Mark Zuckerberg confía en que
Facebook resistirá los embates para dividir a la compañíaMark Zuckerberg confía
en que Facebook resistirá los embates para dividir a la compañía Fuente: AFP
En Estados Unidos se alzan
cada vez más voces que alertan sobre el papel que tienen empresas como
Facebook, Amazon, Apple y Google; las propuestas para separar a las compañías
9 de noviembre de 2019
"Padre Lennon, ¿tiene
algo de dinero? Compre acciones de Standard Oil." Es lo que se dice que
John D. Rockefeller le aconsejó a su compañero de golf, un sacerdote, cuando
recibió en 1911 la noticia de que la Corte Suprema había dictaminado que su
compañía petrolera debía ser dividida en 34 firmas más pequeñas. Fue un buen
consejo. En pocos años el valor de esas firmas se triplicó. La riqueza neta de
Rockefeller, que poseía más del 25% de cada empresa, pasó de alrededor de
US$300 millones en 1911 a US$900 millones en 1923, alrededor de US$23.000
millones actuales.
Una división de los gigantes
tecnológicos de hoy -Google, Amazon, Facebook y Apple- también podría destrabar
una inmensa riqueza, según algunos analistas. Si se implementara plenamente el
plan más radical, propuesto por Elisabeth Warren, una contendiente demócrata
líder para la presidencia de Estados Unidos, de acuerdo a algunos cálculos las
partes separadas podrían valer más de US$2 billones, lo que es aproximadamente
la mitad del valor de las cuatro firmas completas hoy.
El esquema de Warren que tiene
dos vertientes, fue presentado en marzo, pero ahora está siendo analizado más
cuidadosamente, a medida que su campaña por la nominación presidencial
demócrata cobra impulso. La primera parte es relativamente directa. Quieren
deshacer fusiones tecnológicas consideradas "anticompetitivas",
porque se realizaron para neutralizar a potenciales competidores. Esto apunta
principalmente a Facebook, que en 2012 compró la red social Instagram por
US$1000 millones y en 2014 pagó US$19.000 millones por el servicio de
mensajería WhatsApp. En la industria hay voces que sostienen que ambas empresas
podrían haberse convertido en serias rivales para Facebook. Pero Warren también
apunta a deshacer otros acuerdos, como el de DoubleClick, un market place de
publicidad comprado por Google, y Whole Foods, la cadena de supermercados que
fue adquirida por Amazon.
La segunda vertiente del
esquema requiere más explicación. Los gigantes tecnológicos son mayormente
bestias de dos cabezas. No sólo operan un mercado sino que también compiten en
el mismo. Amazon posee el mayor market place del mundo y también vende
productos en ese mercado bajo marcas privadas. Apple administra la tienda de
apps del iPhone pero también ofrece sus propias apps. Esto crea incentivos para
que estas firmas promuevan sus productos de manera desleal, por ejemplo
presentándolos en primer lugar en las páginas de resultados de sus motores de
búsqueda.
Warren quiere que los
operadores de mercados online que generen ingresos globales anuales de más de
US$25000 millones sean declarados "empresas de servicios de
plataformas" y que se les prohíba ser dueños de una plataforma y hacer
negocios en la misma. Como mínimo esto significaría, por ejemplo, que Amazon
tendría que deshacerse de sus marcas privadas, en particular Amazon Basics.
Apple tendría que deshacerse de apps como Mail y Maps.
Determinar el efecto de las
divisiones es difícil, aunque un análisis de los ingresos de varias partes de
los negocios de los titanes tecnológicos da una idea de su valor. Analistas de
activos que hacen análisis "de la suma de las partes" también tratan
de estimar el valor de las piezas de un negocio usando como medida firmas similares.
Sus evaluaciones con exceso de entusiasmo de cuánto podrían valer las firmas a
veces parecen fantasiosas. Pero el enfoque puede servir razonablemente bien
para unidades de negocios que tienen partes comparables, como Instagram. En
junio Bloomberg Intelligence calculo que Instagram valdría US$100.000 millones
(aunque algunos en Silicon Valley ubican la cifra en un nivel mucho más alto,
alrededor de US$200.000 millones, por su acelerado crecimiento). El banco Brent
Thill valúa el negocio de comercio minorista online de Amazon (incluyendo
Amazon Basics, pero sin su mercado) en casi US$200.000 millones, y las tiendas
físicas de la firma (principalmente Whole Foods) en hasta US$6000 millones.
Si no hay buenos términos de
comparación y datos financieros, estimar los valores se parece más a un arte
que a una ciencia, dice Brian Wieser, de Group m, el mayor comprador de
publicidad del mundo. Eso hace aún más difícil calcular el valor del negocio
publicitario de Google de conjunto (La estimación de Jefferies es de US$539.000
millones). Warrant quiere dividirlo en un mercado de publicidad y los servicios
que operan en el mismo. Pero valuar sus partes constitutivas es pura
adivinanza. La firma no da cifras.
Estos no son los únicos
problemas. WhatsApp, pese al tremendo precio que pagó Facebook por la firma, no
gana mucho dinero, lo que hace difícil valuarla. No tiene sentido tratar de
estimar un precio para las apps de Apple y Google.
Lo poco preciso del plan de
Warren también hace difícil estimar un valor total de la división. Si Facebook
tiene que separarse de WhatsApp, ¿por qué debería conservar Messenger, su otro
servicio de mensajería instantánea? ¿O porque debe Apple conservar iMessage? Se
puede considerar ambos como servicios sobre una plataforma. Del mismo modo no
está claro lo que sucedería con las tiendas de apps de Apple y Google o las
ramas de computación en la nube de Amazon y Google (y la de Microsoft, que es
rival de Amazon). La separación de Servicios Amazon en la red, por ejemplo,
crearía la segunda firma corporativa más valiosa del mundo. Valdría US$438.000
millones, dice el banco Morgan Stanley, alrededor de cuatro veces más que IBM.
¿Aunque la mayoría de los
analistas suponen que las partes separadas valdrían más que el todo, podría ser
cierto lo opuesto? Las divisiones podrían destruir valor. Se evaporarían las
sinergias, señala Amit Daryanani de Everccore, una firma financiera. Apple
quizás ya no pueda ofrecer un paquete de hardware, software y servicios
fuertemente integrado, lo que es su principal ventaja competitiva. Si se le
quitara a Amazon su rama de computación en la nube perdería su negocio más
rentable, lo que haría del resto una inversión menos atractiva. Tampoco está
claro cómo reaccionarían los mercados si las desinversiones debilitaran los
efectos de red y a las fuerzas económicas que permiten a las firmas grandes
hacerse más grandes.
Los que creen que pueden
beneficiarse de las divisiones no debieran llenarse de expectativas. Abundan
las barreras políticas y legales. Aunque Warren gane la elección el año
entrante, el senado norteamericano probablemente seguiría bajo control
republicano y podría no estar dispuesto a convalidar una división radical. La
otra vía, a través de los entes regulatorios, parece igualmente complicada. Warren
quiere nombrar reguladores "comprometidos a revertir fusiones tecnológicas
ilegales y anticompetitivas". Pero probablemente tendrían que convencer a
la Justicia norteamericana. Tanto los jueces de los tribunales federales de
apelación como la mayoría conservadora de la Corte Suprema son escépticos en
cuánto a las posturas antimonopólicas.
En segundo lugar las
dificultades prácticas serán una dificultad de agregada. En otros sectores
prohibiciones de "líneas de negocios", del tipo que Warren quiere imponer
a Amazon y Apple, han sido usadas para evitar el abuso de una posición
dominante. Se prohibió a los ferrocarriles en EE.UU. transportar productos
producidos por ellos mismos y a los bancos intervenir en el comercio. En el
mundo digital estas fronteras son más arbitrarias y fluidas.
Nada de plataformas
Separar a las plataformas de
los servicios que funcionan en ellas suena elegante. ¿Pero cómo dividir los
datos que los gigantes tecnológicos han recogido? ¿Qué es parte de la
plataforma y que no? ¿Qué pasa si se mueven las líneas que las separan? La
mensajería instantánea podría describirse como un aspecto de una plataforma de
redes sociales pero también como un servicio por separado. El caso contra
Microsoft se detonó cuando empaquetó su sistema operativo Windows con su
navegador de la red, que hasta entonces eran piezas separadas. Hoy los
navegadores generalmente son considerados parte de un sistema operativo.
Tercero, el temor a
consecuencias no deseadas actuará como un freno a las divisiones. El plan de
Warren fue inspirado en parte por Lina Khan, Una estudiosa del derecho, que en
2017 publicó un trabajo influyente titulado "Amazon paradoja
antitrust" y ahora asesora al subcomité antitrust del Congreso de EE.UU.
en su investigación de las grandes empresas tecnológicas.
Pero en un trabajo más
reciente enumera varios problemas que acarrearía imponer una regulación muy
pesada. La tecnología en rápida evolución puede hacer que las divisiones
resulten obsoletas. Debido a que introducen fricción, podrían llevar a una suba
de precios. Si se las limita en cuanto a lo que pueden hacer, las plataformas
pueden reducir la inversión, haciendo así más lenta la innovación. Aunque
identifica estos problemas dice que no son "un argumento convincente para
la inacción".
Lo que es más, las divisiones
por sí solas no bastarán para domar a las grandes empresas tecnológicas. Harold
Feld de Public Knowledge, un centro de estudios de orientación progresista,
señala el "problema de la estrella de mar". Algunas estrellas de mar
tienen poderes increíbles de regeneración: si se las rompe, las partes
rápidamente crecen y se convierten en nuevas criaturas completas. En forma
similar, una parte de un gigante tecnológico podría volverse dominante
nuevamente debido a efectos de red. Sostiene que las divisiones tienen que ser
acompañadas por una normativa que debilite este efecto, por ejemplo con el
requisito de que el usuario de un servicio de mensajería instantánea pueda
intercambiar textos con el usuario de otro servicio.
¿Dadas todas estas barreras se
concretará alguna vez la división? Desinversiones en todo el sector parecen
improbables, pero incluso Makan Derahim, jefe de la división antitrust del
departamento de Justicia de EE.UU., dijo el 22 de octubre que están
"perfectamente a la orden del día". Amazon se ve vulnerable. Está
perturbando muchos sectores y creándose muchos enemigos. Parece relativamente
fácil argumentar políticamente en favor de prohibirle algunas líneas de
negocios. La víctima más probable es Facebook. Escándalos de privacidad y su
rol en la diseminación de desinformación han convertido a la firma en un blanco
tanto para los demócratas como para los republicanos.
Es relativamente fácil
argumentar contra Facebook. Scott Hemphill y Tim Wu, dos estudiosos del derecho
de Nueva York, ya lo están haciendo. Con el respaldo de Chris Hughes, un
cofundador de Facebook que ahora es crítico de la firma, han estado haciendo presentaciones
ante las autoridades regulatorias explicando que "evidencias disponibles
indican que en 2010 Facebook lanzó un programa de adquisiciones defensiva
seriales para mantener su dominio".
Más allá de los argumentos
legales, no se presenta como una tarea fácil. WhatsApp sigue siendo un ente
separado pero Instagram no lo es. Usa la misma plataforma de publicidad que
Facebook. Y la firma está uniendo aún más sus mayores servicios fusionando sus
agendas de direcciones. Los suscriptores de Facebook en algún punto podrán
mandar mensajes con WhatsApp. La firma dice que busca hacerle la vida más fácil
a los usuarios. Los críticos dicen que el objetivo es hacer más difícil la
división. Para evitar un "daño irreparable" Hemphill y Wu piden a los
reguladores que soliciten una prohibición preliminar que pondría fin al trabajo
de integración.
Mark Zuckerberg, el dueño de
Facebook, sabe que tiene un blanco en la espalda. Si Warren fuera elegida
presidenta, le dijo recientemente al personal "apuesto a que enfrentaríamos
un desafío legal". Agregó que además apostaría que él ganaría. Zuckerberg
quizás debiera informarse de la historia de la Standard Oil. Rockefeller
pensaba lo mismo, hasta que fue demasiado tarde.
Traducción de Gabriel
Zadunaisky
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