domingo, 13 de septiembre de 2009

Al final, la temida recesión mundial ha sido breve y leve.

Perspectivas alentadoras. Los dos pilares de la globalización están intactos: la productividad estadounidense y la demanda chino-asiática. Por Jorge Castro
Un año después del estallido de la crisis financiera desatada en Estados Unidos por la caída de Lehman Brothers, que rápidamente se extendió al mundo, es posible hacer un balance histórico de lo ocurrido, porque la crisis ha terminado, y con ella su consecuencia directa, la mayor recesión de la economía mundial en 70 años. En términos históricos, esto es, del balance del presente como historia, y en la fase de globalización del capitalismo -que es el fenómeno central de la época-, ésta ha sido una recesión breve y leve.La recesión mundial duró nueve meses: desde octubre 2008 a junio 2009. Incluso Barclays Capital y Goldman Sachs estiman que, debido al extraordinario crecimiento de China (+17% trimestre sobre trimestre; 7.9% anual), la economía mundial habría crecido 1.6% en el segundo trimestre del año, lo que significa que superó la recesión incluso antes, entre abril y junio de 2009.
También fue leve la recesión. La mitad de la economía mundial (China, India, Asia emergente) continuó creciendo, a pesar de que la tríada del capitalismo avanzado (EE. UU., UE, Japón) se hundió en la recesión; y ahora son los países asiáticos los que arrastran el crecimiento mundial, por primera vez en la historia del capitalismo. Esta ha sido la onceava recesión de la economía norteamericana desde la Segunda Guerra Mundial. EE. UU. experimenta una fase recesiva cada 10 años: 1981-82; 1991-92; y 2001. La actual comenzó en diciembre de 2007, cuando el NBER (National Bureau of Economic Research) fijó el pico de la anterior fase expansiva. Todo en el capitalismo es cíclico.Pero en septiembre de 2008 sucedió otra cosa. El colapso de Lehman Brothers produjo una brutal crisis de confianza y cesó súbitamente el flujo financiero, ante todo interbancario. Desapareció el crédito en la economía real y EE. UU. se sumergió en la mayor contracción en 30 años, con una caída de 6% en el producto y un desplome de 15% en el PBI industrial.
El derrumbe de Lehman Brothers provocó que los agentes financieros no supieran el verdadero estado de solvencia de los restantes. De ahí el pánico. La crisis de confianza no fue un problema psicológico, sino informacional. Allí se superpusieron dos procesos de naturaleza distinta: la recesión periódica, inherente al capitalismo, que comenzó el 31 de diciembre de 2007, y la irrupción de la crisis financiera -o pánico-, que provocó la recesión mundial. Las crisis -súbita irrupción de hechos nuevos- no se prevén; si fuera posible hacerlo, no habría crisis. A lo sumo, tenues parpadeos en las series estadísticas.
Lo que se puede hacer es fijar el cuadro estructural en el que las crisis surgen y que establece el marco de lo posible y de lo imposible. El pensamiento analítico es, por definición, anticatastrófico. Los dos indicadores fundamentales de la actual fase del capitalismo son, por un lado, la productividad norteamericana y, por el otro, la demanda chino-asiática, ambos intactos el 15 de septiembre de 2008, al caer Lehman Brothers.
Por eso ésta ha sido una recesión cualitativamente diferente en EE. UU.: el producto cayó, la inversión se desplomó, pero la productividad aumentó extraordinariamente. En el último trimestre de 2008, en que el producto se contrajo 6.4% anual, la productividad creció 3.2%; y en el segundo trimestre de 2009, en que el PBI disminuyó -1%, la productividad se incrementó 6.4% anual. Las acciones de Lehman Brothers valían 32 centavos esta semana, cuando su precio era 0 en septiembre 2008. En agosto, superaron los 100 millones de cotizaciones por día, mientras el año previo la actividad fue nula. La crisis de confianza (pánico) ha terminado en EE. UU; y con ella la crisis global.

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