jueves, 26 de diciembre de 2019

ARGENTINA SE UBICÓ EN EL PUESTO 59 DEL RANKING MUNDIAL DE PROSPERIDAD

25 de diciembre de 2019
El Letagum Institute, con sede en Londres (Reino Unido), presentó el informe anual que cuantifica la prosperidad en 167 países de todo el mundo. Allí se evalúan las fortalezas y debilidades de cada uno de ellos. Argentina se ubicó en el puesto número 59 y ascendió cuatro lugares respecto al índice de 2018.

Si se tiene en cuenta la medición de 2009 respecto a la publicada este año, Argentina sólo escaló un lugar en el ranking general. Según el informe, el país “se desempeña con mayor fuerza en libertad personal y salud", pero es más débil en las condiciones que se les ofrecen a los inversores.

En la categoría “libertad personal" Argentina se ubicó en el puesto número 30, encontrando su mejor posición dentro del Índice de Prosperidad, que también resaltó cuáles son los puntos más endebles de las naciones. Si bien Argentina mejoró en la calidad de gobierno en relación a los parámetros de una década atrás, empeoró en otros indicadores respecto a la misma medición de 2018.

En seguridad y protección pasó del puesto 66 (2018) al 93 (2019). Lo mismo ocurrió en libertad personal (22 al 30) y capital social (75 al 113). Sin embargo, de un año a otro hubo síntomas de mejoras en algunos aspectos y escaló posiciones en calidad económica (110 al 108), calidad de gobierno (64 al 53), educación (74 al 53), entorno natural (79 al 50) y salud (57 al 46).

Argentina ocupó el puesto número 59 y se ubicó séptimo en el ranking regional
Para alcanzar la definición de prosperidad, el índice combina el crecimiento económico con el nivel de libertades y democracia en un país, así como las mediciones de felicidad y calidad de vida.

En América Latina y el Caribe, la prosperidad aumentó significativamente desde 2009 hasta ahora, aunque se estancó en 2014. En las mejoras -aquí se incluye a la Argentina- “todos los países vieron una mejora en su acceso al mercado y su infraestructura”. También en la seguridad (aquí Argentina disminuyó su performance) como la educación y las reformas que han adoptado algunos países en sus sistemas educativos.

El informe destacó que, a pesar de que la calidad de los gobiernos se vio deteriorada en la región, Argentina y Ecuador fueron los únicos países que lograron resistir a la tendencia y escalar 24 posiciones en la última década. En el caso de Chile, Haití y Nicaragua, el deterioro fue la consecuencia de la poca efectividad de los gobiernos y la responsabilidad política de ellos. En Venezuela, el índice manifestó que se vive una “situación política recientemente inflamada”.

En el ranking latinoamericano, el mejor ubicado fue Chile (37). Luego Costa Rica (38), Uruguay (39), Panamá (51), Trinidad y Tobago (55) y Perú (56). Recién en el séptimo lugar Argentina (59), quien superó a México (67), Brasil (69), Colombia (72), Paraguay (79), Ecuador (80), Cuba (95) y Bolivia (105). Venezuela, en el puesto 143, ocupó el anteúltimo lugar de la tabla que tuvo a Haití (153) como el peor país de la región.

Los resultados que obtuvo Argentina en cada ítem del estudio
Respecto a las naciones latinoamericanas, Argentina encontró su principal déficit en las condiciones para emprender. Es decir, en los términos que encuentran los inversores extranjeros para hacer negocios e incorporar capital en el país. En el índice, se lo expresa como “el pilar que mide el entorno empresarial de un país es su infraestructura, las barreras a la innovación y la flexibilidad del mercado laboral”.
En este ítem, Argentina está en el puesto 18 de los 28 que conforman el grupo latinoamericano. Un puesto que implica estar debajo -entre otros- de países como Uruguay, Perú, México, Colombia y Brasil.
En cuanto a la “tabla general”, desde 2009 hacia acá Argentina osciló entre el puesto 59 y 63. En 2015 alcanzó su peor posición cuando fue ubicado en el puesto 68. En la región, el país que más creció durante la década fue Ecuador, seguido de Paraguay y Perú. En el caso ecuatoriano, el país pasó del puesto 94 en 2009 al 80 en 2019. El peor fue Venezuela, quien ocupó la posición número 116 hace 10 años y actualmente está en el 143.

En este último Índice de Prosperidad, Argentina fue ubicado en el grupo de los países “medio prósperos”. Es decir, que mantienen un nivel estándar sin crecimiento pero sin un descenso significativo. Lo ocupa junto a Macedonia del Norte, Trinidad y Tobago, Perú, China, Bahrein, Omán, Armenia, Kuwait, Indonesia y Jamaica.

Los primeros 10 puestos del ranking mundial los ocuparon Dinamarca, Noruega, Suiza, Suecia, Finlandia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Alemania, Luxemburgo e Islandia. 
El Índice de Prosperidad es revisado y criticado por un panel asesor de académicos y expertos que representan a una amplia gama de disciplinas.

“Llevamos a cabo una extensa revisión para cada pilar analizando la literatura académica. Identificamos más de 200 variables que tienen un efecto sobre la riqueza y el bienestar. Esta lista fue basada en el aporte de académicos y políticos expertos en cada área de los pilares, quienes asesoraron sobre la fiabilidad de las fuentes de datos, medidas alternativas y la credibilidad de la medición de variables”, indicaron desde el Legatum Institute en el informe.

“Las variables en el Índice de Prosperidad se basan en muchas unidades de medida diferentes, incluyendo números de individuos, años, porcentajes, entre otras cuestiones. Estas diferentes unidades necesitan ser normalizadas para la comparación entre variables y países para que tengan sentido. Empleamos una distancia de enfoque de frontera para esta tarea. El enfoque de frontera compara el desempeño de un país en una variable con el valor de la lógica. Es decir, el mejor caso lógico y el peor caso", completó el estudio.

domingo, 22 de diciembre de 2019

ECONOMÍA SUSTENTABLE

Economía sustentable: cuando "ser B" es jugar en primera. 
Luis García Ghezzi. Profesor de la Universidad Austral. 
PARA LA NACION. 1 de diciembre de 2019.

En estos días en los que la crisis social y medioambiental están tan presentes, vale la pena considerar el rol que las empresas pueden tener en la tarea de construir un mundo mejor y sustentable.

Cada vez más empresarios se proponen ser actores de un cambio positivo. Para hacerlo no es necesario renunciar a los cargos ejecutivos y dedicarse a la política o fundar una ONG. Se puede contribuir al desarrollo social y al cuidado del medio ambiente desde la propia actividad empresarial, sin dejar de obtener un rendimiento por el capital invertido.

Esta idea es superadora de lo que se entiende por responsabilidad social empresaria, que habitualmente consiste en realizar acciones benéficas que no forman parte del corazón del negocio. El enfoque superador plantea usar el negocio mismo como una fuerza para el bien, como de algún modo propone también el papa Francisco en la encíclica Laudato Si'.

Son cada vez más las empresas que se proponen ser sustentables, buscando simultáneamente impacto económico, social y ambiental. De ahí, el nombre de empresas de "triple impacto". Muchas lo hacen buscando obtener la certificación de empresas B (por Benefit Corps en inglés), que otorga la organización global B Lab (Sistema B en América Latina). Ya son más de 3000 las empresas B certificadas, en 64 países. En la Argentina son poco más de 100, pero la inquietud se expande, como se vio reflejado en el Encuentro +B que se celebró en Mendoza en septiembre, al que asistieron más de 1300 personas.

Entre las empresas de triple impacto se pueden identificar dos modelos: en primer lugar, están aquellas que tienen una misión directamente social o ambiental (producción de alimentos orgánicos o saludables, reforestación, dar microcréditos a personas de bajos recursos, etcétera). Son muchos los emprendedores que se orientan en esta dirección, dando lugar al denominado "emprendedorismo con propósito".

Y hay un segundo modelo, mucho más abarcativo, que es el de las empresas que, sin importar el tipo de bienes o servicios que proveen a sus clientes, intentan enfocar todos sus procesos y actividades de modo tal de favorecer al medio ambiente y a las personas involucradas. Es decir, ponen las variables sociales y ambientales en la toma de decisiones y en los reportes al mismo nivel que las variables económicas. En este segundo grupo encontramos que son B Corps empresas como Natura (cosméticos), Patagonia (indumentaria), algunas divisiones de Danone (alimentación), etcétera. Toda empresa puede proponerse tener un triple impacto o incluso certificar como empresa B, si realiza los cambios necesarios.

Sin embargo, este cambio de paradigma de la economía y los negocios llevará tiempo y esfuerzo. Quienes trabajamos en el ámbito académico sabemos que trabajar en esta dirección va a contracorriente de las teorías económicas predominantes. Sin embargo, ya se empiezan a ver cambios concretos. Por ejemplo, el uso de la palabra sustainability ("sostenibilidad" o "sustentabilidad") en artículos de revistas científicas con referato en el ámbito de los negocios, se ha multiplicado por 30 en menos de 20 años. También se ha constituido una red de Académicos B, cuyo objetivo es promover este modo sustentable de hacer negocios desde las universidades, a través de la enseñanza y la investigación.

En definitiva, estamos siendo testigos de una revolución silenciosa y pacífica, que no busca destruir todo lo bueno del modelo económico vigente, sino mejorarlo de modo que sea sostenible en el tiempo, contribuyendo al desarrollo de las personas y respetando el derecho de las futuras generaciones a seguir gozando de un planeta maravilloso. Podemos "verla pasar" o ser agentes activos de un cambio que haga del mundo un lugar mejor para vivir.

domingo, 15 de diciembre de 2019

LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO YA GENERA EL 8% DE LAS EXPORTACIONES Y PROMETE 400.000 NUEVOS PUESTOS DE TRABAJO EN LA PRÓXIMA DÉCADA


Los servicios profesionales venden al exterior por USD 3.600 millones anuales amparados en los beneficios fiscales y profesionales de una ley específica. El nuevo gobierno tendrá un área dedicada al sector
Por Fernando Meaños. 14 de diciembre de 2019

La etapa en que la Argentina era codiciada para instalar call centers quedó atrás, ya que el bajo costo salarial post-2001 se diluyó y las multinacionales buscaron otros destinos. Pero los beneficios de la Ley de Economía del Conocimiento impulsaron los Global Delivery Services (GDS), centros de servicios que atienden demandas de empresas de cualquier lugar del mundo y exportan servicios de todo tipo con alto valor agregado.

Según datos ofrecidos por Argencon, la entidad que agrupa a 42 compañías incluidas en los beneficios de esta ley, los servicios profesionales exportan USD 3.600 millones por año, lo que representa un 8% de las exportaciones totales y lo transforma en el tercer sector en ventas al exterior, luego del complejo sojero y la industria automotriz. Gran parte de ese monto corresponde al impulso que tuvieron los servicios comprendidos en la Ley de Economía del Conocimiento, aprobada en marzo pasado.

“La Argentina dejó de competir en los servicios de bajo valor agregado, como los call centers, pero se posicionó bien en el segmento de medio y alto valor. Nuestra actividad genera empleo, divisas y atracción de talentos. Y no vemos que se perciba su valor estratégico para el país”, explicó Luis Galeazzi, Director Ejecutivo de Argencon.

Durante la campaña electoral, en Argencon aseguran haber mantenido reuniones con Fernando Peirano, economista del Grupo Callao y flamante titular de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Una de las demandan de la entidad para el nuevo gobierno, era la existencia de una Secretaría dedicada con exclusividad a la promoción de este sector.

En el nuevo organigrama del Ministerio de Desarrollo Productivo, a cargo de Matías Kulfas, se incorporó la temática a través de la creación de la Secretaría de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa, que estará a cargo de Ariel Schale. Los empresarios suelen destacar que el propio Alberto Fernández ha mencionado en varias oportunidades los beneficios de la Ley de Economía del Conocimiento, pese a que su gestación ocurrió durante el gobierno de Mauricio Macri.

En 2018, las actividades de la economía del conocimiento registraron 435.000 puestos de trabajo, de los cuales 215.000 se ubican en las actividades contempladas por la ley, que abarcan desde software hasta diseño gráfico o servicios contables y legales. Argencon estima que para 2030 el sector creará 400.000 nuevos empleos, que se dividirán en partes iguales entre puestos creados en empresas y profesionales independientes. Para entonces, pronostican que su participación en las exportaciones se duplicará desde su nivel actual hasta llegar al 15% de las ventas externas totales.

En la presentación de estos datos participaron ejecutivos de las empresas involucradas como Sergio Kaufman, CEO de Accenture, Santiago Mignone, CEO de PWC, Gabriel Becce, gerente general de Exxon Mobil y Facundo Gómez Minujín, presidente de JP Morgan Argentina.

Para acceder a los beneficios previsionales y fiscales de la legislación, ésta exige que el 70% de la facturación de un centro de servicios sea exportado, además de certificaciones de calidad. En Argencon aseguran que estas ventajas “ayudarán a que los business case de los centros argentinos mejores su competitividad global. Esto tendrá impacto directo sobre la creación de empleo formal y de alta calidad, el incremento de las exportaciones y el ingreso de divisas”.

En este sentido, PWC ya incorporó 1.200 empleados con su centro de servicios; Exxon otros 1.900, con perspectivas de crecer un 15% en los próximos 3 años. En el caso de JP Morgan, abrió un centro con 2.000 empleados que prestan servicios a la compañía en Estados Unidos desde la Argentina; dentro de él, inició la formación de un área de servicios legales que concentrará el 10% de los servicios jurídicos del banco a nivel global.

La buena calificación de los profesionales argentinos, su nivel de inglés y un huso horario cercano le permitió imponerse en la competencia con otros países. Accenture planea incorporar 1.000 empleados en 2020 y su CEO, Sergio Kaufman, promete “una revolución del empleo”.

Los call centers que crecieron exponencialmente en el país después del 2001 llegaron a emplear a 100.000 personas, ya que el país cumplía con el requisito de ofrecer un costo salarial inferior a USD 200 mensuales. A medida que esa condición se fue perdiendo, las compañías fueron migrando sus instalaciones hacia otros países.

Para prestar los servicios ofrecidos en la actualidad por los GDS, por el contrario, lo que la Argentina ofrece a las multinacionales es capital humano calificado. Las tareas requieren alta formación profesional y especialización en áreas como informática, contabilidad, finanzas, impuestos, abogacía o ingeniería, entre muchas otras. Según Argencon, ya existen más de 40 centros instalados en el país y se estima que la complejidad de los servicios que ofrecen les dará alta estabilidad. A diferencia de los call centers, su mudanza a otro país es muy compleja.

sábado, 7 de diciembre de 2019

MATÍAS KULFAS Y LOS TRES KIRCHNERISMOS: QUÉ PIENSA EL MINISTRO MÁS INFLUYENTE DE ALBERTO FERNÁNDEZ SOBRE LO QUE PASÓ Y LO QUE VIENE


En un libro de reciente reedición, el economista destacó el rol de Estado en materia productiva y social, pero criticó al cepo y a los subsidios a la energía. La hoja de ruta hacia adelante.
Por Esteban Rafele. 06/12/2019.

Matías Kulfas será el ministro de la economía real. Mientras Martín Guzmán es el hombre señalado para renegociar la deuda externa, uno de los economistas de cabecera de Alberto Fernández coordinará un ministerio de Desarrollo Productivo ampliado que comandará el acuerdo económico y social, buscará la recuperación del tejido productivo y el desarrollo de dos recursos naturales claves: la energía de Vaca Muerta y la minería.

Economista de formación heterodoxa y con un amplio recorrido en distintos espacios de debate académico y político, Kulfas ocupó puestos de segunda y tercera línea durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner. Fue subscretario Pyme, director del Banco Nación y gerente general de Banco Central, estos últimos dos cargos durante las gestiones de Mercedes Marcó del Pont en esas entidades.

En octubre, poco antes de las elecciones generales, la editorial Siglo XXI publicó una edición ampliada de un libro de 2016 que se convirtió ahora en referencia obligada para anticipar lo que viene: Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015.

1. Las tasas chinas
Los tres kirchnerismos coinciden, a grandes rasgos, con los tres periodos presidenciales. El primero estuvo caracterizado por la recuperación económica a “tasas chinas”, basada en buenos precios internacionales de las materias primas, un tipo de cambio competitivo y políticas estatales orientadas a redistribuir recursos, como las retenciones a las exportaciones del agro y el sector energético.

“El primer kirchnerismo finalizaría con un éxito rotundo en resultados económicos, pero también con la aparición del problema de la inflación sin un abordaje claro”, escribió Kulfas, que también criticó la intervención del Indec, a la que calificó como “uno de los mayores desaciertos de los periodos kirchneristas”.

Esos primeros años, relató, estuvieron signados, entre otras cosas, por una recuperación del empleo privado de raigambre industrial, algo comenzó a estancarse a partir del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner.

Pero allí también comenzaron tensiones que Kulfas detecta a lo largo de los doce años y que se manifestaron en el segundo kirchnerismo: “No hubo innovaciones institucionales y programáticas de relevancia. La política industrial continuó girando en torno a ejes preexistentes sin que se verificaran mejoras sustanciales en términos productivos y al mismo tiempo se agravó la dependencia de las importanciones en sectores clave como la industria automotriz”, sostuvo.

2. El deterioro de los superávits gemelos
Si el primer kirchnerismo fue la época de los superávits gemelos, el fiscal y el comercial, el crecimiento de la economía (que demandó importaciones) y del gasto fueron deteriorando esos pilares.

“El segundo kirchenrismo también sería un periodo de mayor expansión de la política fiscal”, anclada fundamentalmente en lo social. Si ese aumento del gasto tuvo un rol anticíclico durante la crisis financiera de 2008 y 2009, luego no se retrajo cuando la economía volvió a crecer. Entre esas políticas sociales destaca, sobre todo, la implementación de la AUH y la estatización de los fondos de las AFJP, que permitieron usar el Fondo de Garantía de Sostenibilidad (FGS) para hacer política pública.

Hubo problemas que se fueron agravando. “El tipo de cambio real mostraba una fuerte tendencia a la apreciación, afectaba la competitividad de la economía y generaba una fuerte expectativa devaluatoria”, escribió Kulfas. “Las contracaras de la expansión del consumo eran la notable alza de las importaciones industriales y el déficit energético, es decir, todas las miradas aputanban al desequilibrio externo, al nivel de las reservas y a la cotización del tipo de cambio”, continuó. ¿La respuesta? El cepo cambiario.

3. El cepo y el aguante
El control de cambios como reacción ante la falta de divisas, siguió Kulfas, podría “haber tenido algún sentido en un marco de transición”. Pero “la existencia de una brecha cambiaria estimuló una mayor especulación financiera y desalentó la inversión privada”, aseguró el economista.

La suma de déficit industrial, déficit energético, déficit de turismo y cepo cambiario significaron “el fin de la etapa expansiva”. “Lejos de ‘profundizar el modelo’, el tercer kirchnerismo debió contentarse con ‘aguantar el modelo’”, escribió el ministro de Alberto.

Falta de planificación
La recuperación del kirchnerismo que hace Kulfas trae una conclusión. Según su visión, la recuperación económica con altas tasas de crecimiento tuvo como contrapartida un déficit de planificación.

“A medida que avanzamos en la descripción histórica de las etapas kirchneristas, notamos una mayor tendencia hacia rasgos de voluntarismo y cierta desidia en el tratamiento de las restricciones económicas imperantes”, indicó el economista.

 “Los gobiernos kirchneristas han mostrado una mayor ductilidad a la hora de encarar la gestión de las políticas públicas. Pero esa ductilidad y vocación de gestión pudo observarse con mayor claridad en el manejo de los conflictos (que los hubo, y muchos) que en la planificación y la gestión en tiempos de ‘paz’. Esa persistente mirada en torno a la conflictividad explica, en buena medida, la encerrona del cepo cambiario”, escribió.

Hacia adelante
Como epílogo, Kulfas da pistas de cuál es la concepción del principal referente económico de Alberto Fernández. “El principal problema de la economía argentina es la restricción externa”, escribió. Dicho de otra forma, se necesitan dólares.

“El ciclo de altos precios internacionales de las materias primas finalizó y no hay señales de retorno”, indicó Kulfas. Tampoco “hay márgenes para aumentar el endeudamiento externo”, que “el gobierno de Mauricio Macri multiplicó por tres”.

“Estas restricciones llevan a plantear la necesidad de implementar un programa macreoeconómico y productivo consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda externa de los próximos años”, concluyó.

Entre las herramientas, Kulfas hace hincapié en la necesidad de otorgar créditos a “tasas de fomento y a largo plazo”, pero haciendo foco en los sectores que generen divisas. “Una regla sencilla: a quien genere dólares genuinos se le debería asistir con financiamiento barato en moneda nacional y con plazos favorables”.

Volver a crecer será la prioridad de su gestión. Pero ese crecimiento debe apalancarse en la inversión. “No es posible apostar a una recuperadción general a partir de un shock de consumo estimulado solo con aumentos del gasto público o la recomposición del salario real”, escribió y agregó: “Es necesario montar un aparato de relojería que direccione de manera efectiva escasos recursos hacia inversiones que recuperen el tejido manufacturero”.

El economista pasa revista por los cambios industriales del último tiempo y la necesidad de focalizar en el conocimiento. “Un eje central para plantear la sustitución desable de importaciones son los clusters (complejos industriales) en torno a los recursos naturales”. Escribió. Serían industrias ligadas al desarrollo del agro, el petróleo y la minería.

sábado, 30 de noviembre de 2019

AGENDA 2030 PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE. LOS 17 ODS


La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en septiembre de 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron una resolución en la que reconocen que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza y afirman que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible plantea 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son:

1.    Erradicar la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
2.  Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible.
3.  Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos y todas en todas las edades.
4. Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos.
5.     Alcanzar la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.
6.   Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos.
7.  Asegurar el acceso a energías asequibles, fiables, sostenibles y modernas para todos.
8.   Fomentar el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente para todos.
9. Desarrollar infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, y fomentar la innovación.
10. Reducir las desigualdades entre países y dentro de ellos.
11. Conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros,  resilientes y sostenibles.
12.Garantizar las pautas de consumo y de producción sostenibles.
13.Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
14.Conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos   para  lograr el desarrollo sostenible.
15.Proteger, restaurar y promover la utilización sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar de manera sostenible los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la degradación de la tierra, y frenar la pérdida de diversidad biológica.
16.Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
17. Fortalecer los medios de ejecución y reavivar la alianza mundial para el desarrollo sostenible.

La nueva estrategia regirá los programas de desarrollo mundiales durante los próximos quince años. Al adoptarla, los estados se comprometieron a movilizar los medios necesarios para su implementación mediante alianzas centradas especialmente en las necesidades de los más pobres y vulnerables.

Los 17 ODS de la Agenda 2030 se elaboraron durante más de dos años de consultas públicas, interacción con la sociedad civil y negociaciones entre los países. La Agenda implica un compromiso común y universal, no obstante, puesto que cada país enfrenta retos específicos en su búsqueda del desarrollo sostenible, los estados tienen soberanía plena sobre su riqueza, recursos y actividad económica, y cada uno fijará sus propias metas nacionales en consonancia con la Agenda.

La Agenda 2030 incluye también un capítulo de Medios de Implementación que vincula de manera integral el acuerdo de la Agenda de Acción de Addis Abeba para la financiación del Desarrollo.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

CARLOS PAGNI: EL HAMBRE EN LA ARGENTINA, UN PROBLEMA QUE NO SE MIDE


La columna de Carlos Pagni: el hambre en la Argentina, un problema que no se mide
Escuchar a los pobres podría ser la clave para que el gobierno de Alberto Fernández encuentre cómo combatir un flagelo que persiste en el país desde hace años.

El viernes, el presidente electo Alberto Fernández encabezó una reunión a la que asistieron sindicalistas, empresarios y hasta referentes de la gastronomía, en lo que fue el inicio del Plan Argentina contra el Hambre. Marcelo Tinelli, Pérez Esquivel, Estela de Carlotto, Héctor Daer, Pablo Micheli y Roberto Baradel y Narda Lepes, entre otros, dijeron presente.
Carlos Pagni, columnista de Telenoche, analizó este escenario y cómo la pobreza es un problema que trasciende generaciones en la Argentina. A continuación, los puntos destacados.
19/11/2019

- La pobreza es un tema recurrente en la Argentina desde hace muchos años. La informalidad y la exclusión irrumpieron con fuerza en el país probablemente en la crisis que fue desde 1998 al 2003, y con ellas el problema del hambre. Sobre este último punto, hay dos cuestiones a determinar: cuánto hay y qué hacer con él.

- Este año se le otorgó el Premio Nobel a tres economistas, que están radicados en EEUU, por sus estudios sobre el hambre. Dos de ellos, Abhijit Banerjee y Esther Duflo, escribieron un libro que se llama "Economía de la Pobreza", que aborda las estrategias para combatirla.

- De acuerdo con los autores, el gran problema de los programas para reducir la pobreza y el hambre es que quienes los diseñan no escuchan a los pobres. Probablemente, leer ese libro sea una buena experiencia para el presidente Alberto Fernández o para Daniel Arroyo, que se presume que va a ser su ministro de Desarrollo Social.

- Para Banerjee y Duflo, un pobre es un genio de la economía, porque es capaz de vivir, por ejemplo, con 9 centavos de dólar en Miami. Entonces, ¿por qué no preguntarle a ellos qué hacer con el dinero? Esto remite a la idea de la tarjeta alimentaria. ¿Es una buena idea decidir que lo que necesita el pobre es comprar alimentos, o necesitará otra cosa?

- Con respecto a qué sabemos del hambre, lo cierto es que éste no se mide. Sí tenemos registro de la pobreza a través del acceso a una canasta de productos básicos. En tanto, la indigencia también se calcula con alimentos, en base a una canasta elaborada en los años 80' de 2000 calorías básicas por día. Sin embargo, ésta no se carga con datos desde el año 2004, por lo que no sabemos qué come la gente en realidad ni cuántos están por debajo de esos requerimientos.

- Es por eso que, antes de repartir una tarjeta, tendremos que saber qué es lo que comen los argentinos, quiénes están por debajo de lo deseable y luego evaluar qué mecanismo es el más eficiente para resolver el problema.

lunes, 18 de noviembre de 2019

LATINOAMÉRICA, SUMIDA EN UNA CRISIS DEL SIGLO XXI


Eduardo Fidanza. 16 de noviembre de 2019

En la última década del siglo pasado, dos relevantes sociólogos europeos escribieron ensayos que anticiparon lo que las sociedades mundiales atravesarían pocos años después. Anthony Giddens -un notorio especialista en teoría social, considerado el padre de la Tercera Vía- publicó en 1990 Las consecuencia de la modernidad, donde traza un retrato inquietante del mundo contemporáneo.

Para describir su naturaleza, recurre a un término extraído de la mitología hindú: el juggernaut, que representa el carro en el que era sacado en procesión el dios Krishna, cuyas ruedas aplastaban a los fieles, sacrificándolos en aras de la divinidad. La expresión alude a una fuerza terrible e indetenible que destruye todos los obstáculos que se presentan en su camino.

Según Giddens, la modernidad adquiere ese rasgo angustiante por tres factores: primero, la tecnología consuma la separación del tiempo y el espacio; segundo, eso produce un "desanclaje", porque se destruyen las referencias locales, reorganizándose los vínculos sociales a través de enormes distancias espacio-temporales; y tercero, el conocimiento se torna reflexivo, provocando el cuestionamiento incesante de las certezas y los valores. Así, la humanidad globalizada queda a merced de culturas controvertidas y sistemas expertos, que a pesar de su sofisticación no garantizan la seguridad. Cuando Giddens escribió esto ya había explotado Chernobyl, que le sirvió de ejemplo. Pero aún no las Torres Gemelas, cuyo destino pareciera sintetizar su pesadilla sociológica en el inicio del siglo XXI.

Hay algo más, sin embargo. Y es fundamental. Giddens dictamina acerca de la globalización capitalista: "En algunos sentidos el mundo es 'uno'; pero en otros sentidos, esa unidad está desgarrada por las injusticias del poder". Eso significa que la apropiación del conocimiento y las oportunidades es diferencial, abriendo la puerta a una insondable desigualdad entre los individuos y entre las naciones. Esta reflexión se vincula con el segundo sociólogo que evocamos.

Se trata de Ralf Dahrendorf, quien publicó en 1995 un ensayo titulado Economic Opportunity, Civil Society, and Political Liberty, que en español se tradujo como La cuadratura del círculo, una feliz metáfora acerca de la dificultad de conciliar bienestar económico, cohesión social y libertad política. Dahrendorf se pregunta cómo afecta la globalización a la sociedad civil, y responde que de muchas maneras, cuyas consecuencias son graves: nuevos tipos de exclusión, pérdida de ciudadanía, destrucción de los bienes públicos, desempleo, pobreza, desigualdad. Considera a la sociedad civil "una realidad preciosa, todo lo contrario a lo universal, que es producto de un largo proceso de civilización, pero que queda expuesta a la amenaza de los gobernantes autoritarios o a las fuerzas de la globalización". Hace 25 años, este sociólogo vislumbró la llegada de los Trump, los Bolsonaro, los Orbán, los Maduro y otros de su estirpe. Vio la tierra fértil para estos psicópatas de la política al afirmar: "La fusión de competitividad global y desintegración social no es una condición favorable para la libertad".

Sin descuidar los rasgos específicos de cada país, acaso haya que recordar estas condiciones generales para tratar de entender lo que les sucede a las sociedades cuando concluye la segunda década del siglo XXI. Es sintomático que un jubilado que protesta en Irak afirme que ha trabajado 40 años y no puede vivir con los 300 dólares que recibe. Podría decir lo mismo uno de Brasil, Ucrania o la Argentina. Sucede algo similar con los que se alzan contra el autoritarismo en Hong Kong, Managua o Caracas. A unos les han quitado los ingresos, a otros, la libertad. Ese malestar se traslada al cuestionamiento de los sistemas de gobierno, expresados a través de una anomia política desconcertante: los que perdieron con la democracia liberal la repudian, los que carecen de libertad la buscan. A unos les resultan indiferentes los golpes de Estado, a otros se les va la vida tratando de liberarse de sus dictadores. Ya no existe la verdad, sino las lecturas contrapuestas. Como la Ilustración en su momento, el capitalismo globalizado ha sido infiel a sus promesas.

Por estas cosas, y por muchas otras que no caben aquí, es tan difícil conceptualizar lo que ocurre en América Latina, cuya crisis repite las incertezas típicas de este siglo. Hay acuerdo en que el comercio internacional fue adverso. Más allá de eso, las piezas no encajan. La macroeconomía equilibrada multiplicó la desigualdad en lugar de impulsar el bienestar, con la complicidad de la democracia liberal. Los responsables del modelo no saben cómo justificar el desastre. Mientras tanto, los progresistas se niegan a asumir las inconsistencias evidentes de su moral redentora. Es tan cierto que mejoraron las condiciones de vida de las masas como que incurrieron en todo tipo de corrupciones y autoritarismos. Entre el fracaso liberal y la doble moral progresista, Latinoamérica sigue desangrándose.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

UNA TRANSICIÓN CON BRÚJULA, PERO SIN PÉNDULO


Una transición con brújula, pero sin péndulo
Eduardo Fidanza. PARA LA NACION. 9 de noviembre de 2019 

En septiembre de 1983, pocos días antes de la elección presidencial que concluiría con la dictadura militar, el economista Marcelo Diamand publicó un texto titulado "El péndulo argentino: ¿hasta cuándo?". Llamaba péndulo a la permanente oscilación de la política económica entre lo que denominaba "dos corrientes antagónicas": la popular o expansionista y la ortodoxa o liberal. La primera expresa las aspiraciones de las masas, mientras que la segunda representa la opinión ilustrada, enseñada en las universidades occidentales y adoptada por las instituciones financieras internacionales.

Según Diamand, la corriente popular -hoy diríamos "populista"- propugna la distribución progresiva del ingreso y el pleno empleo. Para lograrlo, busca ampliar los beneficios sociales, otorga aumentos nominales de salarios y, si lo considera necesario, recurre al control de precios.

También manipula los principales instrumentos de política económica -básicamente el tipo de cambio y las tarifas de los servicios públicos- para disminuir la inflación. Con eso, el populismo consigue, en una primera fase, aumentar el salario real y el acceso al crédito, que impulsan decididamente el mercado interno al incrementar el consumo.

Al cabo de esa euforia, sostenía Diamand, el modelo se agota debido al déficit presupuestario, el desequilibrio de la balanza comercial (la reactivación genera un insostenible aumento de las importaciones) y el recrudecimiento de la inflación. El final del experimento es conocido: se agotan las reservas y se precipita la crisis de la balanza de pagos.

Según esta interpretación, a la ilusión populista le ha seguido el correctivo liberal. Este consiste en una fuerte devaluación, que mejora los ingresos del sector agropecuario y derrumba el salario, complementada con restricción monetaria, freno al consumo y atracción de capital externo bajo la forma de inversión o préstamos. Para Diamand, con este modelo sucede lo mismo que con el otro: luego de algunos éxitos iniciales se agota, poniendo otra vez la economía al límite. Su explicación es increíblemente actual: "En algún momento del proceso sobreviene una crisis de confianza. Los préstamos del exterior que habían ingresado comienzan a huir.

Se produce una fuerte presión sobre las reservas, una crisis en el mercado cambiario y una brusca devaluación. Caen los salarios reales, disminuye la demanda, la tasa de inflación otra vez aumenta vertiginosamente y se vuelve a caer en una recesión, más profunda aún que la anterior". Diamand dice que los impulsores de ambas corrientes explican el fracaso argumentando que no tuvieron suficiente poder para imponer su programa.

Pero él tiene otra tesis: no es el empate entre fuerzas lo que impide el progreso, sino la inconsistencia intrínseca de ambos modelos. Ninguno de ellos logra eludir la restricción externa, un rasgo característico de las economías que no pueden compensar con los ingresos del agro la inmadurez de la industria y los servicios. Eso provoca que cíclicamente el país se quede sin dólares. El drama de la escasez tuvo una consecuencia impensada: varias veces, un mismo gobierno aplicó recetas populistas y ortodoxas, como lo demuestran V. Arza y W. Brau en un paper publicado estos días en el sitio Alquimias Económicas. La administración saliente incurrió en esa ambigüedad.

En 1983 Diamand concluyó que después de repetidas frustraciones el péndulo se había agotado. Escribió entonces, con resonancias que llegan al presente: "Por primera vez en la historia, está por asumir el poder la corriente popular sin que existan reservas de divisas y, además, con más de la mitad de las exportaciones comprometidas para el pago de los intereses de la deuda. Esto significa que el gobierno popular esta vez carecerá del margen de maniobra inicial con el que siempre contó". Años después se repite el estrangulamiento, pero el estrés inicial del próximo gobierno se debe a una inversión paradójica de la historia: cuando debido al agotamiento de las reservas debería ser la hora de la ortodoxia, le toca presidir al populismo.

En síntesis, la economía pendular se terminó. Porque no hay reservas para que el producto crezca y porque el endeudamiento o la emisión son inviables. Podría decirse, sin embargo, que esta es una transición sin péndulo, aunque con brújula, si se repara en algunas señales prometedoras: predisposición a transferir el poder ordenadamente, equilibrio de fuerzas, redefinición de los liderazgos, conciencia de ambos lados sobre los pocos caminos disponibles para resolver la crisis.

Tal vez sobre este piso mínimo, y ante la amenaza de un mal mayor, se construyan acuerdos para afrontar el problema que lo traba todo. Diamand describió la cuestión con claridad, pero acaso sin imaginar que la agonía se prolongaría casi cuatro décadas: "O la Argentina queda condenada a una permanente recesión, con consecuencias sociales y políticas imprevisibles, o aprenderá finalmente a superar la restricción externa que limita el crecimiento de su economía".

domingo, 10 de noviembre de 2019

AVANZADA ANTIMONOPOLIO. EL DESAFÍO DE DIVIDIR A LOS GIGANTES TECNOLÓGICOS


Mark Zuckerberg confía en que Facebook resistirá los embates para dividir a la compañíaMark Zuckerberg confía en que Facebook resistirá los embates para dividir a la compañía Fuente: AFP
En Estados Unidos se alzan cada vez más voces que alertan sobre el papel que tienen empresas como Facebook, Amazon, Apple y Google; las propuestas para separar a las compañías
9 de noviembre de 2019 

"Padre Lennon, ¿tiene algo de dinero? Compre acciones de Standard Oil." Es lo que se dice que John D. Rockefeller le aconsejó a su compañero de golf, un sacerdote, cuando recibió en 1911 la noticia de que la Corte Suprema había dictaminado que su compañía petrolera debía ser dividida en 34 firmas más pequeñas. Fue un buen consejo. En pocos años el valor de esas firmas se triplicó. La riqueza neta de Rockefeller, que poseía más del 25% de cada empresa, pasó de alrededor de US$300 millones en 1911 a US$900 millones en 1923, alrededor de US$23.000 millones actuales.

Una división de los gigantes tecnológicos de hoy -Google, Amazon, Facebook y Apple- también podría destrabar una inmensa riqueza, según algunos analistas. Si se implementara plenamente el plan más radical, propuesto por Elisabeth Warren, una contendiente demócrata líder para la presidencia de Estados Unidos, de acuerdo a algunos cálculos las partes separadas podrían valer más de US$2 billones, lo que es aproximadamente la mitad del valor de las cuatro firmas completas hoy.

El esquema de Warren que tiene dos vertientes, fue presentado en marzo, pero ahora está siendo analizado más cuidadosamente, a medida que su campaña por la nominación presidencial demócrata cobra impulso. La primera parte es relativamente directa. Quieren deshacer fusiones tecnológicas consideradas "anticompetitivas", porque se realizaron para neutralizar a potenciales competidores. Esto apunta principalmente a Facebook, que en 2012 compró la red social Instagram por US$1000 millones y en 2014 pagó US$19.000 millones por el servicio de mensajería WhatsApp. En la industria hay voces que sostienen que ambas empresas podrían haberse convertido en serias rivales para Facebook. Pero Warren también apunta a deshacer otros acuerdos, como el de DoubleClick, un market place de publicidad comprado por Google, y Whole Foods, la cadena de supermercados que fue adquirida por Amazon.

La segunda vertiente del esquema requiere más explicación. Los gigantes tecnológicos son mayormente bestias de dos cabezas. No sólo operan un mercado sino que también compiten en el mismo. Amazon posee el mayor market place del mundo y también vende productos en ese mercado bajo marcas privadas. Apple administra la tienda de apps del iPhone pero también ofrece sus propias apps. Esto crea incentivos para que estas firmas promuevan sus productos de manera desleal, por ejemplo presentándolos en primer lugar en las páginas de resultados de sus motores de búsqueda.

Warren quiere que los operadores de mercados online que generen ingresos globales anuales de más de US$25000 millones sean declarados "empresas de servicios de plataformas" y que se les prohíba ser dueños de una plataforma y hacer negocios en la misma. Como mínimo esto significaría, por ejemplo, que Amazon tendría que deshacerse de sus marcas privadas, en particular Amazon Basics. Apple tendría que deshacerse de apps como Mail y Maps.

Determinar el efecto de las divisiones es difícil, aunque un análisis de los ingresos de varias partes de los negocios de los titanes tecnológicos da una idea de su valor. Analistas de activos que hacen análisis "de la suma de las partes" también tratan de estimar el valor de las piezas de un negocio usando como medida firmas similares. Sus evaluaciones con exceso de entusiasmo de cuánto podrían valer las firmas a veces parecen fantasiosas. Pero el enfoque puede servir razonablemente bien para unidades de negocios que tienen partes comparables, como Instagram. En junio Bloomberg Intelligence calculo que Instagram valdría US$100.000 millones (aunque algunos en Silicon Valley ubican la cifra en un nivel mucho más alto, alrededor de US$200.000 millones, por su acelerado crecimiento). El banco Brent Thill valúa el negocio de comercio minorista online de Amazon (incluyendo Amazon Basics, pero sin su mercado) en casi US$200.000 millones, y las tiendas físicas de la firma (principalmente Whole Foods) en hasta US$6000 millones.

Si no hay buenos términos de comparación y datos financieros, estimar los valores se parece más a un arte que a una ciencia, dice Brian Wieser, de Group m, el mayor comprador de publicidad del mundo. Eso hace aún más difícil calcular el valor del negocio publicitario de Google de conjunto (La estimación de Jefferies es de US$539.000 millones). Warrant quiere dividirlo en un mercado de publicidad y los servicios que operan en el mismo. Pero valuar sus partes constitutivas es pura adivinanza. La firma no da cifras.

Estos no son los únicos problemas. WhatsApp, pese al tremendo precio que pagó Facebook por la firma, no gana mucho dinero, lo que hace difícil valuarla. No tiene sentido tratar de estimar un precio para las apps de Apple y Google.

Lo poco preciso del plan de Warren también hace difícil estimar un valor total de la división. Si Facebook tiene que separarse de WhatsApp, ¿por qué debería conservar Messenger, su otro servicio de mensajería instantánea? ¿O porque debe Apple conservar iMessage? Se puede considerar ambos como servicios sobre una plataforma. Del mismo modo no está claro lo que sucedería con las tiendas de apps de Apple y Google o las ramas de computación en la nube de Amazon y Google (y la de Microsoft, que es rival de Amazon). La separación de Servicios Amazon en la red, por ejemplo, crearía la segunda firma corporativa más valiosa del mundo. Valdría US$438.000 millones, dice el banco Morgan Stanley, alrededor de cuatro veces más que IBM.

¿Aunque la mayoría de los analistas suponen que las partes separadas valdrían más que el todo, podría ser cierto lo opuesto? Las divisiones podrían destruir valor. Se evaporarían las sinergias, señala Amit Daryanani de Everccore, una firma financiera. Apple quizás ya no pueda ofrecer un paquete de hardware, software y servicios fuertemente integrado, lo que es su principal ventaja competitiva. Si se le quitara a Amazon su rama de computación en la nube perdería su negocio más rentable, lo que haría del resto una inversión menos atractiva. Tampoco está claro cómo reaccionarían los mercados si las desinversiones debilitaran los efectos de red y a las fuerzas económicas que permiten a las firmas grandes hacerse más grandes.

Los que creen que pueden beneficiarse de las divisiones no debieran llenarse de expectativas. Abundan las barreras políticas y legales. Aunque Warren gane la elección el año entrante, el senado norteamericano probablemente seguiría bajo control republicano y podría no estar dispuesto a convalidar una división radical. La otra vía, a través de los entes regulatorios, parece igualmente complicada. Warren quiere nombrar reguladores "comprometidos a revertir fusiones tecnológicas ilegales y anticompetitivas". Pero probablemente tendrían que convencer a la Justicia norteamericana. Tanto los jueces de los tribunales federales de apelación como la mayoría conservadora de la Corte Suprema son escépticos en cuánto a las posturas antimonopólicas.

En segundo lugar las dificultades prácticas serán una dificultad de agregada. En otros sectores prohibiciones de "líneas de negocios", del tipo que Warren quiere imponer a Amazon y Apple, han sido usadas para evitar el abuso de una posición dominante. Se prohibió a los ferrocarriles en EE.UU. transportar productos producidos por ellos mismos y a los bancos intervenir en el comercio. En el mundo digital estas fronteras son más arbitrarias y fluidas.

Nada de plataformas
Separar a las plataformas de los servicios que funcionan en ellas suena elegante. ¿Pero cómo dividir los datos que los gigantes tecnológicos han recogido? ¿Qué es parte de la plataforma y que no? ¿Qué pasa si se mueven las líneas que las separan? La mensajería instantánea podría describirse como un aspecto de una plataforma de redes sociales pero también como un servicio por separado. El caso contra Microsoft se detonó cuando empaquetó su sistema operativo Windows con su navegador de la red, que hasta entonces eran piezas separadas. Hoy los navegadores generalmente son considerados parte de un sistema operativo.

Tercero, el temor a consecuencias no deseadas actuará como un freno a las divisiones. El plan de Warren fue inspirado en parte por Lina Khan, Una estudiosa del derecho, que en 2017 publicó un trabajo influyente titulado "Amazon paradoja antitrust" y ahora asesora al subcomité antitrust del Congreso de EE.UU. en su investigación de las grandes empresas tecnológicas.

Pero en un trabajo más reciente enumera varios problemas que acarrearía imponer una regulación muy pesada. La tecnología en rápida evolución puede hacer que las divisiones resulten obsoletas. Debido a que introducen fricción, podrían llevar a una suba de precios. Si se las limita en cuanto a lo que pueden hacer, las plataformas pueden reducir la inversión, haciendo así más lenta la innovación. Aunque identifica estos problemas dice que no son "un argumento convincente para la inacción".

Lo que es más, las divisiones por sí solas no bastarán para domar a las grandes empresas tecnológicas. Harold Feld de Public Knowledge, un centro de estudios de orientación progresista, señala el "problema de la estrella de mar". Algunas estrellas de mar tienen poderes increíbles de regeneración: si se las rompe, las partes rápidamente crecen y se convierten en nuevas criaturas completas. En forma similar, una parte de un gigante tecnológico podría volverse dominante nuevamente debido a efectos de red. Sostiene que las divisiones tienen que ser acompañadas por una normativa que debilite este efecto, por ejemplo con el requisito de que el usuario de un servicio de mensajería instantánea pueda intercambiar textos con el usuario de otro servicio.

¿Dadas todas estas barreras se concretará alguna vez la división? Desinversiones en todo el sector parecen improbables, pero incluso Makan Derahim, jefe de la división antitrust del departamento de Justicia de EE.UU., dijo el 22 de octubre que están "perfectamente a la orden del día". Amazon se ve vulnerable. Está perturbando muchos sectores y creándose muchos enemigos. Parece relativamente fácil argumentar políticamente en favor de prohibirle algunas líneas de negocios. La víctima más probable es Facebook. Escándalos de privacidad y su rol en la diseminación de desinformación han convertido a la firma en un blanco tanto para los demócratas como para los republicanos.

Es relativamente fácil argumentar contra Facebook. Scott Hemphill y Tim Wu, dos estudiosos del derecho de Nueva York, ya lo están haciendo. Con el respaldo de Chris Hughes, un cofundador de Facebook que ahora es crítico de la firma, han estado haciendo presentaciones ante las autoridades regulatorias explicando que "evidencias disponibles indican que en 2010 Facebook lanzó un programa de adquisiciones defensiva seriales para mantener su dominio".

Más allá de los argumentos legales, no se presenta como una tarea fácil. WhatsApp sigue siendo un ente separado pero Instagram no lo es. Usa la misma plataforma de publicidad que Facebook. Y la firma está uniendo aún más sus mayores servicios fusionando sus agendas de direcciones. Los suscriptores de Facebook en algún punto podrán mandar mensajes con WhatsApp. La firma dice que busca hacerle la vida más fácil a los usuarios. Los críticos dicen que el objetivo es hacer más difícil la división. Para evitar un "daño irreparable" Hemphill y Wu piden a los reguladores que soliciten una prohibición preliminar que pondría fin al trabajo de integración.

Mark Zuckerberg, el dueño de Facebook, sabe que tiene un blanco en la espalda. Si Warren fuera elegida presidenta, le dijo recientemente al personal "apuesto a que enfrentaríamos un desafío legal". Agregó que además apostaría que él ganaría. Zuckerberg quizás debiera informarse de la historia de la Standard Oil. Rockefeller pensaba lo mismo, hasta que fue demasiado tarde.

Traducción de Gabriel Zadunaisky

YVON CHOUINARD: "HAY QUE REINVENTAR EL CAPITALISMO POR COMPLETO"


A los 81 años, el fundador de la marca Patagonia desarma los mitos sobre la sustentabilidad, critica a Amazon y el plan de Elon Musk para ir a Marte y asegura que todavía no es tarde para salvar al planeta
Fast Company. Jeff Beer. 9 de noviembre de 2019 

"Quieren saber la verdad. No hay esperanza. No hay ninguna esperanza". Eso es lo que el fundador y presidente de Patagonia Yvon Chouinard le dijo al diario L.A. Times en 1994. A pesar de ello, Chouinard y su compañía han dedicado décadas-y millones de dólares-a combatir por causas ambientales en todo el mundo invirtiendo al mismo tiempo en prácticas de negocios más sustentables. Lo que es más, Patagonia ha abrazado y promovido el movimiento de corporaciones B, mientras que Chouinard encabezó esfuerzos como "El 1% por el planeta", un colectivo de compañías que se comprometieron a donar el 1% de su ganancias a grupos ambientalistas y que desde 2002 lleva reunidos más de US$225 millones.

Mientras tanto a lo largo de los últimos 46 años, Patagonia se ha convertido en una marca global valorada en miles de millones de dólares, lo que la convierte en el ejemplo de una compañía a la que le va bien y hace el bien.

Pero Chouinard sigue insatisfecho. A los 81 años está más concentrado que nunca en demostrar, con el ejemplo de Patagonia, a qué extremos puede llegar una compañía para proteger el planeta. Tomándose un descanso de sus jornadas de pesca cerca de su hogar en Wyoming, Chouinard se muestra tanto apasionado como irónico al hablar de su filosofía de negocios, lo que entendemos mal acerca de la sustentabilidad, porque lo entusiasma tanto la agricultura regenerativa y la maquinaria política de Patagonia en ascenso.

-¿Cómo se lleva con la idea de que estar en los negocios significa necesariamente que se está contribuyendo a la polución y el daño del planeta?

-Todo lo que el hombre hace provoca más daño que bien. Tenemos que aceptar ese hecho, no engañarnos pensando que algo es sustentable. A partir de ahí uno puede tratar de lograr una situación en la que cause el menor daño posible. Esa es nuestra manera de ver las cosas. Es una cumbre que nunca se alcanza. Uno siempre está tratando de alcanzarla. Nunca se llega a la cima, pero ese es el viaje.

-Hace unos ocho meses usted escribió una nueva declaración de misión para la compañía: "Patagonia está en el negocio de salvar a nuestro planeta". ¿Qué impacto ha tenido eso hasta ahora?
-Afecta el trabajo de todas y cada una de las personas. Algunos más que otros, pero puso a todos a pensar. Hicimos el compromiso de estar libres de combustibles fósiles para 2025. Hemos invertido en compañías que están trabajando en cultivar las fibras sintéticas, cosas hechas a partir de plantas en vez de petróleo. No sólo estamos limpiando nuestros edificios y nuestras cosas, vamos a nuestros proveedores y los convencemos de que usen energía más limpia. Además seguimos trabajando en salvar grandes áreas del planeta que captan mucho carbono. Personalmente estoy trabajando en un nuevo parque publico en la punta de América del Sur, alrededor de 325.000 hectáreas de turberas y pantanos y 81.000 hectáreas de mar, que "secuestra" más carbono que casi cualquier otra zona en la tierra.

-Hace diez años usted empezó a introducirse en el negocio de los alimentos, lanzando Patagonia Provisions. Y trabajan con la agricultura regenerativa. Ahora usted ha llevado esos principios regenerativos a su cadena de provisión de algodón. ¿Siempre vio eso como lo que había que lograr?
-Esto es todo bastante nuevo. Los científicos recién ahora están descubriendo lo importante que es la producción agropecuaria para el cambio climático, tanto en términos negativos como positivos. El ambientalista y empresario Paul Hawken tiene un libro que enumera 100 cosas que podemos hacer para combatir el cambio climático (titulado Drawdown: el plan más completo que se ha propuesto para revertir el calentamiento global). De esas 100 cosas, lo más importante que se relacionaba con nosotros era la agricultura, por lo que nos concentramos en la agricultura orgánica regenerativa. Estamos trabajando en una nueva certificación que va más allá de lo orgánico. Hemos estado usando algodón cultivado orgánicamente durante años, pero todo lo que hace es causar un poco menos de daño. Por lo que decidimos comenzar a cultivarlo de manera regenerativa y orgánica. Comenzamos con ciento cincuenta productores en la India, campesinos a pequeña escala. Los convencimos de cultivar el algodón con una cantidad mínima de labranza. Incluso con el algodón ahora, secuestramos carbono. Esto es importante. La agricultura regenerativa no puede hacerse a gran escala. Simplemente no se puede. Esta gente mata los parásitos aplastándolos con sus dedos. Ponen luces para atraer a los insectos de noche y usan métodos naturales. Y usan cultivos de cobertura: garbanzos y cúrcuma, para la que hay gran demanda. Y usan abono. Les pagamos 10% extra, así que casi han aumentado al doble sus ingresos. El año que viene vamos a tener 580 pequeños productores que cultivarán algodón de este modo.

-¿Y qué piensa de que Jeff Bezos y Elon Musk impulsen el viaje interplanetario para llegar a Marte y colonias en la luna, porque no parecen creer que podemos salvar nuestro planeta?
-Creo que es bastante tonto. Y no sólo tonto, realmente es una lástima. Los fondos que van a destinar a la exploración del espacio debieran usarse para salvar nuestro propio planeta ahora mismo. Estamos en una situación de emergencia. Las cosas se ven tan mal. Es la tercera guerra mundial. Yo viví la segunda guerra mundial y recuerdo lo que tuvo que hacer el país para movilizar. No se podía comprar azúcar. No se podía comprar carne. Siendo canadienses del lado francés, teníamos suerte si conseguíamos carne de caballo. [Ríe] Eso es lo que tiene que suceder con este asunto del calentamiento global. Estamos desperdiciando el dinero en esto de ir a Marte. Quiero empezar a fabricar remeras que tengan una trucha y que diga que no hay truchas en Marte o con la leyenda "a la mierda con Marte". Tenemos que hacer eso.

-Ha sido bastante claro respecto de su pesimismo en relación al destino del planeta al mismo tiempo que está comprometido con tratar de arreglarlo. ¿A qué atribuye su capacidad de no ser nihilista y seguir avanzando hacia una cumbre que nunca se alcanza?
-La solución para la depresión es la acción y yo tengo una idea clara de lo que tengo que hacer. Mucha gente quiere hacer algo respecto al calentamiento global, pero no sabe por dónde comenzar. Es una falta de introspección e imaginación. Un técnico de nuestro laboratorio de tejidos se comunicó con uno de nuestros proveedores en Japón y le dijo: "Oiga, veo que usted compra su energía de usinas a carbón. ¿Por qué no se pasa a energía verde?" Se trata de una fábrica japonesa gigante. El hombre dijo: "No lo había pensado". Lo analizaron, se pasaron a energía verde y sólo les cuesta US$7000 más al año. Ahí tiene. El tipo nunca lo había pensado, pero sonaba como una buena idea. Hay mucha fruta al alcance de la mano.

-¿Qué rol ha tenido su budismo a la hora de encontrar ese enfoque?
-Uno puede abordar el zen de distintas maneras. Una manera es que uno puede sentarse y contemplarse el ombligo todo el día. Yo simplemente lo abordó a través de la acción, sea deportes o negocios.

-Usted ha dicho que podía convencer a cualquiera mano a mano de que buscar el crecimiento por el crecimiento mismo es malo y abrazar los ideales de la sustentabilidad o la responsabilidad lo hace a uno más rentable. ¿Qué le diría a los CEO de JPMorgan Chase o Apple?
-Si tuviera suficiente tiempo les daría un ejemplo tras otro de cómo hacer lo correcto término dándonos más dinero. Y la motivación adicional fue simplemente creer en el karma. Siempre vuelve.

-¿Si la idea es crear una mejor versión del capitalismo que cree que debe hacerse con las compañías que cotizan en bolsa?
-Hay que reinventar el capitalismo por completo. El capitalismo lleva a que haya un montón de gente pobre y muy poca gente extremadamente rica. De últimas el capitalismo va a perder su clientela. No va a haber nadie que pueda comprar el producto porque todos van a ser tan pobres. Todo se va a hundir antes de la próxima elección, probablemente. Va a haber otra inmensa recesión y todo el mundo va a perder con sus acciones. Otra vez. Es un sistema que tiene que cambiar. Todo el asunto de las acciones depende del crecimiento. Un ejemplo es el de Amazon. Hoy Amazon no tiene ganancias. No paga impuestos. Nada. Pero la empresa está creciendo como locos. Es todo crecer, crecer, crecer y es eso lo que está destruyendo el planeta. Yo mismo me enfrento a este dilema. Somos una compañía de US$1000 millones. Y yo no quiero una compañía de US$1000 millones. El día que me lo anunciaron bajé la cabeza y dije: "Ay Dios, yo sabía que íbamos a llegar a esto". Estoy tratando de pensar cómo hacer que Patagonia vuelva a actuar como una pequeña compañía.

-Mucha gente se inspira en usted. ¿Pero quién lo inspira a usted? ¿Quién es el Yvon Chouinard de Yvon Chouinard?
[Ríe] Creo que? No sé. Hay unas cuantas personas en el mundo que están haciendo cosas realmente buenas. Huey Johnson, que tiene una entidad sin fines de lucro en Marin County, San Francisco, ha estado haciendo cosas por mucho tiempo. Él creó Conservation International, Nature Conservancy, Trust for Public Land, y tiene una organización llamada Resource Renewal Institute. El tipo nunca se rinde. Es un optimista. Yo soy pesimista. El ha sido una inspiración para mí. El ambientalista David Bower. La oceanógrafa Sylvia Earle. Jane Goodall está tratando de salvar sus chimpancés que van camino de la extinción. Es algo parecido a la tarea que hacen los amigos del oso polar. Igual creo que hay que olvidarse de salvar al oso polar. Hoy, hay que salvar al planeta para salvar al oso polar. Eso es deprimente pero sigue la pelea. Goodall está en la ruta más de 360 días al año. A mí me mata pasar unos días. Yo acabo de volver de Labrador y por Dios, es duro?

-Eso queda lejos de Wyoming ...
-Volver de Labrador a Jackson Hole fue un esfuerzo. Corrí de una punta del aeropuerto de Boston a la otra, porque mi avión desde Halifax estaba atrasado. Pase 36 puertas y no llegaba porque los vuelos estaban en distintas terminales. Casi tuve un ataque al corazón. [Ríe] Y cuando llegué el vuelo ya estaba cerrado. El avión estaba listo para despegar. Ahí un tipo me dice: "Oiga yo sé quién es usted. Les dije que mantuvieran abierto el portón un par de minutos más. Yo sabía que iba a llegar". Y lograron que subiera. El tipo dice: "Oiga, yo soy cineasta. Conozco lo que usted hace. Siga con el buen trabajo". Y se fue. Yo pensé: "Este tipo es un ángel". [Ríe] Esa es la devolución kármica de la que hablo.
Por: Fast Company y Jeff Beer