lunes, 15 de diciembre de 2008

Argentina el país más comprometido

Para Wall Street, el país será el más golpeado en la regiónCreen que, con las últimas medidas del Gobierno, es más vulnerable que Venezuela o Ecuador
Hugo Alconada Mon. Corresponsal en EE.UU.
WASHINGTON.- Lejos de tranquilizar a los analistas e inversores internacionales, las últimas medidas anunciadas por la Casa Rosada lograron el efecto contrario. Reforzaron sus sospechas sobre cuán vulnerable aparece la Argentina ante la incipiente crisis global, con lo que superó un nuevo umbral: hoy es vista peor que Venezuela y Ecuador, cuyo gobierno acaba de repudiar parte de su deuda.
Por extraño que parezca, ésa es la visión que expusieron varios expertos en riesgo político y analistas de Wall Street en sus últimos informes a los clientes o en sus últimas declaraciones públicas. Es el caso de Christopher Garman, jefe para América latina de la consultora neoyorquina Eurasia Group. Consultado sobre qué países de la región serán los más golpeados por la crisis global, Garman respondió: "El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner aparece como el más vulnerable en comparación con Chávez (Hugo) en Venezuela y Correa (Rafael) en Ecuador", aun cuando dijo que estos dos afrontarán "desafíos fiscales crecientes a lo largo de 2009 y 2010".
El último reporte de Credit Suisse, difundido ayer, avanza por esa senda. Al exponer sus pronósticos para 2009, ubicó a la Argentina como la que padecerá la contracción más severa. Pasará del 6,2% de crecimiento de este año a sólo 1,5%, lejos del país que espera que más crezca: Perú (4,5%).
El director asociado para el grupo de riesgo soberano de la calificadora Fitch Ratings, Erich Arispe, también expuso ayer que la Argentina podría crecer "por debajo del 2 por ciento en 2009". ¿Por qué? Por el "colapso" de los precios de las commodities (materias primas), la "recesión global" y por una respuesta desde la Casa Rosada que califica como "inadecuada".
Más drástico, Daniel Volberg, de Morgan Stanley, estimó que la Argentina ingresará en terreno negativo el año próximo: la economía caerá 2,2%, debido a un "dramático shock negativo en los ingresos", comparado al cero que espera en Brasil. ¿El tipo de cambio? Preveía que terminaría 2009 en 3,35 pesos, y ahora lo cifró en 4,50 pesos.
Garman planteó, por su parte, que Brasil, México, Colombia y Chile también se debilitarán, pero centró los riesgos lejos de ellos: "Los países con más probabilidades de afrontar una crisis económica o política significativa serían precisamente los que se embarcaron en políticas macroeconómicas heterodoxas".
Su colega, el director ejecutivo para América latina de la consultora Kroll, John Price, coincidió con él desde la revista especializada Latin Business Chronicle. "Por debajo de la fachada de una moneda controlada en Venezuela o la Argentina, o de la dolarización de Ecuador, subyace una crisis fiscal esperando por ocurrir", estimó.
Al igual que Credit Suisse y Eurasia Group, Price señaló a la Argentina como "quizás el mayor riesgo de mercado" en la región. Lo que la separa de otros mercados en América latina es que "su débil condición es de su propia factura, en oposición al contagio" sufrido en otros. Más aún, no descartó que deba imponerse otro "congelamiento al estilo del corralito".
Default latente
Para Goldman Sachs, sin embargo, la amenaza del default puede alejarse si el Gobierno ejercita la "disciplina fiscal". Esto no quiere decir que "en el horizonte de mediano plazo" la nacionalización de los fondos de pensión (AFJP) deje de impactar sobre la confianza, los derechos de propiedad, el crédito y las dinámicas fiscal y de deuda de largo plazo, explicó, pero el colapso podría esquivarse "durante los próximos tres años", es decir, hasta el fin del mandato de Cristina Kirchner.
Otros bancos de Wall Street no están tan seguros. Entre ellos, UBS y Merril Lynch. El primero expuso que "las preocupaciones sobre la capacidad de pago pueden haberse incrementado" con el anuncio de que se destinarán miles de millones de pesos para alentar el crédito interno. Ese dinero, expuso, "podría haberse apartado para honrar las obligaciones de la deuda".
El economista jefe de Merril Lynch para la región, Felipe Illanes, fue más asertivo en sus suspicacias post-AFJP. Concluyó que las elecciones del año próximo y las demandas sociales en medio de una desaceleración económica llevarán al Gobierno a mantener un gasto público elevado.
Illanes cree que el Gobierno evitará el default en 2009, al combinar los fondos de las AFJP y, quizá, reservas del Banco Central. Pero la mezcla de una posible recesión y la erosión creciente de la confianza, alertó, podría llevar a una "dañina espiral" en los costos de la deuda y la liquidez disponible. Más aún cuando la recaudación caerá en línea con la contracción económica del país, que pasará de crecer al 6,4% este año a sólo 1,6% en 2009, en línea con Credit Suisse y Fitch Ratings. Pero, al menos, no tan drástico como la previsión de Morgan Stanley.
1,6% Crecimiento. Es el porcentaje en que se expandirá la economía argentina el año próximo, según las proyecciones del banco Merril Lynch.
-2,2% Caída. Será el nivel de la recesión que sentirá la economía del país el año próximo, de acuerdo con el último informe de Morgan Stanley.
Diagnóstico severo. La recesión global, la caída de los precios de las commodities (materias primas) y una respuesta "inadecuada" de parte del Gobierno frente a la crisis son las razones del parate económico que espera para 2009 la calificadora Fitch Ratings. El crecimiento, advierte, estará "por debajo del 2%".

martes, 25 de noviembre de 2008

Estados Unidos y la era post Bush

Por Andrés Oppenheimer
MIAMI.- Es muy probable que el sentimiento antiestadounidense disminuya en todo el mundo en los próximos años por motivos que van más allá del hecho de que el presidente George W. Bush -convertido en un símbolo casi universal de la arrogancia política- deje la Casa Blanca.
Según un nuevo informe del Consejo Nacional de Inteligencia, el departamento que realiza pronósticos a largo plazo para la comunidad de inteligencia del gobierno de Estados Unidos, hay otras tendencias que influirán más profundamente que la partida de Bush -o la reciente elección del primer presidente afronorteamericano en la historia estadounidense- y que hacen prever una cierta recuperación de la imagen del país en el resto del mundo.
El estudio, "Tendencias globales 2025: un mundo transformado", que acaba de salir y se puede leer en la página web del Consejo Nacional de Inteligencia, dice que, irónicamente, el declive gradual de Estados Unidos como única superpotencia mundial en los próximos años traerá aparejada una disminución del sentimiento antiestadounidense.
Entre ahora y 2025, "la característica más notable del nuevo orden [mundial] será la transformación de un mundo unipolar dominado por Estados Unidos en una nueva jerarquía relativamente desestructurada de viejas potencias y naciones emergentes" a la que se sumarán entidades no estatales como grupos de opinión transnacionales, dice el informe.
Esto significa que Estados Unidos, en vez de ser la única potencia mundial, será, en 2025, la más grande entre varias potencias similares y que China, la India y Europa, en ese orden, no estarán demasiado a la zaga.
En el nuevo mundo multipolar globalizado, consigna el informe, los siguientes factores contribuirán a reducir el sentimiento antiestadounidense:
Muchos países desconfían de las grandes potencias, independientemente de cuáles sean esas potencias. A medida que el poder militar de China aumente y el país asiático se convierta en la segunda economía del mundo, el recelo del mundo se dirigirá contra esa nación "y la función de contrapeso de Estados Unidos será más apreciada".
Estados Unidos se beneficiará de un probable cambio en el pensamiento político en una buena parte del mundo. El respaldo del terrorismo ha disminuido de manera contundente en muchos países islámicos, señala el informe. "Hay menos musulmanes que consideran que los atentados suicidas son justificables, y la simpatía por Osama ben Laden ha disminuido", afirma.
En tanto crezcan grandes mercados emergentes en Asia y otras regiones, "la globalización será cada vez menos identificada con la «norteamericanización»", señala el informe.
A medida que los países en desarrollo avancen y se expandan sus clases medias, como ha ocurrido en las últimas décadas en Asia, "las ideas y costumbres extranjeras que provocan rechazo en esos países empezarán a ser identificadas como producto de la modernidad más que del expansionismo estadounidense", agrega el informe.
En cuanto a cómo será el mundo en 2025, el estudio dice que probablemente esté dividido en tres grandes bloques: América del Norte, Europa y Asia. Mientras tanto, la mayoría de los países sudamericanos y africanos, con la posible excepción de Brasil, seguirán siendo actores secundarios.
El regionalismo asiático -producto del creciente número de acuerdos comerciales entre países asiáticos- será una de las más importantes tendencias económicas, según el informe.
Las ocho economías más grandes del mundo en 2025 serán, en este orden, Estados Unidos, China, la India, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia y Rusia.
Con la excepción de Brasil, "América latina seguirá desempeñando un rol marginal en el sistema internacional", afirma.
En recuperación
Mi opinión: gran parte del sentimiento antiestadounidense de los últimos años, especialmente en América latina, donde las encuestas revelan algunos de los niveles más altos de sentimiento antiestadounidense del mundo, tiene más que ver con las políticas unilaterales de Bush que con un rechazo a los valores o a la cultura estadounidense.
Ahora que Bush se va, ese sentimiento ha comenzado a disminuir. Una encuesta reciente, realizada en 21 países por el Pew Global Attitudes Project, reveló que la imagen de Estados Unidos ya ha empezado recuperarse en muchos países, incluyendo China, la India y Corea del Sur.
Esa tendencia podría acelerarse con la asunción del presidente electo Barack Obama, su posible decisión de terminar los juicios militares en la base estadounidense de Guantánamo, el comienzo de la retirada de tropas de Irak y políticas más activas para reducir el calentamiento global, además de las tendencias de fondo citadas en el estudio del Consejo Nacional de Inteligencia.
Está claro que el presidente venezolano, Hugo Chávez, y otros líderes narcisistas-leninistas seguirán despotricando contra el Tío Sam, pero eso sólo ayudará a exponerlos como demagogos que buscan un conflicto con Washington para justificar sus presidencias vitalicias. Obama tiene la mejor oportunidad en mucho tiempo para recuperar la imagen externa de Estados Unidos. Es de esperar que no la desaproveche.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Lula da Silva, líder de América Latina, y la crisis mundial

En la Cumbre del G-20, Lula remarcó que el G-7 ya no puede conducir la economía mundial.
El presidente brasileño aseguró que el sistema global "cayó como un castillo de naipes" y que es necesaria la participación de los países emergentes; manifestó que debe haber una mayor integración comercial y menos distorsiones
El presidente brasileño Lula da Silva abre la reunión del G-20 en San Pablo, previo encuentro del fin de semana próximo en Washington.
SAN PABLO.-El presidente de Brasil, Luiz Lula da Silva, exigió hoy una nueva arquitectura financiera mundial, con mayor poder para los emergentes y afirmó que el Grupo de los 7 países más desarrollados del mundo "no tiene más condiciones de conducir la economía mundial" porque el sistema global "cayó como un castillo de naipes".
Lo hizo al inaugurar las sesiones de trabajo de ministros y presidentes de bancos centrales del Grupo de los 20 (G-20 financiero) reunido este fin de semana en San Pablo, que entregará propuestas para la cumbre presidencial de las principales economías mundiales del 15 de noviembre en Washington.
El G-20 está formado por los países del G-7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia), además de Arabia Saudita, la Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, más la Unión Europea (UE) como bloque.
Por nuestro país participaron el jefe del Palacio de Hacienda, Carlos Fernández, y el titular del Banco Central, Martín Redrado.
"Llegó la hora de un pacto entre gobiernos para la creación de una nueva arquitectura financiera mundial, con seguridad y en bases de equidad para todos", enfatizó el presidente Lula en su discurso ante los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales de las 20 mayores economías mundiales.
Para Lula, "la economía real está amenazada por una recesión generalizada por la irresponsabilidad por la falta de regulación de los mercados". También afirmó que los países desarrollados no deben aumentar las exigencias de los países en desarrollo.
Nadie a salvo. "Ningún país está a salvo de la crisis financiera. Todos los países están siendo contagiados por la crisis originada en los países avanzados. La crisis hizo que bancos de Europa y Estados Unidos pararan de prestar dinero", indicó el presidente, que luego sostuvo que el Grupo de los 7 (países más industrializados del mundo) "no tiene condiciones por sí solo para conducir la economía del mundo, por eso la contribución de los emergentes está listo para asumir su responsabilidad".
El mandatario brasileño destacó el papel de las economías emergentes en la búsqueda de salidas a la crisis financiera global: "El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que las economías emergentes fueron responsables de 75 por ciento del crecimiento de la economía mundial este año. Esta tendencia se mantendrá en 2009".
Lula pidió a los líderes mundiales "no dejarse influenciar por el miedo" ni por el nacionalismo, al proponer que las salidas deben ser acordadas y aplicadas en forma multilateral.
Menos proteccionismo. "Brasil cree que los países deben evitar la tentación de usar el proteccionismo financiero y comercial como artificio para superar la crisis. Es necesario mas integración, más comercio, menos distorsiones y menos proteccionismo", subrayó.
El jefe de Estado comentó que "uno de los efectos más preocupantes de la crisis ocurre en el comercio, con la ya anunciada recesión los países ricos van a reducir las exportaciones", lo que afectará la balanza comercial de los países pobres.
"Es el momento para el impulso final de la Ronda de Doha. La mayor apertura del comercio mundial es un excelente antídoto contra la crisis y la conclusión de Doha, pasó de ser una oportunidad a una necesidad", enfatizó Lula.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Obama y América Latina

El fin de la hegemonía y un repliegue geopolítico
Con el regreso de los demócratas al gobierno de los Estados Unidos habrá seguramente un cambio importante de figuras y formas en las relaciones con el resto del continente. Pero, en lo fundamental, las líneas ya están trazadas y así continuarán.
Por: Jorge CastroLa política estadounidense ya no puede basarse en que Estados Unidos es el actor externo más importante en América Latina (lo que en términos prácticos, geopolíticos, implica hoy solo América del Sur). Si existió una era de hegemonía estadounidense en la región, ésta ha llegado a su fin", afirma el Council of Foreign Relations (CFR, 14/05/08).
El repliegue norteamericano de América del Sur, que se produjo el 11/09/2001, convirtió a la región en un área no hegemónica. Es una diferencia de fondo con respecto a la América Latina del Norte (de México a Panamá); y que ha completado el ciclo de su integración funcional con EE.UU.
Este repliegue estratégico no tiene un carácter circunstancial. Desencadenado por los ataques del 11 de septiembre, coincide ahora, en forma aparentemente irreversible, con el fin de la hegemonía estadounidense en la región. Obama se opuso al Tratado de Libre Comercio entre EE.UU y Centroamérica (más República Dominicana): CAFTA. El tratado fue aprobado en la Cámara de Representantes (2006) por dos votos de diferencia (217 a 215). Sólo 15 demócratas lo aprobaron.
También rechazó el Tratado de Libre Comercio con Colombia, firmado por George W. Bush y Alvaro Uribe (2007); y señaló su intención de modificar el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), impulsado por Bill Clinton y aprobado por el Congreso en 1993, con el voto de 1/3 del bloque demócrata. Obama apoya la continuación del "Plan Colombia" para combatir el narcotráfico y fortalecer las instituciones civiles; y defendió la decisión de Uribe de realizar una incursión militar contra un campamento de las FARC situado en Ecuador (marzo 2008), en el que murió Raúl Reyes, número dos de la organización. Dijo Obama: "Colombia tiene derecho a golpear a los terroristas que buscan refugio más allá de sus fronteras".
También procura profundizar la integración funcional con México y Centroamérica, sobre todo en materia de seguridad, a través de una lucha conjunta, multi-estatal, contra los carteles de la droga y las bandas juveniles organizadas de carácter transnacional o "maras". La política exterior de EE.UU en América del Sur surge de un consenso demócrata-republicano desde 2007. El que ejecuta ese consenso es el Subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Thomas Shannon.
Su prioridad en la región, que implícitamente admite su carácter no hegemónico, es Brasil; y luego el grupo de países gobernados por fuerzas de izquierda democrática volcadas a la globalización: Tabaré Vázquez en Uruguay; Michelle Bachelet en Chile; Alan García en Perú.
Respecto a los tres países de signo antinorteamericano (Venezuela con Hugo Chávez; Bolivia con Evo Morales; Ecuador con Rafael Correa) la política de Barack Obama -en su núcleo- será la misma que la de Shannon hoy: de contención y no de antagonismo.
La política del Departamento de Estado hacia la Argentina está definida. Consiste en la no aceptación de ningún conflicto, y atribuye a las denuncias del gobierno argentino sobre la "operación política" realizada por el FBI y la Justicia de Miami en el caso de la valija venezolana el carácter de un "mal entendido". Asume que la relación bilateral se funda en un status quo que acepta los términos de seguridad internacional de EE.UU, y no contiene ningún elemento de agenda positiva, ni en lo económico ni en lo político.
No hay retorno de la hegemonía norteamericana en América del Sur, ni siquiera bajo la forma del extraordinario atractivo (o "soft power") de Barack Obama.

domingo, 5 de octubre de 2008

NATALIO BOTANA: ARGENTINA Y LA CRISIS MUNDIAL


2008. La actual encrucijada de la economía mundial exigirá renovar el arte del compromiso entre fuerzas opuestas. Por: Natalio Botana

En menos de una década el siglo XXI produjo dos grandes crisis. La primera fue política luego del ataque a las Torres Gemelas; la segunda, que hoy nos inunda con un torrente de incertidumbre, es económica. Si la crisis provocada por Al Qaeda disparó la guerra preventiva y, como resultado de ella, una declinación pronunciada del liderazgo de los Estados Unidos, los efectos económicos, con raíces previas en el fenómeno de la globalización, tuvieron el paradójico carácter de envolver al mundo en un círculo de altas tasas de crecimiento. 

Merced al fulminante incremento en los precios de sus productos de exportación, los países emergentes disfrutaron con creces esta prosperidad.Crisis política más crecimiento económico: a este contrapunto lo ha barrido el disloque financiero de las últimas semanas. Mientras la guerra de Irak no está para nada resuelta, el estallido de la burbuja crediticia añade a este contexto un espeso condimento.

La crisis ha dejado por ahora de ser parcial para transformarse en global. Nadie, en rigor, está del todo al abrigo de la tormenta. En este sentido, las enseñanzas que depara el pasado no deberían caer en saco roto. Si volvemos la mirada a los tiempos del Centenario (1910-1916), las comparaciones históricas marcan ritmos diferentes. La gran crisis política del siglo XX, producto del multilateralismo sin reglas y del equilibrio de poder entre Estados dotados de soberanía absoluta, se inició en 1914 con la Primera Guerra Mundial.


Entre los devastadores efectos de aquella tragedia de la muerte en masa, sobresalieron los regímenes de control totalitario que se levantaron en Rusia y en Italia.En la Argentina el impacto fue muchísimo menor. Recordemos que, a partir de 1916, culminado la reforma política de 1912, gobernaba Hipólito Yrigoyen. Aunque hubo una brusca caída del PBI con secuelas en el empleo y aumento de los conflictos sociales, el régimen democrático recientemente inaugurado resistió y, luego de concluida la guerra en 1918, encuadró otro período de progreso económico y estabilidad política. 

Todo esto se clausuró en 1930 cuando, un año después del estallido de la crisis económica en Wall Street, un golpe de estado derrocaba a Yrigoyen por la violencia de las armas.La conjunción de las causas internas (indecisión del Gobierno mientras se derrumbaba el patrón oro, oposiciones conspirativas, irresponsable papel de los medios) con las causas externas del golpe debe también subrayarse.

La Argentina, como Alemania en el cuadrante extremo del nacional-socialismo, no pudo contender con la legitimidad de sus instituciones el impacto político de aquella conmoción económica.Durante el primer tercio del siglo XX, respondimos con la inteligencia de una transición democrática a la crisis política internacional de 1914-1918, y sucumbimos frente a la crisis económica de 1930. En aquella encrucijada, que fue el punto de partida en la Argentina de un largo medio siglo de dominación militar con intermitencias, la crisis económica se desdobló más tarde en una prolongada crisis de legitimidad política. 

A primera vista, estas consideraciones suenan a historia antigua. Ante la probable expansión recesiva que, habiendo arrancado en el norte, parece avanzar hacia el sur del planeta, nuestras instituciones son más firmes, por lo menos en lo que se refiere al expediente golpista de 1930.

Como dijo el miércoles de esta semana Raúl Alfonsín, en la galería de bustos de la Casa Rosada, desde 1983 "no hubo ni habrá aquí más presidentes de facto". Para bien de los valores cívicos, estamos doblando el codo de la trayectoria de un cuarto de siglo de vida democrática. No obstante, las enseñanzas acerca de la capacidad corrosiva de las crisis económicas -políticas, humanas e ideológicas- encierran mucho más que un mero valor heurístico: son, ante todo, un llamado de atención con plena vigencia en el presente.

Estos signos de advertencia se están prendiendo por doquier en el mundo. Señalan, por un lado, el colapso de un modelo mundial en la economía que reinó después de la caída del Muro de Berlín y despliegan, por otro, la posibilidad del desarrollo de una economía mixta mucho más atenta al principio de coordinación entre entes reguladores de los flujos financieros. Que este ordenamiento aparezca hoy en el repertorio de lo posible no significa que el mismo pueda concretarse de un día para otro. 

Es una operación que descansa en el difícil arte del compromiso cuando la confrontación en el plano político, o la abstención de los gobiernos en el plano del mercado, fue moneda corriente en lo que bien podría denominarse -parafraseando a Stefan Zweig- el cercano "mundo de ayer".Para nosotros, estas señales son aún más fuertes, porque la crisis nos exigirá renovar el arte del compromiso entre fuerzas opuestas. 

Tendría que ser una innovación de fuste frente a un estilo predominante en el juego político que, hasta las circunstancias actuales, giró en torno al enfrentamiento con los contrarios unido al concomitante desarrollo de los poderes de obstrucción y de veto. Esta militante disposición de las cosas no afectó la hegemonía del Poder Ejecutivo gracias al excelente rendimiento fiscal del último quinquenio. ¿Qué efectos podría tener este cuadro en medio de la escasez fiscal derivada de la caída pronunciada en el precio de nuestras commodities?

En esta respuesta se cifra una porción de nuestro porvenir inmediato. El oficialismo debería aplacar el ánimo de confrontación y las oposiciones sociales y políticas la tentación de producir cambios de gobierno mediante la incentivación de la crisis. Si el primero de estos comportamientos evoca la pasión de gobernar con exclusiones, el segundo reproduce con ropaje civil el ánimo golpista de los años treinta. Para avizorar el rumbo en la tormenta, sería conveniente que no prevalecieran estas inclinaciones.

sábado, 4 de octubre de 2008

La crisis relatada por el Presidente Sarkozy

DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FRANCESA, NICOLAS SARKOZY
- EXTRACTO - SITUACIÓN FINANCIERA INTERNACIONAL

(Toulon, 25 de septiembre de 2008)
Señoras y Señores Ministros, Señoras y Señores Parlamentarios,
Si he querido dirigirme esta tarde a los Franceses es porque la situación de nuestro país lo exige. Soy consciente de mi responsabilidad en estas circunstancias excepcionales.
Una crisis de confianza sin precedente desestabiliza la economía mundial. Las grandes instituciones financieras están amenazadas, millones de pequeños ahorristas en el mundo que depositaron sus ahorros en la bolsa ven cómo su patrimonio se descompone día tras día, millones de jubilados que han cotizado en fondos de pensiones temen por su jubilación, millones de hogares modestos viven momentos difíciles por el alza de los precios.
Como en todo el mundo, los Franceses temen por sus ahorros, por su empleo y por su poder adquisitivo.
El miedo es sufrimiento. El miedo impide emprender, el miedo impide implicarse. Cuando se tiene miedo, no se tienen sueños; cuando se tiene miedo, uno no piensa en el futuro.
Hoy, el miedo es la principal amenaza para la economía.
Hay que vencer ese miedo. Es la labor más urgente. No se vencerá, no se restablecerá la confianza con mentiras, sino diciendo la verdad. Los Franceses quieren la verdad y estoy convencido de que están dispuestos a escucharla. Si sienten que se les esconde algo, la duda crecerá. Si están convencidos de que no se les oculta nada, hallarán en ellos mismos la fuerza para superar la crisis. Decir la verdad a los Franceses es decirles que la crisis no ha terminado, que sus consecuencias serán duraderas, que Francia está demasiado implicada en la economía mundial como para pensar siquiera un instante que pueda estar protegida contra los acontecimientos que, ni más ni menos, desequilibran el mundo. Decir la verdad a los Franceses es decirles que la crisis actual tendrá consecuencias en el
crecimiento, en el desempleo, en el poder adquisitivo durante los próximos meses. Decir la verdad a los Franceses es decir, en primer lugar, la verdad sobre la crisis financiera. Porque esta crisis, sin igual desde los años 30, marca el final de un mundo construido tras la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría. Ese mundo fue impulsado por un gran sueño de libertad y de prosperidad. La generación que venció al comunismo había soñado con un mundo donde la democracia y el mercado resolverían todos los problemas de la humanidad. Había soñado con una mundialización feliz que acabaría con la pobreza y la guerra. Este sueño ha empezado a hacerse realidad: las fronteras se han abierto, millones de hombres han escapado a la miseria, pero el sueño se ha quebrado con el resurgimiento de los fundamentalismos religiosos, los nacionalismos, las reivindicaciones identitarias, el terrorismo, los dumpings, las deslocalizaciones, las derivas de las finanzas globales, los riesgos ecológicos, el agotamiento anunciado de los recursos naturales, las revueltas del hambre. En el fondo, con el final del capitalismo financiero –que había impuesto su lógica a toda la economía y que había fomentado su perversión– muere una determinada idea de la mundialización. La idea de la omnipotencia del mercado que no debía ser alterado por ninguna regla, por ninguna intervención pública; esa idea de la omnipotencia del mercado era descabellada. La idea de que los mercados siempre tienen razón es descabellada. Durante varios decenios, se han creado las condiciones que sometían la industria a la lógica de la rentabilidad financiera a corto plazo. Se han ocultado los riesgos crecientes que había que correr para obtener rendimientos cada vez más exorbitantes.
Se han desarrollado sistemas de remuneración que incitaban a los operadores a correr cada vez más riesgos inconsiderados.
Se ha fingido creer que los riesgos desaparecían uniéndolos. Se ha permitido que los bancos especulen en los mercados en vez de hacer su trabajo que consiste en invertir el ahorro en desarrollo económico y analizar el riesgo del crédito. Se ha financiado al especulador y no al emprendedor. No se han controlado las agencias de calificación y los fondos especulativos. Se ha obligado a las empresas, a los bancos, a las aseguradoras a inscribir sus activos en las cuentas a precios del mercado que aumentan y se reducen en función de la especulación. Se ha sometido a los bancos a reglas contables que no garantizan la gestión correcta de los riesgos y que, en caso de crisis, agravan la situación en vez de amortiguar el choque. ¡Es una locura y hoy pagamos por ello!
Este sistema donde el responsable de un desastre puede partir con un paracaídas dorado, donde un corredor de bolsa puede hacer perder 5000 millones de euros a su banco sin que nadie se dé cuenta, donde se exige a las empresas rendimientos tres o cuatro veces más elevados que el crecimiento real de la economía, este sistema ha creado profundas desigualdades, ha desmoralizado a las clases medias y ha fomentado la especulación en los mercados inmobiliarios, de materias primeras y de productos agrícolas. Pero este sistema –hay que decirlo porque es la verdad– no es la economía de mercado, no es el capitalismo.
La economía de mercado es el mercado regulado, el mercado al servicio del desarrollo, al servicio de la sociedad, al servicio de todos. No es la ley de la jungla, no son beneficios exorbitantes para unos y sacrificios para todos los demás. La economía de mercado es la competencia que reduce los precios, que elimina las rentas y que beneficia a todos los consumidores. El capitalismo no es el corto plazo, es el largo plazo, la acumulación de capital, el crecimiento a largo plazo. El capitalismo no es la primacía del especulador. Es la primacía del emprendedor, la recompensa del trabajo, del esfuerzo, de la iniciativa.
El capitalismo no es la disolución de la propiedad, la irresponsabilidad generalizada. El capitalismo es la propiedad privada, la responsabilidad individual, el compromiso personal, es una ética, una moral, instituciones.
De hecho, el capitalismo ha posibilitado el extraordinario auge de la civilización occidental desde hace siete siglos.
La crisis financiera que vivimos hoy, mis queridos compatriotas, no es la crisis del capitalismo. Es la crisis de un sistema que se ha alejado de los valores más fundamentales del capitalismo, que ha traicionado al espíritu del capitalismo. Quiero decirlo a los Franceses: el anticapitalismo no ofrece ninguna solución a la crisis actual.
Reanudar con el colectivismo que tantos desastres provocó en el pasado sería un error histórico. Pero no hacer nada, no cambiar nada, conformarse con cargar al contribuyente todas las pérdidas y fingir que no ha pasado nada también sería un error histórico. Mis queridos compatriotas, podemos salir reforzados de esta crisis. Podemos salir y podemos salir reforzados, si aceptamos cambiar nuestro modo de pensamiento y nuestros comportamientos. Si hacemos el esfuerzo necesario para adaptarnos a las nuevas realidades que se imponen a nosotros. Si actuamos, en vez de padecer.

* * *
La crisis actual debe incitarnos a refundar el capitalismo en una ética del esfuerzo y del trabajo, a encontrar de nuevo un equilibrio entre la libertad necesaria y la regla, entra la responsabilidad colectiva y la responsabilidad individual.
Tenemos que alcanzar un nuevo equilibrio entre el Estado y el mercado, cuando en todo el mundo los poderes públicos se ven obligados a intervenir para salvar el sistema bancario del derrumbe. Debe instaurarse una nueva relación entre la economía y la política mediante el desarrollo de nuevas reglamentaciones.
La autorregulación para resolver todos los problemas, se ha acabado. El laissez-faire, se ha acabado.
El mercado que siempre tiene razón, se ha acabado. Hay que aprender de la crisis para que no se reproduzca. Hemos estado al borde de la catástrofe, el mundo ha estado al borde de la catástrofe, no podemos correr el riesgo de empezar de nuevo. Si queremos construir un sistema financiero viable, la moralización del capitalismo financiero es una prioridad.
* * *
No dudo en decir que los modos de remuneración de los dirigentes y de los operadores deben estar
enmarcados. Ha habido demasiados abusos, demasiados escándalos. O los profesionales se ponen de acuerdo sobre las prácticas aceptables o el Gobierno de la República resolverá el problema mediante la ley antes de fin del año. Los dirigentes no deben tener el estatuto de mandatario social y beneficiar a la vez de las garantías de un contrato de trabajo. No deben recibir acciones gratuitas. Su remuneración debe fundarse en los resultados económicos reales de la empresas. No deben poder optar por un paracaídas dorado cuando han cometido faltas o han puesto a su empresa en dificultad. Y si los dirigentes están interesados por el resultado –es algo positivo– los demás asalariados de la empresa, en particular los más modestos, también deben estarlo, puesto que ellos también participan en la riqueza de la empresa. Si los dirigentes tienen stock options, los demás asalariados también deben tenerlas o beneficiar de un sistema de incentivos. He aquí algunos principios sencillos basados en el sentido común y en la moral elemental en los que no cederé.
Los dirigentes perciben remuneraciones elevadas porque tienen grandes responsabilidades. Pero no se puede querer un buen salario y no asumir las responsabilidades. Ambas cosas van unidas. Es aún más cierto en el campo de las finanzas. ¿Cómo admitir que tantos operadores financieros salgan ganado, cuando durante años se han enriquecido conduciendo a todo el sistema financiero a la situación actual?
Se han de buscar responsabilidades y los responsables de este naufragio deben, al menos, ser sancionados financieramente. La impunidad sería inmoral. No podemos conformarnos con hacer pagar a los accionistas, a los clientes, a los asalariados, a los contribuyentes y exonerar a los principales responsables. ¿Quién podría aceptar algo que sería, ni más ni menos, una gran injusticia?
Además, hay que reglamentar los bancos para regular el sistema, ya que los bancos son el núcleo del sistema.
Hay que dejar de imponer a los bancos reglas de prudencia que incitan primero a la creatividad contable y no a gestionar con rigor los riesgos. En el futuro, habrá que controlar mucho mejor la forma en la que desempeñan su oficio, el modo de evaluación y de gestión de los riesgos, la eficacia de los controles internos, etc.
Habrá que imponer a los bancos financiar el desarrollo económico y no la especulación. La crisis que vivimos debe conducirnos a una reestructuración de gran amplitud de todo el sector bancario mundial. Teniendo en cuenta lo que acaba de ocurrir y la importancia de las implicaciones para el futuro de nuestra economía, es evidente que, en Francia, el Estado estará atento y desempeñará un papel activo.
Habrá que enfrentarse al problema de la complejidad de los productos de ahorro y de la opacidad de las transacciones para que cada uno pueda evaluar realmente los riesgos que corre. Pero también habrá que plantearse preguntas polémicas como la de los paraísos fiscales, las condiciones en las que se realizan las ventas al descubierto que permiten especular vendiendo títulos que no se poseen o la cotización continua que permite comprar y vender en todo momento activos y que influye –como sabemos– en las aceleraciones del mercado y en la creación de burbujas especulativas. Habrá que interrogarse sobre la obligación de contabilizar los activos al precio del mercado que tanto desestabilizan en caso de crisis.
Habrá que controlar a las agencias de calificación que –insisto en ello– han presentado fallas. De ahora en adelante, ninguna institución financiera, ningún fondo deben poder escapar al control de una autoridad de regulación.
Pero la reorganización del sistema financiero no sería completa, si a la par no se previera acabar con el desorden monetario. La moneda está en el centro de la crisis financiera y de las distorsiones que afectan a los intercambios mundiales. Si no somos cuidadosos, el dumping monetario acabará por engendrar guerras comerciales extremadamente violentas y dará vía libre al peor proteccionismo. Ya que el productor francés puede obtener todos los beneficios de productividad que quiera o que pueda. Puede incluso competir con los salarios reducidos de los obreros chinos, pero no puede compensar la infravaloración de la moneda china. Nuestra industria aeronáutica puede ser muy eficaz, pero no puede luchar contra la ventaja competitiva que la infravaloración crónica del dólar da a los constructores estadounidenses. Por tanto, reitero hasta qué punto me parece necesario que los Jefes de Estado y de Gobierno de los principales países concernidos se reúnan antes a fin de año para extraer las lecciones de la crisis
financiera y coordinar sus esfuerzos para restablecer la confianza. He realizado esta propuesta de pleno acuerdo con la Canciller alemana, la Sra. Merkel, con quien me he entrevistado y con quien comparto las mismas preocupaciones a propósito de la crisis financiera y sobre las lecciones que vamos a tener que extraer.
Estoy convencido de que el mal es profundo y de que hay que renovar todo el sistema financiero y monetario mundial, como en Bretton Woods después de la II Guerra mundial. Así, podremos crear herramientas para una regulación mundial que la globalización y la mundialización de los intercambios hacen necesarias. No se puede seguir gestionando la economía del siglo XXI con los instrumentos económicos del siglo XX. Tampoco se puede concebir el mundo del mañana con las ideas de ayer. Cuando los bancos centrales hacen todos los días la tesorería de los bancos y cuando el contribuyente estadounidense va a gastar un billón de dólares para evitar una quiebra generalizada, ¡me parece que la cuestión de la legitimidad de los poderes públicos para intervenir en el funcionamiento del sistema financiero ya no se plantea!
A veces, la autorregulación es insuficiente. A veces, el mercado se equivoca. A veces, la competencia es ineficaz o desleal. Entonces, el Estado tiene que intervenir, imponer reglas, invertir, tomar participaciones, a condición de que sepa retirarse cuando su intervención ya no sea necesaria. No habría nada peor que un Estado preso de los dogmas, preso de una doctrina rígida como una religión. Imaginemos cómo estaría el mundo, si el Gobierno estadounidense no hubiese hecho nada frente a la crisis financiera, con el pretexto de respetar una supuesta ortodoxia en materia de competencia, de presupuesto o de moneda. En estas circunstancias excepcionales en las que la necesidad de actuar se impone a todos, llamo a Europa a reflexionar sobre su capacidad para hacer frente a la urgencia, a concebir de nuevo sus reglas, sus principios, extrayendo lecciones de lo que ocurre en el mundo. Europa debe dotarse de los medios necesarios para actuar cuando la situación lo exige y no condenarse a padecer. Si Europa quiere preservar sus intereses, si quiere poder intervenir en la reorganización de la economía mundial, debe iniciar una reflexión colectiva sobre su doctrina de la competencia –a mi juicio, la competencia es sólo un medio y no un fin en sí–, sobre su capacidad para movilizar recursos para preparar el futuro, sobre los instrumentos de su política económica, sobre los objetivos asignados a la política monetaria. Sé que es difícil porque Europa incluye 27 países, pero cuando el mundo cambia, Europa también debe cambiar. Debe ser capaz de transformar sus propios dogmas. No puede estar condenada a la variable de ajuste de las demás políticas, por no disponer de medios para actuar. Y quiero hacer una pregunta seria: si lo ocurrido en Estados unidos, hubiese ocurrido en Europa, ¿con qué rapidez, con qué fuerza, con qué determinación se habría enfrentado Europa, con las instituciones y los principios actuales, a la crisis? Para todos los europeos, es evidente que la mejor respuesta a la crisis debería ser europea. En mi condición de Presidente de la Unión, propondré iniciativas en este sentido en el próximo Consejo europeo del 15 de octubre.

Impacto de la crisis en Argentina

Qué auguran los informes reservados de Wall Street
Las proyecciones de los principales bancos estadounidenses hablan de un futuro poco auspicioso para la Argentina. Cómo protegerse.

Ajustarse: tal parece la consigna en la nueva economía global. Foto: Revista Fortuna
Ampliar Según los informes reservados de la banca estadounidense a los que tuvo acceso la revista Fortuna, el multimillonario paquete de rescate aprobado hoy en el país del norte es apenas el primer paso para la resolución de la crisis económica mundial, que seguirá provocando situaciones cuyos efectos se harán sentir y mucho sobre la economía argentina.
Fuertes restricciones a los créditos, menor inversión por parte del sector privado y caída del precio de las commodities son algunos de esos fenómenos que continuarán produciéndose, y que en varios aspectos podrían retrotraer el escenario internacional hasta antes del comienzo de la "era de la abundancia" iniciada a comienzos del nuevo milenio.
Así lo revelan diagnósticos como el del banco de inversión Barclays, involucrado en la nueva propuesta de canje de deuda argentina. Fortuna accedió a esos documentos de circulación acotada y presenta sus conclusiones, que si bien son desalentadoras podrían terminar jugando en algunos aspectos a favor de mercados emergentes como el argentino.
Concretamente, el enfriamiento obligado de la actividad y la caída del precio de las commodities ayudarían en la batalla contra la inflación, aunque para la Argentina esos beneficios lucen completamente menores respecto de los perjuicios que trae aparejada la nueva pizarra de precios de las materias primas.
Días antes de firmar su compromiso con la administración K para el canje de deuda, por ejemplo, Barclays admitió en su informe reservado que "una desaceleración global y corrección de las commodities más profunda puede comprometer el aterrizaje suave desde el inflacionario 2008 y amenazar con un parate de la actividad".
Sin ningún compromiso con el Gobierno, Morgan Stanley va mucho más lejos y desarrolla un ejercicio sobre qué ocurriría en las economías emergentes si las commodities volvieran al precio promedio de los diez años anteriores a la "era de la abundancia", lo que podría suceder con la fuga de inversores que pusieron fichas a la soja en el mercado especulativo.
De llegarse a ese escenario, en definitiva, la Argentina pasará automáticamente de un superávit del 1,1 % del PBI en 2008 -según los cálculos del analista Daniel Volberg- a un déficit superior al 8,1 %. Con los mercados de crédito completamente cerrados para el país, la capacidad de pago quedaría evidentemente restringida.
Esa falta de capitales y las mayores restricciones fiscales (el Gobierno ya no podrá salir tan fácilmente como hoy a comprar o vender divisas) presionarán a su vez sobre el tipo de cambio, por lo que según algunos informes en la Argentina el dólar podrá subir hasta un 20 % llegando a cotizarse hasta a $ 3,75.
Cómo protegerse. Ante el escenario que describen los bancos norteamericanos, los especialistas recomiendan fundamentalmente cautela y mente fría para protegerse y proteger los ahorros. Por empezar, las inversiones no deberían ser apuestas a un único frente ni a largo plazo, sino más bien estar diversificadas y perseguir resultados nada lejanos.
Otro consejo que dan quienes saben del tema es pensar primero en el resguardo de valor, y recién después en la toma de ganancias. El dólar puede ser una opción para eso. Por otra parte, el sistema financiero local muestra solidez y hay cierta expectativa de suba de tasas de interés. Para plazos fijos, a 30 días.
Si se tiene una posición en acciones o en bonos, en tanto, no es momento de salir, especialmente si hay resto para esperar. En este sentido, la paciencia gana, motivo por el que también debería seguirse de cerca el valor de las propiedades. El corto o mediano plazo puede ser toda una diferencia.

miércoles, 1 de octubre de 2008

La gran crisis de las hipotecas

Mal debut de la economía posmoderna. Por André Glucksmann. Para LA NACIONResulta inútil consultar a los grandes economistas clásicos para entender la crisis actual, pero basta con releer El tulipán negro, de Alejandro Dumas para que el espíritu del capitalismo descienda sobre nosotros.
Su núcleo central es la especulación. Por un lado, la especulación es dinámica, conquistadora y una opción para un futuro próspero, pero, por el otro, es una perversa espiral de esperanza, acumulación de créditos obtenidos a partir de pronósticos ultraoptimistas y desmoronamiento del castillo de cartas en cuanto se produce la primera quiebra.
Primero, una especulación transformada en decisión positiva, veinte años de globalización, un enriquecimiento no sólo de algunos, sino de la mayoría del planeta ?China, por ejemplo?; después, un colapso, la amenaza de un derrumbe proporcional al éxito precedente. En una escala diferente, la lógica de la euforia especulativa sobre los tulipanes que evoca Alejandro Dumas en su libro anuncia esa pirámide de créditos ficticios que son los subprime.
El capitalismo es la mutualización de los peligros y de las esperanzas. Allí se origina el dinamismo y, simultáneamente, las especulaciones sobre los beneficios, la regulación prudente y la transgresión imprudente de las antiguas reglas, los riesgos compartidos y la audacia de arriesgar mejor que los otros. Allí se originan los derrumbes individuales o colectivos, que delimitan un espacio imposible de controlar anticipadamente, pero que desde hace tres siglos es inalterable, a pesar de los sucesivos y gigantescos abusos de poder.
Es inútil contraponer un capitalismo industrial que ha seguido siendo prudente a una esfera financiera imprudente y temeraria. El mismo progreso industrial, que por cierto no se asemeja a un calmo río, alterna continuamente la creación y la destrucción, el abandono de las antiguas fuerzas productivas y la explosión de nuevas fuentes de riqueza.
El sistema financiero estimula estos movimientos de destrucción creativa, que definen siglo tras siglo la occidentalización del mundo.
Nada de original, entonces, en esa burbuja que amenaza con hacer que implosione la economía planetaria, salvo la negligencia que le permitió crecer. Y, sin embargo, no faltaron advertencias.
Tanto en los Estados Unidos (Enron) como en Francia (Crédit Lyonnais, BNP) hubo fenómenos de euforia financiera local, pero ruinosa, que dejaron al descubierto, no importa si en la cumbre de las empresas públicas o las privadas, la existencia de dirigentes napoleónicos que creían que podían permitirse cualquier cosa. Y algunos funcionarios lanzaron sus propias empresas al asalto de Hollywood, sin descuidar, sin embargo, su ventaja personal, y ahora los contribuyentes deben pagar los platos rotos.
El problema no es tanto el tipo de técnica financiera ?que, según se promete ahora, será controlada?, sino el estado de ánimo general que ha consentido ese desenfrenado florecimiento. En los consejos administrativos, nos encontramos con el leitmotiv posmoderno: no hay riesgo, no puede pasar nada malo, como lo demuestran los paracaídas de oro.
Desde el final de la Guerra Fría, la promesa de un mundo pacífico difunde, urbi et orbi, la novedad de una historia sin desafíos, sin conflictos, sin tragedias, que autoriza todo y casi cualquier cosa. Una burbuja especulativa es una apuesta confirmada por sí misma. Es "performativa", según el lingüista Austin. Para el especulador, conceder crédito significa dar existencia. "¡Se abre la sesión!", proclama el presidente de una asamblea ?y es verdad por el sólo hecho de decirlo?: la realidad se regula por la palabra, mientras que, en los casos ordinarios, el hecho de decir, que no es "performativo", sino indicativo, se regula según la realidad.
La burbuja financiera acumula crédito sobre crédito y se enriquece con su propia autoafirmación. Se encierra en una relación autorreferencial, al abolir gradualmente el principio de realidad: soy efectiva mientras invente los productos financieros que constituyen mis inversiones.
Ese fantasma de omnipotencia napoleónica no anima solamente a los empresarios, sino también a todos los que les permiten arriesgarse; no sólo a los titulares de las organizaciones financieras, sino a las autoridades políticas, universitarias y mediáticas, que no se preocupan por nada.
La ideología "performativa" ?una cosa se vuelve verdad por el solo hecho de decirla? gobierna la occidentalización del planeta desde el final de la Guerra Fría. Dado que el bando rival se ha disgregado, el porvenir nos pertenece y los peligros fundamentales ya han desaparecido.
Se puede reconocer en la negación "performativa" de cualquier referencia real una suerte de locura de encierro en la "imaginación". El posmoderno, que se cree "más allá del bien y del mal" y a quien no le importa la distinción entre lo verdadero y lo falso, un presunto ídolo del pasado, da rienda suelta a su propia imaginación y vive en una burbuja cósmica.
La euforia no es menor en materia política que en la manipulación de la Bolsa de valores. Han hecho falta casi diez años para que George W. Bush, Condoleezza Rice, Tony Blair y el Quai d?Orsay descubrieran que Putin no era el buen tipo ni el democrático en ciernes del que se jactaban. Probablemente, hagan falta otros diez años para que se haga una fría evaluación de los dos acontecimientos decisivos que signaron el final del siglo XX: la reunificación de una gran parte de Europa, que, a partir de las revoluciones democráticas de Georgia y Ucrania, inquieta sobremanera al Kremlin. Y la emergencia de China, que modifica profundamente el equilibrio mundial.
Por un lado, el "milagro económico" provocado por las reformas de Deng Xiao Ping relega definitivamente la economía colectivista marxista al museo de cera: las ventajas de la economía de mercado saltan a la vista.
Por otro lado, un milagro económico tan enorme no garantiza de hecho democracia ni coexistencia política. No olvidemos que los dos milagros económicos más importantes del siglo XX, el de Alemania y el de Japón, se originaron en los 50 millones de muertes de la Segunda Guerra Mundial.
Roguemos que el temblor que anticipa una crisis universal nos ofrezca la ocasión de salir de la burbuja mental posmoderna, de enfriar la euforia de nuestros deseos ilusorios y de atrevernos finalmente a enfrentarnos con la verdad. Pero tengo miedo de enunciar con esto tan sólo otro deseo ilusorio.
(Traducción: Mirta Rosenberg). El autor es filósofo y ensayista.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Crónicas de la crisis. "Abróchense los cinturones"

Abróchense los cinturones. Por Nicholas von Hoffman
NUEVA YORK.? Al cruzar el Rubicón, Julio César sabía que estaba iniciando un nuevo sistema político. Al gastar miles de millones de dólares en rescatar a AIG, el gobierno de Bush no tiene ni la menor idea del proceso que está iniciando. Y ahora ni siquiera sabe cómo seguir.
Lo único que sabía el secretario del Tesoro, Henry Paulson, era que si permitían que AIG cayera se desencadenarían todos los infiernos. Podría incluso haber pánico en las calles.
El secretario y sus colaboradores sabían que un fondo de inversión había perdido tanto dinero cuando Lehman Brothers declaró la quiebra que tuvo que suspender los retiros de sus clientes. Pero Lehman no es nada comparado con AIG, una gigantesca aseguradora.
Si quebraba, muchos más fondos de inversión corrían el riesgo de ser congelados. Los estadounidenses han depositado más de 3,5 billones de dólares en esos fondos, y si ese dinero no podía retirarse nos veríamos frente a un pánico similar al de 1933, cuando miles de personas golpeaban las puertas de los bancos para recuperar sus ahorros perdidos. Incluso ahora muchos están tan asustados por la posibilidad de perder su dinero que se están refugiando en los bonos del Tesoro, con un interés de apenas 0,02 por ciento.
Era cuestión de actuar o hacerse a un lado y dejar que todo se viniera abajo. Paulson, y especialmente el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que es un estudioso del tema, saben lo que pasó en 1933, cuando todo el mundo se quedó congelado mientras Wall Street primero, y luego todo el resto, se desmoronó.
Enfrentados a estas dos únicas opciones, los dos empresarios republicanos eligieron nacionalizar AIG tal como lo habían hecho pocos días antes con Fannie Mae y Freddie Mac, las gigantescas hipotecarias.
Desde el punto de vista de los accionistas de AIG, no se trata de un acuerdo muy agradable. El interés que AIG debe pagar por el préstamo de 85.000 millones de dólares que necesita para permanecer a flote es del 11,5 por ciento. Es casi el interés que cobran las tarjetas de crédito. Además, el gobierno se queda con el 79,9 por ciento de las acciones y tiene derecho a despedir a los ejecutivos, nombrar nuevos y hacer todo lo que se le antoje.
Para bien o para mal, el gobierno ahora es el propietario de AIG. Esperaba que fueran empresas del sector privado las que salieran en rescate de AIG, pero éstas estaban muy asustadas o no tenían esa clase de capital. Todo el mundo está tan golpeado que reunir sumas tan grandes puede resultar imposible en este momento.
El rescate de AIG no acaba con la crisis. En cuanto se anunció el acuerdo, empezaron los rumores de que Goldman Sachs y Morgan Stanley, las dos últimas grandes corredoras, serán las próximas en caer. Algunos creen que tendrán que ser absorbidas por otra empresa o esperar a ver cómo se derrumba el precio de sus acciones.
Candidatas a desaparecer
Goldman y Morgan no son las únicas candidatas a la extinción. También los nombres de Wachovia, un gran banco y agente financiero, y Washington Mutual, la asociación más grande de ahorro y préstamo del país, están en la lista letal. El miedo y la sospecha invaden el mundo de las finanzas y el dinero. Los bancos hasta tienen miedo de prestarse dinero entre sí.
Más allá de Wall Street, crece la furia a medida que la gente sufre despidos, el desempleo aumenta, se ejecutan viviendas, los estudiantes luchan para conseguir préstamos estudiantiles, se evaporan los fondos de retiro y al mismo tiempo se ve que se gastan sumas demasiado grandes, casi incalculables, para rescatar millonarias empresas en dificultades. Las noticias que hablan de ejecutivos corruptos que salen airosos, con muchos millones de dólares en el bolsillo, de derrumbes que ellos mismos provocaron, están cayendo muy mal entre la gente.
El gobierno, tras haber lanzado al país hacia una nueva era de capitalismo estatal, es incapaz de explicarle al pueblo lo que está haciendo. Todas las explicaciones le tocan a Paulson, un ex ejecutivo de Goldman Sachs que tiene una fortuna de casi 750 millones. Pero es incapaz de comunicarse con nadie fuera del mundo financiero o el gobierno.
Aunque pudiera hablar en un lenguaje que la gente común entienda, tendría poco para decir. Vive día a día, exhausto, enfrentando las crisis a medida que se le vienen encima. No tiene un plan de acción, sólo la doctrina de mercado que aprendió, y que le ha fallado. No hay que preguntarle a Henry Paulson cómo o cuándo se abatirá esta terrible tormenta.
Tampoco se puede recurrir a los candidatos presidenciales. John McCain, que acaba de convertirse en un defensor de mayores regulaciones, no tiene idea de lo que está diciendo. Barack Obama sí tiene idea de lo que dice, pero no viene al caso. No sirven de mucho los debates sobre cómo hay que cambiar las reglas y las regulaciones. No sabemos qué quedara para regular para esta altura del año que viene.
Por ahora, se trata de enfrentar la crisis día a día, hora a hora, minuto a minuto. Así que abróchense los cinturones.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La crisis mundial. Nosotros de qué jugamos?

El zorro y el puercoespín. Por Mariano Grondona
Mientras se agudizaba la crisis internacional por la bancarrota de Lehman Brothers, la presidenta Kirchner se aventuró a decir que "el primer mundo se derrumba como una burbuja", mientras "la Argentina está firme en medio de la marejada".
Esta tajante afirmación sobre la supuesta solidez de nuestra economía frente a la crisis mundial ocurre, sin embargo, al mismo tiempo que el riesgo país de la Argentina trepa a una altura insospechada, sólo comparable a la de Venezuela. ¿Quién está entonces verdaderamente en crisis hoy, nosotros o el mundo capitalista?
El desdén por el mundo capitalista que acaba de reiterar la Presidenta, ¿podría reflejar un choque cultural? En un libro que hizo época, El nuevo mundo del zorro gótico, el chileno Claudio Véliz señaló que hay dos tipos de culturas económicas en el mundo actual. Para ilustrarlas, Véliz acudió a una metáfora: el contraste entre "la cultura del zorro" y "la cultura del puercoespín".
Mientras el zorro se aventura lejos de su madriguera, exponiéndose al riesgo de los espacios abiertos para aprovecharlos, el puercoespín se hace bolita para evitar todo riesgo, cerrándose al mundo. En tiempos de bonanza el zorro progresa, pero en tiempos de prueba paga su osadía.
Para comparar ambas actitudes, hay que medir cuánto gana el zorro cuando gana y cuánto pierde cuando pierde, en tanto que, para el puercoespín, hay que hacer la cuenta inversa. Es verdad que hoy el mundo abierto del capitalismo atraviesa una hora de prueba. Lo que hay que preguntarse empero es si a la larga las ganancias del mundo capitalista no son incomparablemente más abundantes que las de las economías cerradas, ultraprotegidas.
Por más que la economía china pueda sufrir ahora, ¿quién podría comparar los progresos que obtuvo desde que Deng la abrió en 1979 con todo lo que sufrió, con todo aquello de lo que se privó, cuando vivía la detrás de la muralla de Mao? Los Estados Unidos sufren ahora, ¿pero han pasado a ser por eso más atrasados que Venezuela o la Argentina?
La breve proclama de la Presidente refleja su prefererencia por una economía cerrada detrás de la muralla de Kirchner y Moreno. ¿Cuánto habrían avanzado el campo y la industria argentinas en la hipótesis contraria? El puercoespían se relame al ver al zorro en dificultades, sin advertir todo lo que avanzó el zorro antes de ellas y todo lo que avanzará después de ellas, no bien recupere la inmensa energía de la libertad.

La crisis mundial: Globalización 2.0

De la periferia al centro. Por Guillermo Omar Oliveto. Para LA NACION
Uno de los autos más innovadores de los últimos tiempos llegaría al mercado sobre finales de este año. ¿De dónde viene? ¿De los Estados Unidos, de Alemania, Francia o Japón? No. Viene de la India. Así como lo fue en su momento el "Escarabajo" de Volkswagen, el "Nano" de Tata Motors promete ser "el nuevo auto de la gente". Su valor rondará los 2500 dólares. Se transformará en el ícono del nuevo mercado de la "accesibilidad". Ratan Tata es el dueño del grupo económico que lleva su nombre. Sus 96 empresas facturan, en conjunto, unos 22.000 millones de dólares al año. Tienen presencia en más de 50 países y exportan a unos 120. Ratan se acaba de dar un pequeño gusto: quedarse con dos empresas emblemáticas de la más alta alcurnia británica: Jaguar y Land Rover.
Acuciadas por la violenta descapitalización originada en la crisis de las hipotecas, diversas entidades financieras de las más prestigiosas de los EE.UU. tomaron la difícil decisión de vender parte de sus acciones y salir a buscar dinero fresco. ¿Quiénes las compraron? Entre otros, los entes de inversiones de Kuwait y Abu Dhabi, las corporaciones de inversiones de los gobiernos de Singapur y de China y hasta fondos no identificados de Oriente Medio.
"Vamos a ser el club más grande del mundo, más que el Real Madrid y el Manchester United." ¿Quién conmovió al ambiente del fútbol con semejante desafío? Sulaiman Al-Fahim, cara visible del Abu Dhabi United Group for Development and Investment, un fondo de inversión que cuenta directamente con el sustento de la familia real del emirato. Pagaron 230 millones de euros por el Manchester City, un club que no sale campeón de la liga inglesa desde 1968. Ya tienen al crack brasileño Robinho, que dejó el Real Madrid tras un pago cash de 42 millones de euros. Y, por si fuera poco, van por el jugador del momento: Cristiano Ronaldo. Pagarían la mayor cifra jamás pagada por un jugador de fútbol: 240 millones de euros. En la tierra de los inventores del fútbol hoy reinan los árabes y los rusos: no nos olvidemos de Román Abramovich, que, en 2003, se quedó con el Chelsea.
Hablando de rusos, el ex presidente Mikhail Gorbachov es una de las nuevas estrellas de la campaña global de la marca Louis Vuitton. Si esta imagen no fuera ya suficientemente paradójica, lo sería que en la mítica Plaza Roja de Moscú los turistas puedan visitar el mausoleo de Lenin y regodearse en uno de los shopping centers más lujosos del planeta casi al mismo tiempo. Entre una y otra atracción hay sólo cien metros.
El hombre más rico del mundo es mexicano. Carlos Slim. La tercera fábrica de aviones comerciales del mundo es brasileña, Embraer.
En dos de las economías más liberales de hoy se acaban de quemar todos los libros: el Estado se vio obligado a intervenir para salvar de la bancarrota a algunas de sus entidades financieras. En los Estados Unidos, Bear Sterners, Fannie Mae y Freddie Mac y en Inglaterra, el Northern Rock Bank. Henry Paulson, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, acaba de confesar que es muy difícil saber el costo del rescate de todas estas financieras. George Soros, luego de anunciar en Davos 2008 que estamos frente a la peor crisis de las finanzas desde los años 30, aseveró: "Sin reglas, el capitalismo se destruirá".
Tiene sentido la reflexión de Ricardo Lagos, reconocido como uno de los mejores estadistas de los últimos tiempos en la región, y lejos de ser considerado estatista o populista: "Una sociedad que espera que el mercado todo lo resuelva va a terminar siendo una sociedad de mercado, con las diferencias que tiene el mercado". Barack Obama también se anotó en la carrera que promete recrear las reglas del capitalismo: "Demasiadas veces hemos disculpado o abrazado una ética de la codicia. Eso ya ha amenazado la estabilidad de largo plazo de nuestro sistema. Hoy tenemos que crear un nuevo marco regulatorio del siglo XXI".
El libre mercado, tal como se lo pregonó en los últimos años, quedará para otra instancia. El Estado ha vuelto a ocupar un lugar central en la escena. ¿El mundo se ha vuelto loco? Luego de un largo ciclo de prácticamente dos décadas de crecimiento continuo, a una tasa promedio del 4% anual, da la impresión de que estamos ingresando en el reino del revés. Todo parece estar patas para arriba. Y, de algún modo, lo está.
Hay un modelo que imperó durante esa larga fase de crecimiento que está crujiendo. Y otro modelo, una especie de hijo bastardo de ese proceso, que ya está dando pruebas de merecer atención. Mientras el centro gozaba de los beneficios de la "globalización 1.0", dejó que fuera la "mano invisible" del mercado la única encargada del control.
Cuando, en la portada de su número del 31 de diciembre de 2007, la revista Time declaró a Vladimir Putin personaje del año, dio cuenta de un fenómeno que ya trascendió la esfera económica para avanzar sobre lo político y lo social. Como quedó claramente demostrado en el reciente conflicto del Cáucaso, el espíritu zarista renace.
La lógica de la "globalización 1.0", hija dilecta de aquel "fin de la historia" que proclamó Francis Fukuyama en julio de 1989, y que se transformó, el 9 de noviembre del mismo año, en "verdad irrefutable" tras la caída del Muro de Berlín, está siendo fuertemente cuestionada.
Una nueva lógica, la de la "globalización 2.0", pelea por su espacio en las mentes de millones de personas que comienzan a creer en un mundo ya no unidireccional -del centro a la periferia-, sino bidireccional -del centro a la periferia y de la periferia al centro- y hasta "multidireccional" -de una periferia a otra periferia-. Nos movemos de una impronta vertical a una horizontal. Otro intelectual americano, el tres veces ganador del premio Pullitzer, Thomas Friedman, ocupó el lugar de Fukuyama cuando se ocupó de bautizar este nuevo tiempo. Lo llamó la era del "mundo plano".
El "dinero nuevo" ya no está en el centro, sino en los bordes. Cabe remitirse a los números. En el período 2003-2008, mientras la economía de los Estados Unidos habrá crecido un 15%, la de Europa, un 11,5%, y la de Japón, un 11%; la de China lo hará un 64%; la de India, un 52%; la de Rusia, un 41%, y la de Brasil, un 25%. Por supuesto que es en "el centro" donde sigue concentrándose la mayor parte del stock de riqueza del mundo: los EE.UU., Japón y Alemania continúan siendo las tres principales potencias económicas globales. Si consideramos la Comunidad Económica Europea como un todo, es tan importante como los Estados Unidos. Ambos manejan casi 2/3 de la economía global. Pero una cosa es el stock y otra el flujo. La velocidad de crecimiento de "los bordes" es muy superior a la del centro.
Como bien sugiere el futurólogo americano John Naisbitt en su último libro, Mindset, 11 mentalidades para prever el futuro , "el futuro es un conjunto de posibilidades, hechos, giros, avances y sorpresas. En una proyección del futuro, tenemos que prever dónde van las piezas, y cuanto más comprendamos las conexiones, más exacta será la visión. ¡Vean el futuro como un rompecabezas!".
La primera conclusión a la que podemos llegar, siguiendo su sugerencia, es que puede imaginarse un futuro próximo con más piezas. Y nuestra región crece en importancia desde la nueva perspectiva de un mundo multilateral, donde cada cual lleva a la gran mesa de la globalización lo mejor de sí. Entre 2003 y 2008, América latina crece un 28%. Todos sus países, con regímenes económicos y políticos diferentes, han crecido en los últimos 5 años, y la Cepal acaba de confirmar que se prevé que lo hagan también en los dos próximos.
Sucede que los grandes motores de la globalización 2.0, esos milenarios países de los bordes que conjugan ahora su tradicional vocación y potencia imperial -como quedó demostrado en la maravillosa escenificación de los recientes Juegos Olímpicos de Pekín-, con la imprescindible condición capitalista que les permite subirse a la red global; a medida que mejoran la calidad de vida de su gente -nada menos que la mitad de la población mundial-, requieren más y más de lo que nosotros tenemos para vender. Fundamentalmente, tres grandes cosas: comida, energía y talento.
En palabras del pensador francés Alain Touraine: "El final de un mundo no es el final del mundo".
El mundo no está loco, sólo está cambiando su estructuración. Aquellos que son capaces de visualizar hoy las nuevas conexiones que se están tejiendo logran tener más clara la figura final del rompecabezas. Se dibuja ante sus ojos una oportunidad inédita en más de cien años. Si aún quedaran dudas, un reciente informe de la Fundación Producir Conservando, comandado por el economista Juan José Llach, sobre la base de datos de la FAO, lo acaba de confirmar: la demanda de alimentos seguirá muy firme de acá a 2020, con crecimientos del consumo superiores al 90% en productos clave para la región, como la soja, el maíz, el trigo, la carne vacuna, la carne de pollo, la leche, y las frutas. Otro economista, Miguel Angel Broda, publicó meses atrás, en este diario, que en Europa un kilo de lomo hoy vale igual que 4 kilos de Audi.
Cuando ya se cuentan por cientos de millones los que empiezan a comer mejor y la demanda crece más rápido que la oferta, los términos de intercambio cambian. Siendo también parte integrante de "los bordes", son varios los países y los gobernantes latinoamericanos -con Brasil y Lula a la cabeza- que en el vecindario de la Argentina están viendo la oportunidad y van por ella ¿Lo lograremos nosotros?
El autor es consultor en tendencias de consumo.

viernes, 29 de agosto de 2008

JEFFREY SACHS. SUPERAR LA BRECHA DIGITAL, CLAVE PARA SUPERAR LA POBREZA


Guerra digital contra la pobreza. Por Jeffrey D. Sachs. Para LA NACION

NUEVA YORK.- La brecha digital está empezando a cerrarse. El flujo de información digital -por medio de teléfonos celulares, mensajes de texto e Internet- hoy está llegando a las masas del mundo, incluso en los países más pobres, trayendo consigo una revolución en la economía, la política y la sociedad.

La extrema pobreza es casi sinónimo de extremo aislamiento, especialmente aislamiento rural. Pero los teléfonos celulares e Internet inalámbrica ponen fin al aislamiento y, por lo tanto, terminarán siendo la tecnología más transformadora del desarrollo económico de nuestro tiempo.

La brecha digital se está terminando, y no por un brote de responsabilidad cívica, sino, principalmente, mediante las fuerzas del mercado. La tecnología de telefonía celular es tan poderosa, y cuesta tan poco por unidad de transmisión de datos, que hoy resulta posible venderles a los pobres acceso a los teléfonos móviles. En la actualidad existen más de 3300 millones de abonados en el mundo, aproximadamente una de cada dos personas en el planeta.

Es más, la penetración de mercado en los países pobres está aumentando marcadamente. India tiene alrededor de 300 millones de abonados, y el número de abonos aumenta de manera apabullante: ocho millones o más por mes. Brasil hoy cuenta con más de 130 millones de abonados e Indonesia, con unos 120 millones. En el Africa, donde están los países más pobres del mundo, el mercado está en pleno apogeo, con más de 280 millones de abonados.

Los teléfonos celulares hoy son ubicuos, tanto en los pueblos como en las ciudades. Si un individuo no tiene un celular, casi con certeza conoce a alguien que sí lo tiene. Probablemente, una mayoría significativa de africanos tienen al menos acceso de emergencia a un celular, ya sea propio, de un vecino o en un quiosco comercial.

Aun más destacable es la continua "convergencia" de la información digital: cada vez más, los sistemas inalámbricos conectan a los celulares móviles con Internet, las computadoras personales y los servicios de información de todo tipo. La gama de beneficios es sorprendente. Cada vez en más partes del mundo, los pobres de las zonas rurales hoy tienen acceso a sistemas inalámbricos de bancarización y de pago, como el famoso sistema M-PESA de Kenya, que permite transferencias de dinero por medio del teléfono.

La información transmitida a través de las nuevas redes abarca la salud pública, la atención médica, la educación, la bancarización, el comercio y el entretenimiento, además de las comunicaciones entre amigos y familiares.

India, hogar de los ingenieros en software y de las compañías de alta tecnología más prestigiosas del mundo, además de una economía rural vasta y densamente poblada de unos 700 millones de pobres necesitados de conexión de todo tipo, naturalmente ha sido un pionero del desarrollo económico liderado por la tecnología digital.

Cada vez más, el Gobierno y las empresas se han aunado en sociedades público-privadas para proporcionar servicios cruciales en la red digital. En los estados indios de Andhra Pradesh y Gujarat, por ejemplo, los servicios de ambulancias de emergencia hoy están al alcance de decenas de millones de personas, respaldados por celulares, sistemas informáticos sofisticados y mayores inversiones públicas en salud rural. Varios sistemas de telemedicina en gran escala hoy están ofreciendo atención sanitaria primaria y hasta cardíaca a las poblaciones rurales.

Es más: el nuevo esquema de garantía de empleo rural, que apenas tiene dos años, no sólo emplea a millones de los ciudadanos más pobres del país con financiamiento público, sino que también hace ingresar a millones de ellos al sistema de bancarización formal, sobre la base de las redes digitales de India.

En el aspecto plenamente comercial, la revolución móvil está creando una revolución en la logística del marketing de la granja al comercio. Los agricultores y los vendedores de alimentos pueden conectarse directamente a través de teléfonos celulares y de centros de distribución, lo que les permite a los agricultores vender sus cosechas a precios más altos en la "puerta de la granja" y sin demora, mientras que los compradores pueden trasladar esos cultivos a los mercados con un mínimo de desperdicio y a precios más bajos para los consumidores finales.

El fortalecimiento de la cadena de valor no sólo aumenta los ingresos de los agricultores, sino que también permite la diversificación de los cultivos y la mejora agrícola de manera más general.

Del mismo modo, las empresas de software más importantes del mundo están generando empleos en el sector de la tecnología de la información, incluida la tercerización de procesos comerciales, directamente en los pueblos por medio de redes digitales.
La educación también se transformará de manera similar. En todo el mundo, las escuelas en todos los niveles se volverán globales, uniéndose en redes educativas digitales a nivel mundial. Los chicos, en Estados Unidos, aprenderán sobre Africa, China e India no sólo en libros y videos, sino también por los vínculos directos entre las aulas de diferentes partes del mundo. Los estudiantes compartirán ideas a través de chats en vivo, programas compartidos, proyectos conjuntos y videos, fotos y textos enviados por la red digital.

Las universidades también tendrán clases globales, donde estudiantes de una docena de universidades, o más, al mismo tiempo, se reunirán en conferencias, grupos de discusión y equipos de investigación. El año pasado, mi propia universidad -la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York- se aunó con universidades de Ecuador, Nigeria, el Reino Unido, Francia, Etiopía, Malasia, India, Canadá, Singapur y China en un "aula global" que, simultáneamente, conectó a cientos de estudiantes en más de una docena de predios universitarios, en un curso emocionante sobre desarrollo sostenible global.

En mi libro El fin de la pobreza , escribí que se puede terminar con la pobreza extrema para el año 2025. Una predicción apresurada, tal vez, en vista de la violencia global, el cambio climático y las amenazas a los suministros de alimentos, energía y agua. Pero las tecnologías de información digital, si están difundidas de manera cooperativa y global, serán nuestras nuevas herramientas más importantes, porque nos permitirán unirnos globalmente en mercados, redes sociales y esfuerzos cooperativos para solucionar nuestros problemas comunes.

© Project Syndicate y LA NACION. (Traducción: Claudia Martínez)
El autor es profesor de Economía y director del Earth Institute en la Universidad de Columbia, Estados Unidos.

martes, 26 de agosto de 2008

Argentina vista desde España

Para España, la Argentina es una economía de "alto riesgo"
El banco central de ese país la ubica junto a la de Venezuela; dudas en varios sectores
Por Silvia Pisani, Corresponsal en España
MADRID.- El Banco de España (banco central de ese país) previno sobre eventuales riesgos en la naturaleza de su vínculo económico con nuestro país en los segmentos referidos a actividades comerciales, financieras e inversiones en activos bancarios.
En su relación con España, la Argentina quedó así catalogada como un país con "riesgo elevado o muy elevado" en esos tres estamentos de la actividad económica. La calificación se desprende de un ejercicio hecho por economistas de la entidad para evaluar la "exposición internacional" de la economía española, de la que pondera, precisamente, su grado de apertura.
El informe, de 64 páginas, se guía por variables económicas. Su exposición no incluye ninguno de los temas que, en los últimos meses, ocuparon las primeras planas en la relación bilateral, como la estatización de Aerolíneas Argentinas, la compra de parte del paquete accionario de Repsol YPF o la cancelación del contrato con Aguas de Barcelona, ex accionista de Aguas Argentinas.
"Este estudio analiza los niveles de interdependencia y riesgo que se dan en las relaciones económicas entre España y un gran número de países", previenen, en el texto, los analistas de la autoridad monetaria.
El informe no tuvo difusión en la prensa local y fue escrito puertas adentro en España por los economistas Miguel García-Posada y Josep María Vilarrubia. Entre varios puntos, consigna la situación de las relaciones económicas entre ese país y otros 132 Estados a partir de datos bilaterales sobre vínculos comerciales y financieros, lo que permitió elaborar índices cruzados.
De todos modos, relativiza el impacto en la economía española de sus calificaciones sobre la región, incluida la Argentina. Eso para concluir que "las mayores interdependencias de la economía española se dan con países asociados a niveles reducidos de riesgo, mientras que las principales interdependencias asociadas a niveles intermedios de riesgo se dan en relación con países de América latina y con países exportadores de productos energéticos".
Con el título de "Mapa sobre la exposición internacional" española, el texto explora los potenciales problemas que podría tener ese país en el mundo y asigna a la relación con la Argentina dificultades en tres de los cuatro ítems analizados.
En cuestiones de interdependencia energética, el país fue eximido de riesgo, pero fue incluido como de "riesgo moderado a alto" en los referidos a actividades comerciales, financieras e inversiones en activos bancarios.
En lo referido a relaciones comerciales, el informe no le da a la Argentina una calificación específica, sino que la sitúa como parte de un conjunto de países integrado por México, Brasil, Colombia, Venezuela y Chile, como "de riesgo moderado o ligeramente elevado".
En finanzas, como Chávez. En el frente financiero, reveló que la interrelación con España también había dejado a la Argentina en posición de riesgo, junto con Venezuela. Al contrario, dice, de lo que ocurre con Chile.
"Otros dos países latinoamericanos con los que España presenta una interdependencia media son Chile y la Argentina: el primero con un nivel reducido de riesgo y el segundo con un nivel elevado del mismo. Esta gran exposición de la economía española a los países latinoamericanos viene dada por la gran inversión que empresas españolas han realizado en determinados sectores (especialmente en telecomunicaciones y sectores bancario y primario) de dichos países", dice el informe.
Nuestro país también figura con alguna advertencia en el rubro financiero, donde -aunque no se los menciona- los principales actores son los bancos BBVA y Santander.

martes, 29 de julio de 2008

Plan de largo plazo: lo que tiene Brasil y le falta a Argentina

Por: Alcadio Oña , para Clarín.
Una crítica recurrente, extramuros, durante estos cinco años de poder kirchnerista, fue la ausencia de un plan de largo plazo. Que la mira haya sido puesta siempre en la coyuntura. Que en vez de enfrentar los problemas que iban apareciendo con políticas articuladas, se los tapase. O que se hubiera mantenido, estático, el modelo macroeconómico tal cual fue heredado: sin avanzar en instrumentos más refinados, así se preservaran sus piezas clave.
En fin, nada parecido a sacar de escena al Estado, sino aplicar la intervención y las regulaciones del Estado allí donde mejor sirven. Y aplicarlas certeramente, usando apropiadamente los recursos públicos, por definición limitados.
Es un comentario a cuento, entre economistas heterodoxos cercanos al Gobierno, el Programa de Desarrollo Productivo brasileño 2008-2010 (PDP) que el presidente Lula da Silva anunció el pasado 12 de mayo. Justo cuando aquí crecía el conflicto con el campo y avanzaban sus derivaciones políticas.
Se lo puede leer en la Web del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil (www.mdic.gov.br). La definición de los objetivos, los instrumentos para conseguirlos, las fortalezas y debilidades sectoriales y las metas cuantitativas fueron el resultado de un trabajo que arrancó en el segundo semestre de 2007 y concluyó en los primeros meses de 2008. Intervinieron, entre otros, ministerios, entes y bancos públicos, centrales empresarias, universidades y organizaciones de especialistas diversos.
Así, en más de 40 páginas, con cuadros y gráficos, el PDP brasileño se propone:
Mantener o posicionar sistemas productivos y empresas entre los "cinco grandes jugadores mundiales". Por dimensiones patrimoniales, tecnológicas o productivas, aquí aparecen: minería, petróleo, siderúrgia, industria aeronáutica y bioetanol.
Consolidarse o ganar espacio entre los principales exportadores de bienes de consumo durables y bienes de capital: para el caso, en equipamientos del hogar, electrónica y maquinarias.
Focalización y especialización en áreas de alta densidad tecnólogica, en base a ventajas competitivas ya existentes. El programa identifica al complejo industrial de la salud, la industria de bienes de capital y la tecnología de la información.
Refirmación, a través de políticas explícitas, de las marcas brasileñas en el mundo.
El PDP también señala otras áreas y actividades donde se considera central movilizar recursos: biotecnología; nanotecnología, o sea, la manipulación de materiales a escalas mínimas; la industria de la defensa y la energía atómica.
La idea es llegar al 2010 con una inversión equivalente a 386.000 millones de dólares y exportaciones por US$ 208.500 millones. En números más cercanos: la inversión proyectada en Brasil supera al actual PBI de la Argentina y las exportaciones casi triplican las de nuestro país.
Y aun cuando en el PDP se considera crucial la interrelación con el sector privado, hay también una apuesta clara al papel del Estado. A través del financiamiento de largo plazo y los incentivos fiscales para inversiones nuevas; las compras de las empresas públicas, como Petrobras; las regulaciones activas y la asistencia técnica de los organismos oficiales.
Para ponerlo en plata, en tres años el Banco de Desarrollo brasileño (BNDES) comprometerá créditos por 131.000 millones de dólares en programas de expansión industrial. Y, junto a otras instituciones estatales, contribuirá con US$ 25.600 millones para innovación tecnológica, una de las flaquezas de la economía brasileña.
Proveedor de créditos a largo plazo a tasas de interés blandas, el BNDES es un motor clave en el despliegue de las empresas brasileñas, hacia adentro y hacia afuera. Tanto, que tiene una capacidad prestable aún mayor a la del BID.
Según se lee en la WEB del Ministerio de Desarrollo, el gobierno de Lula ha preferido apostar a la diversidad productiva, acomodarse dinámicamente a los cambios mundiales, en vez de la especialización. Desplegar fuerzas hacia el interior del gigantesco mercado propio, con mayor acceso de la población a bienes y servicios básicos, y a la vez maximizar la presencia externa, con inversión y marcas.
Que Brasil sea una potencia en expansión, aplique incentivos fiscales, atraiga capitales y movilice financiamiento que aquí no existe entraña obvios riesgos para la Argentina. También que sea, detrás de EE.UU., el segundo complejo agroindustrial exportador del mundo. O que entre las actividades que se prevé consolidar figure la producción de carnes.
Pero, al decir de los especialistas, allí también existen oportunidades: la complementación productiva con Brasil, extendida a la innovación y el comercio exterior. Eso sí, nada reemplazará a las políticas propias. O más que eso: a la ausencia de un verdadero plan de largo plazo. Todo puede ser parte de los ajustes que ya reclama el modelo macroecnómico heredado.

martes, 15 de julio de 2008

El mundo en crisis

Clarín, 14/07/2008La peor crisis global en 70 años
La reserva Federal de los Estados Unidos va a prolongar hasta 2009 los préstamos de emergencia otorgados a la banca de inversión. Aplacando ansiedades en la vida norteamericana, Ben Bernanke, el presidente de la Fed, ha prometido su presencia tras estruendosas caídas bursátiles de importantes compañías del sector.El auxilio por centenares de miles de millones de dólares se puso en marcha en marzo pasado para evitar el colapso de Bear Stearns, tras la crisis crediticia en cadena que se desató.
Hoy, el sistema bancario norteamericano subsiste gracias al oxígeno que le suministra la Reserva Federal. Esa realidad contrasta con la opinión de algunos expertos que afirman que "lo peor ha pasado" y auguran tiempos calmos y sin tensión. Es probable que su intención sea que el público renueve la fe que se perdió con el tembladeral de los últimos tiempos. Sin embargo son millones de familias las que, al desprenderse de sus viviendas por las deudas impagas, terminan por destruir el ahorro de décadas.Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE), el Banco Nacional Suizo (BNS), junto con la Reserva Federal coincidieron en incrementar la inyección de dinero a los mercados para ayudar a frenar la continua escasez de préstamos, una de las causas que alimentaron el frenazo en la economía en el hemisferio norte.
Los Gobiernos lanzaron todos los rescates posibles para evitar el gran colapso bancario en lo que se considera es la peor crisis de los últimos 70 años. Una vez más el intervencionismo estatal salió en auxilio de las finanzas internacionales.Con esta emisión, los bancos alentaron la inflación, la devaluación del dólar y el vuelco de recursos a las materias primas, con la consiguiente alza de precios. Estados Unidos y Europa están ingresando en el terreno de la estanflación (inflación con estancamiento) mientras el espiral inflacionario mundial y la menor demanda de los países centrales comenzaron a impactar sobre China, ese gigante que vive empeñado en contrabalancear la economía mundial.Cuánto tiempo más podrá continuar este proceso de patear la pelota sin que se manifiesta un shock más severo
La biblioteca está dividida. Hay libros que se han quemado. Hay otros que apuestan a que los mercados emergentes compensarán la retracción de los países centrales y que el mundo se desplazará del centro a la periferia. Otros columnistas de renombre opinan lo contrario. Consideran que, más aún en la época de la globalización, la mentada estanflación de los países centrales arrastrará al resto del mundo. Argumentan que así como se pinchó la burbuja inmobiliaria en su momento, igual destino tendrá la burbuja petrolera , la sojera , la triguera o la del resto de los actuales jerarquizados commodities.
De la tendencia que prevalezca dependerá la suerte de las naciones emergentes. Pero lo que sí está muy claro es que el momento que vivimos requiere mucho más que administrar las ventajas de los precios altos. Necesita políticas decididas de aliento de la producción agrícola a largo plazo, de estrategias industriales que procesen lo que ofrezcan las zonas rurales y se consoliden, por sobre todo, en la substitución de importaciones cada día más caras.

lunes, 14 de julio de 2008

Puede haber desarrollo económico sin educación?


Sin autoridad no hay educación
Ningún sistema educativo puede desarrollarse con normalidad ni puede alcanzar objetivos mínimamente satisfactorios si no está estructurado sobre la base del respeto a la autoridad que los maestros y profesores deben ejercer naturalmente en el aula; y si no está asociado al mantenimiento de las normas disciplinarias que deben imperar, necesariamente, en los establecimientos de enseñanza.
De ahí la honda preocupación que suscitan los graves y reiterados episodios registrados últimamente en nuestro país, demostrativos de las dificultades que afronta hoy la educación en la Argentina como resultado de ese notorio quebrantamiento del principio de autoridad y del consiguiente estado de caos en que ha derivado, en muchos casos, la relación entre los docentes y los alumnos. Es imprescindible que como sociedad tomemos conciencia de las gravísimas consecuencias que puede llegar a tener para el país este aflojamiento de las estructuras disciplinarias básicas del sistema de enseñanza.
Uno de los hechos más notorios ha sido, en los últimos días, la ocupación del edificio del Colegio Nacional de Buenos Aires por un grupo de alumnos que reclama el derecho de los estudiantes a participar en el gobierno de ese tradicional establecimiento educativo. Más allá de las razones que pudieran alegarse en favor de algunas de las múltiples peticiones interpuestas por los alumnos, salta a la vista que esa clase de movilizaciones y tomas atentan contra el desenvolvimiento del ciclo educativo y lesionan las más elementales normas de disciplina que deben imperar en una institución de esa naturaleza. Las autoridades del colegio, con buen criterio, aceptaron dialogar con los alumnos y analizar los reclamos interpuestos, pero con la condición de que previamente se dejara sin efecto la toma del colegio.
Pero se registraron también en los últimos días otros episodios alarmantes, difundidos con lujo de detalles por diferentes medios. En una escuela de Neuquén, un alumno de séptimo grado le asestó una trompada a su maestra. Como consecuencia de la repudiable agresión, la docente sufrió una lesión traumática y debió ser atendida en un hospital.
En un colegio del barrio de Caballito, entretanto, dos alumnos agredieron a una profesora, no sólo con golpes físicos, sino también con ofensas y gestos denigratorios, mientras un tercer estudiante registraba la escena con una cámara filmadora. Los alumnos responsables recibieron las sanciones correspondientes; dos de ellos fueron expulsados.
Pero lo grave es que esos desórdenes no son excepcionales, sino que se producen, en muchos casos, dentro de un contexto generalizado de violencia y virtual anarquía. Según datos proporcionados por fuentes oficiales, en las escuelas bonaerenses y porteñas se registra diariamente un promedio de 156 agresiones físicas entre alumnos, consumadas dentro de los propios establecimientos educativos.
Por otro lado, y en un contexto diferente, trascendió que en la provincia de Mendoza se está estudiando la posibilidad de instrumentar una reforma reglamentaria para que los maestros no puedan calificar a los alumnos con notas inferiores a los cuatro puntos en el primer trimestre del ciclo lectivo. El objeto de la proyectada medida es evitar que los alumnos "se desmoralicen" o "bajen los brazos". La absurda reglamentación, objetable en sí misma, invita a pensar que el principio de autoridad en las escuelas está siendo erosionado por muy diferentes caminos. A la agresión física perpetrada en tantos casos, se suman propuestas como ésta que insta a otorgar a los alumnos calificaciones complacientes para evitar que "se desmoralicen". Es evidente que con este tipo de iniciativas se afecta también, gravemente, la autoridad de los docentes.
Es imprescindible recomponer el principio de autoridad en todos los niveles de la actividad educativa. Allí donde esa autoridad no es respetada, allí donde la disciplina se quebranta diariamente y a la vista de todos, la educación es siempre la que sale perdiendo. Es fundamental que se vuelva a instalar en todos los rincones del territorio nacional la idea de que la autoridad y la educación necesitan ir siempre de la mano. Es imprescindible frenar cuanto antes la ola de violencia escolar, y lograr que el maestro y el profesor recuperen el rol y la autoridad que tradicionalmente se les ha reconocido frente al alumnado. Para lograr ese objetivo, es fundamental la intervención de los padres de los alumnos, que tienen el deber moral de apoyar a los docentes. Muchas veces, los padres incurren en el gravísimo error de respaldar a sus hijos y enfrentar a los maestros, con lo cual contribuyen a deteriorar aún más la autoridad de quien está al frente de un aula. Un espectáculo que debe desaparecer para siempre de nuestro sistema de costumbres es el que brindan aquellos padres y aquellas madres que se hacen presentes en la escuela para "defender" a su hijo cuando el docente le ha puesto una mala nota o le ha aplicado una sanción.
Por supuesto, no es una tarea privativa de un determinado sector social. Recomponer la autoridad del maestro es responsabilidad de todos. La escuela no es -no debe ser- un mundo aparte. En un país habituado a no respetar las leyes, a no acatar las normas de tránsito, a que los poderes públicos se enfrenten unos con otros y vulneren y avasallen sus respectivas esferas de competencia, no puede sorprender que el aula tienda a convertirse también en una tierra de nadie. La tendencia generalizada a la anomia no podía dejar de extenderse al ámbito escolar.
Si somos capaces de restablecer el principio de autoridad desde sus raíces, desde lo más profundo de su entraña moral, habrá república en la Argentina. Y habrá maestros con la autoridad necesaria para que la escuela sea, en sí misma, un espejo en el que cada argentino aprenda a reconocerse como el custodio de su propia dignidad y de la dignidad de los otros.
La Nación, 14 de julio de 2008.