sábado, 7 de diciembre de 2019

MATÍAS KULFAS Y LOS TRES KIRCHNERISMOS: QUÉ PIENSA EL MINISTRO MÁS INFLUYENTE DE ALBERTO FERNÁNDEZ SOBRE LO QUE PASÓ Y LO QUE VIENE


En un libro de reciente reedición, el economista destacó el rol de Estado en materia productiva y social, pero criticó al cepo y a los subsidios a la energía. La hoja de ruta hacia adelante.
Por Esteban Rafele. 06/12/2019.

Matías Kulfas será el ministro de la economía real. Mientras Martín Guzmán es el hombre señalado para renegociar la deuda externa, uno de los economistas de cabecera de Alberto Fernández coordinará un ministerio de Desarrollo Productivo ampliado que comandará el acuerdo económico y social, buscará la recuperación del tejido productivo y el desarrollo de dos recursos naturales claves: la energía de Vaca Muerta y la minería.

Economista de formación heterodoxa y con un amplio recorrido en distintos espacios de debate académico y político, Kulfas ocupó puestos de segunda y tercera línea durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner. Fue subscretario Pyme, director del Banco Nación y gerente general de Banco Central, estos últimos dos cargos durante las gestiones de Mercedes Marcó del Pont en esas entidades.

En octubre, poco antes de las elecciones generales, la editorial Siglo XXI publicó una edición ampliada de un libro de 2016 que se convirtió ahora en referencia obligada para anticipar lo que viene: Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015.

1. Las tasas chinas
Los tres kirchnerismos coinciden, a grandes rasgos, con los tres periodos presidenciales. El primero estuvo caracterizado por la recuperación económica a “tasas chinas”, basada en buenos precios internacionales de las materias primas, un tipo de cambio competitivo y políticas estatales orientadas a redistribuir recursos, como las retenciones a las exportaciones del agro y el sector energético.

“El primer kirchnerismo finalizaría con un éxito rotundo en resultados económicos, pero también con la aparición del problema de la inflación sin un abordaje claro”, escribió Kulfas, que también criticó la intervención del Indec, a la que calificó como “uno de los mayores desaciertos de los periodos kirchneristas”.

Esos primeros años, relató, estuvieron signados, entre otras cosas, por una recuperación del empleo privado de raigambre industrial, algo comenzó a estancarse a partir del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner.

Pero allí también comenzaron tensiones que Kulfas detecta a lo largo de los doce años y que se manifestaron en el segundo kirchnerismo: “No hubo innovaciones institucionales y programáticas de relevancia. La política industrial continuó girando en torno a ejes preexistentes sin que se verificaran mejoras sustanciales en términos productivos y al mismo tiempo se agravó la dependencia de las importanciones en sectores clave como la industria automotriz”, sostuvo.

2. El deterioro de los superávits gemelos
Si el primer kirchnerismo fue la época de los superávits gemelos, el fiscal y el comercial, el crecimiento de la economía (que demandó importaciones) y del gasto fueron deteriorando esos pilares.

“El segundo kirchenrismo también sería un periodo de mayor expansión de la política fiscal”, anclada fundamentalmente en lo social. Si ese aumento del gasto tuvo un rol anticíclico durante la crisis financiera de 2008 y 2009, luego no se retrajo cuando la economía volvió a crecer. Entre esas políticas sociales destaca, sobre todo, la implementación de la AUH y la estatización de los fondos de las AFJP, que permitieron usar el Fondo de Garantía de Sostenibilidad (FGS) para hacer política pública.

Hubo problemas que se fueron agravando. “El tipo de cambio real mostraba una fuerte tendencia a la apreciación, afectaba la competitividad de la economía y generaba una fuerte expectativa devaluatoria”, escribió Kulfas. “Las contracaras de la expansión del consumo eran la notable alza de las importaciones industriales y el déficit energético, es decir, todas las miradas aputanban al desequilibrio externo, al nivel de las reservas y a la cotización del tipo de cambio”, continuó. ¿La respuesta? El cepo cambiario.

3. El cepo y el aguante
El control de cambios como reacción ante la falta de divisas, siguió Kulfas, podría “haber tenido algún sentido en un marco de transición”. Pero “la existencia de una brecha cambiaria estimuló una mayor especulación financiera y desalentó la inversión privada”, aseguró el economista.

La suma de déficit industrial, déficit energético, déficit de turismo y cepo cambiario significaron “el fin de la etapa expansiva”. “Lejos de ‘profundizar el modelo’, el tercer kirchnerismo debió contentarse con ‘aguantar el modelo’”, escribió el ministro de Alberto.

Falta de planificación
La recuperación del kirchnerismo que hace Kulfas trae una conclusión. Según su visión, la recuperación económica con altas tasas de crecimiento tuvo como contrapartida un déficit de planificación.

“A medida que avanzamos en la descripción histórica de las etapas kirchneristas, notamos una mayor tendencia hacia rasgos de voluntarismo y cierta desidia en el tratamiento de las restricciones económicas imperantes”, indicó el economista.

 “Los gobiernos kirchneristas han mostrado una mayor ductilidad a la hora de encarar la gestión de las políticas públicas. Pero esa ductilidad y vocación de gestión pudo observarse con mayor claridad en el manejo de los conflictos (que los hubo, y muchos) que en la planificación y la gestión en tiempos de ‘paz’. Esa persistente mirada en torno a la conflictividad explica, en buena medida, la encerrona del cepo cambiario”, escribió.

Hacia adelante
Como epílogo, Kulfas da pistas de cuál es la concepción del principal referente económico de Alberto Fernández. “El principal problema de la economía argentina es la restricción externa”, escribió. Dicho de otra forma, se necesitan dólares.

“El ciclo de altos precios internacionales de las materias primas finalizó y no hay señales de retorno”, indicó Kulfas. Tampoco “hay márgenes para aumentar el endeudamiento externo”, que “el gobierno de Mauricio Macri multiplicó por tres”.

“Estas restricciones llevan a plantear la necesidad de implementar un programa macreoeconómico y productivo consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda externa de los próximos años”, concluyó.

Entre las herramientas, Kulfas hace hincapié en la necesidad de otorgar créditos a “tasas de fomento y a largo plazo”, pero haciendo foco en los sectores que generen divisas. “Una regla sencilla: a quien genere dólares genuinos se le debería asistir con financiamiento barato en moneda nacional y con plazos favorables”.

Volver a crecer será la prioridad de su gestión. Pero ese crecimiento debe apalancarse en la inversión. “No es posible apostar a una recuperadción general a partir de un shock de consumo estimulado solo con aumentos del gasto público o la recomposición del salario real”, escribió y agregó: “Es necesario montar un aparato de relojería que direccione de manera efectiva escasos recursos hacia inversiones que recuperen el tejido manufacturero”.

El economista pasa revista por los cambios industriales del último tiempo y la necesidad de focalizar en el conocimiento. “Un eje central para plantear la sustitución desable de importaciones son los clusters (complejos industriales) en torno a los recursos naturales”. Escribió. Serían industrias ligadas al desarrollo del agro, el petróleo y la minería.

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