En
2004, tres años antes de fallecer, el filósofo y sociólogo francés Jean
Baudrillard pidió, en un texto, prestar atención a las miserias de los países
en vías de desarrollo, porque allí había un oráculo anticipatorio de lo que
ocurriría tarde o temprano con las potencias de Occidente. Las palabras del
intelectual experto en el análisis de la posmodernidad hoy parecen proféticas
en la era Trump, con una grieta social intensa y un destrato a los medios,
entre otros detalles, que suenan conocidos como fenómeno para la historia
argentina reciente. Esta semana, la revista Slate tituló que el Saturday Night
Live, uno de los programas humorísticos más famosos de la TV de Estados Unidos,
"está básicamente recitando hechos de la administración Trump".
Porque la realidad supera a la ficción, aun para los gags cómicos.
Con
el motivo de presentar dos instalaciones en el Centro Cultural Kirchner, el
legendario músico y productor Brian Eno pasó por Buenos Aires, en lo que fue su
primera visita a la Argentina. Eno, al igual que Baudrillard, tuvo una
intuición futurista acertada años atrás. En 2012 publicó uno de los 125 ensayos
del libro ¿Qué lo va a cambiar todo?, compilado por John Brockman, el editor
del medio edge.com. La mayoría de las respuestas, escritas por autores de la
talla de Ian McEwan, Nassim Taleb, Steven Pinker o Ricahrd Dawkins, venía por
el lado de la inteligencia artificial, la biología sintética, la física o la
astronomía.
Eno,
que en el pasado produjo discos de U2, Talking Heads y Coldplay, entre otros,
fue por otro lado. Su respuesta a ¿Qué lo va a cambiar todo? fue "la
sensación de que las cosas empeorarán". "Lo que lo cambiará todo no
es un pensamiento, sino un sentimiento", arriesgó el músico y productor.
Para
Eno, "el desarrollo de la humanidad hasta ahora fue motorizado por la idea
de que las cosas, con una probabilidad alta, serán mejores en el futuro. El
mundo era rico en relación a su población, había nuevas tierras por conquistar,
nuevos pensamientos para descubrir y nuevos recursos para aprovechar. Las
grandes migraciones de la historia se concretaron a partir de la proyección de
que existía un mejor lugar. ¿Pero qué pasaría si este sentimiento cambia?"
Si este sentimiento se impusiera, especula el compositor, la población se
fragmentaría en unidades más pequeñas y egoístas (¿Brexit previsto seis años
atrás?). Las grandes instituciones, que operan con proyectos a escala de
décadas y largo plazo, y requieren basamentos sociales de confianza, perderían
sentido. Las iniciativas a más de cinco años se abandonarían: el repago se
vuelve demasiado remoto.
Esta
sensación sombría es la imperante en el último trimestre a partir del triunfo
de Trump, el Brexit, el avance de las derechas nacionalistas en otros países,
etcétera. En la Argentina, los análisis de fin de año, con una economía que no
arranca, están teñidos de un tono grisáceo. ¿Hay tan pocos motivos para
brindar, desde el punto de vista económico?
En
un reciente evento sobre Negocios del Futuro organizado por LA NACION, el
vicepresidente del BCRA, Lucas Llach, comentaba que "hay un sesgo negativo
en las especulaciones sobre el futuro de la economía global, en tanto provienen
en general de países que hoy tienen crecimiento bajo -Estados Unidos y Europa-
y no de las naciones emergentes que están sumando cientos de millones de
habitantes a la clase media mundial, en un proceso que algunos llaman «la gran
convergencia»". Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la tasa de
crecimiento de los países emergentes en 2016 fue de un robusto 4,2%. En 15
años, la proporción de la población que vive con menos de US$ 1,90 al día cayó
del 37 al 10% en el mundo.
En
otro evento de Innovación organizado por LA NACION, el estratega de marcas
Diego Luque comentaba que tenía la sensación de que, en términos de avances
científicos y tecnológicos, "en este 2016 caben varios años".
Y
en efecto es así. Hoy tenemos en nuestro celular más poder computacional que el
que la NASA poseía en 1969 para mandar al hombre a la luna. La India envió una
nave a Marte por menos plata de lo que a Hollywood le costó filmar la película
Gravity. En un año estelar, desarrollos de inteligencia artificial lograron
ganarle al campeón humano de go (un hecho pronosticado para 2020), resolver
problemas de matemática y biología que llevaban siglos en penumbras, y hasta
vaticinar con mayor éxito que cualquier consultora "humana" el
triunfo de Donald Trump en Estados Unidos a partir del "tono"
detectado por los sistemas de computación cognitiva en las conversaciones de
millones de votantes en las redes sociales.
No
es la única tecnología exponencial que parece haber entrado este año en su
etapa "vertical" de crecimiento. Semanas atrás se supo que un equipo
médico chino utilizó por primera vez en un ser humano una técnica
revolucionaria de "edición" genética, que se conoce como Crispr, para
remover células cancerígenas en un paciente enfermo y reemplazarlas por
unidades sanas creadas en laboratorio. "En biología estamos viendo una
dinámica más que exponencial, nos enteramos de «eventos bisagra» cada
mes", remarca el economista, emprendedor y ex alumno de Singularity
Leonardo Valente.
Un
paneo global publicado días atrás por The Atlantic repasa razones para brindar
con optimismo. En el hemisferio occidental no hay guerras ni gobiernos
militares ni insurgencias mayores. El crimen a nivel mundial está cayendo y los
países más pobres están mejor preparados para enfrentar catástrofes. La tasa de
muertes por ciclones severos en Bangladesh, que antaño causaban centenares de
miles de decesos, cayó un 98% desde que se impulsaron nuevos planes de atención
pública en emergencias. Y el mundo, a pesar de una sequía severa en el Cuerno
de África, termina 2016 sin una hambruna grave.
Otras
"uvas dulces" para cuando den las campanadas del 31 a la medianoche:
este año África se declaró libre de polio y Europa, de malaria. Desde 1960 el
promedio de expectativa de vida mundial subió 20 años, y no hay signos de que
este proceso se detenga. Cuando Marck Zuckerberg vaticinó este año que los
chicos de hoy verán en el transcurso de sus vidas descubrimientos para curar,
prevenir o tratar exitosamente el 100% de las enfermedades nadie se burló:
parece un objetivo con altas chances de cumplirse.
El
planeta, según la última encuesta mundial de valores, se está volviendo más
tolerante. En 2016 la homosexualidad se volvió legal en Botswana, Belice,
Benín, Nauru y las Seychelles. Así como hay tecnologías exponenciales, ciertas
tendencias sociales y culturales parecen adoptar una dinámica igual de
acelerada: la conciencia medioambiental, la agenda de género o los cambios en
las formas de trabajo, entre otros casos. El vaso (o la copa de champagne)
medio lleno, en un ejercicio de "reencuadre" (reframing), el término
clave, para apreciar una realidad más luminosa.
Sebastián
Campanario