Kristalina
Georgieva, la directora ejecutiva que reemplazó a Christine Lagarde, dio el
martes su primera charla pública.
Washington
(corresponsal).- El Fondo Monetario Internacional ofreció este miércoles
algunas pistas de cómo sugiere implementar las reformas estructurales que suele
reclamar para salir de la crisis, aunque no mencionó concretamente a la
Argentina. Aseguró que toman tiempo en verse los frutos del cambio, pero pueden
producir “considerables recompensas”, como el aumento de 1% del PBI por año.
Sin embargo, recomienda tener “timing” en la “secuencia”: sugiere, por ejemplo,
que las grandes reformulaciones laborales deben implementarse cuando la
economía está “fuerte”.
En el capítulo
analítico del Panorama Económico Internacional que el FMI presentó este
miércoles, días antes de la Asamblea anual que comienza la semana próxima en
Washington, el Fondo presentó una investigación en 48 países emergentes y
economías en desarrollo en las que constataron que las reformas estructurales
dan resultados positivos, aunque varios años después.
Citó como ejemplo
a una reforma financiera en Egipto en 1992, que condujo a un aumento de la
producción en un 2% promedio seis años después de su aplicación. También
mencionaron las medidas anticorrupción, cuyos efectos suelen tener un impacto
de un 2% de crecimiento a largo plazo. Y en otras cuatro áreas de reformas
(finanzas externas, comercio, mercado de productos y mercado laboral) las
ganancias son aproximadamente el 1% seis años después de la reforma.
El informe señala
que si los cambios se hicieran todos juntos en todos los sectores, podría
significar un aumento de la producción en 7% en un año, siempre y cuando sean
países emergentes estables. Esto aumentaría el crecimiento anual del PBI per
cápita en aproximadamente 1 punto porcentual, duplicando la velocidad media de
la convergencia de los ingresos a los niveles de los países avanzados.
Pero el caso
argentino no caería en la categoría de “estable”, dada la crisis que afecta al
país. En estos casos en general, el Fondo recomienda tener en cuenta el
“timing” y la “secuencia”. “Algunas reformas funcionan mejor cuando la economía
es fuerte”, señala el reporte. Y pone de ejemplo a la laboral: “En los buenos
tiempos, la reducción de los costos de despido hace que los empleadores estén
más dispuestos a contratar nuevos trabajadores, mientras que en los malos
tiempos los hace más dispuestos a despedir a los existentes, magnificando los
efectos de una recesión”.
Agrega que “del
mismo modo, el aumento de la competencia en el sector financiero en un momento
de debilidad de la demanda de crédito puede empujar a ciertos intermediarios
financieros fuera del negocio, debilitando aún más la economía”.
El reporte
destaca que, en los países donde la economía es débil, los gobiernos pueden dar
prioridad a reformas como el fortalecimiento de la competencia, que dan sus
frutos independientemente de las condiciones económicas, o diseñar otras para
aliviar cualquier costo a corto plazo, como la promulgación de protección del
empleo.
El Fondo
recomienda que estas reformas sean apoyadas por la política monetaria o fiscal
siempre que sea posible y señala que también “funcionan mejor si se secuencian
correctamente”. Además, destaca que las reformas “suelen ofrecer mayores
ganancias en países donde la gobernabilidad es más fuerte. Esto significa que
el fortalecimiento de la gobernabilidad puede apoyar el crecimiento económico”.
Por último, señala
el Fondo, para cumplir su promesa de mejorar el nivel de vida, “las reformas
deben estar respaldadas por políticas redistributivas que difundan ampliamente
los beneficios en toda la población”, como fuertes redes de seguridad social y
programas que ayudan a los trabajadores a cambiar de empleo. “Para que las
reformas sean sostenibles y, por lo tanto, eficaces, deben beneficiar no sólo a
algunos, sino a todos”.
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