21/09/2019
A
fin del 2001 la deuda pública era de US$ 144.000 millones y en 2002 se declaró
el default. Durante 2005 Néstor Kirchner renegoció la deuda defaulteada con
quitas de capital, extensión de plazos y reducción de tasas. Se inició así el
período que desde el kirchnerismo se reivindica como de “desendeudamiento”.
Pero
la realidad demuestra que 10 años después, Cristina Kirchner dejó el gobierno
con una deuda pública superior a los US$ 254.000 millones, es decir con un
incremento de US$ 110.000 millones, a pesar de la quita de 2005.
Los
números ponen en evidencia que la épica del “desendeudamiento” se evaporó al
ritmo del monumental déficit fiscal sobre el que Cristina Kirchner edificó lo
que llama “modelo de crecimiento con inclusión”. A pesar de recibir la deuda
renegociada y un superávit del 2,1 % del PBI, dejó el gobierno con un déficit
fiscal cercano al 8 % del PBI y una deuda multiplicada y nuevamente en default
desde 2014, al no reconocer el fallo de la Justicia de los EE.UU. sobre los
bonistas que no aceptaron el canje. Además de reservas netas negativas en más de
US$ 2.500 millones.
Para
financiar el déficit fiscal y subsidiar el consumo privado, no sólo modificó la
Carta Orgánica del BCRA y así poder a emitir de manera descontrolada a
sabiendas de que ello recalentaría un proceso inflacionario que fue cada vez
más creciente -disimulado por el atraso cambiario y el INDEC intervenido sino
también colocar más deuda pública compulsivamente en el BCRA y la ANSES a
cambio de las reservas y los fondos previsionales que constituían los activos
de las ex AFJP. Es decir, el resultado de empapelar con bonos del Estado el
BCRA y la ANSeS, explica la explosión de deuda pública durante su gestión.
Cambiaron las reservas del país y los fondos previsionales por papeles de
deuda.
El “endeudamiento” de Cambiemos
Cuando Cambiemos asumió, la deuda pública era
de US$ 254.000 millones y generaba intereses anuales por US$ 10.000 millones.
Para afrontar su pago fue necesario tomar US$ 40.000 millones, lo que explica
casi el 60% del total de la deuda contraída entre 2016 y 2019.
El
default que dejó el kirchnerismo obligó a tomar préstamos por US$ 9.300
millones más, que tuvieron como destino el pago del fallo del juez Griesa, el
pago al Club de París, el fallo por la estatización de AySA, y otros juicios en
el CIADI. Es decir que Cambiemos tomó cerca de US$ 50.000 millones sólo para
pagar los intereses de las deudas heredadas del “desendeudamiento” que dejó el
kirchnerismo.
El
otro factor que generó un aumento de la deuda fue el financiamiento del
monumental déficit primario heredado. Si bien se logró bajarlo a sólo 1,0% del
PBI para 2019, durante éstos cuatro años fue necesario emitir deuda por US$
20.000 millones para evitar un drástico recorte y congelamiento de los salarios
y las jubilaciones – como se hizo en Portugal- y sobre los programas sociales,
algo que muchos pregonaban como la solución a todos nuestros males olvidando
que Argentina tiene una pobreza estructural del 30%.
Desde
la oposición intentan un nuevo “relato” sobre la consigna de que “Cambiemos
endeudó el país para financiar la fuga de capitales”.
La
realidad demuestra que cuando este Gobierno asumió, la deuda ascendía a US$
254.000 millones y actualmente es de US$ 323.000 millones, incluidos los US$
13.000 millones del Bono PBI.
Es
decir que aumentó US$ 69.000 millones, de los cuales US$ 50.000 millones fueron
para pagar intereses y capital de la deuda anterior a 2015 y US$ 19.000 para
financiar el déficit fiscal también heredado. Además demuestra que durante el
primer gobierno de Cristina Kirchner salieron del sistema financiero – lo que
llaman “fuga”- US$ 70.100 millones, exactamente la misma cifra que en el
período 2016-2019. Hubo que pagar deuda anterior a 2015 y financiar el déficit
fiscal heredado.
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