En un libro de reciente reedición, el
economista destacó el rol de Estado en materia productiva y social, pero
criticó al cepo y a los subsidios a la energía. La hoja de ruta hacia adelante.
Por Esteban Rafele. 06/12/2019.
Matías Kulfas será el ministro de la
economía real. Mientras Martín Guzmán es el hombre señalado para renegociar la
deuda externa, uno de los economistas de cabecera de Alberto Fernández
coordinará un ministerio de Desarrollo Productivo ampliado que comandará el
acuerdo económico y social, buscará la recuperación del tejido productivo y el
desarrollo de dos recursos naturales claves: la energía de Vaca Muerta y la
minería.
Economista de formación heterodoxa y
con un amplio recorrido en distintos espacios de debate académico y político,
Kulfas ocupó puestos de segunda y tercera línea durante las gestiones de Néstor
y Cristina Kirchner. Fue subscretario Pyme, director del Banco Nación y gerente
general de Banco Central, estos últimos dos cargos durante las gestiones de
Mercedes Marcó del Pont en esas entidades.
En octubre, poco antes de las
elecciones generales, la editorial Siglo XXI publicó una edición ampliada de un
libro de 2016 que se convirtió ahora en referencia obligada para anticipar lo
que viene: Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina
2003-2015.
1.
Las tasas chinas
Los tres kirchnerismos coinciden, a
grandes rasgos, con los tres periodos presidenciales. El primero estuvo
caracterizado por la recuperación económica a “tasas chinas”, basada en buenos
precios internacionales de las materias primas, un tipo de cambio competitivo y
políticas estatales orientadas a redistribuir recursos, como las retenciones a
las exportaciones del agro y el sector energético.
“El primer kirchnerismo finalizaría
con un éxito rotundo en resultados económicos, pero también con la aparición
del problema de la inflación sin un abordaje claro”, escribió Kulfas, que también
criticó la intervención del Indec, a la que calificó como “uno de los mayores
desaciertos de los periodos kirchneristas”.
Esos primeros años, relató, estuvieron
signados, entre otras cosas, por una recuperación del empleo privado de
raigambre industrial, algo comenzó a estancarse a partir del primer mandato de
Cristina Fernández de Kirchner.
Pero allí también comenzaron tensiones
que Kulfas detecta a lo largo de los doce años y que se manifestaron en el
segundo kirchnerismo: “No hubo innovaciones institucionales y programáticas de
relevancia. La política industrial continuó girando en torno a ejes
preexistentes sin que se verificaran mejoras sustanciales en términos
productivos y al mismo tiempo se agravó la dependencia de las importanciones en
sectores clave como la industria automotriz”, sostuvo.
2.
El deterioro de los superávits gemelos
Si el primer kirchnerismo fue la época
de los superávits gemelos, el fiscal y el comercial, el crecimiento de la
economía (que demandó importaciones) y del gasto fueron deteriorando esos
pilares.
“El segundo kirchenrismo también sería
un periodo de mayor expansión de la política fiscal”, anclada fundamentalmente
en lo social. Si ese aumento del gasto tuvo un rol anticíclico durante la
crisis financiera de 2008 y 2009, luego no se retrajo cuando la economía volvió
a crecer. Entre esas políticas sociales destaca, sobre todo, la implementación
de la AUH y la estatización de los fondos de las AFJP, que permitieron usar el
Fondo de Garantía de Sostenibilidad (FGS) para hacer política pública.
Hubo problemas que se fueron
agravando. “El tipo de cambio real mostraba una fuerte tendencia a la
apreciación, afectaba la competitividad de la economía y generaba una fuerte
expectativa devaluatoria”, escribió Kulfas. “Las contracaras de la expansión
del consumo eran la notable alza de las importaciones industriales y el déficit
energético, es decir, todas las miradas aputanban al desequilibrio externo, al
nivel de las reservas y a la cotización del tipo de cambio”, continuó. ¿La
respuesta? El cepo cambiario.
3.
El cepo y el aguante
El control de cambios como reacción
ante la falta de divisas, siguió Kulfas, podría “haber tenido algún sentido en
un marco de transición”. Pero “la existencia de una brecha cambiaria estimuló
una mayor especulación financiera y desalentó la inversión privada”, aseguró el
economista.
La suma de déficit industrial, déficit
energético, déficit de turismo y cepo cambiario significaron “el fin de la
etapa expansiva”. “Lejos de ‘profundizar el modelo’, el tercer kirchnerismo
debió contentarse con ‘aguantar el modelo’”, escribió el ministro de Alberto.
Falta
de planificación
La recuperación del kirchnerismo que
hace Kulfas trae una conclusión. Según su visión, la recuperación económica con
altas tasas de crecimiento tuvo como contrapartida un déficit de planificación.
“A medida que avanzamos en la
descripción histórica de las etapas kirchneristas, notamos una mayor tendencia
hacia rasgos de voluntarismo y cierta desidia en el tratamiento de las
restricciones económicas imperantes”, indicó el economista.
“Los gobiernos kirchneristas han mostrado una
mayor ductilidad a la hora de encarar la gestión de las políticas públicas.
Pero esa ductilidad y vocación de gestión pudo observarse con mayor claridad en
el manejo de los conflictos (que los hubo, y muchos) que en la planificación y
la gestión en tiempos de ‘paz’. Esa persistente mirada en torno a la
conflictividad explica, en buena medida, la encerrona del cepo cambiario”,
escribió.
Hacia
adelante
Como epílogo, Kulfas da pistas de cuál
es la concepción del principal referente económico de Alberto Fernández. “El
principal problema de la economía argentina es la restricción externa”,
escribió. Dicho de otra forma, se necesitan dólares.
“El ciclo de altos precios
internacionales de las materias primas finalizó y no hay señales de retorno”,
indicó Kulfas. Tampoco “hay márgenes para aumentar el endeudamiento externo”,
que “el gobierno de Mauricio Macri multiplicó por tres”.
“Estas restricciones llevan a plantear
la necesidad de implementar un programa macreoeconómico y productivo
consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar
el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda externa de los
próximos años”, concluyó.
Entre las herramientas, Kulfas hace
hincapié en la necesidad de otorgar créditos a “tasas de fomento y a largo
plazo”, pero haciendo foco en los sectores que generen divisas. “Una regla
sencilla: a quien genere dólares genuinos se le debería asistir con
financiamiento barato en moneda nacional y con plazos favorables”.
Volver a crecer será la prioridad de
su gestión. Pero ese crecimiento debe apalancarse en la inversión. “No es
posible apostar a una recuperadción general a partir de un shock de consumo
estimulado solo con aumentos del gasto público o la recomposición del salario
real”, escribió y agregó: “Es necesario montar un aparato de relojería que
direccione de manera efectiva escasos recursos hacia inversiones que recuperen
el tejido manufacturero”.
El economista pasa revista por los
cambios industriales del último tiempo y la necesidad de focalizar en el
conocimiento. “Un eje central para plantear la sustitución desable de
importaciones son los clusters (complejos industriales) en torno a los recursos
naturales”. Escribió. Serían industrias ligadas al desarrollo del agro, el
petróleo y la minería.
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