Thomas Loren Friedman es un periodista y escritor estadounidense, tres veces ganador del Premio Pulitzer. Es columnista de The New York Times.Thomas Loren Friedman es un periodista y escritor estadounidense, tres veces ganador del Premio Pulitzer. Es columnista de The New York Times. Fuente: Archivo - Crédito: Silvana Colombo
Hugo Alconada Mon. 26 de
septiembre de 2020
¿El vaso medio lleno, según Tom Friedman, el legendario analista internacional de The New York Times? "La pandemia puede ser la mayor creación destructiva de todos los tiempos. Veremos aparecer empresas nuevas e increíbles".
¿El vaso medio vacío, según el
tres veces ganador del premio Pulitzer? "Estamos en el momento más
peligroso para la democracia estadounidense de toda la historia". ¿Y eso
qué puede importarle a quienes no viven en Estados Unidos? Mucho, explica
Friedman a LA NACION, por todo lo que ese país significó para el mundo desde la
Segunda Guerra Mundial.
"¿Quién diablos querría
emularnos hoy?", desafía, para luego trazar la que considera la hoja de
ruta para el desarrollo. "Estados Unidos debe volver a lo que lo hizo
grande: a las inversiones inteligentes en educación e infraestructura, a una
ética protestante de trabajo duro, a investigaciones financiadas por el
gobierno, a fijar las reglas correctas para incentivar la toma de riesgos,
evitando al mismo tiempo la temeridad, y a fomentar la inmigración para atraer
a los emprendedores que estén dispuestos a arriesgarse, a los más activos y de
alto coeficiente intelectual del mundo. Eso es lo que importa, seas la
Argentina o Estados Unidos", plantea.
"Porque si no tienes la
base correcta, nada más importa", insiste. "Sea Estados Unidos o la
Argentina, mejor que estemos construyendo cimientos realmente sólidos porque el
mundo será más inestable de lo que era".
-¿Qué es lo que más le preocupa durante esta pandemia, excluyendo muertes y contagios?
-Que estamos teniendo nuestra
segunda guerra civil en Estados Unidos. Comencé mi carrera cubriendo la segunda
guerra civil en el Líbano; nunca pensé que terminaría mi carrera cubriendo la
segunda guerra civil en Estados Unidos. Pero ahí es donde estamos. ¿Tenían los estados
del sur el derecho soberano de separarse de la Unión? El presidente Lincoln
reafirmó que no y lanzó la Guerra Civil para evitarlo. Pero también se trató de
una cuestión cultural y moral. ¿Tenía la mayoría blanca el derecho de
esclavizar a la minoría negra? Ahora, nuestra segunda guerra civil es por una
cuestión cultural subyacente: ¿Cuál será la relación entre la nueva mayoría
minoritaria en Estados Unidos y la próxima minoría blanca? Esa transición
ocurrirá alrededor de 2045. Y a eso se suma una pregunta estructural: ¿Cuál es
la relación entre la política y las cosas de las que se supone que trata la
política?
-¿Puede expandirlo?
-La política no puede tratar
sobre sí misma. No podemos tener derecha e izquierda discutiendo por discutir.
Pero, ¿qué pasa cuando todo se vuelve política? Están discutiendo sobre la
pandemia. ¿Cuándo se convirtió en algo político llevar un tapabocas? ¿Cuándo se
convirtió en algo político mantener el distanciamiento social durante una
pandemia? ¿Cuándo se convirtió el cambio climático en algo político? Si todo se
convierte en discusión política, no puedes tener una democracia que funcione.
La política tiene que tratar sobre el bien común. Pero, ¿qué pasa si no podemos
definir el bien común? ¿Y si hemos destruido a los adjudicatarios del bien
común, como los tribunales? Cuando todo se vuelve política, se acaba la
política y es el fin de la democracia. Eso está pasando aquí, en Estados
Unidos, y es lo que más me preocupa.
-¿Puede darse una verdadera guerra civil?
-Cuando presionas, presionas y
sigues presionando y dejas a la gente con la sensación de que le estás
cambiando las reglas de forma permanente y que nunca podrán revertirlo,
realmente estás cortejando la violencia. No sé qué pasará. Pero vivo en un país
donde mucha gente tiene armas. ¡Alguien envió veneno al presidente [Trump] hace
unos días! Creo que la gente realmente se está acercando al límite y estoy
extremadamente preocupado por eso. Encima, todo esto está inflamado por las
redes sociales, cuyo verdadero modelo de negocios es enfurecer a la gente y
destruir la verdad. Entonces, cuando juntas todo esto, cuando tienes plataformas
como Facebook donde pueden circular teorías conspirativas y un presidente que
erosiona aún más la política... creo que estamos en el momento más peligroso
para la democracia estadounidense de toda la historia.
-¿Qué avizora como escenario post-pandémico? Sus columnas denotan preocupación por el cambio climático, los efectos de las redes sociales o el cisma entre Estados Unidos y China...
-Creo que el cambio climático
es el problema número uno... Llamémoslo el "desafío sanitario".
Porque estamos en medio de dos problemas sanitarios. Por un lado, porque la
pandemia fue provocada por la destrucción del medioambiente a medida que China
avanzó sobre áreas hasta entonces silvestres, destruyendo ecosistemas y dejando
especies como murciélagos, ratas y primates sin sus predadores naturales. Estos
animales evolucionaron con sus propios virus, y uno de esos virus resultó ser
el Covid19. Cuando los vendieron en los mercados, invitaron al virus a pasar a
los humanos. Eso es lo que pasó. Pero eso se combina con el segundo problema
sanitario: estamos viendo incendios forestales y tormentas de proporciones
bíblicas en California, por ejemplo, que demuestran que la madre naturaleza
está en la boleta electoral de Estados Unidos en 2020.
¿Cómo es eso?
-La diferencia entre Joe Biden
y Trump es muy clara. Lo que hace Trump con la salud y el medioambiente es
enfrentarlos. Plantea que puedes usar un barbijo o puedes tener un trabajo.
Puedes enviar a tu hijo a la escuela o puede usar un tapabocas. Enfrenta a la
ciencia con la economía. Con Trump la ecuación es siempre tu dinero o tu vida.
Por el contrario, Biden y otras personas cuerdas dicen: "No, no es una
cosa o la otra; ¡son ambas!". Si usas un barbijo, puedes tener un trabajo,
puedes volver a trabajar antes. Y la forma de ir a la escuela es usando un
tapabocas. Entonces, para Biden, es tu dinero y tu vida, si eres inteligente.
Ese es el contraste entre ambos.
-En sus columnas de los últimos dos años es notable cómo una y otra vez remarca la falta de liderazgo en Estados Unidos y en el ámbito internacional. ¿Cuáles son sus consecuencias?
-No hay duda de que otro
subproducto de las redes sociales es el aumento en la toxicidad de entrar en la
política. Eso acentuó esta increíble "selección negativa" que tenemos
hoy para entrar en política y nos lleva a seleccionar a un sociópata como
Donald Trump y a un veterano como Biden. ¡Vamos! Sea en Argentina o en Estados
Unidos, ambos conocemos a gente joven e inteligente. Los vemos y pensamos:
"¡Wow! ¿Por qué no se postula ella para presidente?", "¿Por qué
no está él compitiendo?". ¿O no? Pero ambos sabemos la respuesta: porque
involucrarse en política es muy tóxico, es muy feo. La gente puede decir
cualquier cosa sobre vos, puede destruir tu vida. Entonces obtienes una
selección negativa. Es lo que estamos obteniendo en todo el mundo. Obtienes a
[Jair] Bolsonaro, obtienes a [Vladimir] Putin, a [Rodrigo] Duterte en
Filipinas. Son las únicas personas que pueden hacer frente al destrato y a las
difamaciones que conllevan una carrera política.
-El año pasado abogó por el juicio político contra Trump y planteó que estas elecciones presidenciales podrían conllevar el fin de la democracia en Estados Unidos; y en julio de este año destacó que Trump puede ganar. Eso: ¿Y si gana Trump?
-Si Trump gana, se sentirá
completamente libre de ataduras. Sentirá que los votantes lo validaron a pesar
de todas las cosas que hizo, como lo de Ucrania [en alusión a la presión que
ejerció sobre el gobierno de ese país para que promoviera teorías conspirativas
contra Biden y el Partido Demócrata], entre otras acciones. Estados Unidos, tal
y como lo conocemos, no será el mismo. El daño que causará a nuestras
instituciones y a la política será demasiado grande. Tendremos alguna forma de
guerra civil. No será una guerra civil caliente, pero se pondrá muy, muy feo en
Estados Unidos.
-En semejante contexto, ¿cuál es la salida para Estados Unidos y otros países que afrontan una polarización creciente, dificultades económicas y sociales y tanto más? ¿Reafirma las premisas de disrupción, innovación, creatividad y versatilidad, entre otras, que expuso en su libro La Tierra es plana? ¿O esta pandemia trastocó esas pautas?
-La pandemia nos está trayendo
destrucción creativa con esteroides. Ya está pasando y vamos a experimentar
ambas facetas de esa expresión schumpeteriana de una manera muy clara y muy
potente. Primero, porque nunca antes hubo tantas personas con acceso a
herramientas baratas de innovación como hoy. Nunca. Y jamás ocurrió esto con
tasas cero de interés [en Estados Unidos, Japón y Reino Unido, entre otros]. Y
nunca hubo, tampoco, tantas personas en condiciones de acceder a computadoras
de IBM o Microsoft como ahora. Entonces, cuando se juntan esos tres factores y,
por el otro lado, una cantidad increíble de problemas de salud, laborales y
educativos, se da todo para una explosión de destrucción creativa. La pandemia
puede ser la mayor creación destructiva de todos los tiempos. Veremos aparecer
empresas nuevas e increíbles. Y veremos que algunas de las grandes empresas
tradicionales terminarán aplastadas. Va a pasar; la pandemia solo lo está
acelerando.
-¿Es de algún modo, y pese a todo, optimista?
-Suelo ser optimista porque
uso muchas drogas [risas] Es un chiste. No tuitees eso [risas; luego cambia el
tono de su voz]. Me resulta muy difícil ser optimista en este momento. El mundo
como lo conocemos desde la Segunda Guerra Mundial ha disfrutado de mucha
prosperidad y mucha paz en términos generales. Se registraron episodios de
tremenda violencia y tenemos focos terribles de pobreza, sí, pero el mundo ha
mantenido una pendiente ascendente. Eso se debió a que hubo un Estados Unidos
saludable que promovió las instituciones, que tomó la iniciativa cuando se
presentaba una crisis y organizaba la respuesta, ofreciendo ayuda y consuelo a
los damnificados, respondiendo con una respuesta basada en la ciencia. Pero en
esta pandemia no hemos visto nada de eso. No hemos buscado liderar la coalición
global. Al contrario, nos retiramos de la Organización Mundial de la Salud.
Tampoco hemos brindado ayuda ni consuelo a prácticamente nadie. Y Dios sabe que
no hemos brindado soluciones basadas en la ciencia. Todo esto explica por qué
estamos viendo hoy un déficit de democracia en el mundo. El ideal de la democracia
alcanzó su cima en la década de 1990, después que Estados Unidos ganó la Guerra
Fría porque la emulación es la fuerza más poderosa en política. Cuando la gente
ve que algo funciona quiere emularlo, y la gente quiso emular lo que veía en
Estados Unidos. Pero ahora lo que estamos mostrando como país está llevando a
mucha gente a plantearse emular a China. "Mira cómo lidiaron con la
pandemia. Tampoco tiene una Internet donde cualquiera puede difundir mentiras.
Sí, claro, no puedes escribir un artículo de opinión criticando a Xi Jinping,
y, sí, debes tener un puntaje de crédito social. Sí, sí, ok. Pero la vida en
China parece ser estable y avanzar, mientras que la vida en Estados Unidos
parece un caos total". ¡Y es así! ¿Quién diablos querría emularnos hoy? Hoy
no somos el país que creemos que somos, ni somos el país que el mundo creía que
éramos.
-¿A qué debemos prestarle atención?
-Estados Unidos está ahora en
una guerra fría con China porque China jugó fuerte y Estados Unidos no estuvo a
la altura. China creció con trabajo duro, retrasando sus gratificaciones,
invirtiendo inteligentemente en educación, en infraestructura, en investigaciones
financiadas por el gobierno, y robando la propiedad intelectual de terceros y
firmando acuerdos comerciales no recíprocos. Se expandió con buenas y muy malas
artes. Mientras tanto, Estados Unidos debe volver a lo que lo hizo grande: a
las inversiones inteligentes en educación e infraestructura, a una ética
protestante de trabajo duro, a investigaciones financiadas por el gobierno, a
fijar las reglas correctas para incentivar la toma de riesgos, evitando al
mismo tiempo la temeridad, y a fomentar la inmigración para atraer a los
emprendedores que estén dispuestos a arriesgarse, a los más activos y de alto
coeficiente intelectual del mundo. Eso es lo que importa, seas la Argentina o
Estados Unidos. Porque si no tienes la base correcta, nada más importa. Si no
construyes una base dura como un diamante, como país, como empresa, como
periódico o, en nuestro caso, como periodista, la palabrería no te salvará.
¡Basta de quejarnos y de lloriquear! ¡Lo importante es la solidez de lo que
construyes! Sea Estados Unidos o la Argentina, mejor que estemos construyendo
cimientos realmente sólidos porque el mundo será más inestable de lo que era.
-¿Hay alguna pregunta que no le hice y le gustaría responder?
-No, abordamos todos los temas
en los que estaba pensando. Por eso las respuestas salieron tan fácilmente
[risas].
Biografía
Nacido en 1953, en
Minneapolis, asistió a las universidades de Minnesota y Brandeis, como así
también a la Universidad Hebrea de Jerusalén y a la American University en El
Cairo, y se graduó con honores en Estudios Mediterráneos
Tras ganar una beca y
completar su maestría en Estudios del Medio Oriente en la Universidad de
Oxford, en 1978 comenzó a trabajar para United Press International (UPI), que
un año después lo designó corresponsal en Beirut, donde cubrió la guerra civil
En 1981 comenzó a trabajar
para The New York Times y en los años posteriores ganó sus dos primeros premios
Pulitzer por su cobertura internacional, para luego publicar el libro De Beirut
a Jerusalén, ganador de múltiples premios
Tras trabajar como corresponsal jefe ante la Casa Blanca, en 1995 pasó a escribir las columnas internacionales del Times, que le valieron su tercer Pulitzer en 2002, además de 16 títulos honoris causa y otros reconocimientos, como la Orden del Imperio Británico.