reinstala el clima de tensión. "Está angustiado Horacio porque ve que hasta los propios medios buscan extremarlo. Nosotros le decimos que tiene que aguantar, que su negocio está en 2023", reflexionan en el gobierno porteño, donde se resignan a que la elección del próximo año estará fuertemente polarizada. Un consultor al que escucha el jefe porteño le sugirió que no confunda imagen positiva con intención de votos. "Horacio tiene más atributos que Patricia Bullrich, pero ella puede ser más efectiva. La gente no quiere a los que gritan, pero al final opera desde el rechazo y ahí los moderados pierden", señala. En tiempos de redes y rating la polarización se exacerba.

Por eso Larreta decidió acelerar su proyecto presidencial, sin declamarlo en público. Incluso opera en territorios sensibles. María Eugenia Vidal le notificó que podría ser candidata en 2021 pero que no piensa regresar a la gobernación bonaerense. La abruma la sola idea de volver, algo similar a lo que hoy le pasa a Axel Kicillof, quien le transmitió a gente de confianza cuánto padece la gestión (en el almuerzo del martes en Olivos quedó mudo mientras cinco intendentes destrozaban a Berni y se quejaban por la interna entre La Cámpora y el Movimiento Evita por la toma de terrenos en Quilmes). Larreta activó entonces el proyecto de Santilli en la provincia, que empezó a tomar contacto con algunos intendentes. Sería un indicador de un incipiente armado nacional propio. El plan de Larreta incluye un progresivo desacople de Alberto Fernández, a quien ve cada vez más condicionado por Cristina y erosionado por la parálisis económica. Por eso busca mostrarse como un adelantado en materia de apertura comercial y social, aunque sea por un par de semanas.

Cuando la anestesia de la pandemia se haya evaporado, volverán a quedar a la vista los hilos de un sistema político atrofiado, con dos minorías en los extremos que tienen liderazgos nítidos e imponen su dinámica, y una mayoría pendular en el centro con referentes que no logran prevalecer con su agenda. La cordialidad entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta sirve para administrar la cuarentena. No construye un nuevo escenario. Por ahora la Argentina sigue entrampada en un juego imposible. La sociedad, agazapada, presiente que el sistema de representación se desvanece entre crisis recurrentes.

domingo, 9 de agosto de 2020

SE LANZÓ EL CONSEJO AGROINDUSTRIAL ARGENTINO: DETALLES DEL PLAN

Más de 40 cámaras se unieron para impulsa un proyecto de Ley que promueva la salida exportadora de productos del agro.                                                                                    

Por Yanina Otero. 17 de julio de 2020

La agroindustria argentina lanzó hoy el Consejo Agroindustrial Argentina, grupo conformado por más de 40 cámaras y entidades del sector que busca promover las exportaciones para alcanzar los u$s100.000 millones anuales en envíos, lo que significa un aumento del 54% respecto a los u$s65.000 millones que se exportan actualmente en el segmento de productos agrícolas.

“Venimos a contribuir en la salida de la pandemia, a traer soluciones y no exigir, sino plantear un marco de diálogo para alcanzar el objetivo de crecer en exportaciones generando como mínimo 210.000 nuevos empleos directos en el sector y hasta 700.000 indirectos”, detalló José Martins, presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y vocero del Consejo.

La cuarta política del Gobierno que debería ser cuestión de Estado

Según adelantaron en paralelo también están impulsando un proyecto de ley orientado al desarrollo agroindustrial exportador que “debe ser tratado este año en el Congreso" y que tiene por objeto brindar un “marco de estabilidad fiscal y financiera por un período no menor a 10 años”.

El Consejo ya ha llevado su propuesta a diversos funcionarios nacionales y provinciales. El ministro de Producción Kulfas, el de Agricultura Basterra y el canciller Solá, fueron algunos de los “que nos están apoyando en esta iniciativa”, contó Martins.

“La crisis nos apura y no queremos quedar solo como algo enunciativo, la propuesta final queremos tenerla lista en un plazo máximo de 60 días. Aspiramos además a plantearle directamente nuestros objetivos al Presidente de la Nación en el corto plazo”, remarcó Martins.

Respecto a los derechos de exportación y los reintegros, el Consejo propone no ir hacia un “esquema regresivo”, en este marco, remarcaron “entendemos el contexto económico que está atravesando la Argentina que incluso es anterior a la pandemia”.

Finalmente, en lo inmediato teniendo solo en cuenta los complejos agroindustriales de base, es decir carnes lácteos y granos, entre otros. El sector podría crecer hasta u$s16.000 millones al año en envíos externos, generando un movimiento económico para la Argentina de u$s31.000 millones.

“Somos una iniciativa totalmente horizontal y federal y nuestro objetivo primordial no es solo creer en exportaciones de alimentos sino también de agrotecnología y conocimiento relacionado con el campo. Siempre, sin descuidar el mercado interno. Queremos contribuir fuertemente con la generación de empleo y el arraigo de la población en el interior”. Incluso Martins arriesgó que a partir de nuevas oportunidades laborales relacionadas con el sector podrían descomprimirse poblacionalmente los grandes centros urbanos.

Esta es la propuesta empresaria para que Argentina genere exportaciones por u$s100.000 millones anuales

Tras el acuerdo del Gobierno con un grupo de bonistas extranjeros para reestructurar la deuda externa, empresarios de la cadena agroindustrial reclaman el lanzamiento de un plan exportador con el objetivo de consolidar a la Argentina en el comercio internacional.

Agrupados en el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), más de 45 cámaras y entidades de la cadena agroindustrial mantuvieron un encuentro con el presidente Alberto Fernández en la Quinta de Olivos durante la tarde de este martes 4 de agosto.

En ese marco, le entregaron al Jefe de Estado un documento bajo el nombre de "Plan Exportador y de Inversiones" o como "Estrategia de Reactivación Agroindustrial Exportadora, Inclusiva, Sustentable y Federal".

El paper contiene cuatro ejes que consideran estratégicos para alcanzar ese objetivo: institucional; productivo-exportador; social-territorial y ambiental.

La propuesta reclama la sanción de una serie de leyes y medidas, en especial fiscales y financieras, para impulsar las exportaciones de alimentos de origen animal y vegetal; fibras, biocombustibles y tecnologías agroalimenticias.

Las metas fijadas por este sector son las de aumentar las exportaciones para que Argentina alcance los u$s100.000 millones anuales en ventas al exterior. También, la creación de 700.000 empleos adicionales en las distintas cadenas agroindustriales y asegurar la sustentabilidad de los sistemas de producción, a través de un uso eficiente de los recursos naturales y la conservación del medio ambiente.

El documento que ya tiene el presidente Fernández en su escritorio enumera una serie de herramientas de política institucional, de relaciones internacionales, impositivas, financieras y técnicas que tengan alto impacto en la producción, las exportaciones y el empleo.

Queda claro que para que estas iniciativas funcionen, el país debe ofrecer un marco de certidumbre económica para el mediano y largo plazo, con una macroeconomía estable y mejores condiciones de financiamiento para que inversores y empresarios puedan proyectar sus planes de negocios.

Es decir que, a partir del acuerdo por el pago de la deuda externa, el Gobierno anuncie cuál será el plan con el que pretende reactivar la economía post pandemia que hasta ahora se desconoce y que, por las últimas declaraciones del ministro de Economía, Martín Guzmán, no será anunciado de manera oficial.

De hecho, muchas de las medidas reclamadas por los empresarios requerirán la sanción de leyes y normativas específicas tendientes a promover las actividades agroindustriales.

Detalles del plan

En sus primeras páginas, el informe detalla los ejes institucionales para el fortalecimiento de la capacidad de negociación de los organismos públicos y establecer una agenda de negociaciones internacionales.

También hace referencia al eje exportador y productivo para la promoción de las inversiones mediante la sanción de varias leyes vinculadas a este objetivo. Por caso, un régimen especial de amortización acelerada para el impuesto a las Ganancias que se aplique a los bienes de capital adquiridos por personas y empresas del sector agroindustrial y forestal.

Los que accedan a este régimen, podrán optar por acogerse al esquema de amortizaciones a partir del período fiscal de habilitación del bien, de acuerdo con las normas generales de la ley de Impuesto a las Ganancias.

A esto se le suma la sanción de otro régimen especial para promocionar las inversiones en bienes de capital que contemple un Plan Canje Integral para la compra de maquinarias y tecnologías de procesamiento de origen nacional como: tractores, sembradoras, cosechadoras, pulverizadoras, maquinaria agrícola, equipos de riego, camiones, camionetas, maquinarias y equipos para plantas de procesamiento de productos de origen vegetal y animal, entre otros.

Según la propuesta de los empresarios, el régimen también favorecerá a los bienes de capital amortizables importados que no sean producidos ni ensamblados en el país con una serie de promociones.

El documento asegura que se pueden crear 700.000 empleos adicionales en las distintas cadenas agroindustriales

Comprende además la exenciones en el pago de los derechos a la importación y de todo otro derecho, impuesto especial, gravamen correlativo o tasa de estadística, con exclusión de las demás tasas retributivas de servicios, por la introducción de bienes de capital, equipos especiales o partes o elementos componentes de dichos bienes, siempre que se demuestre que no existen proveedores nacionales.

En otro de sus capítulos, la propuesta empresaria reclama fuertes cambios impositivos y la sanción de una ley de estabilidad fiscal por 10 años para fomentar las inversiones e incrementar las exportaciones y la producción agroindustrial.

"La estabilidad fiscal implicará que no se incremente la carga tributaria nacional total determinada al momento de su solicitud de adhesión a los Registros Nacionales que se conformarán para este programa", detalla la propuesta de la CAA.

El régimen no será aplicable al IVA que se ajustará al tratamiento impositivo general pero sí alcanzará al resto de los tributos nacionales.

Los empresarios le piden también al Presidente Fernández un decreto que otorgue reintegros a las exportaciones con la aplicación de dos dos niveles de alícuotas en función del grado de industrialización y procesamiento que van del 4% (productos de menor procesamiento) y 7% (productos de mayor procesamiento).

No se otorgarán reintegros a las exportaciones de poroto de soja, maíz, trigo, cebada y girasol y para el complejo industrial oleaginoso el reintegro será del 1,5% a harinas y pellets y del 2,5% a aceites y biodiesel.

En otro párrafo, el informe pide una reducción gradual de impuestos a las exportaciones de bienes agroalimentarios pero aclara que para no afectar los ingresos fiscales, se propone un programa de reducción gradual de los derechos de exportación, a pesar de que los mismos son distorsivos para la actividad económica agroindustrial y forestal.

Al inicio del "Plan exportador y de Inversiones" se propone un recorte de las alícuotas de derechos de exportación a distintos productos, que se establecerían en los siguientes niveles:

i. Productos con mayor procesamiento (carnes enfriadas, aceites envasados, vinos embotellados, quesos fraccionados), quedarán sin retenciones al inicio del plan.

ii. Complejo Soja: 25% en poroto de soja, 22% en harinas y aceites y 19% en Biodiesel.

iii. Trigo, Maíz y Cebada: 5%.

iv. Harina de trigo, productos procesados de trigo y productos procesados de maíz quedarán exentos de retenciones.

v. Girasol: 4%, quedando sus productos procesados en 0%.

A esto se le agrega otro decreto que establezca por tres años la posibilidad de una deducción especial de Ganancias según el tipo de actividad para que personas y empresas puedan descontar un porcentaje especial y adicional equivalente al 50% del monto de las facturas correspondientes a adquisiciones de fertilizantes orgánicos e inorgánicos, insumos biológicos, material genético, semillas autógamas y hortícolas identificadas y fiscalizadas y contratación de seguros índice, multirriesgo y productos derivados climáticos.

"La deducción incluye también a las facturas emitidas por proveedores del exterior cuando estos productos e insumos no cuenten con producción local", agrega el documento. El resto de los beneficiarios del plan que no contemplen este tipo de compras, podrán deducir del resultado fiscal en un porcentaje equivalente al 10% del valor FOB de las exportaciones, también por un plazo de tres años.

Se hace referencia también a la implementación mediante una resolución de la AFIP de una Cuenta Única tributaria automática para operaciones de comercio exterior en la que las empresas podrán descontar devoluciones de reintegros contra pagos de derechos de exportación y otros impuestos.

También que se incluya en el Presupuesto 2021 un Pacto Fiscal Federal para uniformar criterios impositivos, reducir otros tributos, tasas y contribuciones que gravan el comercio exterior de bienes producidos en el país. "Esto implicará un Pacto Fiscal Federal para que las provincias, municipios y comunas apliquen los mismos criterios impositivos que el Gobierno Nacional, especialmente en Impuesto a los Ingresos Brutos y tasas municipales y/o comunales, incluida la Estabilidad Fiscal", aclara la CAA.

Del mismo modo, se suman otras propuestas como las de:

1) Implementación de un mecanismo de solución para los retrasos en la devolución del IVA.

2) Agilizar la aprobación de las devoluciones del impuesto que se encuentren pendientes y que los beneficiarios tengan a su favor en AFIP para facilitar la compensación con otras obligaciones tributarias y/o previsionales.

3) Programa de Trabajo para la reducción de costos de fobbing derivados de los servicios públicos para hacer más eficientes y competitivas las operaciones de exportación de los productos de origen vegetal y animal.

4) Líneas de financiamiento con bancos del exterior y fondos de inversión Internacionales para inversión en activos fijos y capital de trabajo.

5) Créditos especiales de prefinanciación de exportaciones para PyMEs y cooperativas con planes exportadores de mediano y largo plazo.

6) Nueva Ley de Warrants que promueva la utilización masiva deveste instrumento.

7) Prefinanciación de exportaciones para productos agroindustriales, servicios y tecnologías del agro que liquiden sus divisas no más de 180 días de emitido el cumplido de embarque. Estas líneas tendrían menores encajes bancarios y la garantía será el bien exportado.

8) Programa de garantías financieras para el fomento de las inversiones y exportaciones agroindustriales, con el objeto de garantizar un marco de previsibilidad y sostenimiento para las inversiones proyectadas y un fluido acceso al capital de trabajo requerido.

9) Impulso al acceso al mercado de capitales con la salida a la cotización y oferta pública de empresas agroindustriales de modo de complementar el financiamiento de largo plazo.

El programa finaliza con una importante cantidad de propuestas para innovación y nuevas tecnologías, creación de fondos de promoción de la biotecnología, la investigación y el desarrollo agroindustrial; la aprobación de una Ley de semillas y creaciones fitogenéticas.

Se le suman propuestas sobre negociaciones internacionales y promoción comercial, la profundización del Mercosur con una agenda de relacionamiento externo del bloque, buscando flexibilidades para avanzar en tratados comerciales con los principales mercados del mundo.

sábado, 8 de agosto de 2020

UN SOLO MUNDO? TRAS EL VIRUS, LA GLOBALIZACIÓN YA NO SERÁ LO QUE ERA

María Paula Etcheberry, 8 de agosto de 2020

Respuestas locales y descoordinadas frente a una amenaza transnacional. Cadenas globales de producción interrumpidas, reflejo del alicaído comercio mundial. Fronteras cerradas que pusieron en pausa al turismo. Los bienes, las personas y el capital ya no fluyen tan libremente por el mundo como antes del coronavirus. Pero, aunque todavía hay millones de personas confinadas en sus hogares, la tecnología les permite estar más conectadas que nunca con cualquiera en cualquier parte del mundo. Esta es la paradoja: la pandemia desafía a la globalización y la alienta al mismo tiempo. Su origen es indisociable de la condición global que ha adquirido el mundo. Y también lo serán sus consecuencias.

¿Habrá más o menos globalización en el mundo después de la pandemia? ¿Puede emerger un mundo más proteccionista, con países más replegados hacia el interior de sus fronteras? ¿Cuánta capacidad tendrán el turismo y el comercio para reestablecerse? ¿El uso más extenso de la tecnología y el crecimiento de la vida virtual causados por la pandemia pueden acelerar la globalización? ¿Cómo impactará la falta de una respuesta conjunta a la crisis sanitaria por parte de los gobiernos en el plano internacional? ¿Cómo influye, en este escenario, el ascenso chino y el declive de la hegemonía estadounidense?

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Sobre el terreno se despliegan fuerzas contrapuestas. El turismo, así como el comercio basado en las manufacturas y en cadenas de valor transnacionales, son sectores que hoy contribuyen a desacelerar la globalización. El fin del multilateralismo en la política internacional, y las respuestas fragmentadas de los Estados a la pandemia, también implican un freno. Y el ascenso chino, aunque no necesariamente atenta contra la globalización, puede redefinirla. A la inversa, la creciente digitalización de las relaciones laborales y sociales actúa como una fuerza poderosa a favor de la globalización, con capacidad de consolidarla y transformarla.

Alberto Fernández habla durante una videoconferencia del G20 por la crisis del coronavirus, en marzoAlberto Fernández habla durante una videoconferencia del G20 por la crisis del coronavirus, en marzo Fuente: Reuters - Crédito: Esteban Collazo/PresidenCiA/DPA

En el plano económico, la pandemia colocó a las videollamadas, las clases virtuales, el teletrabajo y las compras online, a través de apps y plataformas, en un lugar protagónico de la vida laboral y social. Aunque este año se espera una fuerte caída económica a nivel mundial, los especialistas consideran que la creciente digitalización provocada por el confinamiento impulsará el crecimiento de la exportación de servicios tecnológicos.

"Va a cambiar la anatomía de la globalización. Hubo una aceleración de la transformación digital, y eso termina acelerando la formación de un mercado global de servicios de alta calificación, vinculado a las plataformas digitales. Vamos camino a tener un mercado único, con competencia bien abierta. Es una tendencia que ya existía y que la pandemia magnificó. Veo ahí una profundización de la globalización", explica el economista Ramiro Albrieu, investigador principal de Desarrollo Económico en Cippec.

Distinta será la realidad para las industrias más tradicionales. Y para el comercio vinculado a la logística internacional, un sector muy golpeado por la pandemia, donde asoma un futuro con mayor proteccionismo y menos globalización. "En las manufacturas posiblemente habrá una desaceleración de la globalización. Es muy factible que los gobiernos implementen proteccionismo en los empleos manufactureros, y que haya cadenas de valor más nacionales y regionales antes que globales, con reemplazo de importaciones y fabricación de insumos por región. En esa dinámica, Asia emergente se cerraría sobre sí misma y quizás haya un nuevo tipo de Mercosur. Las cadenas de valor tal como las conocíamos, con China como centro del esquema, van a cambiar. Van a predominar las plataformas de servicios a nivel global, antes que la logística de piezas que pasan de país a país para fabricar un aparato. Vamos hacia un mundo más digital", señala Albrieu.

Notición: esta no fue la peor semana   

El año pasado, el volumen del comercio de mercancías ya había registrado una desaceleración del 0,1%, mientras que el comercio de servicios creció un 2%, según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC). La pandemia, entonces, no hace más que profundizar una tendencia que ya estaba presente. Uno de los fenómenos que potenciará, gracias a la tecnología, es la posibilidad de contratar a trabajadores de todas partes del mundo.

La tecnología, imparable

"El comercio global venía desacelerándose, con algunos matices. Quizás el principal cambio será un mayor regionalismo y algo menos de universalismo", afirma Juan José Llach, economista, sociólogo y profesor emérito del IAE-Universidad Austral. "La revolución tecnológica no solo seguirá en pie, sino que se potenciará. Es necesario, con buenas políticas, corregir su propensión a aumentar la desigualdad de ingresos. Las contrataciones internacionales han avanzado mucho y seguirán avanzando. Hay allí amenazas y oportunidades. La Argentina tiene el potencial para seguir aumentando su exportación de servicios. No es bueno haber sancionado a tambor batiente una ley sobre teletrabajo, que debía vincularse a un plan estratégico, hoy inexistente, sobre esas exportaciones".

El economista Claudio Zuchovicki concede que puede haber algún intento político de proteccionismo, pero lo relativiza. "El avance de la tecnología y la misma descripción de la pandemia nos integró mucho más. Las marcas son globales, todos nos vestimos de la misma manera. La tecnología y las empresas tecnológicas también son globales, al igual que los laboratorios. Va a ser imposible evitar que se contraten trabajadores de cualquier parte del mundo, sobre todo en América Latina, donde hay un sector informal importante. La tecnología abarata costos y nos facilita la vida. Y las nuevas generaciones ya son enteramente digitales. Para esas nuevas generaciones no va haber fronteras. Vamos a ser ciudadanos del mundo", dice. Aun cuando está acelerando la globalización tecnológica, la pandemia afectó gravemente a dos componentes centrales de la "aldea global": el turismo y el comercio.

Un golpe al comercio

Para 2020, la OMC estimó un descenso en el comercio de mercancías de entre el 13% y el 32%, como consecuencia de la caída de la actividad por las medidas preventivas contra el virus. Esta caída es más fuerte que la registrada durante la crisis de 2008. En mayo, el turismo a nivel mundial cayó un 98%, en comparación con el mismo mes del año pasado, según la Organización Mundial del Turismo.

El interrogante es el tiempo que les demandará recuperarse al comercio y el turismo. Algunos expertos creen que es factible una recuperación rápida. Otros consideran que será más lenta. El miedo al contagio, junto con las regulaciones y controles sanitarios que se impondrán una vez que se reactive el turismo, pueden ralentizar su recuperación. Sin embargo, la demanda latente de consumidores y turistas podría acortar los tiempos.

Llach señala que la recuperación depende de un dato que nadie conoce: cuándo y cómo se eliminarán las cuarentenas y demás medidas limitantes de la actividad económica. "Todavía es factible una salida global en V -dice-. El FMI prevé una economía mundial con PIB 2021 levemente menor que el de 2020. Si esos escenarios se concretan, el comercio global también rebotará, en especial en sectores con mucha demanda insatisfecha, como el turismo".

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Zuchovicki coincide: "En las aperturas que tuvimos hasta ahora en Europa y en China hubo colas de diez cuadras en locales de ropa, e incluso se vendió mucho más que antes. Habrá más ahorro, y ese ahorro puede llevar a más consumo".

Los sectores que requieren alta proximidad física e interacción para brindar sus servicios van a recuperarse más lentamente, advierte Albrieu. "La industria del turismo y la movilidad va a tener que ser repensada como un todo, y es posible que aparezca un turismo más local, más de cercanía. El sector manufacturero y del turismo, que es lo que miden las estadísticas, sin duda va a presentar una caída. En los números, se va a ver un gran parate comercial. Sin embargo, en forma subterránea e invisible va a crecer por debajo este otro tipo de globalización más vinculada a lo digital".

El multilateralismo, en crisis

La globalización económica también puede verse impactada por lo que ocurra en la política interna de algunos países con gran peso en la arena internacional. "Las elecciones en Estados Unidos son decisivas respecto al proteccionismo. Suponiendo que la pandemia llega a su fin, si ganan los demócratas el comercio y la globalización rebotarán bastante, quizá sin llegar a niveles históricos, en una suerte de globalización más regulada. Si gana Trump, tendremos más problemas", observa Llach, dadas las políticas proteccionistas que el actual presidente estadounidense impulsó durante su mandato.

Albrieu destaca en este sentido la actual debilidad del multilateralismo: "En 2009, el G20 encabezó una discusión abierta para desactivar mecanismos proteccionistas como respuesta a aquella crisis económica. Esta vez es muy poco probable que el G20 logre hacer lo mismo a tiempo. Una vez que los grandes jugadores, como Estados Unidos en el mundo, o Brasil en la región, empiecen a jugar a ese juego proteccionista, es posible que el resto de los países los sigan".

A falta de una, dos pandemias 

Este retroceso del multilateralismo en las relaciones internacionales y la escasa cooperación a la hora de encontrar una salida conjunta a la crisis sanitaria también implican un golpe para la globalización. La carrera por desarrollar una vacuna en tiempo récord, así como la competencia entre los países por los insumos médicos, son evidencias de que la respuesta a la pandemia fue asumida con un criterio nacional o local antes que global.

"La pandemia afectó la globalización, y la reacción no coordinada de los gobiernos la podría afectar aún más. Desde un punto de vista epidemiológico, toda pandemia es global, pero desde un punto de vista político, toda pandemia es local. Los infectados y fallecidos son nacionales. Los gobiernos hicieron algo que no sorprende: cada uno cuida sus casos, sus enfermos, y maneja la epidemia de manera autónoma", apunta Federico Merke, director de la maestría en Política y Economía Internacional de la Universidad de San Andrés (UdeSA).

Cada cual por su lado

La respuesta fragmentada y heterogénea de los Estados es síntoma de un alicaído multilateralismo, coincide Juan Negri, doctor en Ciencia Política y profesor en las universidades Torcuato Di Tella (UTDT) y San Martín (Unsam). "No hubo una respuesta coordinada, cada Estado salió disparado para su lado. Las posibilidades económicas de cada uno determinaron los resultados: los países con buenas respuestas a la pandemia son los que tienen más recursos. Por eso, la pandemia profundizó las características de cada Estado. Las grandes organizaciones internacionales no estuvieron a la altura de las circunstancias. La Unión Europea no fue capaz de coordinar una respuesta. En la región, la OEA está muy ausente. La ONU tampoco estuvo a la altura. Otras instituciones de agenda regional, como la Unasur, están desaparecidas. Las que tuvieron más influencia son las más específicas, como la OMS, aún pese a sus limitaciones".

La búsqueda de la vacuna contra el Covid-19 exhibe esta respuesta fragmentada. En el último mes, Rusia, China, Estados Unidos y países europeos como Gran Bretaña y Alemania anunciaron que estaban cerca de tener éxito en las pruebas. "Cada país está embarcado en una especie de carrera espacial para sacar la vacuna primero, profundizando el nacionalismo. Podría haberse avanzado más rápido si se aunaban los esfuerzos científicos y se hacía un desarrollo conjunto. Es otro aspecto que muestra la falta de cooperación, la fragmentación y el fracaso del multilateralismo", afirma Negri.

"El desafío es pensar la vacuna no como un bien privado al que accede cada país por separado, sino como un bien público al que accedemos todos los que hemos contribuido para su desarrollo", agrega Merke. Si bien existe la alianza Covax, que apunta a asegurar un acceso equitativo a la vacuna, los países desarrollados ya se aseguraron por su cuenta millones de dosis con los laboratorios.

Más allá de la pandemia, el ascenso de China, país en el que se originó la crisis sanitaria, también podría transformar la globalización en múltiples sentidos. "El crecimiento de China y su estrategia internacional están sacudiendo los cimientos de la globalización mucho más que la pandemia. Sin la pandemia, igual estaríamos discutiendo la relación de China con Occidente y con la globalización. Este es un problema que tiene ya varios años. Se aceleró con la llegada de Trump a la Casa Blanca y con un giro más asertivo de China en sus relaciones con Occidente. También, con un giro más autoritario hacia adentro de sus fronteras", considera Merke.

"Hasta ahora, la relación entre China y Occidente pudo avanzar y generar ganancias en ambos lados porque la política y la economía fueron por carriles separados. El gran éxito del Partido Comunista Chino fue poder convencer a los productores americanos de los beneficios de la interdependencia, sin que esto implicara involucrarse en los asuntos domésticos del régimen chino. Hoy esto está en cuestión y la ideología ha vuelto a ser un factor que separa en vez de unir. Estamos viendo una coexistencia de interdependencia y conflicto entre dos potencias como Estados Unidos y China", señala el experto.

Otra consecuencia del ascenso chino es que fragmentará el proceso de globalización, con países que se alinearán con China o Estados Unidos en distintas áreas, como la tecnología o el comercio. "En el mundo, estamos yendo hacia una multipolaridad. Estados Unidos está en declive, pero sigue resistiendo. China está ascendiendo, aunque todavía no domina. La Unión Europea, y Rusia por su parte, quieren seguir siendo importantes. China y Estados Unidos competirán en todos los tableros mundiales generando áreas de influencia distintas, no tanto geográficas, sino temáticas. La disputa tecnológica y comercial entre ambos va a fragmentar la globalización. América Latina, por ejemplo, va a elegir si recurre a Estados Unidos o a China para implementar el 5G", sostiene Negri.

La voz de la sociedad

Otro interrogante es cómo se articularán las fuerzas del mercado y la sociedad con las políticas implementadas desde los Estados. Eso también puede redefinir la forma de la globalización. "La sociedad organizada está generando boicots o campañas para no comprar en ciertas empresas porque viola estándares laborales. Los consumidores pueden demandar globalización, pero también están demandando una más justa y sustentable. El motor de la globalización no son los gobiernos sino las empresas, los inversores, los bancos, los consumidores y los turistas. Más que estar en riesgo, la globalización va a ser repensada en términos más nacionales, sociales y ambientales", afirma Merke.

domingo, 2 de agosto de 2020

BUSCANDO UNA SALIDA AL LABERINTO DE LA ECONOMÍA

Carlos M. Reymundo Roberts. 2 de agosto de 2020

Es llamativo lo que pasa con la crisis económica argentina. Todos la sufrimos, no hay quien la niegue, legiones de investigadores la estudian, legiones la explican, sus causas y consecuencias están en el debate diario, pero daría la impresión de que nadie está en condiciones de ponerle un cascabel. El gato se escapa, una y otra vez.

Entre intelectuales, empresarios y dirigentes políticos ha empezado a cundir cierto desánimo y, peor, cierta convicción -confesada en voz baja- de que no es por desidia que no aparece alguien que se le anime. Tal es su complejidad, su magnitud, que ha venido a destruir manuales y a desafiar recetas. Es un monstruo de mil cabezas que sigue creciendo y reproduciéndose, sin cazadores que sepan cómo neutralizarlo. Puesto en términos actuales: un virus para el que todavía no hay vacuna. Un reconocido analista político confiaba días atrás: "Vivo hablando con economistas, del país y de afuera, y ninguno sabe decirme qué hay que hacer para arreglar esto".

Invitado a participar de esta producción que hoy presenta LA NACION, uno de los más escuchados gurúes de la City se excusó por la siguiente razón: "Me están pidiendo que diga cómo se sale de la crisis. La verdad, es insalible".

A menudo se encuentran, sí, enunciaciones generales, objetivos, principios: bajar el déficit, alcanzar un equilibrio macroeconómico, reducir la inflación, abrir la economía (o cerrarla), generar confianza, llegar a un acuerdo por la deuda. Pero nada parecido a un programa consistente. Acaso en los extremos hay definiciones más asertivas, vinculadas, desde lo dogmático, con la preminencia de lo estatal o, del otro lado, con su virtual eliminación. Al Gobierno se le reprocha, con razón, que no tiene un plan (el Presidente acaba de admitir que ni siquiera cree en ellos). Pero, ¿alguien lo tiene?

Esa inquietud es el origen de estas páginas, en las que 14 economistas de primera línea y distintas orientaciones responden qué medidas habría que tomar en lo inmediato, si es necesario un plan integral o alcanza con ir atendiendo la coyuntura, cuánto puede perjudicar un eventual fracaso en la negociación de la deuda externa -fantasma que revolotea en estas horas- y si el actual equipo económico está en condiciones de emprender la titánica tarea de la reconstrucción o se impone un recambio.

Para Ricardo Arriazu, nada hay más urgente que "evitar el colapso social y la quiebra de las empresas". La preocupación por la sostenibilidad de la actividad privada, al considerarla un jugador fundamental de la recuperación, fue expresada también por Juan Carlos de Pablo. Pide "reglas de juego claras, enunciadas de manera inequívoca". Eduardo Levy Yeyati llama a evitar expropiaciones e impuestos al patrimonio, y María Castigioni, a generar confianza para que el sector privado lidere el repunte.

Emmanuel Álvarez Agis, viceministro de Economía durante la gestión de Axel Kicillof, sostiene que la caída del gasto privado debe ser compensada con gasto público. El Gobierno, dice, "reaccionó contundentemente en lo sanitario, pero no en lo económico". José Luis Machinea plantea que, una vez controlada la crisis del coronavirus, lo prioritario será reducir la incertidumbre e ir bajando gradualmente el gasto.

La importancia de llegar a un rápido acuerdo por la deuda es señalada por todos los economistas consultados. Exnegociador de la deuda externa argentina, Daniel Marx considera que sin una reestructuración sostenible caerá el nivel de actividad. Con default, piensa Miguel Kiguel,"la situación no empeoraría mucho en el corto plazo, pero va a ser muy difícil volver al crecimiento". Sería un "golpe tremendo", advierte Marcos Buscaglia: dejaría al sector público y privado sin acceso al financiamiento. Sin acuerdo, "las chances de estabilizar la macroeconomía en 2021 se derrumban", afirma Marina Dal Poggetto. Para José Siaba Serrate, una salida sustentable de la crisis requiere "apoyo externo visible".

Otra coincidencia generalizada es que no se debe mirar tanto la conformación del equipo económico, aun con las reservas que pueda provocar, como la ausencia de definiciones por parte del Gobierno. "Cambiar de nombres en el plano técnico no subsanará la falta de un rumbo político claro", opina Luciano Laspina. Si se logra un acuerdo sobre la deuda externa, la actual conducción económica "puede encarar los siguientes desafíos", expresa Ernesto Schargrodsky.

En las antípodas, Javier Milei no le daría ni un minuto más al ministro Martín Guzmán, y advierte de los riesgos de una hiperinflación que llevaría a "la peor crisis económica y social de la historia".   

Contra lo que podría pensarse, no todos son escenarios de catástrofe o nubes negras entre los analistas. Sin negar los peligros que acechan, algunos de ellos se permiten una cuota -módica, es cierto- de optimismo. En la coyuntura encuentran ciertas señales alentadoras. Álvarez Agis piensa que el hecho de partir de un piso tan bajo representa una excelente oportunidad de encauzar la economía. Arriazu cree que una negociación exitosa de la deuda, un buen acuerdo con el FMI y un probable acuerdo de swap con la Fed (Reserva Federal de EE.UU.) contribuirían a restaurar la confianza, fundamental para cambiar las expectativas.

Pero el que va más lejos es De Pablo. Ya ve la luz al final del túnel. "De la crisis -dice- ya estamos saliendo, aunque la recuperación no es igual para todos".

LAS RESPUESTAS COMPLETAS DE CADA CONSULTADO

https://www.lanacion.com.ar/economia/buscando-salida-al-laberinto-economia-nid2409572