martes, 26 de octubre de 2010

2010. ARGENTINA EN EL RANKING DE CORRUPCIÓN

El país reprobó nuevamente en la encuesta mundial sobre corrupción 2010 elaborada por la ONG Transparencia Internacional (AI).

BUENOS AIRES, oct. 26/2010 (UPI) -- El país reprobó nuevamente en la encuesta mundial sobre corrupción 2010 elaborada por la ONG Transparencia Internacional (AI).

El Índice de la Percepción de la Corrupción (IPC), reveló que por quinto año consecutivo la Argentina sacó una mala nota. Quedó en la posición 105 sobre 178 países investigados, consignó el diario Clarín, y añadió que el ranking ubicó al país junto a Argelia, Kazastán, Moldavia y Senegal

El director ejecutivo de Poder Ciudadano, Hernán Charosky, recordó al tabloide que Argentina había tenido una mejoría en ese índice pero que en los últimos años se empezó a retroceder y a no tomar medidas públicas de lucha contra la corrupción. Además, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, cada vez rechaza más pedidos de acceso a la información pública en base al decreto 1172 con la excusa de que se trata de datos personales, remarcó.

La Nación completó que por encima se encuentran Chile (puesto 21), Uruguay (24), Brasil (69), Colombia (78), Marruecos (85) o Egipto (98), si se quieren poner ejemplos cercanos o lejanos, y citó también a Charosky quien resumió está claro que el Gobierno mostró que no tiene interés en luchar contra la corrupción y que éste no es su tema prioritario.

Opinión del gurú Roubini sobre Argentina

Conferencia de Roubini en el Hotel Hilton
La Argentina se encuentra entre los países con “políticas menos amistosas para los mercados”, junto con Bolivia, Venezuela y Ecuador. Los capitales que se dirigen hoy hacia los emergentes no están ingresando hoy al país como podrían, porque es considerado “políticamente más riesgoso, más allá de que sea cierto o no”. La inflación está “desenfrenada” , y si el Gobierno no ajusta su política fiscal y monetaria el país perderá competitividad y dejará de crecer a tasas chinas .
En estos duros términos sobre el cuadro local se refirió ayer el economista y profesor de la Universidad de Stern en Nueva York, Nouriel Roubini, que saltó a la fama por haber anticipado la crisis financiera mundial que aún no culmina y hoy es uno de los más críticos de la recuperación global .
Invitado a participar de una conferencia por la Universidad Di Tella , sorprendió ayer con duros cuestionamientos hacia la política económica oficial . Y llamó más todavía la atención porque Roubini es uno de los pocos economistas internacionales a los que el matrimonio Kirchner solía consultar: no pertenece a la linea de los de los Chicago Boys y es considerado heterodoxo .
Para Roubini, el crecimiento hoy en la Argentina es “artificial” , desde el punto de vista de que hay un “exceso de estímulo a la demanda”, debido a que se aplica una politica monetaria y fiscal expansivas, y esto está provocando inflación, que podría rondar 30% en el 2011, dijo, ante una pregunta de Clarín . La “inflación excesiva”, analizó Roubini, atenta contra el tipo de cambio real. Es así que el peso (en términos reales) se terminará apreciando y por lo tanto se limará la competitividad. En consecuencia, continuó, habrá “nubarrones” en el crecimiento , que se desacelerará, ayudado por el contexto externo en el que se prevé una pérdida de velocidad de la recuperación mundial.
El razonamiento de Roubini es el siguiente: si el tipo de cambio se mantiene nominalmente estable, como está ocurriendo hoy, cerca de los $4, y continúa acelerándose la inflación, se erosionan los esfuerzos del Gobierno por ser un país competitivo . En este sentido, economistas locales pronosticaron en distintos foros que hacia mediados del año próximo el tipo de cambio real se acercaría a los niveles del 1 a 1 de la convertibilidad .
Sobre el efecto del contexto internacional, Roubini explicó que la lenta recuperación de los Estados Unidos y los problemas macroeconómicos en Europa tornan disponible una alta liquidez para los mercados de commodities, el oro y los emergentes, principalmente Asia . Brasil y Chile también son beneficiarios de esos capitales, debido a que aplican políticas “ market friendly ” (amistosas con el mercado).
Al académico lo escucharon atentamente el presidente del Citibank, Juan Brouchou; el empresario Santiago Soldati, recién aterrizado desde Madrid; el titular de Aceitera General Deheza, Miguel Acevedo; el director ejecutivo de AEA, Jaime Campos,y el diputado del Pro, Federico Pinedo, entre otros.
Roubini, quien vive en un moderno loft en el barrio neoyorquino de Tribeca, donde es vecino de la actriz fetiche de Woody Allen Scarlet Johansson, aterrizó ayer en Buenos Aires y disertó primero en el hotel Sheraton, y repitió los conceptos en una conferencia organizada por Techint por la tarde, en el Hilton. Por la noche, volvió a partir desde Ezeiza. Cada minuto suyo vale oro : su cachet es es el más alto del mundo para un economista, por encima inclusive de Paul Krugman.
Diario Clarín

domingo, 24 de octubre de 2010

Guerra de monedas entre China y Estados Unidos

Guerra de monedas: un juego de poder que definirá el nuevo orden económico mundial
EE.UU. devalúa el dólar para reanimar su economía y competir con China, pero los países emergentes contraatacan con controles
Alejandro Rebossio. Enviado especial
CHENGDU, China.- "Las personas del Partido Comunista tienen que trabajar más activamente", dice un cartel rojo impecable, con letras chinas amarillas e ilustrado con la hoz y el martillo del PC, en la fábrica de turbinas de generación eléctrica de Dongfang Electric Machinery, una empresa de Deyang (sudoeste de China) que factura US$ 1000 millones anuales, un tercio de ellos en el resto de Asia, Europa, Africa y América. Debajo del cartel, un rotor como los que se instalaron en la segunda hidroeléctrica más grande del mundo, la de las Tres Gargantas, en China, y unos empleados de mameluco azul y casco amarillo. El salario mínimo de los obreros de Dongfang es de $ 771 mensuales y el promedio de todos los empleados, $ 1978. En una industria pesada como esta, la mano de obra no pesa tanto en los costos totales, pero igualmente una apreciación mayor del yuan podría perjudicarla. "Ya nos afectó cuando en junio se eliminó el tipo de cambio fijo con el dólar, pero no tanto porque la mayoría de las materias primas vienen de afuera", comenta uno de los vicepresidentes de la empresa. "Por supuesto que si el dólar se aprecia mucho, eso afectará nuestros ingresos, porque afectaría nuestra competitividad en los mercados externos", añadió.
Deyang se encuentra a 50 kilómetros de Chengdu, la séptima ciudad de China en cuanto a población (11,3 millones de habitantes), donde se creó el papel moneda en el siglo VII. En Chengdu, estación de la Ruta de la Seda entre Oriente y Occidente, optaron por imprimir billetes en lugar de monedas para alivianar el peso de los comerciantes. Precisamente eso es lo que por estos días obsesiona a los bancos centrales de casi todo el mundo.
Estados Unidos, que acusa desde hace años a China de mantener subvaluada su moneda para estimular sus exportaciones y, por ende, el empleo, ha dejado depreciar el dólar para competir mejor y evitar así una recaída de su economía. Otros países no han querido quedarse atrás y han adoptado medidas para depreciar también sus billetes. Tales son los casos de Japón, Brasil, Corea del Sur, Taiwan, Malasia, Tailandia, Filipinas, Suiza, Reino Unido, Colombia y Perú. El ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, fue quien le puso nombre al fenómeno: "guerra de monedas". No sería una guerra por quién es el más fuerte, sino por quién cuenta con la moneda más débil.
Los países ya libraron una guerra de monedas en la Gran Depresión de los años 30. A las devaluaciones competitivas para alentar la exportación y desincentivar la importación se les llamó políticas para "empobrecer al vecino" y terminaron derivando en un aumento tal del proteccionismo que la economía global se hundió aún más.
Aquel recuerdo ha vuelto en la actual Gran Recesión, no tan nociva como la de los 30, pero de la que los países desarrollados apenas están saliendo a ritmo anémico y con un desempleo desolador. Por eso es que EE.UU., Japón o el Reino Unido buscan devaluaciones competitivas que los emparejen un poco con las naciones emergentes, que se recuperan en forma vigorosa.
Pero muchos países en vías de desarrollo tampoco quieren verse perjudicados por una sobrevaluación de sus monedas. En la Argentina, el ministro de Economía, Amado Boudou, dijo que el país no participará de esta guerra. Pero si el peso sigue estable frente al dólar irá acompañando su depreciación y evitando el encarecimiento que la llegada de capitales está provocando a todos los mercados emergentes, pese a los controles de capitales. Sucede que como EE.UU., Japón y el Reino Unido han bajado a casi cero sus tasas de interés para alentar el crecimiento (la eurozona no, porque está más preocupada por la inflación), los inversores buscan mejores rendimientos en países en vías de desarrollo, que entonces ven que sus monedas se aprecian y terminan por adoptar controles de capitales o sus bancos centrales compran divisas.
"La recuperación heterogénea entre los países ricos y los emergentes impide la normalización monetaria", opina Osvaldo Ramos, director de Comercio Internacional de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y uno de los panelistas de la primera cumbre empresarial entre esta región y China, que organizó el jueves y viernes en Chengdu el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
"Hay un estímulo al ingreso de capitales a nuestra región, que puede ser excesivo y desordenado. Nuestros países necesitan controles de capitales, porque la apreciación excesiva de la moneda desalienta la competitividad, estimula el déficit de cuenta corriente y desalienta la diversificación de las exportaciones, concentradas en materias primas", advierte Rosales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), que durante décadas predicó contra los controles de capitales, ahora los defiende con la fe del converso. Tenía planeada una reunión de presidentes de bancos centrales de Asia el pasado lunes en Shanghai, pero unos días antes invitó a los homólogos del resto del mundo a propósito de la guerra de divisas, un fenómeno que como tal fue negado por su director gerente, Dominique Strauss-Kahn, y el secretario del Tesoro de EE.UU., Timothy Geithner.
Strauss-Kahn admitió que los controles de capitales podían servir, pero también sugirió la baja de la tasa de interés -una medida que países como Brasil rechazan porque están preocupados por su inflación, aunque no sea de dos dígitos, como la de la Argentina-, la acumulación de las reservas -al estilo de los Kirchner, mediante la compra de los dólares que ingresan en el país- o un ajuste de la política fiscal.
El jefe del FMI advirtió sobre la falta de cooperación entre los países para afrontar lo que ha dejado la crisis mundial. De hecho, hace dos semanas, en la asamblea anual del FMI, nadie se puso de acuerdo ante la incipiente guerra de monedas. "El espíritu de cooperación debe mantenerse. Sin él, la recuperación está en peligro", advirtió en Shanghai.
El G-20, el grupo de potencias ricas y en vías de desarrollo creado a fines de los 90 para afrontar problemas financieros mundiales (la Argentina pertenece a él desde entonces, cuando era un supuesto ejemplo de mercado emergente), ha ido perdiendo el ímpetu reformista con el que había empezado a domar el estallido bancario de 2008, pero ahora deberá calmar los alistamientos para la guerra de monedas. Hasta ayer y durante dos días, los ministros de Economía del G-20 (incluido Boudou) participaron en Gyeongju, Corea del Sur, de la reunión preparatoria de la cumbre presidencial que se celebrará el 21 y el 22 de noviembre en Seúl.
Un reclamo con historia
Desde hace años, China, que el año pasado se convirtió en la segunda economía mundial, recibe cuestionamientos de la número uno, EE.UU., por el yuan subvaluado por lo menos 20% y que deriva en un elevado superávit de cuenta corriente (sobre todo, comercial) del gigante asiático y en un déficit del mismo concepto de la superpotencia.
Pero el reclamo contra China, al que se ha sumado también la Unión Europea, se ha colado en la campaña para las elecciones legislativas norteamericanas del próximo 2 de noviembre. Ante el elevado desempleo que promete castigar en las urnas a los demócratas del presidente Barack Obama, sus diputados han impulsado un proyecto de ley que permite imponer barreras a productos de países con monedas devaluadas. Con el voto de muchos republicanos, la iniciativa recibió media sanción. Hay datos que demuestran que EE.UU. ha perdido empleos en los sectores en los que las exportaciones chinas aumentaron más, como laptops , monitores y celulares, según un informe del banco JP Morgan.
Al día siguiente de las elecciones, el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed) estadounidense decidirá el aumento de la relajación monetaria. Así lo viene prenunciando en las últimas semanas, lo que ha llevado a un deterioro del dólar en los mercados y a la consiguiente apreciación de las materias primas (que cotizan en dólares), desde el oro (habitual refugio ante la inestabilidad financiera) hasta el petróleo, los minerales y los granos, como la soja y el maíz.
La relajación monetaria de EE.UU. también abarata su deuda, nominada en dólares, y cuyo principal tenedor es China. Este país usa las reservas que acumula para comprar los confiables bonos del Tesoro norteamericano y, de paso, sigue devaluando así el yuan.
"No nos sigan presionando con lo del valor del yuan", dijo el primer ministro de China, Wen Jiabao, en una reciente visita a Bruselas. "Los márgenes de ganancias de nuestras empresas exportadoras son muy pequeños y pueden desaparecer si se gravan nuestros productos, tal como amenazan los estadounidenses. Si China entra en una turbulencia económica y social, será un desastre para el mundo", añadió Wen.